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         y
  política
RECONSTRUYENDO
    LA IZQUIERDA

                  por
     Marta Harnecker




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primera edición, 2008
© siglo xxi editores, s.a. de c.v.
isbn 978-968-23-2744-5

derechos reservados conforme a la ley
impreso en
reconstruyendo la izquierda
Introducción




Vivimos en un mundo muy diferente del de cincuenta años atrás.
Un mundo caracterizado por la derrota del socialismo en Europa
del Este y la Unión Soviética, y la transformación de Estados Unidos
en la primera potencia militar mundial sin contrapeso alguno, situa-
ción que ha golpeado profundamente a la izquierda y a las fuerzas
progresistas. Un mundo marcado por los avances de la revolución
científico-técnica y sus consecuencias en el proceso productivo y en
la naturaleza; la globalización de la economía y de la cultura, y el
peso cada vez más preponderante de los medios de comunicación
masiva. Un universo en que el capitalismo, en su forma más salva-
je, el neoliberalismo, utilizando a su favor los avances tecnológicos,
causa estragos en gran parte de la población mundial y destruye de
manera despiadada la naturaleza, lo que genera no sólo “basura no
reciclable por la ecología, sino también desechos humanos difíciles
de reciclar socialmente” al empujar a grupos sociales y naciones en-
teras al desamparo colectivo.
    Un creciente malestar ha empezado, sin embargo, a surgir en am-
plios sectores sociales. Esa incomodidad se ha ido transformando, pri-
mero, en resistencia pasiva y, luego, en resistencia activa, y, en los últi-
mos años —y a pesar de la estrategia de fragmentación social aplicada
por el neoliberalismo para tratar de hacerla inocua— ha comenzado
a expresarse abiertamente en movilizaciones y acciones en contra del
actual sistema global, provocando la apertura de un nuevo ciclo in-
ternacional de luchas.
    Se abren nuevos horizontes, pero son enormes los desafíos que se
nos plantean, y no estamos en las mejores condiciones para enfren-
tarlos. Necesitamos de manera urgente reconstruir la izquierda. Para
ello, debemos partir reconociendo crudamente las debilidades, los
errores y las desviaciones que pesan sobre nuestro pasado, y debe-
mos procurar conocer sus causas, porque sólo así podremos superar-
los. Este libro pretende contribuir en este sentido.

   Juan Antonio Blanco, Tercer milenio. Una visión alternativa de la posmodernidad, La

Habana, Centro Félix Varela, 1995, p. 117.

                                         []
10	                                                   marta harnecker

    Una de las cuestiones centrales que se abordan aquí es la crítica a
la concepción de la política como el arte de lo posible, que nos con-
duce a adaptarnos de manera oportunista a lo que existe. Sostengo
que para los revolucionarios la política es el arte de hacer posible lo
imposible, no por un afán voluntarista de cambiar las cosas, sino por-
que nuestro esfuerzo debe estar enfocado de manera muy realista a
cambiar la actual correlación de fuerzas, para hacer posible mañana
lo que aparece hoy como imposible.
    Otro asunto capital son las reflexiones acerca de cómo tendría
que ser el instrumento político, para que nos permita responder a
los nuevos desafíos que nos plantea el mundo del siglo xxi. Una
herramienta que nos permita construir la fuerza social y política que
haga posibles los cambios sociales profundos por los que luchamos.
A fin de conseguir este objetivo, tenemos que superar las formas or-
gánicas del pasado, fruto de la copia acrítica del modelo bolchevique
de partido, y abandonar la concepción teórica subyacente a ese mo-
delo. Esta concepción no toma en cuenta una de las ideas centrales
de Marx: la práctica social como la acción que permite que los hom-
bres y las mujeres, al mismo tiempo que transforman las circunstan-
cias que los rodean, se transformen a sí mismos, y con ello logren un
desarrollo humano cada vez más pleno.
    Criticar la forma orgánica de organización o de partido utilizada
en el pasado no significa para mí, a diferencia de para otros analistas,
negar la necesidad de contar con un instrumento político. Considero
que éste es indispensable, porque la historia nos ha demostrado que
la construcción de una fuerza social popular anticapitalista no se pro-
duce de manera espontánea, sino que requiere un sujeto constructor
capaz de orientar su acción sobre la base de un análisis de la totali-
dad de la dinámica social y política; de un sujeto capaz de elaborar
la estrategia política que permita aglutinar a los más amplios sectores
sociales y políticos contra la actual globalización neoliberal, no sólo
en el plano nacional sino en el internacional; de un instrumento po-
lítico que articule la acción de los múltiples y plurales sujetos, respe-
tando sus diferencias, y determine las tácticas más adecuadas para ir
horadando el poder de las clases dominantes e ir avanzando hacia la
construcción de una sociedad que se aleje de la lógica individualis-
ta perversa del capital para ir implantando una lógica cada vez más
humanista y solidaria. Una herramienta política que nos permita edi-
ficar el socialismo del siglo xxi, cuyo objetivo final es el más pleno
desarrollo de los seres humanos.
reconstruyendo la izquierda	                                                            11

   Luego de abordar todas estas cuestiones, termino analizando el
tema de la reforma y la revolución, y señalo cómo estos conceptos se
aplican al proceso revolucionario bolivariano, un proceso revolucio-
nario sui géneris que ha obligado a la izquierda latinoamericana a
repensar muchas cuestiones.
   Este libro —que recoge reflexiones y secciones completas de va-
rios trabajos míos publicados en español desde 1999 hasta mayo de
2006— se inspira, en gran medida, en la propia práctica del movi-
miento revolucionario latinoamericano que he estado sistematizando
durante los últimos quince años a través de un trabajo de recuperación
de la memoria histórica. Advierto que no he realizado un estudio
exhaustivo de toda la bibliografía disponible; me he basado fundamen-
talmente en los libros que he tenido a mano. Si algún autor importante
no figura entre los trabajos consultados, esto no se debe a un descarte
voluntario, sino sólo a que no he podido estudiar con la debida serie-
dad su obra en esta fase de elaboración en la que me encuentro.
   Se trata de un libro abierto. Son muchos los asuntos que habría
deseado desarrollar con mayor profundidad y otros muchos los que

     Aquí nombro los más significativos: La izquierda en el umbral del siglo xxi. Haciendo

posible lo imposible, México, Siglo XXI; España, Siglo XXI (traducido al francés, italiano
y portugués); La izquierda después de Seattle, España, Siglo XXI, 1ª ed., 2002; “Acerca
del sujeto político capaz de responder a los desafíos del siglo xxi”, ponencia en la
Conferencia Internacional “Karl Marx y los desafíos del siglo xxi”, La Habana, 5 al 10
de mayo de 2003; “On leftist strategy”, Science and Society, vol. 69, núm. 2, abril de 2005;
Venezuela, una revolución sui géneris, Caracas, Editorial Ministerio de Cultura, 2004.
     Sin incluir las entrevistas realizadas cuando era directora del semanario político

Chile HOY (1971-1973), he entrevistado a cuarenta figuras de la izquierda del máxi-
mo nivel y a más de cien si incluyo a cuadros dirigentes del segundo nivel. Entre los
primeros están el presidente Hugo Chávez de Venezuela; el presidente de Bolivia,
Evo Morales; el presidente del Brasil, Luis Inácio da Silva; el presidente de Uruguay,
Tabaré Vázquez; los cinco comandantes del fmln de El Salvador y dos de los máximos
dirigentes de Convergencia Democrática; los tres comandantes de la urng de Guate-
mala; seis de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista;
cuatro de los cinco comandantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar de
Colombia, además de los presidentes de los frentes políticos Unión Patriótica y A
Luchar; cinco alcaldes petistas; el intendente de Montevideo del Frente Amplio de
Uruguay; dos alcaldes de La Causa R de Venezuela y su secretario general; el alcalde
del Municipio Libertador, Freddy Bernal; secretarios generales de partidos uruguayos
y peruanos; tres altos dirigentes cubanos, y varios dirigentes sindicales venezolanos.
También me han sido especialmente útiles los escritos de los siguientes compañeros:
Enrique Rubio (1991; 1994), dirigente de la Vertiente Artiguista y diputado nacional
de Uruguay; Clodomiro Almeyda (1991-1997), dirigente socialista chileno, ex can-
ciller de Salvador Allende; Carlos Ruiz, sociólogo y profesor universitario chileno, y
Franz Hinkelammert, economista y teólogo alemán.
12	                                                   marta harnecker

ni siquiera he podido abordar. Espero que mis lectores comprendan
las limitaciones de este trabajo y se sientan estimulados a ampliar, pro-
fundizar y aportar nuevos puntos de vista sobre los temas abordados,
muchos de los cuales sé que son muy polémicos. Si esto se logra, ha-
bré cumplido uno de los objetivos que me propuse.
   Agradezco enormemente las valiosas sugerencias de Michael Le-
bowitz, mi compañero, con quien comparto tantos sueños y espe-
ranzas. Agradezco su paciencia por soportarme en medio de las ten-
siones que se producen al tratar de compatibilizar el tiempo para
la reflexión teórica con las múltiples tareas que impone la práctica
política concreta.
   Agradezco muy especialmente al presidente Chávez por haber
sembrado de nuevo la esperanza en nuestra América y en el mundo.
   Espero que este libro contribuya con un granito de arena a la re-
construcción de la izquierda, aportando ideas que ayuden a impulsar
una nueva cultura política en nuestras filas. Una cultura pluralista y
tolerante, como ya dije en otra ocasión. Que ponga por encima lo
que la une y deje en segundo plano lo que la divide. Que promueva
valores como la solidaridad, el humanismo, el respeto a las diferen-
cias, la defensa de la naturaleza. Que rechace el afán de lucro y las
leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana.
Que comience a darse cuenta de que la radicalidad no está en levan-
tar las consignas más radicales ni en realizar las acciones más radi-
cales —que sólo unos pocos siguen porque asustan a la mayoría—,
sino en ser capaces de crear espacios de encuentro y de lucha para
amplios sectores. Es en la lucha donde los seres humanos crecemos y
nos transformamos. Constatar que somos muchos los que estamos en
la misma lucha es lo que nos hace fuertes, es lo que nos radicaliza.
   La política revolucionaria sólo puede concebirse como el arte de
hacer posible lo imposible.

