Este documento es una exhortación a escuchar la voz de Dios y no endurecer el corazón. Repite varias veces la frase "Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Insta a alabar a Dios, el Creador, y a postrarse ante Él porque es nuestro Dios y nos guía como un pastor a su rebaño. Advierte que los israelitas en el desierto endurecieron sus corazones y no quisieron seguir los caminos de Dios, por lo que no pudieron entrar en su descanso.