ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO Y MEDICINA CRÍTICA: DEL ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO AL CONCEPTO DE MUERTE CLÍNICA; JUGANDO A SER DIOSES DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO Y MEDICINA CRÍTICA: DEL ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO AL CONCEPTO DE MUERTE CLÍNICA; JUGANDO A SER DIOSES Dr. Adolfo Vásquez Rocca
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo: Versión ampliada y actualizada, para Almiar -Margen Cero- del Artículo originalmente publicado bajo el título "La asistencia médica descubre sus límites: reflexión sobre el encarnizamiento terapéutico". En TENDENCIAS 21, Revista Asociada al Capítulo Español del Club de Roma, al Master en Bioinformática de la Universidad Complutense de Madrid y al Instituto de Ingeniería de España. <http: /> Correspondiente además a la Conferencia inaugural del III Congreso Panamericano de Bioética OPS, 17 al 20 de junio, Caracas, Venezuela, 2009.
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ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO Y MEDICINA CRÍTICA: DEL ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO AL CONCEPTO DE MUERTE CLÍNICA; JUGANDO A SER DIOSES DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
1. Filosofía de la Medicina y bioética 1
ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO Y MEDICINA CRÍTICA: DELANTROPOLOGÍA DEL CUERPO Y MEDICINA CRÍTICA: DEL
ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO AL CONCEPTO DEENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO AL CONCEPTO DE
MUERTE CLÍNICA; JUGANDO A SER DIOSESMUERTE CLÍNICA; JUGANDO A SER DIOSES.1
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Universidad Complutense de Madrid
1 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo: Versión ampliada y actualizada, para Almiar -Margen Cero- del Artículo
originalmente publicado bajo el título "La asistencia médica descubre sus límites: reflexión sobre el
encarnizamiento terapéutico". En TENDENCIAS 21, Revista Asociada al Capítulo Español del Club de Roma, al
Master en Bioinformática de la Universidad Complutense de Madrid y al Instituto de Ingeniería de España.
<http://www.tendencias21.net/La-asistencia-medica-descubre-sus-limlites_a2857.htm> Correspondiente además a
la Conferencia inaugural del III Congreso Panamericano de Bioética OPS, 17 al 20 de junio, Caracas, Venezuela,
2009.
2. Filosofía de la Medicina y bioética 2
Introducción
Las investigaciones aquí desarrolladas buscan una aproximación interdisciplinaria al
fenómeno de la salud y la enfermedad, así como a la naturaleza de la práctica médica en la
posmodernidad. La filosofía de la medicina se inspira fundamentalmente en la actual
filosofía de la ciencia, que ha abandonado la idea de una realidad objetiva o de un orden
natural inmutable, reemplazándola por la representación de nuestro conocimiento,
adquiriendo así uno de sus rasgos fundamentales, el carácter holístico e interpretativo.
Más allá de esto –en una aproximación bioética– se busca considerar el cuerpo de las
personas con enfermedades avanzadas, y con riesgo cercano de muerte, donde la
presencia inminente de mutilaciones o terapias altamente invasivas, con el
correspondiente decaimiento y destrucción del propio cuerpo, nos fuerzan a pensar más
allá de la “dignidad”, en “la zona muda”, para enfrentarse en el tema irreductible del
dolor.
“Nada tiene que ver el dolor con el dolor / nada tiene que ver la desesperación con la
desesperación / Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas / no hay
nombres en la zona muda”
LIHN, Enrique 1989: 13
Diario de muerte
3. Filosofía de la Medicina y bioética 3
1.- Enfermedad, Biopolítica y Salud pública2
.
Las investigaciones aquí desarrolladas buscan una aproximación interdisciplinaria al
fenómeno de la salud y la enfermedad, así como a la naturaleza de la práctica médica en la
posmodernidad. La filosofía de la medicina se inspira fundamentalmente en la actual
filosofía de la ciencia, que ha abandonado la idea de una realidad objetiva o de un orden
natural inmutable, reemplazándola por la representación de nuestro conocimiento,
adquiriendo así uno de sus rasgos fundamentales, el carácter holístico e interpretativo.
El "giro hermenéutico" o método interpretativo de la clínica ha llegado a la medicina, al
punto que la naturaleza "textual" del diagnóstico, o mejor 'contextual', por su semejanza
con el movimiento posmoderno de crítica literaria, puede ser llamado deconstruccionista,
dado que se basa en la ruptura del lazo entre significante y significado, privilegiando el
contexto.
La medicina, como se ve al atender a estos presupuestos, se encuentra hoy en una crisis
de identidad respecto de su objeto, método y fin, que se expresa en un conflicto de
paradigmas o modelos de racionalidad médica. La salud como la enfermedad son dos
conceptos que están siendo continuamente reconstruidos a partir de negociaciones y
reconfiguraciones socioculturales, siendo la construcción de un discurso que informe a la
práctica clínica un lugar crucial en la determinación valórica del estatuto médico. Hay que
reflexionar pues sobre los orígenes y modo de constitución del discurso médico, la forma
en que su hablar dibuja la realidad, la reifica, y le otorga un basamento epistemológico a
partir del cual realizar preguntas tan cruciales, de compromisos valóricos tan sustantivos,
como si lo que hay son enfermos o enfermedades, es decir, cuál es el estatuto ontológico
de la enfermedad o de su contraparte, la salud, qué tipo de realidad son.