                                                    marta harnecker
                                                   28 de mayo de 2006
Parte I

     La izquierda
frente al mundo actual
1. Cambios profundos en el mundo




1. Vivimos en un mundo muy diferente del de hace medio siglo atrás
—los inicios de la Revolución cubana—, no sólo por la derrota del
socialismo soviético —que ha significado para la izquierda un golpe
extremadamente duro—, sino por el efecto de otra serie de aconte-
cimientos entre los cuales cabría destacar los avances de una nueva
revolución científico-técnica y sus consecuencias en el proceso pro-
ductivo y en la naturaleza; el papel cada vez más preponderante que
han adquirido los medios de comunicación masiva; la imposición del
neoliberalismo como sistema hegemónico, y el papel que desempe-
ña la deuda externa en la subordinación de las economías del tercer
mundo a los intereses de las grandes potencias.

2. La máquina-herramienta que dinamizó el desarrollo de la civiliza-
ción industrial está siendo remplazada en forma acelerada por má-
quinas-herramientas de control numérico y robots, y la computado-
ra —que permite la recopilación, el procesamiento y la producción
automatizada de datos y conocimientos— pasa a ser un instrumento
de trabajo fundamental.

3. Sin embargo, no se trata sólo de computadoras la llamada revolu-
ción electrónico-informática, que se ha traducido en cambios fundamen-
tales en las telecomunicaciones, la microbiología y otras áreas. En los
países avanzados, la vida cotidiana está invadida por equipos infor-
máticos: las tarjetas de crédito, las tarjetas electrónicas que rempla-
zan a las llaves de los hoteles, los semáforos inteligentes, las puertas
que se abren y cierran automáticamente, y miles de cosas más.

4. Las nuevas tecnologías facilitan una difusión de volúmenes de da-
tos cada vez mayores, a la vez que aumentan y abaratan enormemen-


     Uso de microcomputadoras en la unidad de control de la máquina. Creada en

los años cincuenta, se introduce en la producción en los setenta (Eduardo Viera, Fin
de siglo: la crisis estructural del capitalismo, Montevideo, Talleres Gráficos de Punto Sur,
1997, p. 64).

                                           [15]
16	                                                   reconstruyendo la izquierda

te la potencia de cálculo, lo que, a su vez, hace que los conocimientos
científicos avancen con una gran velocidad.

5. Un ejemplo de los adelantos del conocimiento son los avances
espectaculares de la biotecnología y la ingeniería genética.

6. El hecho de poder emplear la “información genética para crear
organismos ‘nuevos’ y colocar las fuerzas que guían el metabolismo
de la vida al servicio de la producción de riquezas es un salto tecno-
lógico de consecuencias inimaginables”.

7. Según Jeremy Rifkin, estos avances científico-técnicos nos permi-
ten vislumbrar un mundo en el que se podrían realizar cosechas agrí-
colas en laboratorios en forma masiva. Por otra parte, el comercio,
las finanzas, la recreación, la investigación han sido profundamente
conmocionados por las nuevas tecnologías.



1) unidad en tiempo real a escala planetaria

8. En la actualidad, el capital no sólo se traslada a los lugares más ale-
jados del mundo —como lo ha hecho desde el siglo xvi—, sino que es
capaz de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria.
Cantidades fabulosas de dinero —miles de millones de dólares— se
transan en segundos en los circuitos electrónicos que unen al mundo
de las finanzas. Se trata de un fenómeno que sólo comienza a ser
posible en los últimos decenios del siglo xx gracias a la “nueva infra-
estructura proporcionada por las tecnologías de la información y la
comunicación” y a las nuevas condiciones institucionales que hacen
posible ese gran desplazamiento de capitales, al eliminarse las trabas
implantadas luego de la segunda guerra mundial. Este fenómeno
toma un impulso cada vez mayor con la disgregación del bloque so-

     Carlota Pérez, “Las nuevas tecnologías: una visión de conjunto”, La tercera revo-
lución industrial (impactos internacionales del actual viraje tecnológico), Buenos Aires, Rial,
1986, p. 79.
     Jeremy Rifkin, El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el naci-

miento de una nueva era, España, Paidós, 1996, p. 159.
     M. Castells, La era de la información: La sociedad red, México, Siglo XXI, 1999, vol.

1; Barcelona, Alianza Editorial, 1997, p. 120.
     Especialmente en Europa. Véase François Chesnais, “Notas para una caracteriza-

ción del capitalismo a fines de siglo”, Carré Rouge, París, octubre-diciembre de 1996.
cambios profundos en el mundo	                                                          17

viético y los cambios económicos llevados adelante por esos países.
En la actualidad, el mundo puede funcionar cada vez más como una
unidad operativa única, como un mercado global de capitales.




2) la internacionalización del proceso productivo

9. Pero más allá del terreno de las finanzas, algo cualitativamente nuevo
ha ocurrido también en el terreno de la producción: la internacionaliza-
ción del propio proceso de producción, es decir, la fabricación de diferentes
partes del producto final en diversos lugares geográficos. Esto mismo
ha ocurrido en el área de muchos servicios. Este desplazamiento o re-
localización del proceso productivo y de los servicios ha determinado
que muchos procesos se desplacen hacia los países que ofrecen más
ventajas, y esto por muchas razones, incluyendo la represión del estado,
determinando que los más intensivos en mano de obra se localicen en
los países del sur donde se encuentra mano de obra más barata. Esto, a
su vez, ha provocado una gran difusión de las relaciones capitalistas de
producción que desplazan a las relaciones precapitalistas allí donde se
instala el capital transnacional.


a) Las empresas transnacionales o redes globales

10. Las más poderosas empresas de la era informacional organizan sus
procesos operativos a escala mundial, creando lo que Robert Reich de-
nomina la trama o red global. El producto final incorpora componen-
tes producidos en muchos lugares del mundo, que se ensamblan de
acuerdo con los intereses de mercados específicos en una nueva for-
ma de producción y comercialización más flexible y personalizada.

     William I. Robinson, “Un estudio de caso sobre el proceso de globalización en

el Tercer Mundo: una agenda transnacional en Nicaragua”, Pensamiento Propio, núm.
3, Managua, enero-abril de 1997, p. 200. Rafael Agacino, La anatomía de la globaliza-
ción y de la integración económica, Santiago de Chile, 1997, p. 9, mimeo. Véase también
Octavio Ianni, “La internacionalización del capital”, cap. 3, Teorías de la globalización,
México, Siglo XXI, 1996, pp. 31-43.
     W. I. Robinson, “Un estudio de caso…”, op. cit., p. 200. Digo “allí donde” porque

puede ocurrir que se trate de verdaderos enclaves.
     R. Reich, The Work of Nations (Preparing Ourselves for 21st Century Capitalism), Nueva

York, Vintage Books, 1992, pp. 110-118.
18	                                         reconstruyendo la izquierda

11. Lo que se comercia entre las naciones no son tanto los productos
terminados, sino especializadas formas de resolver problemas: investiga-
ción, diseño, fabricación; identificar problemas: marketing, propaganda,
consultas al cliente, y servicios de consultoría: financiera, de investiga-
ción, legal, así como ciertos componentes y servicios rutinarios, todos los
cuales se combinan para crear valor. Por eso, es muy difícil decir hoy
qué parte del producto se hizo en qué lugar.

12. Ya Robert Reich había afirmado que —a diferencia de las empre-
sas multinacionales estadunidenses, que tenían su cuartel general en
Estados Unidos y cuyas empresas subsidiarias situadas en otros países
eran realmente subsidiarias y obedecían a los intereses de su empre-
sa matriz, y donde la propiedad y el control eran indiscutiblemente
estadunidenses— en las actuales empresas altamente rentables organiza-
das en forma de red es imposible una conducción vertical y una pro-
piedad centralizada. El poder y la riqueza, en lugar de concentrarse
en un país, pasan a manos de los grupos que han acumulado las ha-
bilidades más valoradas para identificar y resolver problemas, y estos
grupos se encuentran localizados en muchos lugares del mundo.10

13. En la producción a gran escala se podía saber el lugar de origen
de un determinado producto, porque éste era realizado en un deter-
minado lugar. La economía informacional —en cambio— puede pro-
ducir de manera eficiente en muchos lugares diferentes: una com-
putadora es diseñada en California y financiada en Estados Unidos
y Alemania, y contiene tarjetas de memoria fabricadas en Corea del
Sur; un avión jet es diseñado en Washington y el Japón, ensamblado
en Seattle, con partes de la cola que provienen del Canadá y otras
partes de China e Italia, y con un motor proveniente de Inglaterra.11
De ahí que se hable de empresas transnacionales.


b)	 El comercio internacional: un comercio dentro de las propias firmas
    transnacionales

14. Un resultado de todo esto es que mucho de lo que llamamos comercio inter-
nacional es actualmente comercio dentro de las propias grandes empresas trans-

    Op. cit., pp. 113-114.
   10 Op. cit., pp. 110-111.
   11 Op. cit., p. 112.
cambios profundos en el mundo	                                                      19

nacionales. Por ejemplo, Stephen Poloz señala que un gran porcentaje
del comercio internacional de Estados Unidos ocurre dentro de las
empresas transnacionales que tienen relaciones entre sí fuera del país.

