Este documento presenta un resumen de 3 oraciones del libro "Violencia de Estado y Rebelión social en la lucha de la APPO en 2006" de Leonardo Herrera Mejía:
1) El libro analiza la violencia estatal y la resistencia social en Oaxaca durante la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006, periodizando los ciclos de violencia y caracterizando las formas de organización y resistencia de la APPO.
2) También explora la estructura organizativa de la AP
Violencia de estado y rebelió social en la lucha de la appo en 2006
1. Violencia de Estado y
Rebelión Social en la Lucha
de la APPO en 20066
Violencia de Estado y
Rebelión Social en la Lucha
de la APPO en 20066
Leonardo Herrera Mejía
2. Violencia de Estado y Rebelión Social
La Lucha de la APPO en 2006
Leonardo Herrera Mejía
3. Violencia de Estado y Rebelión Social. La Lucha
de la APPO en 2006.
Leonardo Herrera Mejía
Diseño de portada:
Verónica Hernández Nava
veroniknavahdz@hotmail.com
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons
Atribución-NoComercial 2.5 México.
4. Índice
Reconocimientos
Prólogo. Carlos Figueroa Ibarra
Introducción
Capítulo I
Una aproximación Teórica a la Violencia y la
Resistencia.
1.1 Introducción.
1.2. Violencia, Agresividad y racionalidad.
1.3. Violencia, dominación y Estado.
1.4. Violencia y terror de Estado.
1.5. Resistencia, rebelión y movimientos sociales.
1.6. Violencia, Rebelión, y movimientos sociales.
1.7. Síntesis teórico conceptual.
Capítulo II
La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca
(APPO). Organización y Composición.
2.1 Organización y estructura de la APPO.
5. 2.2 Usos y Costumbres en Oaxaca.
2.3 Organización de la sección 22 del Magisterio.
2.4 Estructura Orgánica de la APPO.
2.5 Integración de organizaciones simpatizantes.
2.6 Los que ya estaban.
2.7 Disidencia no agrupada.
Capítulo III
Violencia y Resistencia
3.1 Violencia de Estado en contra de la APPO en
2006.
3.1.1 Ciclos de Violencia.
3.1.2 Primera etapa. Antecedentes.
3.1.2.1 Desalojo fallido.
3.1.3 Del 14 de junio al 27 de octubre.
3.1.4 Del 28 de octubre al 30 de diciembre.
3.1.4.1Todos Santos.
3.1.4.2 Del 25 de noviembre: cárcel y tortura.
6. 3.5 Violencia y Resistencia.
3.2 Resistencia Oaxaqueña.
3.2.1 Medios de comunicación.
3.2.2 Las barricadas.
3.2.3 Resistencia pacífica.
3.2.4 Resistencia violenta.
4. Reflexión final.
5. Anexos.
5.1 Acrónimos.
5.2 Croquis de la Ciudad de Oaxaca.
6. Bibliografía y Referencias.
7. 1
Reconocimientos
El presente trabajo es resultado de investigación
para la tesis de maestría que desarrollé en el Posgrado
en Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades “Alonso Veléz Pliego” de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, inscrito en el Padrón
Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología. Dichos estudios fueron
realizados con el financiamiento como becario de
posgrado nacional de CONACyT.
Mi más especial agradecimiento y
reconocimiento al Dr. Carlos Figueroa Ibarra, por el
tiempo dedicado a la escritura del prólogo y sus
amables palabras; por su guía en mi formación
profesional, en la redacción de la tesis de maestría, y,
principalmente, por ser desde hace varios años un gran
amigo y maestro. Agradezco los comentarios, que en su
momento y oportunamente me realizaron los doctores
Francisco Gómez Carpinteiro y Fernando Matamoros
Ponce, amigos y críticos de mis posturas académicas.
8. 2
Considero el presente un modesto
reconocimiento al gran apoyo que he tenido en cada
momento de mi vida de mis padres y hermanos. A mi
madre Bertha Mejía Ruiz, quien amorosamente me
acompaña cada día de mi vida, a mi amado padre
Leonardo Herrera Olvera, que guía mis pasos, y sé,
siempre se sentirá orgulloso de mi, por sus enseñanzas,
por mostrarme el amor incondicional y la
inquebrantable ética.
Siempre en mi corazón estarán los informantes
y amigos que dieron cuerpo y alma a mi trabajo de
investigación, que me acompañaron en las calles de
Oaxaca, que me ayudaron a tejer una red de amistades
invaluables y me proporcionaron toda la información
que requerí. Sin duda, siempre, mi reconocimiento al
heroico pueblo rebelde de Oaxaca, por la muestra de
resistencia y lucha en pos de un mundo mejor.
En el devenir de la vida aparecen personas, que
sin duda, en el momento más preciso, nos influyen con
sus ideas, con su energía y compañía. A todos esos seres
9. 3
humanos, que me han acompañado, aconsejado, amado
e impulsado, mis agradecimientos y esperanza de poder
retribuirles todo lo que han hecho por mí. El presente
trabajo es resultado, no sólo de una investigación para
la obtención de un grado académico, sino de un trabajo
colectivo de intercambio de ideas y críticas con mis
compañeros de la maestría, es parte de los pasos que
han acompañado grandes amigos míos.
Agradezco a Omar Kuri Vidal por su amable
ayuda en la corrección de estilo y comentarios al texto.
Agradezco la amistad y la cooperación de Verónica
Hernández Nava en el diseño de la portada.
10. 4
Prólogo
Carlos Figueroa Ibarra.
Es un gran gusto para mí escribir unas líneas a
manera de prólogo al libro que ahora nos ofrece
Leonardo Herrera Mejía y que lleva por título Violencia
de Estado y Rebelión social en la lucha de la APPO en
2006. Y esto sucede por varias razones. En primer lugar
porque constato -con el deseo del autor de ver
plasmado en forma de un producto editorial el esfuerzo
que hizo en su proceso formativo-, un paso importante
hacia su madurez intelectual. Conocí a Leonardo
cuando era un joven estudiante de la licenciatura en
Ciencia Política en la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma.
Desde esos días he visto a Leonardo obtener su
licenciatura, hacer los esfuerzos necesarios para poder
pasar el proceso de admisión en la maestría en
sociología del Posgrado de Sociología en el Instituto de
Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”
de la BUAP, hacer el trabajo de campo y la investigación
11. 5
bibliográfica y hemerográfica para poder terminar su
tesis para ese grado académico y ahora continuar sus
esfuerzos en el nivel de doctorado. En ese trayecto lo he
visto crecer intelectualmente y mostrar sus grandes
aptitudes como investigador y sus dotes extraordinarias
para hacer trabajo de campo. Producto de estas virtudes
es este libro que ahora me toca presentar, lo cual hago
además con gran gusto por el afecto que le tengo
después de todos estos años en los cuales ha sido parte
de mis alumnos dilectos y un asistente imprescindible.
Pero mi congratulación por ver plasmado el producto
de su investigación en un libro también tiene motivos
que van más allá de lo afectivo.
Considero a Violencia de Estado y rebelión
social en la lucha de la APPO en 2006 un esfuerzo
importante por entender uno de los sucesos más
notables en la historia de la resistencia antineoliberal
que se han observado en el México contemporáneo. Nos
referimos a la gran sublevación pluriclasista y
multisectorial encabezada por la Asamblea Popular de
12. 6
los Pueblos de Oaxaca. Durante el segundo semestre de
2006, al mismo tiempo que en el plano nacional se vivía
el conflicto poselectoral derivado del fraude observado
en aquel año, la ciudad de Oaxaca se vio conmocionada
por distintos episodios de enfrentamiento entre los más
diversos sectores sociales contra las fuerzas públicas
estatales y federales. Durante dichos episodios se
observaron diversos acontecimientos sociales que
Leonardo Herrera Mejía trata de interpretar. Y este es
uno de los grandes méritos del libro que ahora
presentamos. El texto de Leonardo va más allá de la
denuncia de los crímenes cometidos por la represión en
aquellos meses de 2006, va más allá de la crónica de los
acontecimientos, del relato periodístico. Por fortuna
para el análisis sociológico, el autor va también más
allá de una exaltada apología de los rebeldes de aquel
momento.
En su libro el autor trata de analizar algunos de
los hechos que sociológicamente pueden resultar
relevantes en la interpretación de estos grandes sucesos.
13. 7
En primer lugar el desenvolvimiento de un conflicto
sindical en una sublevación social que involucró a
actores del más diverso tipo, una demanda sindical que
se transformó en una demanda de democracia y justicia
social, una exigencia de renuncia al gobernador del
estado de Oaxaca de aquel momento que devino en un
cuestionamiento a fondo del capitalismo neoliberal, una
marcha por las calles con reivindicaciones gremiales
que evolucionó hacia una lucha de barricadas y de una
gran creatividad autogestionaria de masas. Por el lado
de la dominación, el conflicto en la ciudad de Oaxaca
mostró cómo la verbología democrática en manos de
los poderosos puede convertirse en una práctica
represiva de gran alcance. En su libro Leonardo teoriza
en el capítulo I y luego analiza en concreto en el
capítulo III, la violencia de estado y con precisión
distingue la violencia estatal a secas de la práctica
terrorista como forma de dominación. En el capítulo III
el autor intenta una periodización de la lucha y las
prácticas represivas durante los seis meses que duró la
sublevación de los sectores sociales agrupados en la
14. 8
APPO. También en ese capítulo intenta hacer una
caracterización de las formas de resistencia de los
rebeldes. Me parece un acierto del autor que explore no
solamente lo que acontecía en las barricadas, lo que
sucedía con las formas organizativas, las formas
pacíficas y violentas que esta resistencia mostró, sino
también haga un análisis del papel de los medios de
comunicación durante los seis meses de la
confrontación. Este acierto se deriva del hecho
incuestionable de que hoy los grandes medios de
comunicación son el arma estratégica de comunicación,
han sido el “opio del pueblo” del siglo XX y cada vez
más lo son más en estos primeros años del siglo XXI. El
libro de Leonardo Herrera Mejía sugiere que buena
parte del éxito en la convocatoria social de la lucha de
la APPO proviene del hecho de que esta organización y
sus integrantes pudieron romper el vehículo
hegemónico de la clase dominante y a través de las
radios tomadas y de otros medios de comunicación
creados por ellos mismos lograron enviar sus razones y
romper el cerco informativo que sobre ellos tendía el
15. 9
establishment. Puede deducirse de lo que relata y
analiza Leonardo, que uno de los grandes éxitos
logrados en aquellos candentes seis meses de 2006, fue
que la APPO se metió en las entrañas de la hegemonía
del dominador al arrebatarle el monopolio de la
comunicación. Esto significó el disputarle ni más ni
menos que el arma estratégica de la dominación actual.
Advierto otra virtud en Violencia de Estado y
Rebelión social en la lucha de la APPO en 2006. Esta se
encuentra en el capítulo II en el cual se atreve a explorar
la estructura organizativa de la APPO y llega a sostener
un argumento que ha provocado urticaria en algunos de
los apólogos de aquella gesta. La irritación surge
primordialmente en aquellos que conciben la gesta
oaxaqueña de 2006 como expresión de una lucha
anticapitalista sustentada en formas comunitarias
indígenas de organización. Estas formas organizativas
comunitarias habrían sido llevadas a un movimiento
social cuya escenificación fue predominantemente
urbana. Es esta interpretación una en la que ha derivado
16. 10
la influencia ejercida por el zapatismo que irrumpió
durante la noche neoliberal y se convirtió junto a la
sublevación de Caracas en febrero de 1989, en el
anuncio de que el mundo feliz del neoliberalismo
rápidamente se estaba acabando. Leonardo Herrera
Mejía en su libro cuestiona dicha interpretación y
sostiene que más que extensión de la lógica
comunitaria indígena, la APPO en su estructura
organizativa asamblearia no fue sino la extensión de
una lógica organizativa que provenía de una matriz
sindical. No sería raro que así hubiese sido, finalmente
la APPO surgió en el contexto de la lucha de los
maestros oaxaqueños organizados predominantemente
en la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación (SNTE) la cual desde muchos años atrás
ha sido la parte más combativa del magisterio nacional
y se ha organizado en la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE). Por otra parte, el
autor se aparta también de la interpretación de que el
movimiento de la APPO fue expresión de una lucha
anticapitalista y las páginas de su libro sugieren una
17. 11
multiplicidad de motivaciones entre el heterogéneo
conjunto de sujetos sociales que constituyeron al
movimiento.