Las distintas “Antropologías”; la Física, la Cultural, la Filosófica, la Forense, encuentran
un núcleo en la esperanzadora perspectiva que ofrece la Antropología Médica, la que –con
su enfoque integrador– tiene como objeto de estudio al ser humano en cuanto “capaz de
enfermar y en cuanto susceptible de ser ayudado en la curación”, así como una lúcida
conciencia de que estos límites de la existencia humana contienen y condicionan
cualquiera otra dimensión de la vida.
La Antropología médica no se ocupará pues sólo del desarrollo tecno-científico –de los
trasplantes, prótesis e implantes, de las intervenciones laparoscópicas, de los psico-
fármacos, de la inmuno-genética, etc., sino que también de los innumerables y sutiles
matices que comportan la salud, la enfermedad, la curación, y la muerte, conformando
nuevas formas de subjetividad e incluso una 'nueva carne'3
.
2 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “De la Antropología médica a la Iatrofilosofía; El estatuto ontológico de la
enfermedad”, en REVISTA OBSERVACIONES FILOSÓFICAS ISSN 0718-3712 , Nº 2 – 2006, Sección
Antropología, URL: <http://www.observacionesfilosoficas.net/antropologiaarticulo.html>
3 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "La metáforas del cuerpo en la Filosofía de Jean-Luc Nancy: Nueva carne, cuerpo
sin órganos y escatología de la enfermedad", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas -
Universidad Complutense de Madrid, Nº 18 – 2008, pp. 323 – 333.
4. Filosofía de la Medicina y bioética 4
La antropología médica no sólo aportará conocimientos para reinscribir estos saberes en
los sistemas de organización cognoscitiva del currículo médico, sino que intentará proveer
un conocimiento principial –en torno a la irrevocable función social que la medicina
comporta– para el desarrollo de planes de acción en salud pública.
De este modo, caben también dentro de estas consideraciones los aspectos sociales,
económicos y culturales que inciden en la aparición de las enfermedades y las condiciones
que hacen posible la salud. Hombre-Enfermedad - Historia y Cultura serán los ejes de un
preguntar sistemático. Se interrogará cómo la cultura puede estar relacionada con la
morbilidad, natalidad y mortalidad. Dentro de estos amplios contextos se dará curso a
estudios etno-terapéuticos como bioéticos. La cultura médica no puede descuidar el
contexto funcional al que se integra en sus manifestaciones físicas y psíquicas. De este
modo entretejeremos las redes de lo humano, con todo lo de trascendente y precario que
tal condición supone, ”un embutido de ángel y bestia”4
.
<http://www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca2.pdf>
4 PARRA, Nicanor, “Epitafio”, De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954), Ref.
<http://www.nicanorparra.uchile.cl/antologia/poemasyantipoemas/epitafio.html>
5. Filosofía de la Medicina y bioética 5
2.- Nuevos cuadros clínicos, asociados a la medicina crítica; aplicación
sostenida y prolongada de los métodos de soporte vital avanzado.
Llevado al extremo de la irracionalidad, el esfuerzo de la medicina por preservar y cuidar
la salud de las personas ha demostrado que es capaz de volverse en contra de aquellos a
quienes pretende proteger. Cuando los médicos se empecinan en extender la vida aún
más allá de las posibilidades fisiológicas y del deseo de sus pacientes, aparece lo que se ha
dado en llamar el encarnizamiento terapéutico5
. Pero prolongar la vida innecesariamente
no sólo perjudica a quienes se les priva del derecho a una muerte digna. En un mundo
donde los recursos públicos que se destinan al cuidado de la salud no sólo son finitos, sino
que muchas veces resultan insuficientes, su uso irracional parece cercenar aún más el
acceso de la población en general al cuidado de su salud. Hoy se acepta el establecimiento
de un límite en la asistencia médica, pero la cuestión es definir cuál es y quién establece, y
aun más, cómo se valida este límite. Un punto de partida puede ser la observación de
casos y el cambio actitudinal frente al manejo de estos conceptos.
La aplicación del avance tecnocientífico en la práctica de la medicina asistencial de alta
complejidad ha de conducir al diseño de experiencias de campo en las que se plantea el
crucial dilema ético del fin de la vida: establecer y describir la naturaleza del vínculo entre
el soporte vital avanzado y la muerte.
Al tiempo que el acelerado desarrollo del cuidado intensivo del paciente grave y los
nuevos procedimientos diagnósticos y terapéuticos han generado la aparición de nuevos
cuadros clínicos, asociados a esta nueva medicina crítica como resultado de la aplicación
sostenida y prolongada de los métodos de soporte vital ordinarios y avanzados. Entre
ellos pueden mencionarse el estado vegetativo persistente, frecuentemente derivado de
encefalopatías y disfunciones orgánicas múltiples con trastornos cognitivos frecuentes.