15. “Alrededor de la mitad de las importaciones [estadunidenses]
proviene de los afiliados extranjeros dentro de la familia y alrede-
dor de un tercio de todas las exportaciones [de Estados Unidos]
va a ellos. La proporción de las importaciones de Estados Unidos
que provienen de México y Alemania en un 67% son transacciones
intrafirmas; de Japón, 77%; de Singapur, 74%. De Corea del Sur,
56%, cifra que dobló en los últimos años. De China, 21%, otra cifra
que dobló. De Europa del Este, 32%, tres veces mayor que la cifra
inicial.”12

16. Es importante, además, entender que no podemos identificar
empresas transnacionales con Estados Unidos. Peter Drucker señala
“que las multinacionales con base en [Estados Unidos] sólo son una
fracción —y una fracción declinante— de todas las multinacionales.
Sólo 185 de las 500 multinacionales más grandes —algo menos del
40%— tienen asiento en Estados Unidos (la Unión Europea tiene
126, Japón 108). Y las multinacionales están creciendo mucho más
rápido fuera de Estados Unidos, especialmente en Japón, México, y
más recientemente en Brasil. […] El mundo económico de las multi-
nacionales, en lugar de ser un mundo dominado por Estados Unidos
y las empresas estadunidenses, ha llegado a ser un mundo verdade-
ramente global”.13


c) Cambiando la correlación de fuerzas

17. Drucker también apunta a los cambios en la correlación interna-
cional de fuerzas. “La nueva economía mundial es fundamentalmen-
te diferente de la de cincuenta años atrás, luego de la segunda gue-
rra mundial. Estados Unidos sigue siendo el líder político y militar
mundial y lo será por varias décadas. Muy probablemente también se
mantendrá como la economía más rica y productiva del mundo por

   12 Véase Neil Reynold, “U.S. trade deficit is an all in the family affair”, Globe and
Mail, 22 de febrero de 2006.
  13 Peter Drucker, “Trading places”, The National Interest, primavera de 2005.
20	                                               reconstruyendo la izquierda

mucho tiempo más (aunque la Unión Europea como un todo es más
grande y más productiva). Pero la economía de Estados Unidos ya no
es más la única economía dominante.”14

18. “La economía mundial emergente es una economía pluralista,
con apreciable número de bloques económicos; hay más o menos unos
cinco o seis bloques entre los cuales el de Estados Unidos con el tl-
can es uno entre todos, coexistiendo y compitiendo con la Unión
Europea (ue), el Mercosur en América Latina, el asean en el Lejano
Oriente, y China e India son estados-naciones que por sí mismos con-
forman bloques. Estos bloques no son ni ‘librecambistas’ ni ‘protec-
cionistas’, sino ambas cosas a la vez.”15 En particular, vemos el rápido
crecimiento de China y la India; ambos países son receptores de in-
versiones de las firmas multinacionales, pero, al mismo tiempo, han
desarrollado sus propias multinacionales.

19. Finalmente, no se debe olvidar que lo que hoy se globaliza es preci-
samente la forma capitalista de explotación. Ésta adopta diversas mo-
dalidades según el grado de desarrollo de los países. Mientras que en
los países más desarrollados los avances de la revolución tecnológica
son evidentes y hacen pensar a algunos autores que ya se ha llegado
a una etapa postindustrial y hasta poscapitalista,16 en los países de
escaso desarrollo, enormes masas de trabajadores están integrándose
recientemente en el sistema capitalista de producción.

20. Estudiar la forma desigual en que se da este proceso de explota-
ción hoy es una de nuestras tareas pendientes.

21. Estos cambios tecnológicos no sólo revolucionan el proceso de
producción, sino la vida integral del hombre. De ahí que algunos auto-
res hablen de una “transformación civilizacional”.17 No se trataría de
una revolución tecnológica más,18 sino de algo mucho más profundo.

   14  Op. cit.
   15  Op. cit.
    16 Peter Drucker, La sociedad post-capitalista, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1994,

pp. 1-17.
    17 Sobre este tema véase el libro de Juan Antonio Blanco, Tercer Milenio. Una visión

alternativa de la posmodernidad, La Habana, Centro Félix Varela, 1995.
    18 Varios autores, entre ellos Carlota Pérez, por ejemplo, reconocen cinco revolu-

ciones tecnológicas. La primera de ellas coincidiría con la gran revolución industrial
cambios profundos en el mundo	                                                             21

Alvin Toffler sostiene, por ejemplo, que se trata de “un acontecimien-
to tan profundo como aquella primera ola de cambio desencadenada
hace diez mil años por la invención de la agricultura, o la sísmica se-
gunda ola de cambio disparada por la Revolución industrial”. Según
el autor, la “humanidad se enfrenta con la más profunda conmoción
social y reestructuración creativa de todos los tiempos”.19

22. Otros, sin embargo, sostienen que por mucha trascendencia que
tengan los cambios tecnológicos actuales, en modo alguno se pue-
den comparar con los de la revolución industrial de fines del siglo
xviii y principios del xix, porque la máquina introducida entonces
en el proceso de producción continúa siendo hoy “el fundamento
técnico de la producción contemporánea”.20




3) cambia la naturaleza del estado, 	
   pero no disminuye su papel

23. Estas empresas transnacionales, que tratan de liberarse de las ama-
rras de los estados para poder operar libremente, recurren, sin em-
bargo, a los gobiernos de estos países para que les faciliten los nego-
cios, convirtiendo a los ministerios de Relaciones Exteriores y otras
dependencias del estado nacional en verdaderas oficinas de nego-
cios a su servicio.21

24. Es bastante conocido que la intervención activa de muchos go-
biernos fue decisiva para fomentar la competitividad de sus empre-
sas.

25. Por otra parte, Chomsky sostiene que uno “de los mejores estu-
dios [realizado en la década de los noventa] sobre las cien transna-


en las últimas décadas del siglo xviii y la última sería la actual. Véase C. Pérez, “Las
nuevas tecnologías: una visión de conjunto”, La Tercera revolución industrial (impactos
internacionales del actual viraje tecnológico), Buenos Aires, Rial, 1986, pp. 43-89.
    19 Alvin Toffler, The Third Wave, Barcelona, Plaza  Janés, 1994, pp. 19-20.
    20 Pedro Monreal, Tecnología flexible y crisis económica: el caso de la industria norteame-

ricana en la década de los ochenta, tesis doctoral, Centro de Investigaciones de la Econo-
mía Internacional, Universidad de La Habana, diciembre de 1998, mimeo.
    21 R. Agacino, op. cit., p. 15.
22	                                               reconstruyendo la izquierda

cionales más importantes de la lista de Fortune, encontró que todas
ellas se habían beneficiado de intervenciones específicas de los esta-
dos nacionales, donde tienen su base. […] No tendríamos muchas
corporaciones grandes si no fuera por el financiamiento público; y el
financiamiento público proviene del contribuyente fiscal […]”.22

26. El bloqueo a Cuba es un buen ejemplo de la escasa indepen-
dencia que tienen las empresas transnacionales respecto a la política
estatal norteamericana.

27. Pero, al mismo tiempo que intervienen a favor del gran capital trans-
nacional, los estados nacionales van perdiendo el control de una serie
de asuntos en forma creciente, ya sea porque los países de una determi-
nada región se integran en una determinada unidad regional mayor,
como es el caso de los países de la Unión Europea, o por el carácter
subordinado de los países periféricos en relación con los centrales. En
estos casos, la definición de las políticas económicas tiende a hacerse
más allá de sus fronteras. Los sindicatos, partidos y sistemas nacionales
de comunicación se van debilitando en la misma medida en que co-
bran fuerza el mercado monetario internacional, los medios de comu-
nicación global y las grandes empresas multinacionales.23

28. “Muchos actores dan por supuesta una alternativa excluyente: o
los estados-nación son todavía importantes, o se ha producido una
globalización de las figuras de autoridad. Conviene entender que
las dos proposiciones son ciertas: los estados-nación siguen siendo
importantes aunque, desde luego, unos más que otros, sin embargo
han cambiado radicalmente en el contexto global. […] Sus acciones
se orientan cada vez más, no hacia los intereses nacionales, sino más
bien hacia la estructura de poder global emergente.”24

29. Lejos de presenciar un capitalismo global que desconoce el esta-
do, lo que vemos es una gran diferenciación entre estados muy acti-
vos, como los del Grupo de los Siete, y un conjunto de clases capitalistas

   22 N. Chomsky, “La sociedad global”, Globalización, exclusión y democracia en América

Latina, México, Contrapuntos/Joaquín Mortiz, 1997, p. 13.
   23 E. Hobsbawm, La historia del siglo xx (1914‑1991), Barcelona, Crítica, 1995, pp.

