1. TRIBUTO A MI PADRE: OSCAR AYALA REINA
Buenas noches. En el nombre de nuestra familia, agradezco a todos muy especialmente su
presencia en esta tercera eucaristía en que nos reunimos a recordar y honrar la memoria de
nuestro padre, Oscar Ayala Reina.
Cada persona es quién es gracias a lo que construye partiendo de sus bases ancestrales y
principalmente, del legado de sus padres. En nuestro caso, nuestra familia se considera
privilegiada por haber contado con Oscar como guía de viaje, alumbrando nuestros pasos desde
que decidió constituir un hogar en unión de nuestra madre, hace más de sesenta años. El a su vez
compartió a manos llenas de lo mucho que recibió de sus mayores y de su numerosa familia y de
lo que aprendió después en diversas experiencias. De él aprendimos los hijos importantes
principios de vida y gracias a su ejemplo tuvimos cátedra privilegiada en muchos aspectos
espirituales y formativos. De él aprendimos el gran valor de la honradez, la perseverancia, el uso
del raciocinio para no “tragar entero” y de la defensa de las propias convicciones. De él recibimos
también nuestras nociones básicas sobre historia, filosofía, lógica y comportamiento ciudadano,
escuchándolo razonar y observándolo en el ejercicio de la vida diaria.
En unión de mi madre, Mireya, cultivó la apreciación por el arte, la estética y la belleza y participó
de innumerables actividades artísticas en unión de un extenso grupo de colegas y amistades.
Una de sus grandes pasiones fue recorrer el mundo: estando joven tuvo la fortuna de viajar a
Francia, España, Mexico y los EE.UU. donde complementó sus estudios profesionales, conoció
personas y recorrió lugares plenos de historia; en los años sesenta, visitó los países detrás de la
“Cortina de Hierro” en un momento histórico donde hacerlo era poco menos que imposible para un
ciudadano común y de ese viaje trajo mil noticias y descripciones asombrosas; mucho tiempo
después, estuvo en el Oriente y pudo cumplir uno de sus sueños de niño, que era conocer el
majestuoso Taj-Mahal.
Podríamos detenernos en muchos otros aspectos de la vida de mi padre, pero quisiera destacar 5
temas y muy centralmente, el enorme legado que él nos dejó en términos de servicio, donde yo
identifico la razón de ser y la gran misión que él tuvo en vida.
Profesionalmente es difícil encontrar alguien con mayor pasión y sentido de servicio a través del
quehacer médico. Para muchos que le conocimos de cerca, él representa al profesional de la
Medicina a carta cabal, no tanto por sus méritos o destrezas técnicas y académicas como cirujano,
cardiólogo, pediatra, internista o semiólogo, ni por su enorme capacidad para estudiar y aprender,
práctica que le granjeó un diestro entendimiento en varias especialidades médicas, destreza
quirúrgica y reconocida maestría en el manejo de aspectos fundamentales en materia de
comprensión de la etiología de la enfermedad, la fisiología del organismo y los mecanismos
fundamentales de la nutrición, entre otros, aspectos de indudable complejidad y que él supo
descifrar y articular para beneficio de sus pacientes. Y para eso había que estudiar, observar y
2. aplicar. El nos demostró los réditos de la devoción total, la consagración absoluta e irrestricta al
servicio de sus semejantes y la pasión por el cuidado de la vida a través del estudio y el ejercicio
apasionado de la medicina. Pasión por lo que se hace.
El segundo tema que quiero destacar es el respeto absoluto que él exhibió por sus pacientes: para
él, siempre era el paciente quien se mejoraba y consideraba que el médico, las técnicas, los
tratamientos y los fármacos, eran meros aspectos auxiliares del proceso. Por eso, al paciente
había que tratarlo dignamente, darle fuerza y apoyo moral y espiritual, y conocer a profundidad de
su dolencia. Por eso recibía siempre cordial y positivamente a sus pacientes, les palpaba, les
interrogaba de forma sencilla y correlacionaba innúmeros factores como gran maestro que fue de
la Semiología. Para él, atenderlos oportunamente, no admitía concesiones. Recuerdo muy
vívidamente cómo sin importar día ni hora, fuese mañana, tarde o madrugada, él atendía
prestamente toda llamada y salía a atenderlos, fuese cual fuese el lugar o circunstancia. Me
pregunto yo si habrá un quehacer más útil y mejor visto ante los ojos de Dios… La gente, desde
luego agradecía esa dedicación y su consultorio siempre estuvo colmado de pacientes que
reclamaban su atención, pues ellos podían sentir su cariño y su deseo de servirles.