Estos cuadros resultan paradigmáticos en este tiempo porque asocian, vinculan y
confunden la terminalidad con el carácter presuntamente reversible y transitorio del
estado crítico.
En la generación de la toma de decisiones en cuidados intensivos los principios bioéticos,
el derecho y las competencias del profesional médico -intensivista- juegan un rol
determinante, incluso al principio y término de estos eventuales procedimientos, tanto
cuando se discute si es pertinente o no el ingreso del paciente en este tipo de servicio,
como a la hora de definir entre aplicar nuevos procedimientos invasivos -fútiles en
muchos casos- y el retiro del soporte vital avanzado. En en los intersticios de una u otra
decisión, entre el encarnizamiento terapéutico y las consideraciones en torno al dolor, la
dignidad y la esperanza, se desliza este concepto de tenues fronteras, a saber, el mejor
interés del paciente.
5 El concepto distanasia (mala muerte) o encarnizamiento terapéutico puede ser entendido como el abuso de
procedimientos invasivos, molestos o dolorosos cuando no existe posibilidad de recuperación o la balanza riesgo
beneficio se desnivela; impidiendo y frenando así el proceso de morir de forma natural con la única consecuencia
del aumento del malestar.
6. Filosofía de la Medicina y bioética 6
Este núcleo de interés constituye un cambio de paradigma a partir del cual deben
replantearse cuestiones cruciales, entre las que se cuentan el desarrollo de una cultura y
sensibilidad en torno al planeamiento de la limitación del esfuerzo terapéutico, entendido
este ya no sólo como la delimitación tácitamente acordada en vistas a evitar problemas
médico-legales a los médicos, sino como una toma de posición deliberada, una decisión
que informa una acción, que ejecuta un conjunto de medidas claramente definidas y
terapéuticamente controladas tendiente a una limitación ya sea de las medidas que
estaban tomadas ejemplo: respiración mecánica, drogas vasoactivas, antibióticos en la
infección, así como no iniciar nuevas terapias por ejemplo: diálisis que son de mucho
costo, de mucha invasión y eventualmente poco rendimiento.
Es así como en la terapia intensiva se plantean a diario una serie de problemas en relación
con la aplicación de los principios bioéticos generales a casos particulares, ello derivado
de la posibilidad de aplicación de métodos diagnósticos y terapéuticos invasivos.
Cuando consideramos el cuerpo de las personas con enfermedades avanzadas, y con
riesgo cercano de muerte, esto se hace mucho más patente. La presencia de innumerable
cantidad de malestares con relación al decaimiento y destrucción del propio cuerpo
Amputaciones, operaciones, extirpaciones, extracciones, fístulas, escaras, úlceras,
transfusiones y detenciones parciales o totales de las diferentes funciones del organismo
son sólo algunos ejemplos. Además de los efectos no deseados de los tratamientos
curativos –el daño hepático producido por la quimioterapia o la micosis que los pacientes
suelen experimentar en la radioterapia– que a veces se siguen aplicando hasta casi el final
de la vida del paciente.
Mi convicción es que estos dilemas podrían ser atenuados si en la formación inicial, de
pregrado, el profesional médico fuera preparado y entrenado no sólo en los aspectos
teóricos y principios abstractos -propios de las definiciones de los código de ética médica
y bio-ética- sino, y de modo fundamental, en los aspectos concretos e individuales de las
situaciones de conflicto, dadas en el caso a caso que es, por lo demás, el proceso por el que
se va sentando jurisprudencia.
Para ello se propone aquí la necesidad de -una vez abordados los aspectos legislativos,
sensibilizado al cuerpo médico así como a la opinión pública en torno a un debate amplio
y democrático sobre estas cuestiones- diseñar modificaciones en el currículo de la
educación médica que posibiliten preparar a las nuevas generaciones de médicos tanto en
los aspectos valóricos como terapéuticos involucrados.
Esto como práctica en la etapa de internado y en las distintas instancias de simulación
gnoseológica y operativa según el plan de estudios de cada Escuela de medicina. La
formación teórico-práctica versaría sobre cuestiones tocantes a los criterios, oportunidad
7. Filosofía de la Medicina y bioética 7
y viabilidad de recursos, de la medicina paliativa o aplicaciones de terapias de soporte
vital avanzados, así como de discernir cuando éstas, concurriendo todos los aspectos
legales, terapéuticos, humanos y espirituales, debe ser retirada y de manera no adjetiva, la
preparación de los profesionales en estas maniobras y destrezas terapéuticas y
humanizadoras, todo ello atendiendo al estado del arte médica. Para esto es necesario
desarrollar consensos amplios que den lugar a la inserción institucionalizada en el
currículo de la enseñanza de la medicina tales contenidos y destrezas terapéuticas.
3.- Sobre la muerte intervenida: Retiro del soporte vital avanzado.