424-425.
   24 Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud, Barcelona, Random House Monda-

dori, 2004, pp. 193-194.
cambios profundos en el mundo	                                                       23

altamente politizadas que se empeñan en asegurar lo que Stephen Gill deno-
minó adecuadamente: “un nuevo constitucionalismo para un neoliberalismo
disciplinario”,25 mientras que los estados de los países periféricos se
ven cada vez más debilitados.


a) Regímenes democráticos más limitados

30. Lo que hoy existe son regímenes democráticos muy diferentes de
los anteriores al período dictatorial. En esos años —sostiene Carlos
Ruiz—, el tipo de desarrollo económico y social existente provocaba
una lealtad de masas suficientemente amplia para dar estabilidad al ré-
gimen democrático representativo burgués incorporando a ciertos sec-
tores populares a las luchas políticas. “Era la época de la alianza entre
sectores obreros, aquellas franjas de las capas medias que habían sur-
gido bajo el alero del estado y el empresariado industrial […], bajo el
patrón del desarrollo capitalista en que la industria devenía no sólo la
locomotora del crecimiento económico y de la acumulación de capital,
sino también de la organización social y cultural de la sociedad y de la
organización de la lucha política dentro de los marcos del sistema.”26

31. Fue probablemente el fin de la larga fase de expansión de la
posguerra y la nueva y profunda crisis que comienza a gestarse en
ese momento, por un lado, y el auge de la lucha de clases que po-
nía en peligro el sistema de dominación vigente, por el otro, lo que
condujo a la instalación de dictaduras militares en varios países de
América Latina (Brasil, Uruguay, Chile, Argentina). Sólo mediante
regímenes de fuerza, que desarticularan a las clases populares y a sus
representantes sociales y políticos, era posible crear las condiciones
políticas para la reestructuración capitalista que se necesitaba.

32. Y, luego, cuando los militares regresan a sus cuarteles y negocian
una salida democrática, esta salida no puede ser otra que una salida
democrática limitada, que impida que se repitan las situaciones de
ingobernabilidad que dieron origen a los gobiernos dictatoriales.

   25  Leo Panitch, “Globalización, estados y estrategias de izquierda”, P. González
Casanova y J. F. Saxe-Fernández, El mundo actual: situación y alternativas, México, Siglo
XXI, 1996, p. 92.
    26 Carlos Ruiz, “Reconstrucción del movimiento popular y luchas de poder”, Sur-

da, núm. 11, Santiago de Chile, diciembre de 1996, p. 4.
24	                                                reconstruyendo la izquierda

33. Se trata, como dice Franz Hinkelammert, de democracias agresi-
vas, “sin consenso, con extremo control de los medios de comunica-
ción por intereses económicos concentrados, en las que la soberanía
no reside en los gobiernos civiles, sino en los ejércitos y, más allá de
ellos, en los organismos financieros internacionales que representan
los gobiernos de los países [más desarrollados]. Se trata de democra-
cias controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún
mecanismo democrático”.27

34. Estos regímenes de democracia tutelada, limitada, restringida, con-
trolada o de baja intensidad —según las denominaciones de los diver-
sos autores— concentran el poder en órganos de carácter permanen-
te, no electivos y, por lo tanto, no sujetos a cambios producto de los
resultados electorales. Entre ellos podemos nombrar los siguientes:
el Consejo de Seguridad Nacional, el Banco Central, las instancias
económicas asesoras, la Corte Suprema, la Contraloría, el Tribunal
Constitucional y otros órganos como éstos, que limitan drásticamente
la capacidad efectiva de las autoridades elegidas democráticamente.

35. Grupos de profesionales y no de políticos son los que hoy adop-
tan las decisiones o tienen una influencia decisiva sobre éstas. Inclu-
so en determinadas áreas esenciales, por ejemplo, la económica y la
militar, surgen instituciones que constituyen “más bien la expresión
nacional de un organismo supranacional”:28 el fmi, la otan, el Ban-
co Mundial, el Parlamento Europeo, “con capacidad para condicio-
nar [o] imponer acciones fundamentales en el interior de los países,
al margen de la opinión de los electores”.29

36. La aparente neutralidad y despolitización de esos órganos oculta
una nueva manera de hacer política de la clase dominante. Sus de-
cisiones se adoptan al margen de los partidos. Esto permite, según
Martín Hernández, “enmascarar en alguna medida el carácter de

    27 Franz Hinkelammert, “Nuestro proyecto de nueva sociedad en América Latina:

el papel regulador del estado y los problemas de autorregulación del mercado”, Cultu-
ra de la esperanza y sociedad sin exclusión, San José de Costa Rica, dei, 1995, p. 114.
    28 Martín Hernández, “Las democracias protegidas y la dominación democrática

del capital financiero”, Revista de Ciencias Sociales (Trabajo y Capital), Uruguay, noviem-
bre de 1989, p. 146.
    29 Germán Sánchez, “Problemas de la democracia en nuestra América”, Revolución

y Democracia, Universidad Nacional Siglo XX, Llallagua, Bolivia, 1992, p. 25.
cambios profundos en el mundo	                                              25

clase del aparato estatal al presentar las decisiones como asunto
de expertos ajenos a la demagogia y que aplican criterios ‘científi-
cos’; y, sobre todo, al disminuir la importancia real de las institucio-
nes electivas, crear mecanismos de resolución de los conflictos in-
terburgueses que no apelen a la participación política de las masas
populares”.30

37. En realidad, las democracias burguesas siempre han buscado pro-
tegerse frente a las decisiones de los dominados. Pero en los regíme-
nes democráticos anteriores esos mecanismos de protección apare-
cían como falencias de la democracia, es decir, como procedimientos
antidemocráticos; por ejemplo, la limitación del derecho al voto o
los fraudes electorales. Esos procedimientos eran necesarios para ase-
gurar la elección de personas de confianza de las clases dominantes,
precisamente, porque las autoridades estatales elegidas por sufragio
universal “tenían real capacidad para influir” en el funcionamiento
del aparato de estado.31

38. Según el autor, eso otorgaba argumentos a la estrategia refor-
mista, porque si se lograba elegir a autoridades progresistas, éstas
podrían realmente realizar transformaciones sociales y políticas de
importancia, dada la real influencia de las autoridades electivas sobre el
funcionamiento del aparato estatal. ¿Dónde estaba lo ilusorio de la es-
trategia reformista? En creer que las clases dominantes iban a ser
consecuentes con su discurso democrático. Pero esto no ocurrió así.
Apenas perdieron el control del gobierno, no vacilaron en recurrir
a la columna vertebral del aparato estatal: su fuerza armada (apo-
yada directa o indirectamente por el Pentágono), para cancelar la
democracia y establecer la dictadura, como ocurrió con Arbenz en
Guatemala, Bosch en República Dominicana, Goulart en el Brasil y
Allende en Chile.

39. La situación actual es diferente: la democracia se ha “perfecciona-
do”32 porque hoy se hace más difícil la distorsión de la voluntad del
electorado en la votación, debido al uso de procedimientos de con-
trol más sofisticados gracias al empleo de las nuevas tecnologías de la

   30 M. Hernández, “Las democracias protegidas…”, op. cit., pp. 146-147.
   31 M. Hernández, op. cit., p. 142.
   32 Expresión de Martín Hernández.
26	                                                 reconstruyendo la izquierda

información (no es común ver los fraudes escandalosos del pasado).
Pero este perfeccionamiento va acompañado simultáneamente de
drásticas limitaciones: por una parte, se han perfeccionado enorme-
mente los mecanismos de fabricación del consenso, monopolizados
por las clases dominantes, que condicionan en un alto grado la “vo-
luntad” del electorado y, por otra, se ha restringido en gran medida
la capacidad efectiva de las autoridades generadas democráticamen-
te como forma de establecer una protección contra la voluntad de
los ciudadanos. Al mismo tiempo que se crean condiciones para un
respeto a la voluntad popular en las urnas, se restringe el campo de
acción de esa voluntad popular al poner límites a la acción de sus
mandatarios.

40. Las características actuales del funcionamiento del aparato es-
tatal restringen enormemente las posibilidades de acción de un
gobierno de izquierda. “Poco se obtiene con elegir mandatarios
que expresen la voluntad popular si ellos tienen un campo de ac-
ción” tan restringido que sólo “pueden operar en el ámbito de lo
insustancial”.33

41. A esto hay que agregar que, al mismo tiempo que se crean estos
espacios restringidos de democratización política en la cúpula, con el
repliegue de los militares a los cuarteles en algunos países, particular-
mente en Chile, este proceso no va acompañado de “una democratiza-
ción de las instituciones situadas en la base de la sociedad (la escuela,
la fábrica, el municipio, la universidad, etcétera) […]”.34

42. La forma en que se materializa este tipo de democracia autori-
taria depende de las peculiaridades de la historia política de cada
país. La democracia restrictiva —como dice Helio Gallardo— es “el
referente de una tendencia y no existe en su forma pura. Compren-
de regímenes autoritarios con respaldo electoral, constitucional y
armado […], y gobiernos constitucionales de partido, con base elec-
toral coalicional y vigilancia militar […] como el chileno. También,
regímenes autoritarios de partido, con un frágil o inexistente estado


   33 M. Hernández, op. cit., p. 144.
   34 Carlos Ruiz, Democracia y relaciones laborales. Una visión desde la transformación del
mundo de la industria en Chile, trabajo de titulación, Departamento de Sociología, Uni-
versidad de Chile, Santiago, octubre de 1996, p. 90.
cambios profundos en el mundo	                                                   27

de derecho, respaldo militar y corporativo y movilización de masas o
clientela electoral, como en el caso mexicano”.35

43. Por su parte, los regímenes políticos centroamericanos surgidos de
la negociación política con las fuerzas guerrilleras o luego de un pro-
ceso revolucionario como el sandinista, aunque también pueden cali-
ficarse de regímenes de democracia restringida, no tienen las mismas
características que el resto de los países del subcontinente. En el caso
de Nicaragua, el paso al gobierno de Violeta Barrios de Chamorro se
llevó a cabo en el marco jurídico desarrollado por la revolución y fue
sólo bajo una enorme presión de Estados Unidos que se logró contra-
rrestar la influencia sandinista en el ejército y la policía. En el caso de
El Salvador, los acuerdos de desmilitarización de 1993 limitaron tanto
numérica como funcionalmente el papel de la fuerza armada.