No quiero terminar de escribir esta
presentación sin antes destacar que este libro no
solamente es el resultado de un acercamiento
bibliográfico y hemerográfico, sino también el resultado
de un gran trabajo de campo. Con una habilidad digna
de ser mencionada, el autor logró convivir con los
rebeldes en el contexto de una investigación que
arrancó desde sus años de licenciatura y que continuó
ya estando haciendo sus estudios de maestría. Pudo así
vivir la cotidianidad de la rebeldía en aquellos
momentos y también entrevistar a muchos de sus
protagonistas destacados y a otros que no lo fueron
tanto pero que cumplieron un papel sustancial en la
sublevación.
He aquí pues las razones, además de las
afectivas que me unen a un investigador en ciernes, por
las cuales me congratulo al presentar este libro y
18. 12
expreso mi congratulación también al autor. Al salir este
trabajo de investigación convertido en libro, esperará la
lectura crítica de los lectores y con ello contribuirá al
discernimiento de una de las páginas más trascendentes
de la resistencia antineoliberal en el México
contemporáneo.
Carlos Figueroa Ibarra.
México D.F. 21 de mayo de 2013.
19. 13
Introducción
El año 2006 fue significativamente convulsivo
en todo el país, ya que se sistematizó la represión en
Atenco contra los trabajadores de las mineras Pasta de
Conchos y Cananea, además de un proceso electoral
cuya legitimidad estuvo seriamente cuestionada por
distintos grupos opositores (Venegas, 2007b). En este
sentido, la represión en contra del movimiento social
oaxaqueño fue uno de los sucesos más violentos y
dolorosos para la sociedad mexicana.
A partir del 14 de junio de 2006 la Ciudad de
Oaxaca no volvió a ser igual. El plantón de petición de
las exigencias anuales de la sección 22 del magisterio
fue violentamente desalojado por las policías estatales y
municipales. La reacción de los profesores,
organizaciones afines y pobladores en general fue
retomar el zócalo de la ciudad y convocar para el día 22
del mismo mes a formar un frente de organizaciones
que llevarían por nombre Asamblea Popular del Pueblo de
Oaxaca. Fue entonces, como las organizaciones
20. 14
asistentes a este llamado deciden agruparse y luchar
juntos por la destitución del Gobernador Ulises Ruiz y
exigir una reforma integral de Estado. El gobierno
Estatal no se quedó con los brazos cruzados; en este
momento tiene en la mira una campaña de violencia
para desarticular el movimiento. La violencia que inició
el 14 de junio no terminaría pronto. Asesinatos,
secuestros, arrestos arbitrarios, torturas, falsificación de
pruebas, represiones masivas y acoso (23 muertos y 149
detenidos sólo el 25 de noviembre, contabilizados por la
Comisión Civil Internacional de Observación de
Derechos Humanos (CCIODH)) a medios de
comunicación poco afines al gobierno serán la constante
durante los próximos meses.
De mayo a diciembre de 2006 se dan diferentes
formas de organización al interior de la APPO y de cada
una de las organizaciones que la formaban, también
surgen nuevas organizaciones de la más diversa índole.
Pero, al mismo tiempo aparecieron diversas formas de
21. 15
represión, de violencia estatal, encaminadas a eliminar
el movimiento social ya a estas alturas en creces.
Asimismo, a siete años de los sucesos en Oaxaca
aún no se resuelven muchos de los crímenes cometidos
en contra de los activistas, simpatizantes y población en
general de esa entidad. Los trabajos analíticos referentes
siguen siendo pocos. La mayoría de las publicaciones
han sido con fines informativos y desde la investigación
social el tema sigue siendo poco explorado.
Los detalles que serán más explícitos en
adelante surgen de tomar diversas fuentes como
sustento, se recurre a fuentes vivas (Aceves, s/f) porque
“implica trabajar con personas que al estar vivas inciden
en la construcción de versiones nuevas o modificadas
de los acontecimientos y las historias personales
pasadas. La memoria es por tanto, un elemento clave en
el proceso de reconstrucción de la experiencia humana,
transportada y conducida a la actualidad por los relatos
de las fuentes de información oral, o sea los informantes”
(Aceves, s/f: 219).
22. 16
Las entrevistas testimoniales giran únicamente
en torno al hecho que nos interesa en este trabajo. Se ha
hecho énfasis durante las entrevistas en dos ejes: la
organización del movimiento y la violencia del Estado
en contra del mismo. Las entrevistas fueron realizadas
en diferentes estancias de la ciudad de Oaxaca durante
los meses de febrero a noviembre de 2006, y 2 de ellas,
el 10 y 22 de octubre en la Ciudad de México de ese año,
con Damián y Pichón, personajes que huyeron de la
ciudad durante el conflicto y que hasta el momento no
han regresado por temor a la represión.
De igual forma, el trabajo se sustenta en la
documentación hemerográfica, recabada tanto en la
Hemeroteca de la ciudad de Oaxaca en relación con dos
periódicos locales, el Noticias y el Imparcial, así como tres
nacionales, el Reforma, El Universal y La Jornada. La
selección de los primeros se debe a un elemento muy
significativo; el Noticias, tras haber tenido problemas
con el Gobernador del Estado que se tradujeron en la
toma de sus instalaciones el 17 de junio de 2005 (Ruiz y
23. 17
Martínez, 2005), problemas anteriores entre la dirección
del periódico y la acusación de que era un intento del
Gobernador por desaparecer el diario, provocaron que a
lo largo del conflicto dicho medio se mantuviera del
lado de la APPO. Por otra parte, el Imparcial, diario
complaciente en todo momento con el Gobernador
publicaba las notas en contra del movimiento,
elogiando las acciones del ejecutivo.
Otras fuentes documentales a las cuales se
recurre es el semanario nacional Proceso, donde durante
varias semanas publica sus artículos Pedro Matías,
reportero del Diario Noticias de Oaxaca, quien firma
aproximadamente el ochenta por ciento de las notas en
el periódico local; igual se toma como fuente
documental el texto de Diego Osorno, trabajo
periodístico que incluye una serie de entrevistas y un
abstracto hemerográfico muy concreto.
Sobre el conflicto de Oaxaca, después del
trabajo coordinado por Joel Vicente Cortés intitulado
Educación Sindicalismo y Gobernabilidad en Oaxaca como
24. 18
primer intento de análisis del conflicto, publicado
durante éste y con las limitaciones que presentaba por
la premura, se encuentra Oaxaca Sitiada. La Primera
Insurrección del Siglo XX (2007), desarrollado por Diego
Osorno, primero en ser editado después de que la PFP
tomara la ciudad. Poco a poco han ido apareciendo
diversos textos, de los cuales podemos destacar el de
Víctor Raúl Martínez Vásquez, Autoritarismo,
Movimiento Popular y Crisis Política: Oaxaca 2006 (2007), y
ediciones independientes como el coordinado por
Carlos Beas Torres, La Batalla por Oaxaca, de Ediciones
Yope Power.
También sobre el conflicto de la APPO
encontramos a José Sotelo Marbán con Oaxaca.
Insurgencia Civil y Terrorismo de Estado (2008); llama la
atención el texto Oaxaca, la Lucha Política Independiente
del Pueblo, Heraldo de Una nueva Revolución publicado en
2008 y firmado solamente por Movimiento Popular
Revolucionario, organización que no participo en el
25. 19
movimiento y presenta un texto de análisis marxista,
desde una perspectiva activista.
Cuando Hasta las Piedras de Levantan, coordinado
por Gustavo Esteva, David Venegas y Rubén Valencia,
es una compilación de testimonios de la resistencia que
se dio en Oaxaca. Dos trabajos recientes son La Comuna
de Oaxaca de Carlos Ramírez y Oaxaca: más allá de la
Insurrección. Crónica de un Movimiento de Movimientos de
Sergio de Castro Sánchez.
El Instituto de Investigaciones Sociológicas de la
Universidad Benito Juárez de Oaxaca bajo la
coordinación de Víctor Manuel Martínez publicó a
mediados de 2009 el texto La APPO: ¿Rebelión o
Movimiento Social? Nuevas formas de expresión ante la crisis;
resultado de un coloquio realizado en la UABJO en
febrero de este año, donde se incluyen doce textos de
investigadores de diferentes universidades como la
BUAP, la UABJO y la UAM, entre otras más. Los
artículos son análisis del conflicto de Oaxaca en 2006
desde diferentes disciplinas.
26. 20
En 2010 es publicado el texto La Comuna de
Oaxaca escrito por Carlos Ramírez. En este texto se trata
de justificar las acciones del Gobierno Federal y del
local. Afirma que la APPO estaba dirigida por grupos
radicales como el PROCUP, por Felipe Martínez Soriano,
el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el PRD por la
participación de Flavio Sosa, representante del Grupo
Nueva Izquierda. Hace hincapié en que entre este
último grupo y la corriente dirigida por Jesús Ortega a
nivel nacional son lo mismo. Afirmación que fue negada
por el mismo Sosa en entrevista. Reiteradamente a lo
largo del texto afirma que el movimiento se llevó a cabo
con la finalidad de fortalecer primero, electoramente a
Andrés Manuel López Obrador, y después, ejercer
presión para conseguir la presidencia de la República.
No menciona ninguna referencia a lo largo del texto.
Para la realización de este trabajo se realizaron
varias estancias de trabajo de campo. A finales de 2006,
en diciembre, se realizaron las primeras entrevistas a
exiliados del movimiento. En mayo de 2007, en el marco
27. 21
del Foro Regional de Derechos Humanos se realizaron otras
más, de donde se desprendieron los contactos que más
adelante favorecerían a la investigación de campo. En
octubre de 2008 se asistió al coloquio Crisis Política y
Movimiento Social: Oaxaca 2006-2008, en donde se tuvo la
oportunidad de escuchar las discusiones entre
diferentes analistas de diversas disciplinas. En
septiembre y diciembre de 2009 y en marzo y julio de
2010 se realizaron estancias para realizar las entrevistas
que en este trabajo se presentan. Durante estos períodos
también se realizó el seguimiento hemerográfico en los
periódicos locales, el cual comprendió un período del 1
de mayo de 2006 al 31 de diciembre de 2006. Se recurrió
a las revistas Proceso, Nexos y Letras libres. A los
periódicos nacionales La Jornada, Reforma, y el Universal,
y a los diarios locales Noticias Voz e Imagen de Oaxaca y
Al Imparcial.
Se realizaron un total de 15 entrevistas a
personas vinculadas con el movimiento, así como a
personas que viven en Oaxaca y no participaron en el
28. 22
movimiento ni eran simpatizantes. De los personajes
involucrados destacan las entrevistas a Flavio Sosa,
representante de Nueva Izquierda y concejal vocero de
la APPO en 2006, uno de los líderes más visibles; a
David Venegas, concejal representante de la barricada
de Brenamiel, y actualmente de Voces Oaxaqueñas
Construyendo Autonomía y Libertad (VOCAL); a Pedro
García, René Trujillo y Benito Pereda, estudiantes y
activistas secuestrados; el primero de ellos miembro
activo del Frente Popular Revolucionario (FPR).
También se entrevistó a Omar Oliviera, locutor de Radio
Plantón desde 2005. A Cástulo López, concejal y vocero
de la APPO en 2006 y miembro de CODEP. A Mario
Guzmán, quien se encuentra al frente de la Asociación
de Artistas Revolucionarios de Oaxaca (ASARO) y trató
de encaminar el arte urbano hacia formas profesionales
de hacer arte.