De este modo, la reflexión sobre la muerte intervenida como un fenómeno emergente de
nuestra cultura resulta imprescindible para que la sociedad se involucre en un tema que le
incumbe en forma absoluta y exclusiva. Surge de aquí la necesidad de precisar conceptos:
El concepto de muerte intervenida comprende todas aquellas situaciones en que la
aplicación de la suspensión o no aplicación de algún método de soporte vital se constituye
en un límite en el tratamiento vinculado con la producción de muerte cardiorrespiratoria
tradicional. Es una larga historia la de la domesticación del morir por parte de la
medicina, en lo que no cabe duda es de que la invención del respirador artificial significó
un antes y un después en esta materia.
El respirador, como es sabido, se gestó durante la epidemia de polio que asoló al mundo
en la década del cincuenta. Por aquel entonces, un médico danés decidió utilizar bolsas de
aire para bombear oxígeno a los pulmones de niños que, afectados por la enfermedad,
morían asfixiados; claro que el método era imperfecto: los mantenía con vida siempre y
cuando la enfermera no dejara de bombear oxígeno. La solución llegó semanas después
de la mano de la feliz idea de acoplar una bomba mecánica a la bolsa de aire.6
Como era
de esperar, la tecnología no tardó en extenderse; pero no habría de pasar mucho tiempo
hasta que el avance obligó a los médicos a enfrentar situaciones clínicas hasta ese
momento impensables. Cuando comenzaron a aparecer los métodos de soporte vital,
principalmente el respirador, los médicos se encontraron con que tenían pacientes que
eran ventilados artificialmente, pero que sufrían cuadros neurológicos absolutamente
irreversibles.
Lentamente, las unidades de cuidados intensivos estaban comenzando a poblarse de un
nuevo tipo de pacientes: personas que jamás recuperarían la conciencia, pero que podían
ser mantenidas con vida artificialmente durante décadas. Sucede que por aquel entonces
estaba aún vigente la idea tradicional de muerte, que la asocia al cese de la actividad
cardíaca y respiratoria.
Mantener con vida a estos pacientes representaba tanto una prolongación injustificada
6 HOTTOIS, Gilbert, El paradigma Bioético. Una ética para la tecnociencia, Antrophos, Barcelona, 1991.
8. Filosofía de la Medicina y bioética 8
del sufrimiento de sus familiares que asistían a una agonía eternizada, como un
acaparamiento inconducente de recursos monetarios y de infraestructura hospitalaria.
Ante esta nueva perspectiva, fue estrictamente necesaria la reformulación del concepto de
muerte.
4.- La domesticación del morir: criterio de muerte cerebral.
En esta historia de la domesticación del morir los conceptos se han vuelto problemáticos y
ambivalentes a partir, precisamente, de las definiciones al uso de la noción de muerte;
tanto a través del concepto de la pérdida completa de la función cerebral, lo que después
de casi cuarenta años de empleo de este criterio de demarcación para diagnosticar la
muerte, puede visualizarse un continuo que se asocia tanto con la necesidad o interés de
procurarse órganos para trasplante, como con la necesidad de evitar prolongadas agonías
en pacientes irrecuperables. Cuestiones que en un análisis inmediato se revelan de
distinta naturaleza y por ello ponderable en términos diversos.
Según se ha expuesto el criterio de muerte cerebral estableció que el fin de la vida llega
cuando coinciden la muerte del tronco y de la corteza del cerebro. Sin embargo, algunos
estudios del tema sugieren la incidencia de otro factor en la adopción de este nuevo
criterio de muerte. Meses antes, más precisamente el 3 de diciembre de 1967, el doctor
Christian Barnard había realizado el primer trasplante de corazón: esta nueva posibilidad
trastrocaba la mirada que se posaba sobre los pacientes con daños neurológicos
irreversibles que eran mantenidos vivos en forma artificial. “La definición de muerte
cerebral es un artificio de técnica -opina el doctor Mainetti-. Tiene por único fin
introducir la posibilidad de retirar un soporte vital y dar por muerta a una persona a la
que se mantiene con vida sin ningún sentido, abriendo así la posibilidad de utilizar sus
órganos para un trasplante”
El criterio de muerte cerebral es una de las primeras respuestas sobre los límites en la
atención médica de aquellos pacientes que ya no son capaces de verse beneficiados por
ningún tratamiento. Pero no es la única. Un paso más allá se encuentra el derecho del
propio paciente -o de su familia- a rechazar un tratamiento que se considera inútil. Se
revisarán en el desarrollo de esta tesis, varios casos que perduran en el imaginario
colectivo como los impulsores del debate que finalmente diera lugar a la instauración de
este derecho.
Cuando un ser humano producto de un accidente cerebro-vascular o de una herida
traumática a causa de un fuerte golpe, un tumor, un paro o una infección, experimenta el
aumento de la presión intracraneana, producto de que algunos fluidos se acumulan en el
cerebro, lo presionan y hacen que éste se hinche, pero como el cráneo es rígido le impide
que se expanda, y la presión interna aumenta. En la medida en el que cerebro no se
puede extender, empieza a perder vitalidad y se genera una respuesta vegetativa y se
empieza a mantener al paciente en un “coma inducido”7
con una serie de medicamentos.