44. Otra de las líneas de la reforma del estado que comenzó a aplicar-
se en América Latina a partir de los ochenta es la dislocación terri-
torial o descentralización de ciertos aspectos del aparato del estado.
“En lo sustancial consiste en reordenar territorialmente el proceso de
urbanización y de implantación de industrias y servicios, así como en
entregar a estados, regiones, provincias o comunas la responsabilidad
sobre algunas tareas de educación, salud, asistencia social, vivienda y
desarrollo económico local.”36 Esta reforma persigue objetivos eco-
nómicos y políticos. Por una parte, facilitar el desarrollo del capitalis-
mo y, por otra, fracturar el movimiento popular y desviar su atención
de las luchas globales hacia las reivindicaciones locales. Sin embargo,
quizá sea en este proceso de descentralización donde los resultados
han sido más limitados. De hecho, es en el terreno de los gobiernos
locales donde la izquierda latinoamericana ha avanzado más en los
últimos años. No sólo ha conquistado crecientes espacios locales, sino
que ha hecho de ellos, en los casos más ejemplares, lugares privile-
giados para demostrar ante la opinión pública la posibilidad de llevar
adelante políticas alternativas al neoliberalismo, algo muy importan-
te en momentos de crisis de paradigmas como el actual.37


   35 H. Gallardo, “Democratización y democracia, Revista Pasos, núm. 68, Costa Rica,
1996, p. 13.
   36 M. Hernández, “Las democracias protegidas…”, op. cit., p. 151.
   37 Véase el estudio de ocho gobiernos locales de participación popular en Marta

Harnecker, Haciendo camino al andar, Santiago de Chile, lom/mepla, 1995.
28	                                            reconstruyendo la izquierda

b) La democracia desmovilizadora y el ciudadano endeudado

45. Pero eso no es todo; no sólo se trata de democracias tuteladas sino
de democracias desmovilizadoras, como las califica Tomás Moulián, to-
mando en cuenta la realidad chilena.38

46. La desmovilización popular sería el resultado de una serie de
factores que ya no estarían ligados principalmente al uso de la repre-
sión ni a otros métodos de presión contra el movimiento popular.

47. El principal factor que influye en ello es el debilitamiento del
movimiento sindical. Esto se debe tanto a los límites que le impone
la nueva legislación laboral implantada por la dictadura militar y que
sigue vigente como a la flexibilización producida en el ámbito de
las relaciones laborales. “Todo esto produce un aumento conside-
rable de la inestabilidad laboral, la indefensión de los trabajadores
y el aumento de la capacidad de control patronal. Las estrategias de
mérito individual aparecen como más productivas que las estrategias
de coordinación colectiva.”39 Y se ve agravado con las nuevas mo-
dalidades organizativas de las empresas, que buscan crear entre los
trabajadores un espíritu de cuerpo y una identificación subjetiva con
el resultado de su trabajo.

48. Otro elemento que favorece la “gobernabilidad” es el consu-
mismo. La cultura transmitida por los medios de comunicación no
es una cultura solidaria, sino una cultura que promueve el hedo-
nismo individualista. La gente no se contenta con vivir de acuerdo
con sus ingresos, sino que vive endeudada y, por lo tanto, necesita
mantener un trabajo estable —cada vez más escaso— para poder
solventar sus compromisos económicos.

49. Quizás aquí sea importante tener presente que el fenómeno del
consumo de masas no es algo que se haya producido espontáneamen-
te —ni tampoco la consecuencia de una naturaleza humana insacia-
ble—, como señala Jeremy Rifkin. Por el contrario, diversos estudios
revelan que los trabajadores estadunidenses de fines del siglo pasado

   38 Tomás Moulián, “Capitalismo, democracia y campo cultural en Chile”, Encuentro

XXI, núm. 2, mayo de 1995, p. 35.
   39 Ibid.
cambios profundos en el mundo	                                      29

se conformaban con recibir un salario que les permitiese vivir y tener
algunos pequeños lujos básicos. Preferían tener más tiempo para el
ocio que ingresos adicionales como consecuencia de una jornada labo-
ral más larga. Hay que recordar que el comportamiento del norteame-
ricano medio estaba muy influido por la ética protestante del trabajo,
cuyas piedras angulares eran la moderación y el sentido del ahorro.

50. ¿Cómo, entonces, en una tal situación, surgió el consumismo?

51. Fue, según Jeremy Rifkin, la comunidad empresarial norteame-
ricana la que se propuso “cambiar radicalmente la psicología que
había construido a la nación”. Ésta enfrentaba en los años veinte
una situación de sobreproducción, debida a un enorme aumento de
la productividad industrial que iba acompañada de un decrecimien-
to del número de compradores —los cambios tecnológicos habían
dejado sin empleo a un cada vez mayor número de personas—. A
este drástico descenso de las ventas sólo podía salírsele al paso si se
lograba cambiar la psicología del pueblo norteamericano motiván-
dolo a consumir cada vez más productos. Se lanzó así en una gran
cruzada para convertir a los trabajadores norteamericanos en una
masa de consumidores. “El marketing, que hasta entonces había ju-
gado un papel secundario en el mundo de los negocios, tomaba un
protagonismo inesperado en la nueva situación.”40 Había que pasar
de la cultura del productor a la cultura del consumidor y para ello
transformar lo que antes era un lujo para los sectores de mayores
ingresos en una necesidad para los grupos de menores ingresos.

52. “Los publicistas no tardaron mucho en empezar a modificar sus
planteamientos de lanzamiento de productos, pasaron de los argu-
mentos de utilización e información descriptiva a reclamos emotivos
con diferenciación social y estatus. El hombre y la mujer corrientes
fueron invitados a emular a los ricos […]. La ‘moda’ se convirtió en
la palabra de uso cuando las empresas e industrias intentaron identi-
ficar sus productos con lo ‘chic’ y lo ‘último’.”41

53. Fue en ese momento en que surgió también la compra a plazos.
“En menos de una década, una nación de trabajadores, los mode-

  40   Jeremy Rifkin, El fin del trabajo…, op. cit., pp. 41-42.
  41   Op. cit., p. 43.
30	                                                reconstruyendo la izquierda

rados americanos, se convirtieron a una cultura caracterizada por
el hedonismo, en busca de cualquier forma posible de gratificación
más o menos inmediata. A fines de los años veinte el 60% de las
radios, automóviles y de los muebles vendidos en Estados Unidos
fueron adquiridos en forma de venta a crédito.”42

54. En el nivel de las grandes masas se logró con éxito “convertir
lo superfluo en necesidad”43 y al hacerlo y promover la compra a
plazos se creó, como dice Tomás Moulián, un nuevo mecanismo de
domesticación.44

55. El endeudamiento masivo no sólo sirve para mantener o ampliar
el mercado interno, sino que opera también como un “dispositivo
de integración social”.45 Es necesario asegurar el puesto de trabajo
y hacer méritos que permitan lograr el ascenso profesional para lo-
grar nuevas oportunidades de consumo: conseguir la casa propia,
el automóvil, el más reciente equipo de audio, el último modelo de
televisor.

56. “El actual modelo, a diferencia del modelo mercado-internista,
no recurre a políticas populistas, recurre a someter al trabajador al
cautiverio de sus deudas esclavo de la perpetua seducción de objetos
que se ofrecen a sus ojos como realización de la verdadera vida. ¿Qué
energía participativa, movilizadora, qué capacidad de riesgo puede
tener un trabajador enfrentado tanto a la inestabilidad de su empleo
como al cumplimiento religioso del pago de sus cuotas de crédito,
cuyo incumplimiento lo transforma en un subhombre, alguien a
quien le están negados los sueños futuros del confort?”46

57. Desmovilizadora también ha sido la aparición de una “izquierda
neoliberalizada que ha remplazado la creencia en el socialismo por
la creencia en el capitalismo democrático”; una izquierda que sim-

   42   Op. cit., p. 45.
   43   Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad
industrial avanzada, Barcelona, Planeta/Agostini, 1993 (1ª ed. 1954),��������
                                                                         p. 39.
    44 T. Moulián, Chile actual, anatomía de un mito, Arcis/lom, Santiago de Chile, 1997,

op. cit., p. 105.
    45 Op. cit., p. 121.
    46 T. Moulián, “Capitalismo, democracia y campo cultural en Chile”, Encuentro XXI,

núm. 2, mayo de 1995, p. 35.
cambios profundos en el mundo	                                                 31

plemente no cuestiona el sistema y que cuando se producen movili-
zaciones populares las maneja con “estricta lógica corporativa”.

58. El sociólogo chileno sintetiza así su tesis: “la experiencia histórica
demuestra que el mantenimiento del modelo neoliberal no requiere
una dictadura, ni siquiera la forma actual de una ‘democracia tute-
lada’. Requiere, eso sí, el disciplinamiento de una ‘democracia des-
movilizadora’, con un movimiento obrero débil y corporativizado en
sus demandas, con una izquierda que contribuya a la legitimación del
sistema y con ‘masas’ volcadas hacia el consumo y la entretención más
que hacia los asuntos públicos”.47




4) revolución en las comunicaciones

59. Pero si algo ha cambiado como consecuencia de la nueva revo-
lución tecnológica han sido las comunicaciones; éstas también han
sufrido una profunda revolución. Hasta hace poco, sonido, imagen
y texto marchaban por separado; lo más que se había logrado ha-
cer era superponerlos como en el caso del cine sonoro. Hoy, con las
tecnologías digitales, por primera vez en la historia de la humani-
dad estas diversas formas de información —textos, datos, sonido e
imágenes— pueden combinarse “en un producto único, el famoso
‘multimedia’”48 y pueden transmitirse casi instantáneamente.