Durante las estancias de investigación en la
Ciudad de Oaxaca fue posible vivir experiencias
cotidianas, la primera de ellas, la lectura de los
29. 23
periódicos locales, también fue posible observar la
conducta de las personas y de las autoridades, hecho
que sirvió para ampliar la perspectiva en torno al
conflicto que aquí se trata. Desafortunadamente fuimos
víctimas de los abusos de autoridad, al ser detenidos en
un retén policiaco y no poder demostrar la estancia en
la ciudad. De igual forma fue posible ver personalmente
la forma en que la policía municipal irrumpe en
domicilios sin estar facultada para ello y sin ninguna
orden judicial. Fue posible también estar presente en el
zócalo durante el quinto Informe de Gobierno de Ulises
Ruiz y estar cerca de la trifulca entre priistas y
profesores de la sección 22. También se acudió a la
Segunda Asamblea Ordinaria de la APPO y se
observaron los mecanismos mediante los cuales se lleva
a cabo.
En el capítulo primero se presenta un esbozo
teórico que delimita el enfoque mediante el cual se
realiza el análisis en el presente trabajo. Se inicia
describiendo la violencia, distinguiéndola de la
30. 24
agresividad. Considerando a la primera como
construcción social, plenamente racional y como acto de
poder. Se realiza una síntesis de la concepción de
Estado y su relación con la violencia y la dominación.
Partiendo del supuesto de que es la institucionalización
de la violencia, como forma de dominación y de
regulación de las relaciones humanas en un contexto de
lucha de clases y por el poder mismo. En el apartado
siguiente se diferenciará entre lo que es la violencia y el
terrorismo de Estado, considerando al segundo como el
miedo permanente e intensificado por acciones
violentas contra la población con la finalidad de
mantener un orden social determinado, rebasando los
límites establecidos por la legitimidad constitucional.
En el siguiente apartado se muestra un intento de
definición de los movimientos sociales para
diferenciarlos de la rebelión y tratar de entender sus
orígenes y lógicas de acción dentro de diferentes tipos
de gobierno. El último apartado corresponde a la
violencia en y contra de estos movimientos.
31. 25
En el segundo capítulo se propone un análisis
de la composición y organización de la APPO. El
planteamiento central es que se organizó de acuerdo al
modelo de la sección 22 del magisterio, contradiciendo
las posturas mediante las cuales se propone que está
organizada de acuerdo a los usos y costumbres de las
comunidades indígenas. Se hace una reseña de lo que
son los usos y costumbres en las comunidades de
Oaxaca para continuar describiendo la organización de
la sección 22 del magisterio. Con esos argumentos como
base se intenta reconstruir lo que es la organización de
la APPO observada como una organización plural, tanto
en grupos como en ideologías. De igual forma se
presenta una síntesis de las organizaciones que ya se
encontraban antes de la creación de la Asamblea, las
que se fueron incorporando y las que surgieron a raíz
de estos eventos. Se resalta la participación de la
disidencia no agrupada.
En el tercer capítulo, dividido en dos secciones,
se analiza en concreto la violencia de Estado y la
32. 26
resistencia de los miembros y simpatizantes de la APPO.
En la primera de ellas se revisa la violencia a la que el
Gobierno del Estado recurrió para reprimir al
movimiento y atacar a los dirigentes. Se propone
analizar esta violencia en dos formas, colectiva y
selectiva. Para ello se propone la existencia de ciclos o
etapas de violencia, comprendidas de la siguiente forma:
a) antecedentes, referidos a la violencia realizada desde
2005 hasta el 14 de junio de 2006 que culmina con el
intento de desalojo del plantón magisterial; b) del 14 de
junio al 27 de octubre de 2006, es decir, la escalada de
violencia, donde se observa las diferentes formas de
organización, violencia y resistencia; c) del 28 de
octubre al 31 de diciembre, período que se caracteriza
por la incursión de las policías federales a la ciudad,
resaltando los eventos del 2 y 25 de noviembre de aquel
año.
En la segunda parte de este apartado se revisan
las formas de resistencia a las que recurrieron los
miembros y simpatizantes de la APPO ante la violencia
33. 27
de Estado. Entre éstas se destacan los medios de
comunicación, como un ejercicio logrado por la
Asamblea de romper el cerco mediático al que eran
sujetos. Otra de ellas y que resulta ser un símbolo
histórico del movimiento son las barricadas, que más
allá de ser un tipo de resistencia, son un modelo de
organización que introdujo al movimiento un
sentimiento de fraternidad, solidaridad y seguridad. Se
intenta distinguir entre las formas de resistencia
violentas y pacíficas observadas desde diferentes
ángulos.
35. 29
Capítulo I.
Una aproximación Teórica a la Violencia y la
Resistencia.
1.1 Introducción.
Para el objeto de estudio de la investigación es
imprescindible dejar claro desde un principio los
conceptos y categorías que se emplearán, asimismo es
necesario definir a qué se refieren dichos términos. La
exposición de este apartado trata de realizar un esbozo
teórico para poder comprender y explicar lo que ocurrió
en el Estado de Oaxaca en el año 2006. Se parte de
explicar qué es la violencia y su distinción con la
agresividad, considerando a la primera como un
resultado cultural y no meramente como naturaleza
humana, que es plenamente racional y es un acto de
poder.
Se hace un esbozo sobre la concepción de
Estado y su relación con la violencia y la dominación,
partiendo del supuesto que el Estado moderno es la
36. 30
institucionalización de la violencia como forma de
dominio y de regulación de las relaciones humanas en
un contexto de lucha de clases y por el poder mismo.
Siguiendo esta misma línea, en el apartado siguiente se
diferenciará entre lo que es la violencia y el terrorismo
de Estado; considerando al segundo como el miedo
permanente e intensificado por acciones violentas
contra la población con la finalidad de mantener un
orden social dado, para lo cual piensa que fueron
rebasados los límites establecidos por la legitimidad
constitucional.
A continuación se inicia un intento de
definición de los movimientos sociales para
diferenciarlos de la rebelión y tratar de entender sus
orígenes y lógicas de acción dentro de diferentes tipos
de gobierno. El siguiente apartado corresponde a la
violencia en y contra de estos movimientos.
37. 31
1.2. Violencia, Agresividad y
racionalidad.
¿Qué es la violencia? ¿Cuál es su diferencia con
la agresividad? El eje principal es el origen racional de
la violencia como medio de obtener poder. De la misma
forma que lo ha hecho Carlos Figueroa Ibarra “en este
trabajo partimos del supuesto de que es en lo histórico-
social donde radica lo que se ha llamado esencia
humana y que por tanto, no existen pueblos que por
naturaleza sean pacíficos o belicosos” (Figueroa Ibarra,
2001:13). Se propone como punto de partida que la
naturaleza humana no es violenta, es un producto
cultural, como también lo sostiene Santiago Genovés
(1993).
Desde hace siglos y hasta las sociedades
actuales la violencia es cotidiana. Se convirtió en un acto
normal y cotidiano, es decir, se institucionalizó. Sin
embargo, ¿la violencia corresponde a un rasgo innato
del ser humano? ¿El humano es violento por naturaleza?
Genovés (1993) responde a esta cuestión que no. Los
38. 32
vestigios como pinturas rupestres, herramientas o
armas que los antropólogos y arqueólogos han
encontrado muestran que en la prehistoria del homo
sapiens no había violencia institucionalizada,
generalizada y sistemática como ocurre hoy. Lo que
había era cooperación; sin ella la especie humana
simplemente no hubiera sobrevivido. Por tanto, se
puede suponer que en el humano lo que existía era la
alimentación y la auto protección del medio ambiente,
no existía violencia.
Por violencia se entiende “la aplicación de
diferentes formas de coerción, que llegan hasta las
acciones armadas, con el objeto de conquistar o
mantener un dominio económico y político o de
conseguir tales o cuales privilegios” (Sánchez, 1980:434)
“es mínimamente un acto de poder. Aunque no todo
acto de poder es violento” (Figueroa Ibarra, 2001:16) y
es “un fenómeno cuyas condiciones surgen en el
momento en el cual lo humano se va apartando de lo
propiamente animal” (Figueroa Ibarra, 2001:15).
39. 33
Es posible observar que Sánchez Vázquez,
Carlos Figueroa Ibarra y Santiago Genovés coinciden en
que la violencia es un acto plenamente humano,
racional y con orígenes histórico-culturales. La violencia
es física como también lo es simbólica. Bourdieu la
explica partiendo de entender los rasgos del habitus, que
representan, entre otras características, la interiorización
de la violencia por medios pacíficos o violentos, la
reproducción de las formas y preferencias políticas de la
clase con mayor capital simbólico; Gramsci le denominó
hegemonía, la cual se entiende como la dualidad entre
la violencia dominante y el consenso de la población, es
decir, violencia y legitimidad (Bourdieu, 1999).
La violencia es directa cuando afecta
inmediatamente al cuerpo que la sufre y es indirecta
cuando se opera modificando el ambiente físico desde el
cual se ha de encontrar la víctima. Puede entenderse la
violencia como sinónimo de fuerza y se puede
distinguir del concepto de poder, el cual “…es la
modificación de la conducta de los individuos o de los
40. 34
grupos dotada por lo menos de un mínimo de
voluntariedad, el poder cambia la voluntad del otro, las
alteraciones al medio pueden ser usadas para ejercer o
acrecentar el poder. El poder coercitivo basado en
sanciones físicas implica la distinción entre violencia en
acto y amenaza de violencia” (Stoppino, 1982:1627).
En las sociedades no sólo ha sido la violencia la
que modifica o dirige la conducta de las personas. Ni
siquiera los regímenes más totalitarios han podido
prescindir del consenso, puesto que se da por entendido
que tiene “cierto nivel” cuando se habla de violencia
legítima: “De acuerdo con determinadas modalidades y
dentro de ciertos límites, no es simplemente la
pretensión de los mismos gobernantes sino que
corresponde también a una creencia compartida por lo
menos por una parte de los gobernados” (Stoppino,
1982:1630).
El consenso surge a partir de la consecución de
intereses, de la creencia en determinados valores y en
actitudes afectivas. Es preciso indicar que en los
41. 35
regímenes totalitarios y autoritarios a pesar del amplio
consenso que han logrado tener, si se llegan a violentar
los derechos de las minorías, es necesaria la sanción de
legitimidad exterior además del consenso interno. El
régimen nazi contaba con una gran aprobación al
interior de su población, no por ello logró ser
legitimado en el plano internacional. La anulación de
los derechos de grupos minoritarios, entre ellos los
judíos y los gitanos, no tenía un grado de legitimidad
exterior. Sin embargo la intervención de otros países no
siempre ha sido oportuna, tanto en este caso como en el
de Kosovo o Ruanda, no lograron evitar que ocurrieran
las conocidas masacres.
Es posible que el planteamiento anterior pueda
remitir a pensar la idea del Buen salvaje de Rousseau y
hacernos la siguiente pregunta: ¿en qué momento dejo
de serlo y se convirtió en el dominador? La naturaleza
humana no se puede asegurar como buena o corrupta
(como aseguraba Hobbes), pero sí se pueden observar
algunos caracteres, no de índole esencial, pues es
42. 36
“querer naturalizar lo que es social” (Figueroa Ibarra,
2001). Es imperioso partir del postulado de que la
violencia es un producto cultural.
Genovés (1993) afirmó que la violencia apareció
con la cultura humana. A partir del momento en que se
establecieron las primeras comunidades sedentarias e
inicia la agricultura. También se estableció la propiedad
sobre los territorios en los que se había sembrado o se
alimentaba el ganado debiendo protegerse de las
comunidades nómadas. Estas últimas buscaban
alimentos recorriendo la tierra. Las primeras habían
buscado lugares aptos para la sobrevivencia, sitios en
los cuales existía agua, lugares que favorecían la
agricultura y la ganadería.