7 Un coma inducido es cuando se seda a un paciente para reducir su consumo de oxígeno y energía, y poner al cerebro
a "dormir". Mientras tanto, se monitorea su actividad. Se busca proteger el cerebro manteniendo al paciente
profundamente sedado y así darle tiempo al cuerpo para recuperarse, ya que en este estado, el órgano necesita menos
sangre, oxígeno y glucosa. El coma inducido es utilizado en el caso de que una patología o herida cerebral provoque un
9. Filosofía de la Medicina y bioética 9
Es frecuente hacer entrar al paciente Cuando ya no hay respuesta a estos medicamentos,
se declara la muerte cerebral”, generalmente, después de la muerte cerebral, se declara la
muerte clínica”.
En las últimas décadas la licitud ética -derivada de la aceptación de la práctica- de la
interrupción en la aplicación de los métodos de soporte vital ordinarios y avanzados en
situaciones que no configuran los supuestos de muerte cerebral -como los estados
vegetativos y otras situaciones clínicas irreversibles- y hasta los intentos de obtener
órganos para trasplantes en estas ocasiones (cuando se contare con el acuerdo explícito
del donante o su representante) hace posible una interpretación conjunta de estos
cuadros a través de la admisión del establecimiento de un límite en la asistencia médica.
La cuestión ahora es definir cuál es y quién establece, y aun más, cómo se valida este
límite. Un punto de partida puede ser la observación de casos y el cambio actitudinal
frente al manejo de estos conceptos.
La observación de casos permite al menos establecer como tendencias generales que en el
estado de coma irreversible -definido como muerte cerebral- se tiende a aconsejar el
retiro de la respiración mecánica. Así, también, se visualiza en las últimas décadas una
aceptación progresiva de disponer la abstención y/o el retiro del soporte vital en pacientes
con evolución irreversible para permitir su muerte. Ahora bien, de ambas situaciones
basadas en evidencia empírica podemos derivar un punto problemático común: existen
casos de pacientes críticos en los que se visualiza la necesidad de establecer límites en la
asistencia médica.
El tema central presente en ambas circunstancias es que en estos casos la muerte resulta
ligada a las decisiones (acciones u omisiones) que se toman en el ámbito asistencial sobre
el soporte vital. Estas decisiones constituyen por sí mismas ese límite y marca el comienzo
de toda una época de ‘muerte intervenida’ por oposición a la muerte natural hoy casi
desconocida y olvidada por inexistente. Es en virtud de ello que dentro de la expresión
‘muerte intervenida’, utilizada primariamente para describir las acciones de abstención y
retiro habituales en terapia intensiva, se incluye también a la muerte cerebral, esto como
hito histórico fundamental.
Desde las décadas del setenta y del ochenta del siglo pasado en adelante se ha asistido a la
aparición cada vez más frecuente de cuadros clínicos intermedios constituidos por un
coma inicial resultante de una injuria cerebral con variables grados de lesión del sistema
nervioso como en el estado vegetativo persistente, demencias profundas y otros, en que
no se cumplen los criterios aceptados de muerte cerebral (indemnidad del sistema
reticular activador del tronco cerebral y de las funciones respiratoria y circulatoria), pero
que también tienen daño cerebral irreversible con pérdida absoluta de las funciones
corticocerebrales superiores.
aumento de la presión intracraneana o para que el paciente se acostumbre, por ejemplo, a una ventilación mecánica que
va a durar más de lo habitual, o porque se necesita que no consuma demasiado oxígeno.
10. Filosofía de la Medicina y bioética 10
Tienen permanentemente abolida la conciencia, la afectividad y la comunicación con
conservación de los ciclos sueño-vigilia, y fuertes estímulos puede provocar apertura
ocular si los ojos permanecen cerrados y también acelerar la respiración, el pulso y la
tensión arterial. Los reflejos y movimientos oculares se conservan, así como también los
reflejos protectores del vómito y de la tos. Estos pacientes pueden tener movimientos
espontáneos que incluyen masticación, rechinar dientes y deglutir.
También pueden emitir sonidos o gestos que sugieren ira, llanto, queja, gemidos o
sonrisas. Su cabeza y ojos pueden inconsistentemente rotar hacia luces o emitir sonidos
no verbales. Pese a que para un criterio experto todas estas actitudes son consideradas
como de origen subcortical es innegable que a la mirada expectante de los seres queridos
estos signos pueden constituir un motivo de aliento y arraigo emocional que es imposible
negar como vivencia afectiva.
Así, en los últimos años la pregunta por los límites que se deberían establecer a la
prolongación artificial de la vida ha sumado un nuevo aspecto. El conflicto ya no lo
plantea el médico que propone una terapia que conduce al encarnizamiento terapéutico,
sino que nace del paciente o de sus familiares que piden un tratamiento que no se
considera eficiente.