El tercer tema, que debo destacar es su compromiso y liderazgo social y la forma como supo
ejercer la dirigencia no solo en materias científicas y éticas sino también administrativas reflejada
en una impresionante trayectoria de servicio en la dirección médica de importantes instituciones
como las Empresas Municipales de Cali, el Seguro Social, el Hospital Infantil Club Noel, la
Corporación Autónoma Regional CVC, la Clínica de los Remedios, el Tribunal de Etica Médica del
Valle y el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Cali, entre otras entidades. A eso debemos sumarle
el gran aporte que tuvo al fundar, sostener importantes sociedades médicas de la cuidad, el
departamento y el país. Si hay un nombre respetado en los anales de la medicina vallecaucana en
multitud de especialidades, es el suyo.
Su longevidad por supuesto que fue producto del celo, sabiduría y cientificidad con la que supo
cuidar su propia condición; pocas personas pueden contar lo que él, que supo prevenir quebrantos
e identificar con precisión lo que le aquejaba y supo orientar sus tratamientos, intervenciones
medicó-quirúrgicas y tratamientos farmacológicos requeridos según lo mejor que sabía, y
rodeándose de profesionales y apoyo de primer nivel científico y humano. Esa es una historia
apasionante humana y científica que daría para escribir un best seller.
Como era un hombre de valores, como dice mi mamá “de una pieza”, su inquebrantable
determinación a servir con excelencia en cada cargo que ejerció le ganó sinsabores por
malquerencias y amenazas de personas que no compartían sus principios. Aún recordamos con
escalofrío que a mediados de los años ochenta, una denuncia suya en un Congreso Nacional de
Medicina censurando la inacción del gremio médico y el gobierno acerca de la proliferación de
firmas farmacéuticas de dudoso pelambre, criadas al amparo del narcotráfico, le valió recibir una
terrible amenaza de muerte que felizmente no se cristalizó. Ese es un cuarto aspecto a destacar
en él, era un hombre de sólidos principios.
3. Es preciso destacar un quinto aspecto, su amor y gran dedicación por su familia y seres queridos.
Oscar siempre fue un vigilante celoso y fiel del bienestar de sus seres queridos, que contamos de
forma irrestricta con su apoyo, guía y experiencia; muchos de nosotros debemos la vida misma a
sus cuidados. Para fortuna, siempre supo rodearse muy bien y tuvo un gran acierto al haberte
casado con nuestra madre, Mireya Arana de Lemos, complemento fundamental e insustituible
durante los cincuenta y nueve años de unión matrimonial. Sin ella, la pródiga vida familiar, los hijos
y mucho de sus logros profesionales y personales simplemente no hubiesen sido posibles; por
eso, esa circunstancia no sólo fue una elección sabía, sino otra bendición de Dios que él supo
potenciar con creces.
Debo decir que de la mano de sus múltiples logros en tantas áreas, se conservó siempre afable,
familiar, de fácil trato y gustos muy sencillos; nunca alardeó de nada diferente a sus saberes
médicos, lo cual es bastante explicable, y creo que su mayor orgullo fue su ancestro Ayala Reina,
vallecaucano vijeño, tradicional y de familia, que siempre vivió agradecido y orgulloso de sus
mayores y sus costumbres. Fiel a esto, siempre fue un hombre muy dedicado a su hogar de
esposa, cinco hijos y cinco nietos y a su familia de sangre, compuesta por sus padres, catorce
hermanos (4), incontables primos y sobrinos, y a cultivar la amistad de algunos muy selectos
colegas y amigos…
Aun cuando no fue un hombre de mucho rezo, ni asiduo asistente de los templos que los hombres
han erigido al Creador, mi padre fue una persona sumamente creyente y temerosa del poder de
Dios; se preocupó siempre por llevar una vida digna y que mereciese Su aprobación y
complacencia a través de su consagración a la preservación de la vida y no sé qué otro mejor
destino puede darse a la existencia que ese. Si a eso se le añade que siempre fue un hombre de
recto y cristalino proceder, no dudo que en su caso, estemos ante un Hombre de Dios, y sin duda,
de los mejores.
Por todo esto y por importantes temas que por fuerza se quedan por fuera de estas líneas, es
motivo de alegría celebrar los 97 años y medio que nuestro padre vivió en esta tierra junto a
muchos de nosotros. Su vida ha sido un gran regalo y un verdadero privilegio contar con él como
ejemplo de luz e inspiración, testimonio irrefutable de la grandeza del Creador.
Damos infinitas gracias a nuestro padre por su presencia y guía, por su extraordinario ejemplo de
lo que significa servir a los semejantes así como por su inconmensurable Amor de padre, que
supo matizar con tantas otras virtudes que le caracterizaron como persona única e irremplazable a
quien honramos en esta eucaristía.
Muchas gracias.
Oscar Ayala Arana
Cali, Enero 22 de 2014