En ese mismo momento, se inició el desarrollo
de las culturas. Al mismo tiempo, las comunidades
nómadas buscaban estos lugares precisamente porque
es donde más fácil encontraban alimentos. En este
momento histórico iniciaron también las guerras y la
violencia; el origen de la violencia es la revolución
43. 37
agrícola que se incrementó con la revolución industrial
y la tecnológica.
La mayoría de las especies sobre la tierra matan
para comer, es raro encontrar a una que sólo mate por
matar; y todavía más extraño que algún animal llegue a
matar a alguno de su mismo grupo, hecho que sí ocurre
entre humanos. El ser humano, que fue el único ser
capaz de crear una cultura, también fue el único en
crear la violencia (Genovés, 1993).
Para Sánchez Vázquez (1980) la violencia parte
de la praxis, entendida ésta como la transformación.
Explica que al alterar algún objeto o persona se está
modificando su naturaleza, por tanto, se violenta: “El
objeto sufre así la invasión de una ley exterior y, en la
medida en que acepta la legalidad extraña que le es
impuesta se transforma” (Sánchez Vázquez, 1980:427);
esto hace que sea forzado y por tanto sometido mientras
es alterado o incluso destruido.
44. 38
Al mismo tiempo genera una resistencia, sea
física en un objeto, pero en el ser humano “altera la
legalidad natural o social. En este sentido, la violencia
es exclusiva del hombre en cuanto que éste es el único
ser que para mantenerse en su legalidad propia necesita
violar o violentar constantemente una legalidad exterior”
(Sánchez Vázquez, 1980: 428). Por tanto, se puede
asegurar que sólo el hombre es violento, altera a la
naturaleza y a la sociedad, misma que es la alteración de
la naturaleza. Sólo el hombre usa la fuerza y puede
usarse a sí mismo como fuerza (…). La fuerza de por sí
no es violencia, sino la fuerza usada por el hombre
(Sánchez Vázquez, 1980). De ahí el carácter
exclusivamente humano de la violencia.
A lo largo de la historia, los dominios de un
pueblo sobre otro y principalmente durante la época de
las colonias se pretendió demostrar que la violencia
correspondía a elementos raciales, que tal o cual raza
era superior a otra. Así, las metrópolis justificaban su
apropiación sobre otros pueblos, se pensaba que los
45. 39
negros, indios o cualquier otra raza diferente era
inferior, por tanto, fueron (y en algunos lugares aún son)
objeto de violencia; hoy está más que demostrado que
no es así.
En primer lugar no existe ninguna raza
totalmente pura. Luego, las capacidades como la
inteligencia no están condicionadas por el color o la
nacionalidad. Incluso, de forma más certera, y
considerando la combinación de los grupos étnicos a lo
largo de la historia de la humanidad, Todorov (2009)
asegura que no existen las razas, sino los racistas.
Finalmente, la educación que se recibe es determinante
en la conducta del individuo y es condicionada por los
preceptos y prejuicios que inundan el ambiente social
en que se desarrolla el individuo (Bourdieu le llama
Habitus [Bourdieu y Wacquant, 1995]).
Una fuente de la violencia es la intolerancia, la
pretensión de sujetar a otros a la idea propia, tanto lo
que se piensa y se quiere, “tratar de imponer lo que
creemos que es nuestra normalidad, lo que es -según
46. 40
nosotros- la normalidad a otros pueblos (o grupos) que
poseen otra, la resultante es la violencia” (Genovés,
1993:139). Asegura que la violencia surge con la
propiedad privada, en regiones donde los pueblos
asentados debían defender sus intereses de los nómadas.
Si se parte del supuesto de que en dichas
comunidades es en donde surge la división social del
trabajo, entonces se puede considerar que Genovés
coincide con Carlos Figueroa Ibarra (2001) al afirmar
que la violencia surge de las diferencias sociales y de la
opresión, con la opresión y explotación, pero
principalmente de la dominación de uno o varios
humanos sobre los demás.
Es preciso distinguir lo que se denomina
agresión y lo que es propiamente la violencia. Algunos
autores consideran que la agresión es una forma de
sobrevivencia, una reacción ante las necesidades de
supervivencia del individuo o de cualquier otro animal.
A diferencia de la violencia en sí, que es el uso de poder
o bien el transformar. De acuerdo a (Sánchez Vázquez,
47. 41
1980) el transformar la naturaleza implica una forma de
violentar el mundo, pues se actúa en contra de su
voluntad.
Con el fin de diferenciar entre ambos conceptos,
Genovés, (1993) define “agresión, en sentido amplio
como un acto dañino que puede ser físico, verbal o
imaginario. Podemos dirigirlo hacia afuera contra una
persona u objeto, o hacia dentro hacía nosotros mismos.
Si el acto de agresión es físico, lo denominamos
violencia” (Genovés, 1993:153). Sin embargo, como
mencionaba Bourdieu, existen otras formas de violencia
que no son físicas, tales como la violencia psicológica o
simbólica.
Actualmente hace referencia a un amplio
abanico de acepciones, incluso llega a describir
solamente a la intervención impropia de un Estado a
otro. Posee una connotación negativa a pesar del tiempo
(Attina, 1981,33-34). Abelardo Villegas (1985) se refiere a
la agresividad como un acto de defensa, que existe en
todos los animales, incluido el ser humano. Y considera
48. 42
como un sistema de instintos que permite la
supervivencia. Insiste en que “la agresividad se suscita
fundamentalmente para preservar la prole y defender el
territorio donde se obtiene el alimento” (Villegas, 1985:
103).
1.3. Violencia, dominación y Estado.
Este presente análisis parte del pensamiento de
los teóricos contractuales, dicha selección de los
primeros es debido al impacto y trascendencia que
tuvieron en los escritores y pensadores en los últimos
seis siglos, quienes se signan a alguna de las corrientes
de pensamiento fundadas por éstos: liberalismo,
socialismo y conservadurismo. De igual forma se
consideran los aportes de dos pensadores clásicos de la
sociología, quienes son el punto de partida del análisis
sociológico moderno
Thomas Hobbes presentó en 1651 Leviatán, obra
que lo hizo trascender en el pensamiento filosófico
político. Es el iniciador de una teoría contractual
49. 43
(Hobbes, 2007) que gira en torno al supuesto de que el
hombre se encontraba en estado permanente de guerra.
Argumentó que con la finalidad de preservar la vida, en
un medio en donde las pasiones naturales del hombre
mantenían una situación hostil y de peligro, decidieron
agruparse en Estados.
Estos Estados adquirieron la función de
controlar la conducta de los miembros del conjunto
social, obligar a la revisión de las leyes y castigar a
quienes irrumpían la armonía establecida. Consideró
que “los pactos que no descansan en la espada no son
más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre,
en modo alguno” (Hobbes, 2007:173). Para que un
pueblo pudiera defenderse de las fuerzas extranjeras, y
por tanto proteger los bienes que se producían para
autoconsumo, era necesario que cedieran su libertad a
una persona o grupo “confiriéndole poder y fortaleza”
reduciendo la voluntad de todos a una sola. Se crea un
dios mortal, un ser que reúne la voluntad de todos y es
en sí mismo la voluntad general.
50. 44
A ese monstruo que toca todo y es todo
simultáneamente lo llamó Leviatán, quien “posee y
utiliza tanto poder y fortaleza, que por el terror que
inspira es capaz de conformar las voluntades de todos
ellos para la paz, en su propio país, y para la mutua
ayuda contra sus enemigos, en el extranjero” (Hobbes,
2007:177).
Rousseau (1983) hizo referencia al buen salvaje,
a la naturaleza del ser humano en pacífica convivencia.
Muchos autores posteriores a él siguieron la línea de
pensamiento. Rousseau considera que en algún
momento de la historia alguien más fuerte que los
demás decidió tomar el mando; al mismo tiempo se
necesitaba un liderazgo que permitiera organizar a la
comunidad para tales actos como la misma
supervivencia o la alimentación.
Fue necesario que se institucionalizara la
dominación para que la persona que había adquirido el
mando pudiera subsistir en el poder, puesto que no
siempre sería el más fuerte. Weber considera tres tipos
51. 45
de dominación: la tradicional, carismática y racional, las
cuales incluyen inherentemente el dominio por parte de
una o más personas, dependiendo del grado de
burocratización, sobre el resto de la población. De entre
la cual una mayoría, por diferentes medios, otorga su
consenso a los dirigentes y al mismo tiempo teme, ya
sea al poder violento, a las sanciones o incluso a
poderes supraterrenales (Weber, 2008).
La base del pensamiento de John Locke (1995,
publicada originalmente en 1660) es que el hombre
posee una libertad natural y no puede verse sometido a
ningún otro hombre o autoridad. Por tanto consideraba
que “Todo gobierno existente es únicamente producto
de la fuerza o de la violencia” (Locke, 1995:8).
Es claro que partió de la idea de que el hombre
se encontraba en un estado de naturaleza en el cual
tenía una completa libertad de actos y de pertenencias.
Al tiempo que era un estado de igualdad. Para que
dentro de ésta libertad el hombre no se haga daño a sí
mismo o a sus semejantes se conforma el Estado, con la
52. 46
finalidad de preservar esta igualdad entre todos los
individuos. La ley de la naturaleza fue puesta en manos
de todos los miembros de la comunidad. De esta forma
fue como el hombre se puso en manos de otros, pero
solamente para que fueran castigados aquellos que
atentaban contra la libertad y la igualdad de los demás
(Locke, 1995).
“El Estado viene a disponer de poder
para fijar el castigo que habrá de aplicarse a las
distintas trasgresiones, según crea que lo
merecen, cometidas por los miembros de esa
sociedad. Este es el poder de hacer las leyes (…).
Eso constituye tener el poder de la paz y la
guerra” (Locke, 1995: 85).
El hombre vivía en ese estado la libertad
completa. Pero decidió agruparse en la sociedad política
donde cedió parte de su libertad al Estado para que él
proteja su vida y propiedades. Es decir le brinde
seguridad en todos los sentidos. Sin embargo, quien por
medio de la fuerza se apropia de la vida o propiedades
53. 47
de otro se está poniendo en estado de guerra frente a
éste (Locke, 1995).
Para Marx, el Estado es una relación de clases
sociales, es la materialización de su antagonismo y la
lucha entre ellas. Estas clases son una dominada y otra
dominante. Esta última es la que se personifica en el
Estado y es quién defiende los intereses de su clase, es
decir, la burguesía.
Por tanto el Estado es la dominación de una
minoría sobre la mayoría, defiende los intereses de la
propiedad privada y el capital, bienes que han sido
obtenidos mediante la violencia de la acumulación
originaria y acrecentados por la explotación. El Estado
es, por tanto, la violencia institucionalizada para
defender los intereses de la clase explotadora (Marx y
Engels, 1985).
Desde otra perspectiva analítica, Max Weber en
su texto Economía y Sociedad, y más específicamente en
su sociología de la dominación, exploró tres tipos puros
54. 48
de dominación, la tradicional, la carismática y la
racional-legal, de donde parte la constitución del Estado
moderno, que sólo puede definirse en torno a la
coacción física, por tanto, “el Estado es aquella
comunidad humana que en el interior de un
determinado territorio […] reclama para sí (con éxito) el
monopolio de la coacción física legitima” (Weber,
2008:1056).
Este monopolio sólo existe en el Estado de
derecho, en donde se respetan las leyes y normas y estas
emanan de la voluntad popular. Es decir, en un Estado
autoritario no existe el monopolio legítimo de la
violencia, puesto que la autoridad, el poder y la
violencia se concentran en una persona o grupo
reducido. Existe un vínculo entre el Estado de Derecho,
la legitimidad y la democracia, componentes
inexistentes en los estados autoritarios o totalitarios.
Violencia implica transformar, ya sea a la
naturaleza o bien a la sociedad, que es la que interesa al
estudio. En la violencia existe una fuerza en doble
55. 49
sentido, por un lado la que transforma, por otra parte la
resistencia que un individuo o grupo ofrecen para
permitirlo. La praxis social, encaminada a transformar
una realidad dada, implica también una violencia
contra el orden establecido, por tanto también una
resistencia reaccionaria, es decir, la contraviolencia.