La respuesta de la bioética se centra en el llamado concepto de futilidad, que es por decir
lo menos, bastante controvertido. Los tratamientos fútiles, esto es inútiles, lo único que
logran es dar al paciente dolor, daño, incomodidad y gasto económico. Sin embargo el
problema es ¿cómo determinar la futilidad de una terapia médica? ¿Sólo con los criterios
estadísticos que le son propios?
Existen dos criterios, responde. La futilidad fisiológica es el más simple: es cuando el
tratamiento demuestra no modificar las variables fisiológicas del paciente que uno busca.
Desde otra perspectiva se sostiene que se puede definir la futilidad mediante criterios
estadísticos: un tratamiento sería fútil cuando tiene menos del 5% de posibilidades de
resultar exitoso. No hace falta aclarar que para determinar la futilidad de un tratamiento
es necesario actuar caso por caso. Los límites que delimitan este concepto son muy
controvertidos y discutibles; por ello las instituciones médicas cuentan hoy con comités
de bioética.
Los comités de bioética son, en su propia definición, espacios multidisciplinarios y
pluralistas que se nutren del aporte de expertos no sólo provenientes de la medicina, sino
también del derecho, la antropología, la religión y, en algunos casos, de representantes de
la comunidad.
La medicina como actividad artesanal destinada al cuidado y eventual curación de las
personas siempre tuvo límites, pero el final de la vida llegaba por factores externos
11. Filosofía de la Medicina y bioética 11
alejados de una decisión cercana de efectos inmediatos y directos. Ahora, y como
resultado del progreso tecnológico, la posibilidad del manejo de la función vital influye en
la determinación y el tiempo de muerte.
Esta cuestión central, que atiende la realidad médica cotidiana y que se encuentra en el
marco de las decisiones posibles con el hombre enfermo, marca el comienzo de toda una
época de muerte intervenida, por oposición a la natural.
De alguna forma se ha producido una suerte de asalto tecnológico a la disponibilidad de
los individuos sobre su propia muerte. Este asalto ha dado lugar a la medicalización de la
muerte, obligando, como se ha visto, incluso a cambiar su definición a través de la
adopción del criterio de muerte cerebral.
Por otra parte, hoy la muerte no sólo es técnicamente controlable y administrable, sino
que resulta en cierta forma negociable. La dramática situación actual de los recursos
destinados a la salud lleva a que se establezcan criterios para decidir qué enfermedades se
tratan y cuáles no. Todos estos aspectos sensibles, tocantes a materias de salud pública,
también serán considerados en este artículo.
5.- Limitación de medidas terapéuticas en el paciente crítico.
Llevado al extremo de la irracionalidad, el esfuerzo de la medicina por preservar y cuidar
la salud de las personas ha demostrado que es capaz de volverse en contra de aquellos a
quienes pretende proteger. Cuando los médicos se empecinan en extender la vida aún
más allá de las posibilidades fisiológicas y del deseo de sus pacientes, aparece lo que se ha
dado en llamar el encarnizamiento terapéutico.
La agonía injustificadamente prolongada, el sufrimiento extremo, la desfiguración y el
aislamiento del paciente; cualquiera de ellas puede ser la consecuencia del
encarnizamiento terapéutico que conlleva formas de morir que resultan una caricatura de
la dignidad personal.
Es habitual hablar de la lucha de la vida contra la muerte, pero hay un peligro inverso,
presagiado por la literatura de ficción y de algún modo avalado por el desarrollo
tecnológico de la medicina. Tendremos que luchar contra la probabilidad de que no
muramos. Contra el olvido de la muerte. Nos encontramos en el proceso de reactivar esta
inmortalidad patológica, la inmortalidad de la célula cancerígena, tanto a nivel individual
como al nivel de las especies como un todo. Es la venganza contra los seres mortales y
sexuales de las formas de vidas inmortales e indiferenciadas, en lo que podríamos llamar,
12. Filosofía de la Medicina y bioética 12
al modo de Baudrillard8
, la solución final.
La muerte, que una vez fue una función vital, se podría convertir en un lujo, en un costoso
placer. En todos los modos futuros de la civilización, donde la muerte habrá sido
eliminada, los clones del futuro podrán pagar muy bien por el lujo de morir.
Puede llegar a existir un infierno en medio de la opulencia la del ser humano que agoniza
sedado por el confort9
. Existen unas inolvidables páginas en la novela 13'99 euros que
recuerdan mucho a esta visión apocalíptica de Baudrillard sobre el confort wasp,
emparentada a una suerte de "solución final" a la americana. Frédéric Beigbeder, 13'99
euros.10
Ni la psicología ni la biología han reconocido el lugar central de la pulsión de muerte en la
determinación de los seres humanos. Y así como hay una pulsión de inmortalidad para la
cual se tienen respuestas tecnológicas como la clonación, también hay una pulsión de
muerte. Como hemos visto, estas pulsiones entran en juego simultáneamente y es posible
que una no sea más que una variante de la otra, nada más que su dilatación.