60. “El dominio del multimedia se convierte en un tema estratégico
en los aspectos político, tecnológico, industrial y cultural. La apari-
ción de nuevos productos (edición electrónica con el cd-rom, soft-
ware educativo, microcomputadoras […] terminales multimedia) y
nuevos servicios (consulta de bancos de datos en el trabajo o en casa,
teletrabajo, Internet) se apoyan en la fusión de la informática, la
televisión, el teléfono y el satélite a través del dominio de las tecno-
logías digitales.”49



   47 Ibid.
   48 Ignacio Ramonet, Un mundo sin rumbo (Crisis de fin de siglo), Madrid, Debate,
1997, pp. 213-214.
   49 Op. cit., pp. 221-222.
32	                                                  reconstruyendo la izquierda

61. Una de las áreas donde el avance científico-técnico ha influido más
es en el desarrollo de los medios masivos de comunicación. Satélites,
fibras ópticas, sistemas de televisión por cable han revolucionado las
comunicaciones y permiten romper las barreras del espacio y el tiem-
po. “Por primera vez, la historia va a desarrollarse como tiempo único:
el tiempo mundial.”50

62. Estas invenciones tecnológicas hacen “que personas separadas
por océanos y continentes puedan conversar con sólo pulsar unos
botones” y ayudan a ir eliminado “las ventajas culturales de la ciudad
sobre el campo”.51

63. La televisión se ha transformado en una “máquina para comuni-
car”52 con un impacto tremendo, porque la mayor parte de las cosas
que transmite son vividas por los telespectadores como hechos rea-
les. Es muy difícil el distanciamiento crítico. Por otra parte, aquella
realidad que los medios no difunden no existe para la gran mayoría
de los telespectadores.

64. La pantalla chica invade los hogares, ocupando de manera cre-
ciente el tiempo libre de las personas e inculcando de forma subli-
minal una ideología neoliberal individualista y conformista. Una de
sus armas más efectivas son la mayor parte de las telenovelas que
adormecen la conciencia popular y provocan una verdadera adic-
ción. Son el opio del pueblo del mundo de hoy.53


a) Homogeneización cultural

65. Pero este mundo que “nunca ha sido tan desigual económicamen-
te”, nunca ha sido “tan igualador en cambio en relación con las ideas


   50  Paul Virilio, “Peligros, riesgos y amenazas”, Cine Cubano, núm. 142 (número es-
pecial), Dossier: Ante la globalización del nuevo milenio: todavía la utopía, La Habana, 1998,
p. 32. Yo agregaría: en los países avanzados, porque hay que recordar que sólo un 3%
de la población mundial tiene acceso a una computadora.
    51 Eric Hobsbawm, La historia del siglo xx (1914-1991), Barcelona, Crítica, 1995,

p. 22.
    52 Humberto Económica, citado en E. Rubio y M. Pereira, Utopía y estrategia. Demo-

cracia y socialismo, Montevideo, Trilce, 1994, p. 64.
    53 Juan Antonio Blanco habla del opio postmoderno de los oprimidos, op. cit., p. 117.
cambios profundos en el mundo	                                                      33

y la moral” —afirma Eduardo Galeano—. “Hay una uniformidad obli-
gatoria hostil a la diversidad cultural del planeta. La nivelación cultu-
ral ni siquiera puede medirse. Los medios de comunicación de la era
electrónica al servicio de la incomunicación humana están imponien-
do la adoración unánime de los valores de la sociedad neoliberal.”54

66. Por todo el mundo se expande “una estéril uniformidad”. De un ex-
tremo a otro del planeta se impone un mismo estilo de vida difundido
por los medios de comunicación de masas. En todos lados se ven “las
mismas películas, las mismas series televisadas, las mismas informacio-
nes, las mismas canciones, los mismos eslóganes publicitarios, los mis-
mos objetos, la misma ropa, los mismos coches, el mismo urbanismo,
la misma arquitectura, el mismo tipo de apartamentos, con frecuencia
amueblados y decorados de forma idéntica… En los barrios acomo-
dados de las grandes ciudades del mundo, el encanto de la diversidad
cede ante la fulminante ofensiva de la estandarización, la homogenei-
zación, la uniformización”. Por todas partes triunfa la cultura global.55

67. Muchos autores consideran que lo que se ha denominado “glo-
balización cultural” no sería otra cosa que la “norteamericanización”
de la cultura a nivel mundial.56 La cultura americana universal de lo
que se ha denominado el “McWorld” parece irresistible. “En Japón,
por ejemplo, las hamburguesas y las papas fritas han remplazado los
tallarines y los ‘sushi’; los jóvenes se pelean con expresiones ingle-
sas comprendiendo muy poco de su sentido para darse ínfulas. En
Francia, donde hace menos de diez años los puristas de la cultura le
hacían la guerra a la depravación del franglés, la salud económica se
mide por el éxito de Disneyland-París. La aparición de repente del
Halloween como nueva fiesta francesa para estimular el comercio en
el período de calma que precede a la Navidad no es sino el ejemplo
más desconcertante de esa tendencia a la americanización.”57


   54  Eduardo Galeano, “Hacia una sociedad de la incomunicación”, Cine Cubano,
núm. 142 (número especial), Dossier: Ante la globalización del nuevo milenio: todavía la
utopía, La Habana, 1998, p. 17.
   55 La llamada world culture. I. Ramonet, Un mundo sin rumbo (Crisis de fin de siglo),

Madrid, Debate, p. 63.
   56 José Joaquín Brünner, Globalización cultural y posmodernidad, Santiago de Chile,

Fondo de Cultura Económica (Breviarios), 1998, p. 151.
   57 Benjamin R. Barber, “Vers une société universelle de consommateurs: Culture

Mc World contre démocratie”, Le Monde Diplomatique, agosto de 1998, p. 14.
34	                                                  reconstruyendo la izquierda

68. Los 200 mil millones de dólares58 gastados por Estados Unidos en
propaganda no se gastan en vano. Para crear una demanda mundial
de productos norteamericanos, “debe fabricarse la necesidad de con-
sumirlos a la misma escala” y para hacerlo las grandes firmas, como
la Coca-Cola, no se limitan a hacer propaganda exclusivamente a su
producto, sino que deben al mismo tiempo pregonar el estilo de vida
norteamericano.59

69. ¡Cuán actuales son las viejas reflexiones de Marcuse acerca de la
distinción entre necesidades verdaderas y falsas!60

70. Y como esta cultura crea iguales necesidades de consumo tanto
en quienes tienen medios para satisfacerlas como entre las personas
que carecen de ellos —recordemos que mil millones de personas en
el planeta viven en la pobreza absoluta—, ¿cómo extrañarse enton-
ces que junto con el consumismo aumente la delincuencia, cuando
estos medios, al mismo tiempo que publicitan los productos, otorgan
detalladas informaciones de cómo adquirirlos ilícitamente a través
de los filmes que las divulgan masivamente?

71. Estos poderosos instrumentos audiovisuales concentrados cada
vez en menos manos y dominados por grandes transnacionales —que
manipulan la información en función de los intereses de las clases
dominantes—61 son los verdaderos forjadores del modo de pensar
de la gente, con todos los riesgos que ello implica.


b) Necesidad de autodefensa intelectual

72. La manipulación y el control del pensamiento que estos medios
ejercen es tan significativa que, según Noam Chomsky, la gente debe-
ría emprender “un curso de autodefensa intelectual” para protegerse
de sus efectos.62
   58   En francés, 200 milliards de dollars.
   59   B. R. Barber, ibid., p. 15.
     60 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad

industrial avanzada, Barcelona, Planeta/Agostini, 1993 (1ª ed. 1954), pp. 35-42.
     61 Sobre este tema véanse las excelentes obras de Noam Chomsky Los guardianes de

la libertad, Barcelona, Crítica, 1990, e Ilusiones necesarias (Control del pensamiento en las
sociedades democráticas), Madrid, Libertarias-Prodhufi, 1992.
     62 Noam Chomsky, Ilusiones necesarias, op. cit., p. 8.
cambios profundos en el mundo	                                                      35

73. Es triste ver la insensibilidad de nuestra izquierda y de muchos
de nuestros intelectuales latinoamericanos frente a esta colonización
cultural. Es sintomático que se suela encontrar natural y hasta se jus-
tifique que aparezcan cada vez más con mayor frecuencia palabras
en inglés en letreros, avisos y libros, en nuestros países.

74. Considero estratégico para quienes luchamos por una sociedad
diferente saber dónde y cómo levantar un muro de contención contra
esa penetración. Y en este sentido me parece evidente que en la era
de la globalización e Internet, ese muro no puede ser externo a nues-
tras conciencias. Hablar de censura no sólo me parece políticamente
incorrecto, sino sobre todo ineficaz. Es necesario armar la conciencia
de la gente, formar en ella una capacidad de distanciamiento crítico.
En este sentido pienso que el más importante dique de contención es
el patrimonio cultural de cada país y el papel que juega la educación,
tanto escolar como familiar, en la formación de los valores. No se trata
de cerrarnos al mundo, sino de asimilar todo lo bueno del mundo a
partir de nuestra propia realidad. Ya José Martí decía: “Injértese en
nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras
repúblicas.”63

75. El mejor antídoto frente “a Rambo, Forrest Gump, Disneylandia
y toda la superchería yanqui, y frente al modelo político, económico y
social que tales símbolos representan, es la cultura nacional cubana
que anticipa la Patria bolivariana y la auténticamente universal”, sos-
tiene Abel Prieto, y por ello considera que el “‘problema ideológico’
más grave” en relación con la cultura es precisamente “la falta de
cultura”.64

76. Es interesante saber que también dentro de los propios Estados
Unidos ha surgido una cultura disidente que, según Chomsky, ha ex-
perimentado un gran crecimiento desde la década de los sesenta65 y
que se ha visto reforzada por la gran movilización contra la guerra en
Irak, y muy recientemente con la lucha de los emigrantes.