Es posible observar que algunos de los cambios
que han generado resistencia son producidos por
grupos democráticos, progresistas o revolucionarios. Al
mismo tiempo muchos grupos se han resistido a
cambios que favorecerían a una minoría. Estos cambios
pueden ser producidos en la actualidad por ejemplo por
gobiernos neoliberales o reaccionarios. En estos cambios
sociales es posible ver claramente los efectos de esta
doble fuerza, la violencia y la contraviolencia.
El poder se puede entender de dos formas, la
primera, como capacidad de hacer algo, y la segunda,
como habilidad de intervenir en las acciones de otros.
Cuando se llega a un punto donde una persona o grupo
imponen su voluntad a los demás se genera un conflicto.
56. 50
Aquí se pierde el bien común y la violencia se
generaliza, nace el poder político, es decir, surge el
Estado (Villoro, 1998).
El Estado no se puede entender sin hablar de la
política, siendo ésta donde se realiza la lucha de fuerzas.
Es el espacio donde coinciden los diferentes intereses y
esfuerzos por dominar a los demás, y el punto en el cual
la violencia toma su carácter social. Es el centro de las
relaciones humanas, cualquier interacción entre
humanos es social y esto implica en todo momento una
relación de poder, tanto a nivel macro, como micro. Es
en ésta esfera de la vida donde las clases dominantes
imponen su voluntad a los demás, y al mismo tiempo
adquiere cierto grado de legitimidad, es decir, violencia-
legitimidad, esto es la hegemonía, clave de la
dominación.
El Estado es la dominación de un sector de la
población sobre los otros, dentro de un territorio
determinado, donde se ejerce coerción sobre los demás
para imponer un proyecto económico, político e
57. 51
ideológico con una finalidad específica. Este grupo
dominante tiene la función de forzar a los habitantes, así
como regular sus relaciones con los agentes externos.
Está forma de estado es relativamente nueva, surgió con
el estado burgués (Bobbio, 2006). Fue instaurado en las
naciones con la finalidad de proteger a los habitantes
dentro de un territorio. Tanto de los invasores
extranjeros, como de los mismos habitantes que tratasen
de romper el orden que se estableció. O bien, a quien
intente dañar la vida, propiedades o seguridad de cada
uno de los miembros de su sociedad.
Sin embargo, en el caso específico del estado
mexicano ocurrió que se instituyó como el medio de
abuso en contra de la mayoría de la población, contando
con la fuerza violenta y con un grado variable de
legitimidad y que incurre en diferentes abusos para
preservar el grupo en el poder, tal es el caso de Oaxaca.
El Estado y su Poder Legislativo han creado un
conjunto de leyes establecidas en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y la
58. 52
Constitución local. Estas norman las acciones que
pueden realizar los funcionarios públicos y las
facultades que poseen, al mismo tiempo que estipulan
los derechos y garantías de los demás ciudadanos, hasta
esta parte se cumplen los parámetros mediante los
cuales entendemos el estado.
Lo que en la realidad se puede observar como la
práctica de los gobiernos en Oaxaca (y otras entidades
más) es que se han rebasado por mucho las facultades
que les son otorgadas constitucionalmente. En un
primer término, con la corrupción como medio de
enriquecimiento económico ilegal, y en un segundo, por
las prácticas de terror en contra de la oposición; con la
finalidad de destruirla o al menos desactivarla y evitar
le cause mayores problemas en el relevo de poderes
entre los miembros de su grupo.
1.4. Violencia y Terror de Estado.
Maquiavelo entendía la violencia como
inherente al poder y a las relaciones políticas. En su
59. 53
texto El Príncipe, publicado en 1513, permitió al lector
adentrarse en las formas con las que se ha hecho la
política, en su tiempo, anterior a él y hasta estos días.
No es maldad simplemente lo que el relató, puesto que
hizo a un lado sus juicios de valor y describió los actos
que él pudo observar en la realidad. “Como bien lo dijo
Víctor Hugo en Los Miserables: Maquiavelo no es un
genio malo, ni un demonio, ni un escritor vil y
miserable; no es sino el hecho” (Figueroa Ibarra,
2001:18).
Por tanto, lo que expuso en su trabajo es el uso
racional de la violencia, un uso calculado y no sólo
como un fin, sino meramente como medio de llegar un
fin último, obtener y conservar el poder político. No se
puede hacer a un lado el hecho de que este texto lo
escribió como un regalo al Magnífico Lorenzo de
Médicis y que tal trabajo contiene su propuesta para
unificar en ese momento a los Reinos Galgos
(Maquiavelo, 2003).
60. 54
En todas esas comunidades hay desde el
principio cierto interés común cuya preservación
tiene que confiarse a algunos individuos, aunque sea
bajo la supervisión de la colectividad: la resolución de
litigios, la represión de extralimitaciones de los
individuos más allá de lo que está justificado,
vigilancia sobre las aguas, (...), y funciones religiosas
(Engels, 1977:184).
Todas estas funciones sufren una alteración
cuando crece la población y las necesidades aumentan,
por una parte; y por otra, los funcionarios se van
distanciando de los pobladores. Estas necesidades
económicas llevan a que los prisioneros de guerra ya no
sean asesinados, sino, utilizados como esclavos. Es así
como surge la primitiva división del trabajo.
Fernando Escalante (1991) observó al terrorismo
de Estado como el momento en que los gobernantes
rebasan las líneas de legitimidad y legalidad
establecidas en una sociedad dada. Sabido que el Estado
es la personificación e institucionalización de la
61. 55
violencia, como una internación que se ha vuelto
cotidiana, es decir, la costumbre de tener miedo, el
miedo a la represión o castigo por romper las reglas que
han sido establecidas.
Se está hablando aquí de normas que regulan
tanto la conducta de los gobernantes como la de los
gobernados. Reglas tanto formales como informales
(normas y leyes escritas y las que son por tradición o
costumbres) que son aceptadas por todos los miembros
de la comunidad. Hasta este momento se está hablando
de violencia de Estado. Cuando estas líneas son
rebasadas, se cometen abusos contra las personas que
difieren de la forma en que se está gobernando y la clase
dominante recurre a excesos de violencia, lo hace con el
fin de causar miedo, además de violar o cambiar la
normatividad existente; está incurriendo en terrorismo
de Estado.
La finalidad planteada es que “los gobernados
se amedrentarán y paralizarán sin que haya necesidad
de matarlos o desaparecerlos. Con la misma macabra
62. 56
inversión inicial, el Estado y los sectores dominantes
mantendrán la ganancia de la estabilidad política.
Podríamos llamar a este efecto, la “inercia del terror””
(Figueroa Ibarra, 2001:23), el costo que habrían pagado
los gobernantes únicamente es el de su desprestigio
tanto al interior de su territorio como externamente
(Figueroa Ibarra, 2001).
Coincidiendo con Escalante, Bonanate (1982)
consideró que es posible entender como terrorismo la
práctica política de quien o quienes mediante el uso
recurrente de la violencia planean provocar terror en la
población para implantar su proyecto político: “El
recurso al terror por parte de quien ya detenta el poder
dentro de su estado no se puede considerar como una
forma de terrorismo político. Éste término que se
entiende como el instrumento a que recurren
determinados grupos para hacer caer un gobierno
acusado de mantenerse por medio del terror” (Bonanate,
1982:1568).
63. 57
Bonanate Plantea el uso del terror tanto en los
gobernantes como en la oposición. Se refiere
específicamente a los grupos conocidos como terroristas,
quienes mediante el uso de violencia contra población
civil, fuerzas armadas o funcionarios buscan
establecerse en el poder o provocar la inclusión de sus
demandas en la agenda política oficial. Estos grupos
pueden ser tanto de izquierda como de derecha, con las
más variadas finalidades e intereses.
Se pueden mencionar a los grupos de liberación
como la Organización para la Liberación Palestina,
organizaciones separatistas como el Euzkadi Ta
Askatazuna. O bien, los grupos conservadores, tales
como los que al inicio de la vigencia de las leyes que
despenalizaban el aborto en estados Unidos pusieron
explosivos en los hospitales donde se realizaban. El
terror también fue la forma en que el golpista Pinochet
tomó el poder en Chile, derrocando a un gobierno
democrático.
64. 58
Para que pueda ocurrir esta violencia es
necesario que cuente con el consenso de al menos una
parte de la sociedad. De ahí que existan campañas de
linchamientos mediáticos, de desprestigio de los
inconformes y de exaltación de los gobernantes y sus
acciones. Figueroa Ibarra (2001) afirma que los abusos
de los gobernantes nunca han sucedido solos, sino que
han sido apoyados por amplios sectores de la sociedad
civil.
“La violencia que alimenta una situación de
terror se distingue de la violencia que sostiene la
eficacia continuadora del poder coercitivo porque ésta
es mesurada y previsible, en tanto que la otra es
desmesurada e imprevisible” (Stoppino, 1982:1630). En
el caso del simple poder coercitivo la violencia punitiva
persigue conductas que se determinaron
anticipadamente y sanciona de acuerdo al grado de la
desobediencia.
El Estado, podemos concluir, es en sí mismo la
violencia institucionalizada, pero tiene un límite; éste es
65. 59
en dos sentidos, el primero es el legal; las leyes que han
sido estipuladas ya sea consuetudinariamente o bien
establecidas en códigos y constituciones. El segundo es
la legitimación, también entendida como hegemonía. Es
decir, la violencia estatal que ha sido interiorizada en
los miembros de la comunidad, son los límites
habituales; la costumbre y las tradiciones pueden ser
ejemplos de ello. Cuando estos límites son rebasados
por el Estado, podemos hablar de terrorismo de este
mismo; cuando las autoridades cometen actos
sancionados impunemente o bien cuando los miembros
de la sociedad sienten agravio al ser violentados más de
lo normal.
Existe un tercer elemento y es la legitimidad
internacional de un régimen de gobierno, dado que en
los tratados, convenios y convenciones internacionales
se busca garantizar la seguridad y el respeto de
garantías y derechos humanos en todos los países que
los firmaron y ratificaron. Sin embargo, en muchas
ocasiones obedece a razones de política internacional; el
66. 60
caso de la matanza de Ruanda que pudo ser evitada por
la comunidad internacional y de la guerra de los
Balcanes tardíamente atendida son un ejemplo de ello.
Puede que un estado cambie sus leyes para
poder hacer uso de la violencia sin incurrir en delitos,
como sucede en los gobiernos autoritarios y totalitarios.
De igual forma, todos estos regímenes cuentan con un
cierto grado de legitimidad en las sociedades. ¿Cuál
puede ser realmente la línea que separa a la violencia
del terrorismo? Escalante (2001) se ha referido al miedo
como el eje del terrorismo.
Si se considera a la violencia como la
interiorización de este miedo, el terrorismo puede ser el
nuevo miedo que se trata de generar. Se puede asegurar,
entonces, que el equilibrio de este miedo, como lo es el
temor a cometer un delito, es la violencia de estado
estipulada para mantener la armonía en el interior de la
sociedad. Pero cuando se intenta generar un miedo en la
población para impedir la protesta y la disidencia, se
está hablando entonces de terror.
67. 61
En el Estado de Oaxaca en el año de 2006 el
Gobierno del Estado rebasó los límites establecidos
legalmente, actúo por encima de la ley, tratando de
generar miedo en la población y con ello eliminar a la
gran oposición a su régimen. Como se analizará en los
capítulos posteriores, utilizó herramientas con la
finalidad de extinguir el movimiento en su contra, tales
como la tortura, el asesinato, las detenciones arbitrarias
y hasta el extremo de haber llegado al uso de las
“caravanas de la muerte”, (camionetas que recorrían la
ciudad con personas armadas que disparaban contra la
población civil).
Con toda impunidad realizó un operativo ilegal
llamado “de limpieza”. Y a pesar de contar con la
legitimidad de un sector de la población (muy
importante a decir de algunos columnistas), rebasó
todos los límites establecidos por la aceptación social.