Y es que, a veces, “el intento de respetar la vida puede acabar en trato inhumano o
degradante, es decir, indigno”, escribió hace algunos años Diego Gracia, miembro de la
Fundación de Ciencias de la Salud, de España, en el prólogo del libro Morir con dignidad.
Podría decirse que la muerte indigna -aquella que se demora sin ofrecer nada a cambio,
más que sufrimiento y humillación- es un invento reciente. Nace como resultado del
avance que protagonizó en los últimos cincuenta años la medicina, avance que permite
hoy prolongar la vida a través de instrumentos que proporcionan a los pacientes un
soporte vital que suple funciones biológicas perdidas o cuando menos suspendidas.
Pero prolongar la vida innecesariamente no sólo perjudica a quienes se les priva del
derecho a una muerte digna.11
En un mundo donde los recursos públicos que se destinan
8 BAUDRILLARD, Jean, L’ esprit du terrorisme, Éditions Galilée, Paris, 2002 - Baudrillard, "El espíritu del
terrorismo", Fractal n° 24, enero-marzo, 2002, año 6, volumen VII, pp. 53-70.
9 CASTRO REY, Ignacio, “Sacando de la tumba a Baudrillard. El signo político del atraso”, En Frontera Digital,
Madrid, diciembre 2012. <http://fronterad.com/?q=sacando-tumba-a-baudrillard-signo-politico-atraso>
10 BEIGBEDER, Frédéric, (2000) 13’99 euros, Anagrama, Barcelona, 2001.
11 JÜNGER, Ernst, Sobre el dolor, Tusquets Editores, Madrid, 1995: Reflexionando respecto a lo experimentado y
descrito en los diarios, de una economía que exige del hombre cierta capacidad de soportar el dolor en una medida
determinada. Si el hombre se inventa espacios de seguridad en este mundo tiene que tener presente que el dolor va a
reclamar su derecho. Y a saber: Cuanto más asegurada parezca transcurrir la vida, cuanto más precauciones contra
accidentes han sido tomadas y muestran su efectividad, tanto más seguro e inevitable es el impacto de lo espantoso. No
hace falta hoy en día dar lustraciones respecto a eso. Todo el mundo se esfuerza por suprimir la impresión de tales
hechos de la conciencia para "poder seguir viviendo".
"No hay, sin embargo , exigencias más ciertas que las que el dolor hace a la vida. En los sitios donde se ahorra el dolor
el equilibrio se restablece en conformidad con las leyes de una economía enteramente precisa. Se puede decir,
introduciendo una pequeña variación en una conocida frase de Hegel, que existe una “astucia del dolor” que alcanza
sus objetivos por todas las vías."
En esta sintonía nace el mundo técnico . En eso, "la esencia del mundo técnico, por cuanto convierte al ser
humano, y ahora en un sentido más literal que nunca, en uno de los componentes de ese mundo." Martin Heidegger, en
clara referencia a este pasaje, intenta perfilar más todo esto, substituiendo "Bestandteil" (componente) por
13. Filosofía de la Medicina y bioética 13
al cuidado de la salud no sólo son finitos, sino que muchas veces resultan insuficientes, su
uso irracional parece cercenar aún más el acceso de la población en general al cuidado de
su salud.
Por eso, cabe preguntarse, ¿hasta cuándo es lícito extender artificialmente la vida de una
persona? Desde hace algunas décadas, los expertos en bioética han elaborado una serie de
criterios que permiten ponerle freno al afán desenfrenado de los médicos por vencer a la
muerte, evitando así el encarnizamiento terapéutico.
6.- Consideraciones Finales: Del "morir con dignidad" a los poderes de la
perversión.
Desde la sociología y la biopolítica existe una extensa literatura sobre la atención
profesional en el final de la vida y el impacto que genera en los profesionales el morir de
los otros.12
Uno de los aspectos centrales del cuidado es la construcción de dignidad como
parte fundamental tanto del proceso de atención profesional como de toma de decisiones
por parte de los pacientes y las familias. La expresión "morir con dignidad" aparece en las
investigaciones y en los trabajos clínicos, a través de un significado consensuado, y sin
llegar a problematizarse conceptualmente el campo y uso particular en los espacios de
cuidados paliativos. Las motivaciones de su uso pueden ser desde bregar por una mejora
en el cuidado de los pacientes para una mayor autonomía de los mismos, hasta apoyar el
suicidio médicamente asistido como una manera de dignificar el morir.13
Dentro de este
amplio abanico -de posibilidades, opciones terapéuticas y decisiones políticas- algo que
poco se tiene en cuenta es "el silenciado discurso de la dignidad como relacional y
"Bestandstück" (pieza), el hombre entonces una pieza más, imprescindible en un mundo compuesto de piezas técnicas.
Pensamos en un conductor de coche encajado entre instrumentos que exigen un puntual servicio muy determinado.