    63 José Martí, Nuestra América, en Obras completas, La Habana, Centro de Estudios

Martinianos (cem), 2001, t. 6, p. 18.
    64 Abel Prieto, “La cigarra y la hormiga: un remake al final del milenio”, La Gaceta

de Cuba, núm. 1, enero-febrero de 1997, p. 54.
    65 Noam Chomsky, “El control de los medios de comunicación”, Cómo nos venden la

moto, Barcelona, Icaria, 1996, pp. 30-31.
36	                                            reconstruyendo la izquierda

5) estrategia fragmentadora del neoliberalismo

77. A todo esto se añade la estrategia fragmentadora del neoliberalis-
mo. Éste sabe que una sociedad dividida —en que diferentes grupos
minoritarios no logran constituirse en una mayoría cuestionadora
de la hegemonía vigente— es la mejor fórmula para la reproducción
del sistema.

78. Y no sólo se aplica esta estrategia en el nivel de los trabajadores
—tratando de “desestructurar la fuerza de trabajo en una suma de
actores o sujetos diferenciados y separados unos de otros”—,66 sino
de toda la sociedad.

79. El investigador argentino Alberto Binder se refiere detallada-
mente a esta estrategia de las clases dominantes en su artículo “La
sociedad fragmentada”.67

80. Según Binder, lo que esta estrategia persigue es “construir o fa-
bricar grupos sociales aislados” o “minorías” que generen “prácticas
de ‘guerra’” entre sí, con lo cual los grupos hegemónicos logran “un
control social horizontal”.

81. La base para mantener a estos grupos aislados entre sí o sujetos
a relaciones contradictorias es buscar conscientemente desorientar-
los respecto a sus posibles objetivos comunes, imposibilitando que
estas minorías asuman luchas colectivas. “La sociedad fragmentada
implica una mayoría—y a veces un pueblo entero— que ha perdido
el rumbo de su propia causa nacional.”

82. Esta política de desorientación social “actúa, fundamentalmente, en
tres niveles: a) la atomización de la sociedad en grupos con escasa
capacidad de poder; b) la orientación de esos grupos hacia fines ex-
clusivos y parciales, que no susciten adhesión; c) la anulación de su
capacidad negociadora para celebrar ‘pactos’” […].


   66  Carlos Vilas, “La izquierda en América Latina: presente y futuro (notas para
una discusión)”, Alternativas de izquierda al neoliberalismo, Madrid, fim-cea, 1996,
p. 42.
    67 Alberto Binder, “La sociedad fragmentada”, Pasos, núm. 3 (número especial),

Univ. San José de Costa Rica, 1992, pp. 22-26.
cambios profundos en el mundo	                                                      37

83. Para poder lograr estas metas se debe impedir que se cree un
espacio en que se puedan proyectar objetivos que vayan más allá de
cada grupo particular, es decir, que puedan ser compartidos por otros
grupos dando paso a potenciales acuerdos y alianzas; de ahí que la
prédica sobre la muerte de las ideologías pase a ser un elemento fun-
damental de esta estrategia. La sociedad deja de ser comprendida y
analizada en forma abarcadora, y con ello desaparecen las utopías
sociales que crean los espacios de encuentro de los diferentes grupos.
Por otra parte, se fomenta la cultura del naufragio, del “sálvese quien
pueda”, que descarta cualquier tipo de solución colectiva.

84. Se trata de “una estrategia global del poder dominante, que bus-
ca hacer pedazos a la sociedad e imposibilitar de un modo absoluto
la construcción de un concepto de mayoría”, preparando el terreno
para el ejercicio de una democracia limitada o restringida como la
que analizaremos algo más adelante.



6) el peligro militar

85. Por otra parte, a pesar del fin de la guerra fría, y de que ya no hay
potencias militares que puedan poner en peligro el sistema capitalis-
ta, continúa la carrera armamentista y la acumulación de arsenales
de exterminio cada vez más sofisticados.68

86. Dentro de este contexto, el acto terrorista del 11 de septiembre de
2001 contra las torres gemelas en Nueva York, que costó miles de vidas
inocentes entre las que se contaban cientos de latinoamericanos que
allí trabajaban, vino como anillo al dedo al gobierno estadunidense
“para explotar el crimen y reducir al silencio tanto a los que desde
dentro como desde fuera se oponen a sus ambiciones imperiales”.69

87. Mediante una hábil campaña mediática se creó una verdadera psi-
cosis colectiva que debía preparar el terreno para una gran “cruzada”
mundial contra el terrorismo.

   68 Marta Harnecker, “Contra el terrorismo y contra la guerra”, revista brasileña
PUCviva, 6 de enero de 2002.
   69 Henri Alleg, “Entretien sur les attentats aux ÉtatsUnis et la guerre en Afganis-

tán”, L’empire en guerre. Le monde après le 11 septembre…, París, Les Temps des Cerises,
noviembre, 2001, p. 125.
38	                                              reconstruyendo la izquierda

88. Ha nacido, como dice Samir Amin, “un nuevo macartismo”. Éste
pretende “satanizar toda oposición a los dictados del capital domi-
nante en nombre de la ‘seguridad interior’ y de la ‘guerra contra
el terrorismo’”.70 Se trata, como dice Chesnais, de crear “una nueva
Santa Alianza contrarrevolucionaria mundial”.71

89. En nombre de la seguridad se plantean restricciones a las liber-
tades y garantías constitucionales a las cuales los ciudadanos estadu-
nidenses otorgan mucha importancia: se podrá controlar la corres-
pondencia y las llamadas telefónicas; no hay que asombrarse si una
persona es vigilada como si fuera un sospechoso, sobre todo si tiene
algún rasgo oriental o se ha pronunciado públicamente contra la ac-
tual política del gobierno de Estados Unidos. Se ha llegado al extre-
mo de recomendar que todos se transformen en colaboradores de la
policía para denunciar a cualquier individuo sospechoso. Existe una
severa censura que “selecciona lo que el público debe o no saber de
la guerra […] Sólo se difunden ‘imágenes autorizadas’”.72

90. Afganistán fue el primer paso, luego le siguió Irak, y ahora se
anuncia como próximo objetivo Irán, en esta “guerra sin cuartel con-
tra el terrorismo”, es decir, contra lo que Estados Unidos considere un
“enemigo potencial”. “Las mismas bombas de siete toneladas que des-
truyeron las ciudades afganas pueden mañana explotar en las selvas
de Colombia.”73 ¿Acaso los grupos guerrilleros colombianos (farc-ep
y eln) no formaron parte de un primer listado de grupos terroristas
aparecido en los primeros días de iniciarse la campaña?

91. El terrorismo no podrá ser eliminado creando “un frente unido
contra el terrorismo”, como trata de imponer a rajatabla el gobier-
no de Estados Unidos. Lo único que podrá acabar para siempre con
el terrorismo será la eliminación de sus causas y por ello sería más


   70  Samir Amin, “Les attentats du 11 septembre”, L’empire en guerre: Le monde après
le 11 septembre…, p. 49.
    71 François Chesnais, “Nous sommes en face de deux ennemis, nous devons re-

construire une perspective internacionaliste”, op. cit., p. 161.
    72 Henri Alleg, “Entretien sur les attentats aux ÉtatsUnis et la guerre en Afganis-

tán”, L’empire en guerre. Le monde après le 11 septembre…, op. cit., p. 126.
    73 Miguel Urbano Rodríguez, ��������������������������������������������������
                                     “�������������������������������������������������
                                      O terrorismo de estado norteamericano e o perigo
da dictadura militar planetaria������������������������������������������������������
                                 ”�����������������������������������������������������
                                  , ponencia presentada en el Tercer Foro Mundial, Por-
to Alegre, 21 de febrero de 2002.
cambios profundos en el mundo	                                                     39

coherente lo que propone Samir Amin: un “frente único contra la
injusticia internacional y social” que, de concretarse, “pudiera tor-
nar inútiles, y, por lo mismo imposibles, los actos desesperados de
las víctimas del sistema”.74

92. Este frente internacional contra la injusticia y contra la guerra
podría reunir a militantes del Sur y del Norte con objetivos precisos:
intentar “impedir las guerras en preparación”; apoyar la resistencia
en los países víctimas de la intervención de Estados Unidos y sus alia-
dos, y desenmascarar las campañas que pretenden satanizar, califi-
cando de terroristas, tanto a los movimientos de liberación nacional
y de combate contra la explotación y la miseria en el Tercer Mundo
como a los movimientos antiglobalización en los países del Norte.75

93. Un gran frente que se construya en la base, que sea capaz de aglu-
tinar a sectores crecientes de la población a través de un lenguaje
sencillo y concreto; que sepa unir el combate a la guerra y las preocu-
paciones cotidianas de la gente, que son necesariamente diferentes
en las diversas realidades nacionales; el entusiasmo de los jóvenes
con la experiencia de las generaciones precedentes.76



7) el fenómeno imperialista no ha desaparecido, 	
   pero ha adquirido nuevas formas

94. No es lo mismo, entonces, actuar en un mundo bipolar como
el que existía en el momento en que triunfó la Revolución cubana,
donde el campo socialista servía de retaguardia a los movimientos
revolucionarios, y de muro de contención para poner freno a la ex-
poliación capitalista de los trabajadores de Occidente en general,
que actuar en el actual mundo globalizado unipolar en el que el polo
capitalista desarrollado no tiene contrincante.