Trató de generar miedo a la disidencia, por ello se
puede asegurar que el régimen de Ulises Ruíz en
Oaxaca es de terror.
68. 62
1.5. Resistencia, rebelión y movimientos
sociales.
“La rebelión más elemental expresa, paradójicamente,
la aspiración a un orden”.
Albert Camus
La exposición en este apartado se iniciará
distinguiendo algunas definiciones conceptuales, tales
como la rebelión, la resistencia, los movimientos
sociales y revolución. La finalidad de esto es poder más
adelante definir al hecho social de estudio de una forma
clara. Es importante considerar como principio, que
cualquier organización social, en cualquier nivel y de
cualquier tipo tiene sustento en la acción colectiva como
punto de partida. No puede ocurrir hecho social si sólo
un individuo realiza alguna actividad, sino debe
realizarse por un grupo.
Para una acción colectiva no basta con la
existencia de un agravio social o sentimiento de
69. 63
injusticia generalizado entre los miembros de una
comunidad; Trotsky dijo “si las carencias fueran
suficientes para ocasionar una insurrección las masas
estarían siempre en estado de rebelión” (Snow,
Rochford, Worden y Benford, 2006:35). Es necesario que
un hecho cambie el marco: “las situación es injusta, pero,
siempre ha sido así” a otro “siempre han sido así, pero
es posible cambiarlas” (Snow, Rochford, Worden y
Benford, 2006).
Para Charles Tilly (citado en Giddens, 2000:642)
hay cuatro componentes que distinguen a la acción
colectiva: a) La organización del grupo o grupos
implicados; b) La movilización que se compone de las
diversas maneras que tiene un grupo de conseguir
recursos suficientes para hacer posible la acción
colectiva; c) El interés común de quienes participan en
la acción colectiva, siempre hay algún objetivo común
que subyace para la acción colectiva; d) Oportunidad,
pueden producirse acontecimientos fortuitos que
proporcionen oportunidades a los propósitos
70. 64
revolucionarios. Muchas formas de acción colectiva,
incluyendo la revolución, se ven influidas en gran
medida por tales episodios accidentales.
Con el término resistencia “se indican todos los
movimientos o las diversas formas de oposición activa y
pasiva que se dieron en Europa, durante la segunda
guerra mundial, contra la ocupación alemana e italiana,
como lo indica desde el punto de vista del léxico, el
mismo término, se trata más de una reacción que de una
acción, de una defensa más que de una ofensa, de una
oposición más que de una revolución” (Matteucci,
1982:1399).
La resistencia como término se puede observar
en la física, es la forma en que un objeto impide el poder
ser cambiado. Así en las sociedades, la resistencia es
evitar un cambio, o bien puede ser el tratar de
defenderse ante el cambio de las políticas de los
dominadores. Cuando un grupo se resiste al gobierno
puede ser no el sentido de conservar las cosas como
están, sino de preservar la vida, resistirse a que sea
71. 65
cambiada la vida por muerte, ya sea por la represión o
por las necesidades básicas que no son satisfechas.
Gallino (2001) mantiene una visión peyorativa
de la rebelión, considera a la rebelión como anomia o
bien como desviación social. Sin considerar los motivos
que la llevan a sublevación. Incluso es posible
considerar su pensamiento como conservador,
antidemocrático, antisocialista e incluso antiliberal. Deja
al mismo tiempo constancia del sesgo autoritario con el
cual merma su enfoque.
Por anomia entiende la “deficiencia o ausencia
de normas para regular el comportamiento social de
individuos o colectividades (...). En la antigua Grecia era
utilizado para designar las situaciones de ilegalidad, de
evasión o de desprecio por la ley (...)”, (Gallino, 2001:33).
Para Durkheim, significa la ausencia o carencia de
normas adecuadas para conducir la conducta de los
individuos dentro de límites apropiados (Gallino, 2001).
Es decir, considera a la rebelión como un problema de
72. 66
reglas en la sociedad, no tanto como el resultado de
agravio social (Moore, 1989).
Algunos autores como Gallino consideran a las
rebeliones como desviación social. Gallino en especial
las considera como “el acto, comportamiento o
expresión de un integrante reconocido de una
colectividad cuya mayoría juzga como un alejamiento o
una desviación más o menos grave, en el plano práctico
o en el ideológico de determinadas normas”.
Sin embargo, es necesario llegar a un punto de
mayor profundidad, las rebeliones han surgido como
consecuencia del agravio de un sector de la sociedad.
También es una conducta resultante de la ausencia o
ineficiencia de leyes y normas para satisfacer las
necesidades sociales. Al mismo tiempo puede ser una
conducta que rompe con las normas establecidas y
aceptadas socialmente. Y de igual manera es posible
que su origen sea una nueva normatividad. Por tanto,
para Gallino, se puede considerar a la rebelión como
una conducta anómica que rompe con las reglas y
73. 67
normas. Pero es al mismo tiempo la resistencia a los
abusos de unos sobre otros.
Por revolución se entenderán distintos tipos de
cambios sociales en los cuales se transforma de manera
estructural y a profundidad diferentes instituciones de
la organización social, incluyen alguno de los elementos
siguientes: a) Conquistar el aparato burocrático por
profesionales de la política o por lucha armada con la
finalidad de transformar el ordenamiento jurídico; b) El
proyecto político que se pretende poner en la práctica
tiene como finalidad cambiar el orden social de manera
total; c) La toma del poder es con la finalidad de
cambiar a la elite o clase dominantes y; d) La liberación
de la sociedad del dominio de una potencia extranjera
(Gallinos, 2001). Se considera que los movimientos
sociales, regularmente de carácter pacífico, funcionan
como inyector o combustible de las revoluciones.
Norberto Bobbio (2003:1412) identificó al
término Revolución de forma similar al de Rebelión. La
revolución es la tentativa acompañada del uso de la
74. 68
violencia de derribar a las autoridades políticas
existentes y de sustentarlas con el fin de efectuar
profundos cambios en las relaciones políticas, en el
ordenamiento jurídico-constitucional y en la esfera
socioeconómica. La revolución se distingue de la
rebelión o revuelta, pues esta última está generalmente
limitada a un área geográfica circunscrita, carece en
general de motivaciones ideológicas, no propugna una
subversión total del orden constituido sino un retorno a
los principios originarios que regulaban las relaciones
autoridades políticas-ciudadanos, y apunta a una
satisfacción inmediata de reivindicaciones políticas y
económicas.
Partiendo de la perspectiva de las intenciones
de los insurrectos, se pueden dividir en revolución de
masa o revolución en sentido estricto cuando los
insurrectos apuntan a trastornar de manera
fundamental las esferas política, social y económica: en
este caso existe una elevada participación popular, la
duración de la lucha es larga y la incidencia de la
75. 69
violencia interna es muy considerable (Bobbio,
2003:1412 -1413).
Giddens (2000) denominó la revolución como
un movimiento social de masas que conduce a grandes
procesos de reforma o de cambio, donde los líderes han
tenido que ser capaces de alcanzar al menos algunos de
sus objetivos. También ha implicado la amenaza o el
uso de la violencia por parte de los que participan en
ella; las revoluciones son cambios políticos que se han
llevado a cabo frente a la oposición de las autoridades
preexistentes a las que no se puede convencer de que
renuncien a su poder sin la amenaza o el empleo real
de medios violentos.
Para Rocher (1996:532) movimiento social “es
una organización netamente estructurada e identificable,
que tiene por objetivo explícito agrupar a unos
miembros con miras a la defensa o a la promoción de
ciertos objetivos precisos, de connotación social
generalmente”. Para Giddens (2000: 645) los
movimientos sociales pueden definirse como “un
76. 70
intento colectivo de luchar por un interés común o de
garantizar que se alcanza un objetivo compartido,
mediante una acción colectiva que tiene el lugar al
margen de la esfera de las instituciones establecidas”.
Giddens (2000:646) propuso una clasificación
de los movimientos sociales a partir del alcance de sus
objetivos, de tal forma han existido: a) los Movimientos
transformadores, que han pretendido un cambio global,
radical, drástico y por lo general violento de su
sociedad; b) los movimientos reformistas, que sólo han
aspirado a modificar algunos aspectos del orden social
existente; c) los movimientos redentores que han
intentado rescatar a las personas de formas de vida que
corrompen; y d) movimientos de alteración, que han
pretendido lograr un cambio parcial en los individuos.
Los objetivos que han seguido y siguen los
movimientos sociales pueden variar tanto como sus
motivos de existencia, su organización está al servicio
de la persecución de sus fines. Para existir como
organización reivindicadora han debido resolver
77. 71
algunos problemas de definición, de identificación,
principios de existencia. Los cuales se resuelven
presentándose como portavoz de determinado sector
social, se han caracterizado por una postura de
resistencia, su razón de ser han sido determinados
intereses reprimidos o ideas que no son aceptadas. Han
actuado con base en determinados valores que
consideran superiores, grandes ideales o una verdad
básica (Rocher, 1996). La categoría movimientos
sociales abarca desde los que actúan respetando las
leyes de la sociedad en la que emergen hasta los que
realizan sus acciones de manera ilegal o clandestina.
Muchas veces las leyes se modifican parcial o
totalmente a partir de las actividades de estos últimos.
La rebelión es una acción colectiva que surge de
manera cuasi-espontánea1, contiene un objetivo común.
1
Tanto en las rebeliones como en los movimientos sociales no
existe la espontaneidad; es un conjunto de actos considerados por un grupo
como agravios que se van acumulando hasta que las oportunidades políticas
permiten que se realice la acción colectiva (Moore, 1989 y Tarrow, 1997); se
le denomina aquí cuasi-espontanea pues emerge en un momento no
previsible, pero con antecedentes de gestación en la subjetividad colectiva.
78. 72
Existe una solidaridad entre los miembros del grupo y
un desafío colectivo al Gobierno, elites o al resto de la
sociedad, sin embargo carecen de mantenimiento de la
acción colectiva, es decir, a partir del momento en que
se rebela el grupo en breve puede llegar a tres puntos, el
primero de ellos, el ser reprimido, el segundo sus
demandas son satisfechas y pierde su razón de ser, y
tercero, los dos anteriores (Tarrow, 1997).
En el caso de los movimientos sociales no
ocurre de esa manera, en caso de que sus demandas
sean satisfechas, se planteará crear nuevas y continuará
en su antagonismo social; en caso de ser reprimido,
buscará nuevas alternativas de protesta y otras
estrategias para conseguir sus fines. Ésta es la diferencia
principal entre la rebelión y el movimiento social de
acuerdo a Tarrow (1997).
Los movimientos sociales a lo largo de la
historia han tenido diferentes características, entre las
79. 73
que se puede mencionar el tipo de demanda, la
cantidad y los rasgos específicos de sus miembros, es
decir, el sector al que pertenecen, la especificidad de sus
demandas, la duración del movimiento, su surgimiento,
antecedentes, la fuerza que adquiere conforme
evoluciona, el fin del movimiento, la resolución de las
demandas o su represión por el Estado.
A través de los cambios en la estructura de
oportunidades políticas explica cómo es que pequeños
grupos se llegan a sublevar en momentos históricos y
sociales dados y la probable consecuencia de que el
cisma sea breve. Es decir la represión a la que se
someterá el nuevo movimiento; continuó adentrándose
en lo que es el tema de la estructura de oportunidades;
explicó cómo es que se generan las oportunidades para
que diversos grupos se movilicen generando lo que
llama ciclos de protesta, como los grupos pequeños
aprovechan de las convulsiones para buscar satisfacer
sus demandas y al mismo tiempo apoyar a los demás
grupos sublevados. Resalta cómo se estructuran los
80. 74
movimientos para perdurar a los embates del gobierno,
principalmente los más autoritarios, y también a las
elites y grupos antagónicos.
Esta identidad no ha sido estable, se encuentra
en continuo movimiento y se ha modificado con base en
las estrategias que se han ido tomando en el transcurrir
de tiempo. Los movimientos sociales han sido y son
agentes activos de mediación entre las personas y las
estructuras y las realidades sociales: “El movimiento
social es de índole propia para desarrollar y alimentar
una conciencia colectiva clarificada y combativa en una
sociedad o en un sector particular de la misma” (Rocher,
1996:538).