¡El hombre una pieza más en el mundo técnico. Heidegger quiso abandonar la metafísica y por consiguiente se negaba
a trascender éste mundo técnico, recurriendo para ello a ese intento de "querer oírse hablar absoluto", que según
Derrida es la historia de la metafísica. Jünger, por el contrario, no renuncia al querer absoluto, intentó ganar una
posición desde de la que pueda ser inspeccionado el mundo técnico.
A este mundo pertenece el cuerpo humano que, aunque es componente de este, al experimentarlo tiene que sufrirlo.
Pero el hombre mismo puede ganar la distancia frente a este mundo, puede tomar una actitud tal, que le permite dejar
entrar en campaña a su cuerpo, viendo en este un objeto , que si hace falta, hay que sacrificar. En este contexto no se
trata de evitar el dolor, de disminuir su intensidad sino de soportarlo. El dolor es el indicio de que algo está en juego.
En esto Jünger está de acuerdo con Novalis cuando en un aforismo este dice: "Uno debe estar orgulloso de su dolor,
cada dolor etc. es un recuerdo de nuestro alto rango."
"Existen evidentemente actitudes que capacitan al ser humano para distanciarse mucho de las esferas donde el dolor
manda como dueño absoluto. Semejante apartamiento se manifiesta en que el ser humano es capaz de tratar al cuerpo -
es decir, el espacio mediante el cual participa en el dolor - como a un objeto. Ese procedimiento presupone ciertamente
la existencia de un puesto de mando situado a una altura tal que desde ella el cuerpo es considerado como un puesto
avanzado que el ser humano es capaz de lanzar al combate y sacrificar desde gran distancia. Todas las medidas que
entonces se toman abocan no a escapar al dolor, sino a resistirlo."
[JÜNGER, Ernst, Sobre el dolor, Tusquets Editores, Madrid, 1995]
12 Black y Rubenstein 2005, Lawton 2000, Sudnow 1967, Slomka 1992, Saunders 1967, entre otros.
13 En países como Holanda, Suiza y recientemente Bélgica, y en algunos estados de EE.UU. y Australia, se ha venido
practicando la eutanasia (activa) o el suicido médicamente asistido desde hace cierto tiempo con muy diferentes
experiencias y resultados (Cecchetto 1999, Thomas 1991, Emanuel 2001).
14. Filosofía de la Medicina y bioética 14
encarnada.
Como se ha señalado la dignidad humana ha sido juzgada como un derecho inalienable e
inherente a cada persona (y grupo humano). Pero fue sólo después de la segunda mitad
del siglo XX (luego de las guerras y los genocidios de la primera mitad), con la creación de
los organismos internacionales, que se comenzó a sistematizar dentro de los llamados
"Derechos Humanos" la necesidad de reconocer (al menos jurídicamente) este substrato
fundamental de la existencia como la base de donde derivan los demás derechos básicos.
Desde una perspectiva ético-pragmática Richard Rorty14
(2000: 223) afirma que "la
cultura de los derechos humanos" ha vuelto "irrelevante y desfasado el fundamentalismo
de los derechos humanos". Según Rorty, este fundamentalismo, descansa en
concepciones sociológicas que afirman que la manera de crear comunidad moral es
señalando lo que todos poseen en común: la racionalidad. Los hechos históricos (por
ejemplo, los genocidios de la primera mitad de Siglo XX) demuestran que la
"racionalidad" (supuesto "fundamento" de la conducta ética humana) no ha hecho
"nuestra cultura -la cultura de los derechos humanos- más autoconsciente y más
poderosa". La opinión de Rorty es que "el respeto por la dignidad humana, el sentido que
tenemos de que no debería importar la diferencia entre serbio o musulmán, cristiano o
infiel, homosexual o heterosexual, varón o mujer" no presupone la existencia de una
"racionalidad" común a todos los seres humanos.15
El problema es que los grupos
humanos diferencian a los "verdaderos humanos" de los "cuasi humanos" (de allí que un
grupo pueda respetar los Derechos - de los que consideramos - “uno de nosotros”). Por
ello lo que propone Rorty es buscar creativamente un camino que nos haga sentir los unos
por los otros de una manera más intensa, y: "hacerlo sería más eficaz porque nos
permitiría concentrar nuestras energías en la manipulación de los sentimientos, en la
educación sentimental".16
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Universidad Complutense de Madrid
Eastern Mediterranean University - Academia.edu
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad
Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y
Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la
Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela
de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Profesor PEL Programa Especial de
Licenciatura en Diseño, UNAB – DUOC UC – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la
14 RORTY, Richard, Verdad y progreso. Barcelona, Paidos, 2000.
15 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Rorty: pragmatismo, ironismo liberal y solidaridad", En Revista de Filosofía del
Derecho, nº 8, 2004/2005, pp. 337 – 346. UC+3. Reeditado en En A Parte Rei 39, mayo de 2005,
http://serbal.pntic.mec.es/%7Ecmunoz11/vasquez39.pdf
16 RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Ed. Paidos, 1998.
16. Filosofía de la Medicina y bioética 16
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