De tal forma que los movimientos sociales han
creado una infraestructura de organización social que
puede reactivarse en cualquier momento de crisis. Y
frente a la pérdida de legitimidad de los regímenes
frente a la sociedad, poco a poco se articulan
nuevamente viejos movimientos que en cierta forma se
hallaban en reposo político. Manuel Castells definió
81. 75
como movimientos sociales urbanos aquellos “sistemas
de prácticas sociales contradictorias que convierten el
orden establecido a partir de las contradicciones
específicas de la problemática urbana” (Castells, 1974:3);
los observa como el resultado de crisis del sistema
político y de necesidades no cubiertas en sectores de la
población.
1.6. Violencia, Rebelión, y movimientos
sociales.
Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse
a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, también
éste mira dentro de ti.
Friederich Nietzsche, Más Allá del Bien y del Mal.
La violencia estatal como respuesta a los
movimientos sociales que logran tener la suficiente
fuerza para poner en jaque al Estado tiene diferentes
82. 76
caras, perfiles y acepciones que son necesarios explorar.
¿Por qué decide un gobierno reprimir violentamente
una marcha?, ¿o desalojar un plantón? o bien, ¿por qué
un gobernante decide asesinar, secuestrar y torturar a
líderes o personas cercanas a la cúpula del movimiento
social?, ¿son sólo estas las formas de violencia estatal?
Se puede pensar a la violencia en los
movimientos sociales a partir de algunas líneas: a) la
violencia del Estado hacia el movimiento, b) la violencia
del movimiento en contra del Estado, c) la violencia del
movimiento hacía el resto de la sociedad y d) violencia
de la sociedad contra el movimiento. En el caso de
Oaxaca fue bastante evidente (y documentado por
organismos internacionales como la CCIODH) la
violencia con que los gobiernos local y federal
atendieron y reaccionaron antes del conflicto, durante y
después de éste. Fue notable el operativo limpieza en el
cual emulando a gobiernos dictatoriales
centroamericanos crearon las llamadas “caravanas de la
83. 77
muerte” para recorrer las calles por la noche balaceando
las barricadas.
Diferentes acciones de la APPO fueron
consideradas como violentas, en especial los cierres de
oficinas gubernamentales y algunas agresiones en
contra de funcionarios. Para muchos habitantes de la
ciudad fue un acto de violencia los cierres de las calles y
el impedimento de los derechos de quienes no
participaban en el movimiento. Es muy importante
considerar que por parte de sectores claramente
identificados como afines al Gobernador y al PRI
reaccionaron de forma violenta en contra de los
disidentes, desde disparar contra contingentes hasta la
denominada radio ciudadana que instigaba a cometer
ilícitos contra simpatizantes, miembros y líderes de la
oposición.
Cuando un movimiento social es capaz de
poner en jaque e incomodar a una elite gobernante ésta
puede responder de manera violenta. Esta violencia
puede ser de varios tipos a través de la represión abierta
84. 78
y escandalosa, mediante el ataque militar o formas más
o menos discretas, desapareciendo y hostigando a los
miembros del grupo inconforme hasta las formas más
sutiles como desprestigiar al movimiento y borrar su
base de legitimidad social por medio de programas
asistencialistas y apoyos focalizados, además de la
influencia mediante los medios de comunicación.
La sociedad que ha legitimado las acciones del
Estado en contra de un movimiento social puede
participar de manera pasiva o bien activa para reprimir
el brote de inconformidad; es entonces cuando surge
una figura de control social o guardias blancas. No
precisamente las que crean los gobiernos para atacar a
los movimientos de forma velada, sino grupos de
personas afines al gobierno que se organizan para
atacar violentamente al movimiento. Pero también
pueden actuar de manera no-violenta al desprestigiar al
movimiento y organizando grupos que reprueban sus
acciones.
85. 79
De igual manera los movimientos sociales, al
sentir “pureza moral”, recurren a medios violentos para
imponerse al resto de la sociedad. En un acto de
intolerancia, han atacado a la población o sujetos que no
coinciden con sus ideas y/o proyectos. Los grupos
conservadores critican como violencia el hecho de que
las organizaciones tomen las calles o hagan plantones;
desde esta perspectiva se les está violentando.
Bonanate denominó como terrorismo a la
violencia en que incurren los grupos disidentes, que en
su forma clásica presenta algunas características
fundamentales. 1) Organización; 2) acciones
demostrativas y; 3) el aumento de atentados: “La
práctica terrorista se adapta a una situación
sociopolítica de atraso, en la cual es necesario despertar
la conciencia popular y llevarla a realizar el salto de
resentimiento pasivo a la lucha activa, a través de lo que
podría definirse como un “atajo” en el proceso de
crecimiento revolucionario” (Bonanate, 1982:1568).
86. 80
No hace una diferencia entre los diferentes
grupos que existen, los que efectivamente han usado el
terror como herramienta política y los grupos que han
hecho uso de medios pacíficos. Parte de la idea de que
son grupos surgidos de la anomia social, grupos
inadaptados socialmente, pero pierde de vista los
múltiples contextos políticos, sociales, económicos y
culturales en donde se pueden presentar. Apunta
también que el terrorismo contrarrevolucionario o
fascista no le importa si en el momento del atentado hay
personas inocentes que resulten dañadas.
Los actos individuales de rebelión pueden crear
un pretexto para que las autoridades repriman no sólo
a los rebeldes sino también a los circunstantes (Elster,
2003:131). El hecho de que haya o no violencia depende
menos de la naturaleza de las acciones que de la
actividad de otros factores, especialmente, de cómo
responden las autoridades, dado que según Tilly, son
las propias fuerzas represivas las más persistentes
iniciadoras y ejecutantes de la violencia colectiva
87. 81
cuando realmente se producen confrontaciones; los
agentes de la autoridad son los responsables de la
mayor parte de los muertos y heridos, lo cual no es
sorprendente toda vez que poseen el acceso especial a
las armas bajo la disciplina militar. Los grupos que ellos
intentan controlar, por el contrario, causan más daño a
las cosas o propiedades (Giddens, 2000:643).
En el caso del terror usan la violencia en forma
casual, en comportamientos no explícitos y aplicada allí
donde se manifiesta una crítica o una oposición; aun
cuando el pretexto más leve pueda causar la muerte o
privación de la libertad personal. Este tipo de violencia
genera en la población un miedo amenazador y sin
límites precisos que impide cualquier cálculo o
previsión. El único modo de sentirse relativamente
seguro consiste en no dar ningún pretexto para que se
desencadene la violencia, absteniéndose de cualquier
gesto, por más leve o inocente que éste sea, de crítico o
de oposición (Stoppino, 1982). “Éste es el principal fin
de la violencia terrorista: truncar y paralizar
88. 82
anticipadamente toda oposición potencial” (Stoppino,
1982:1630).
La violencia terrorista puede usarse como un
método relativamente estable de gobierno, donde
además se combina con un sistema de incentivos para
lograr el efecto y paralizar la oposición y forzar a los
miembros pasivos: “En los casos más extremos una
persona no encuentra más que dos opciones, convertirse
en víctima o convertirse en verdugo” (Stoppino,
1982:1630). Una persona se adhiere al régimen por
miedo a no sufrir la violencia, aunque no lo es del todo
seguro, y se beneficia a la vez de las pocas ventajas que
pueda tener su cercanía y la competitividad por estar
bien con el tirano.
“El objetivo más obvio y
directo del empleo de la violencia es
destruir a los adversarios políticos o
ponerlos en la imposibilidad física de
actuar con eficacia (…). Esto sucede
cuando en el grupo contrario a la
89. 83
autoridad está (o se cree que está)
fuertemente concentrada en las manos
de un sólo hombre y cuando el poder
de este jefe depende (o se cree que
depende) mucho más de sus dotes
personales que del cargo que ocupa. De
ahí la frecuencia de los atentados
contra los jefes carismáticos” (Stoppino,
1982:1631).
En Oaxaca los Gobiernos Estatal y Federal
pensaban que descabezando el movimiento lograrían
apaciguar las cosas. Por ello, secuestraron, encarcelaron
y torturaron a los líderes o personas cercanas a ellos,
pero ocurría que eran muchos dirigentes por una parte,
y por otra existía un desfase entre la dirigencia formal
de la APPO y lo que se podría llamar la base. No
realizaban acciones conjuntas en todo momento, la
asamblea tomaba una decisión o llegaba a un acuerdo
con el gobierno federal y la base hacía lo que creía más
conveniente, por tanto, el intento de debilitar a los
90. 84
líderes fue en vano y sólo incrementó los costos
políticos y sociales durante el conflicto.
La función de la violencia también tiene un
carácter externo, atrayendo la atención de los grupos
ajenos al conflicto y buscando obtener consecuencias
simbólicas. Para los grupos revolucionarios o rebeliones
este aspecto tiene un sentido especial porque se concreta
en el hecho de modificar para su propio beneficio la
percepción que los demás grupos tienen de ellos con el
fin de encaminarlos a apoyar sus exigencias; ello debido
a la influencia que tiene el apoyo exterior en el resultado
final de la agresión y contra agresión.
1.7. Síntesis teórico conceptual.
A continuación se realiza una síntesis de los
puntos expuestos en los apartados anteriores. Por
violencia se entiende una construcción social, no natural,
del uso del poder (Figueroa Ibarra, 2001:13 y Genovés
1993). Es decir, la capacidad de tomar o influir en las
decisiones de los demás “se debe entender una relación
91. 85
entre dos sujetos de los cuales el primero obtiene del
segundo un comportamiento que éste de otra manera
no habría realizado” (Bobbio, 2006:104).
Por violencia se entiende “la aplicación de
diferentes formas de coerción, que llegan hasta las
acciones armadas, con el objeto de conquistar o
mantener un dominio económico y político o de
conseguir tales o cuales privilegios” (Sánchez, 1980:434)
“es mínimamente un acto de poder. Aunque no todo
acto de poder es violento” (Figueroa Ibarra, 2001:16). De
la misma manera Bourdieu (1999) observa formas de
violencia simbólicas, que no implican precisamente el
uso de la fuerza física. Figueroa Ibarra agrega que es
“un fenómeno cuyas condiciones surgen en el momento
en el cual lo humano se va apartando de lo propiamente
animal” (Ibídem, 2001:15).
Para Genovés (1993), Sánchez (1980) y Figueroa
Ibarra (2001) la violencia surge con la propiedad
privada. Es el producto de las diferencias sociales y la
manera en que una clase mantiene su dominio sobre las
92. 86
demás. Por tanto, el Estado es en sí mismo la
personificación del poder, la violencia institucionalizada.
Es la capacidad de tomar las decisiones económicas,
sociales y políticas que afectan a toda una sociedad.
De acuerdo a los teóricos contractualistas como
Hobbes (2007), Rousseau (1983) y Locke (1995) cada
individuo cede parte de su libertad al Estado para
proteger otras más. Con ello lo legitima para ejercer
violencia contra quienes pretendan impedir el uso de
los derechos de cada miembro de la sociedad. Esta
legitimidad tiene un límite, así como la legalidad que en
los Estados modernos se les otorga a los funcionarios y
organismos encargados de gobernar. Ambas se
encuentran sancionadas por los Estados en su calidad
de iguales.
Cuando estos límites de la legalidad,
delimitados por el respeto a los derechos de cada
individuo, de las minorías y de las mayorías, son
rebasados por los gobernantes, se habla de terrorismo
93. 87
de Estado, que es el uso del miedo para inhibir o
reprimir la disidencia y la oposición a un régimen.
Partiendo de esta concepción de Estado, poder
y dominación, es posible pasar a comprender lo que son
los movimientos sociales y las rebeliones. Cuando un
sector de la sociedad percibe que está siendo víctima de
una injusticia o que se está cometiendo un agravio en su
contra y existe algún elemento que le permite
considerar la posibilidad del cambio (Tarrow, [1997] les
denomina ventanas de oportunidad), es cuando
mediante la organización deciden realizar actos de
protesta pública (Scott, [2000] le llama el paso del
discurso oculto al abierto).
Esta protesta, en sus diferentes variables puede
conducir a dos puntos, la satisfacción de sus demandas
o bien, la represión. Si en ese momento se termina la
acción colectiva se le denomina rebelión. Si a pesar de
esas condiciones el grupo decide, por un lapso mayor
de tiempo, buscar nuevas alternativas de protesta o bien
94. 88
nuevas demandas se le denominará movimiento social
(Tarrow, 1997).
Es posible considerar una ruta crítica del
terrorismo de Estado. Se parte del punto en que una
minoría domina a la mayoría de la población, sin dejar
de lado que las decisiones pueden ser tomadas por un
reducido grupo o incluso por una sola persona. Esta
dominación implica relaciones sociales y económicas, en
las cuales, grandes sectores de la población son
explotados económicamente. Pero no sólo eso, también
son sujetos de marginación y discriminación a quienes
se les cancelan o inhiben el uso de sus derechos civiles,
políticos y económicos.
Éstos, al poseer un sentimiento de agravio y
ocurrir un cambio de marco que les posibilite la idea de
una oportunidad de cambio, pueden decidir por
organizarse y realizar una acción colectiva mediante la
cual busquen la satisfacción de sus necesidades. La
respuesta del Estado puede darse en dos causes: la
respuesta a sus demandas o la represión. Ésta última
95. 89
puede ser dentro de los causes de la legalidad y
legitimidad, con uso de violencia física, de coerción o
persuasión o puede ser rebasando los límites legales e
inclusive excediéndose y rebasando la legitimidad que
la sociedad le ha otorgado. Cuando esto ocurre estamos
hablando de terrorismo de Estado, el cual pretende
eliminar la oposición y disidencia generando miedo en
la población para participar en los asuntos públicos.
Este marco teórico explica algunos elementos
que giran en torno al caso de estudio: el movimiento
social en el Estado de Oaxaca en al año 2006 y las
respuestas de los gobiernos federal y local a sus
demandas. Es posible plantear a priori que en el Estado
de Oaxaca se identifican algunas formas de dominación
que implican la explotación de algunos sectores; es decir,
el abandono, no sólo de las comunidades indígenas,
sino también de quienes han migrado a las regiones
urbanas. La marginación e incluso el racismo que se
vive en esa entidad son factores que favorecen el caldo
96. 90
de cultivo para una rebelión y la existencia de diferentes
movimientos sociales.
La política represora de los gobiernos estatales,
inscritos en un régimen autoritario, permiten crear un
marco de referencia en las respuestas que tienen frente a
la protesta social. Por una parte han hecho uso de la
violencia física, represiones a manifestaciones y
asesinatos y encarcelamientos de líderes. Por otra parte,
también han recurrido a la cooptación de los
representantes de organizaciones y comunidades. Un
punto en especial a tratar en este trabajo es el uso
discrecional de los derechos y garantías individuales
para garantizar el cacicazgo del poder en el Estado. Es
la utilización de los derechos de autogobernarse por
usos y costumbres, en el caso de Oaxaca inscrito en una
legislación que favorece a los intereses del poder
Ejecutivo para conservar como autoridades municipales
a personas afines a su grupo.
97. 91
Capítulo II
La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca
(APPO). Organización y Composición.
En este capítulo se trata de describir cómo se
organiza la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca,
las influencias a través de las cuales se determinó su
estructura y cuáles son las fuentes en las que se sustenta.
Al mismo tiempo se intenta analizar cómo es que se
compone y que grupos la forman. De esos puntos se
parte para verificar lo que se ha dicho con anterioridad.
Se intenta explicar la imprecisión a la que se ha
recurrido al asegurar que ésta organización se conformó
de forma espontánea y que se organiza de acuerdo a los
usos y costumbres de los pueblos indígenas.
En el primer apartado se revisa brevemente la
historia de los usos y costumbres en Oaxaca, así como la
legislación estatal al respecto. Se analiza la forma de
estructuración orgánica de la Sección 22 del Sindicato
Nacional de trabajadores de la Educación (SNTE) donde
98. 92
se explica que tienen tres fuentes, la estatutaria, los
principios rectores y el Instituto Estatal de la Educación
Pública de Oaxaca (IEEPO). Así mismo se describen
brevemente las diferentes corrientes a su interior. Más
adelante, se revisa cómo esta estructura sindical es
reproducida en la conformación de la APPO. Se parte
de la idea que la Secretaria General del magisterio
oaxaqueño fue quien convocó, organizó y propiamente
financió las actividades, puesto que era la única
organización con tal capacidad de movilización de
recursos tanto materiales como humanos en todo el
Estado.
Posteriormente, se hace un análisis sobre la
forma en que se organiza la APPO. Para luego pasar a
revisar brevemente los ensayos de frentes comunes que
se habían llevado a cabo, previos a la asamblea. Se hace
énfasis en la Coordinadora Oaxaqueña Magonista
Popular Antineoliberal (COMPA) y el Frente de
Sindicatos y Organizaciones Democráticas de Oaxaca
(FSODO), siendo los frentes más grandes y con mayor
99. 93
tiempo de vida. En este apartado se pasa nombran
algunas de las organizaciones que ya existían antes de
2006 y que niegan la espontaneidad del movimiento que
se ha mencionado en muchos lugares.
Este capítulo trata de aclarar algunas
imprecisiones que durante el paso del tiempo se han
mantenido como realidad del movimiento oaxaqueño
en 2006, dado que se considera menester del sociólogo
intentar develarlas para generar mayor información con
el más elevado nivel de certeza que permita realizar
análisis más complejos y precisos.
2.1 Organización y estructura de la APPO
Una de las respuestas de la sección 22 del
magisterio oaxaqueño a la represión sufrida el 14 de
junio de 2006 fue convocar el 16 de junio de 2006 a la
formación de un frente de organizaciones sociales,
sindicatos, colectivos y ciudadanos en general con la
finalidad de sacar del Gobierno del Estado al
100. 94
gobernador Ulises Ruiz. A esta convocatoria asistieron
frentes que ya existían, como la COMPA y FSODO,
sindicatos que no se habían revelado anteriormente,
como el de trabajadores de la salud, pequeños colectivos
y miembros de partidos políticos.
Es importante mencionar que algunos
colectivos que se adhirieron eran simpatizantes de la
Otra Campaña, y otros grupos simpatizantes del
movimiento obradorista. Estos grupos nutrieron en
gran medida a la APPO. Al mismo tiempo diversas
organizaciones que tradicionalmente habían sido
respaldo de los Gobiernos del Estado se unieron, tal fue
el caso del (Movimiento Unificado de Lucha Triqui
(MULT) y el Sindicato de trabajadores de la Salud del
Estado.
Entre las organizaciones que se agruparon en la
APPO había desde las que se encontraban en lucha
desde muchos años antes, organizaciones formadas
poco tiempo antes y las que se formaron durante el
conflicto. Organizaciones como la Coordinadora de
101. 95
Mujeres Oaxaqueñas 1ro de Agosto (COMO) se
formaron durante el movimiento, otras como Voces
Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad
(VOCAL) que se concretaron poco después y ante la
Primera Asamblea Constitutiva de la APPO. De los
grupos más viejos se puede mencionar por ejemplo a
Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo
(CODEP), Frente Popular Revolucionario (FPR) y la
sección 22 del Magisterio; las cuales además agrupan
grandes cantidades de miembros. También se
incorporaron pequeños colectivos que se fueron
formando durante el conflicto (entrevista con Trujillo,
2007).
Algunos activistas entrevistados (Alejandro,
2006; Venegas, 2007 y Olivera, 2009) además de
diferentes columnistas (en La Jornada y el Noticias Vos e
Imagen de Oaxaca) y académicos apologistas (Ortega,
2009; Hernández, 2009) mencionan que la APPO tomó
como modelo de organización a las comunidades
indígenas. Sin embargo, analizando la forma en que se
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conformó la dirigencia y la estructura de representación
es posible afirmar que no fue así. Propiamente es
posible considerar que se basaron en los medios que
desde 20 años antes había estado construyendo la
sección 22 del magisterio, quienes a su vez trataban de
imitar los modelos de asamblea indígenas.
2.2 Usos y Costumbres en Oaxaca.
Es necesario preguntar de inicio ¿cuáles son los
usos y costumbres en los municipios de Oaxaca?, ya
que no son lo mismo en cada Estado de la República y
como revisaremos más adelante, tampoco son los
mismos en todo momento, ni en cada lugar. El origen
de estos usos (Bartra, 1998; Durand, 2007; Blas, 2007;
Dalton, 2004 y Hernández, 2007) data de la época de la
colonia; fueron el medio de control de la Corona y el
virreinato mediante la religión. De ahí que en muchos
municipios para poder llegar a ser autoridad civil es
necesario haber sido en primer lugar una autoridad
religiosa. Asimismo, los sistemas de cargos tienen como
referente esta forma de estructura.
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Tomando como base las descripciones de
Dalton (2004), Durand (2007), Blas (2007) y Bartra (1998)
se intentará reconstruir muy brevemente el origen de
estos usos y costumbres y mostrar cómo es que
funcionan en las comunidades. La finalidad de lo
anterior es demostrar que los usos y costumbres no son
los mismos en cada comunidad ni en cada momento.
Las formas de gobierno anteriores a la
conquista española era de tipo teocrático, comúnmente
autoritarias y, por tanto, verticales. De ninguna forma
en lo que se entiende actualmente como democráticas u
horizontales. Estas formas de dominación tradicionales,
en el sentido de Max Weber, fueron eclipsadas y en
algunos casos fusionadas con las que trajeron los
conquistadores. Bartra menciona, entre muchos otros
orígenes, que el bastón de mando utilizado en muchas
comunidades es la forma de transmisión de poder de la
Corona Española hacia las autoridades del virreinato y
de éstos hacia los caciques que se encargaban de
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dominar en las comunidades donde las autoridades no
podían o no querían llegar.
Sotelo (2008:27) da cuenta de ello: “el
mecanismo que España introdujo para arrebatar el
poder y la riqueza a los pueblos originarios en estas
tierras fue el caciquismo, una estructura de poder que
utiliza la legitimidad sólo como apariencia”. Sotelo,
como esencialista de las comunidades indígenas, había
mencionado en párrafos anteriores: “los pueblos que
hoy conforman el Estado de Oaxaca se han distinguido
históricamente a lo largo de decenas de siglos, por ser
independientes, organizados, orgullosos y sabios”
(2008:26). Ambas citas se contradicen, pues, de ser
independientes en ningún momento se hubieran
sometido a la dominación religiosa o política de
poderes externos y, menos aún, hubieran legitimado las
funciones de los caciques. Quizá la cuestión sea más
sencilla; son seres humanos como cualquier otro, con la
capacidad de acertar y errar, con virtudes y defectos. La
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posición de Sotelo y de muchos otros, es tratar de
atribuir cualidades naturales a los asuntos sociales.
Ese desinterés por atender los asuntos de las
comunidades lejanas o de difícil acceso no fue privativo
de la colonia. Durante los cien primeros años de vida
del México independiente sólo se atendía aquello que
poseía relevancia para el centro. El interior del
territorio fue propiamente abandonado y por lo cual el
país pagó serias consecuencias (entre ellas la pérdida
de la región norte).
El período pos-revolucionario aportó a estas
comunidades una nueva forma de dominación, que de
igual forma fue legitimada por las comunidades. La
presencia de los caciques se mantuvo. Si bien es cierto
que la mayoría de ellos fueron sustituidos por personas
cercanas a quienes ostentaban el poder local o federal
se mantuvo la estructura de control. Así existen casos
de quienes se convirtieron en caciques tras realizar
negocios con los gobernadores o bien mientras poseían
cargos en los ayuntamientos u otros puestos de la