95. No era lo mismo actuar en un mundo en que los obreros tenían
mucho más poder de negociación porque si paraban la industria

   74  Samir Amin, “Les attentats du 11 septembre”, op. cit., p. 49.
   75  Michel Collin, en L’empire en guerre: Le monde après le 11 septembre…, op. cit.,
p. 234.
    76 Ibid.
40	                                            reconstruyendo la izquierda

causaban graves daños a sus dueños, que actuar en un mundo en
que la revolución de la información permite instalar industrias en
los países que ofrecen mayores ventajas y cualquier alza de salarios
o alza de la tasa de impuesto en el país donde está instalada puede
determinar que el capital emigre a un país más prometedor.

96. Existiría, según Noam Chomsky, una especie de “Senado virtual
de” especuladores financieros. Si un país decide poner más énfasis
en sus programas de desarrollo social, “el senado virtual puede votar
instantáneamente [contra esa política], sacando montos enormes de
capital fuera de ese país”77 con las consecuencias desastrosas que ello
puede tener para un pequeño país.

97. El fenómeno imperialista no ha desaparecido, pero ha adquirido
nuevas formas.




   77 Noam Chomsky, “La última desaparición de las fronteras”, entrevista realizada

por Jim Cason y David Brooks, periódico Masiosare, Washington, febrero de 1998.
2.	 Profundo malestar en gran parte
    de la humanidad




98. Sea cual fuere la interpretación de la magnitud de los cambios
que hoy está sufriendo el mundo, no cabe duda de que el impacto
de la más reciente revolución científico-técnica en el terreno econó-
mico, social, político y cultural es enorme.

99. Pero esos nuevos horizontes que parecen abrirse van paradó-
jicamente acompañados de un gran malestar en gran parte de la
humanidad. Vivimos tiempos angustiosos, plenos de confusión e in-
certidumbre.

100. No sólo fracasó el socialismo soviético, sino que el capitalismo
demostró una sorprendente capacidad para adaptarse a las nuevas
circunstancias y para utilizar en beneficio propio los avances de la
nueva revolución científico-técnica, mientras los países socialistas,
luego de haber alcanzado un notable desarrollo económico, fueron
cayendo en el estancamiento hasta terminar en el desastre que co-
nocemos. A esto se agregan las dificultades que comenzaron a sufrir
los gobiernos socialdemócratas europeos y sus regímenes de “estado
de bienestar”: detención de crecimiento económico, inflación, inefi-
ciencia productiva.

101. Junto con esto, América Latina, tras la dolorosa reestructura-
ción de los años ochenta —que llevó a considerar esta década como
la “década perdida”—, comenzó a incorporarse a la nueva economía
global, pero el precio de esta incorporación ha sido, como veíamos
anteriormente, muy elevado: una proporción considerable de su
población “ha quedado excluida de esos sectores dinámicos, como
productores y como consumidores. En algunos casos, pueblos, países
y regiones se han vuelto a conectar mediante la economía local in-
formal y la economía criminal orientada al exterior […]”.


     M. Castells, La era de la información…, op. cit., p. 159.

                                            [41]
42	                                               reconstruyendo la izquierda

1) deterioro del nivel de vida

102. El deterioro del nivel de vida de la mayoría de la población
del planeta, incluyendo a sectores cada vez más amplios de las capas
medias, o lo que algunos han denominado “la globalización de la
pobreza”, es alarmante; la amenaza del desempleo es una preocupa-
ción presente tanto en los países pobres como en los países desarro-
llados; la fragmentación social y organizativa “ha alcanzado su nivel
máximo”. El deterioro del medio ambiente amenaza la superviven-
cia de las futuras generaciones. La “corrupción galopante” produce
un amplio efecto desmoralizador. Sigue y seguirá estando presente
el peligro de guerra, incluso nuclear —a pesar de los avances en la
marcha hacia la paz, la distensión y el desarme—, hasta que no sean
erradicadas para siempre las causas que brotan de la naturaleza capi-
talista del orden internacional y socioeconómico imperantes.

103. Las políticas neoliberales, implementadas por el gran capital
financiero transnacional respaldado por un gran poderío militar y
mediático, cuyo centro hegemónico es Estados Unidos, no sólo no
han resuelto estos problemas, sino que han agudizado vertiginosa-
mente la miseria y la exclusión social, mientras las riquezas se con-
centran en cada vez menos manos.

104. Entre los que sufren las consecuencias económicas del neoli-
beralismo —además de los sectores tradicionales de la clase obrera
urbana y rural— están los pobres y marginados, los estratos medios
empobrecidos, la constelación de pequeños y medianos empresarios
y comerciantes, el sector de los informales, los productores rurales
medianos y pequeños, la mayoría de profesionales, la legión de los
desocupados, los cooperativistas, los jubilados, la policía y los cuadros
subalternos del ejército. Pero no sólo debemos tener presente a los
sectores económicamente afectados, sino también a todos los discri-
minados y oprimidos por el sistema: mujeres, jóvenes, niños, ancianos,
indígenas, negros, determinadas creencias religiosas, homosexuales,

    M. Chossudovsky tiene un libro titulado The Globalisation of Poverty: Impacts of IMF

and World Bank Reforms, Penang, Third World Network; Londres, Zed Books, 1997.
    Wim Dierckxsens, Los límites de un capitalismo sin ciudadanía, San José de Costa

Rica, dei, 1997, p. 140.
    I. Ramonet, Un mundo sin…, op. cit., p. 13.
    Suboficiales y cuadros que les están subordinados.
profundo malestar en gran parte de la humanidad	                                   43

etcétera. Se trata de la mayoría de la población de nuestros países.

105. Pero, si bien es cierto que nuestros enemigos son muy podero-
sos, al mismo tiempo podemos constatar que cada vez es más intenso
el rechazo de la mayoría de la gente contra el modelo de globaliza-
ción que se impone en el mundo, por su incapacidad para resolver
los problemas más acuciantes de nuestros pueblos.

106. Algunos de estos sectores que se oponen a la globalización neo-
liberal se han transformado en poderosos movimientos. Entre ellos
están los movimientos de mujeres, de indígenas, los ambientalistas,
los movimientos de consumidores, los que luchan por los derechos
humanos. Estos movimientos difieren en muchos aspectos del clá-
sico movimiento obrero en cuanto a las características de sus plata-
formas, de fuerte acento temático y convocatoria policlasista y mul-
tigeneracional, “a las formas concretas de acción, y a los modos de
organización menos jerárquicos y más en red que en el pasado”.

107. Otras veces, se producen expresiones puntuales de nuevos ac-
tores sociales. Es sorprendente, por ejemplo, la capacidad de movi-
lización que han manifestado los jóvenes, organizados fundamen-
talmente por vía electrónica, con el objetivo de repudiar la actual
globalización y resistir a la aplicación de nuevas medidas de corte
neoliberal.



2) un nuevo ciclo internacional de luchas


a) Seattle y la organización en forma de red

108. Coincido con Hardt y Negri en que a finales del decenio de
1990 se inició un “nuevo ciclo internacional de luchas” en relación
con los problemas de la globalización. Las protestas contra la cum-

     Vertiente Artiguista, “De primera fuerza a gobierno nacional. Perspectivas estra-
tégicas propuestas para el período. Versión final del documento núm. 5 presentado
en las Jornadas de Reflexión desarrolladas por la Vertiente Artiguista el 28 y 29 de
octubre de 2000 en Maldonado”, p. 12.
     Michael Hardt y Antonio Negri, op. cit., p. 253.
44	                                           reconstruyendo la izquierda

bre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, en 1999,
fueron su inicio.

109. “El epítome [hasta el momento de escribir estas líneas y en
términos cuantitativos al menos] han sido las protestas coordina-
das contra la guerra por Estados Unidos en Irak, cuando millones
de personas se lanzaron a las calles de las principales ciudades del
mundo el 15 de febrero de 2003. La guerra representaba la última
instancia del poder global frente al cual se había formado el ciclo de
luchas. Las estructuras de organización y de comunicación estableci-
das por la lucha hicieron posible la movilización masiva y coordinada
de expresiones comunes contra la guerra.”

110. Según Negri y Hardt, este “nuevo ciclo global de luchas es una
movilización de lo común que reviste una forma de red abierta y
distribuida, donde ningún centro ejerce control y todos los nodos se
expresan libremente”.

111. Por desgracia estas expresiones militantes a favor de un mundo
diferente suelen esfumarse una vez trascurrido el episodio, a falta de
instancias “capaces de liderarlos y mantenerlos reunidos, superan-
do su heterogeneidad”. Aunque quizás esta escasa perdurabilidad
en el tiempo se deba a su carácter muy incipiente o a una militan-
cia menos comprometida o diferente con menos espacios físicos de
reunión y organización. Tratándose de movimientos muy nuevos
“quizá no se hayan decantado los posibles aportes de los diversos
protagonistas”.10


b) Auge de las luchas en América Latina

112. Sin embargo, junto a este ciclo de luchas mundiales, en América
Latina se ha producido también simultáneamente un nuevo ciclo de
luchas nacionales. Cuando el presidente Hugo Chávez ganó las elec-
ciones en 1998, prácticamente estaba solo; era el único en levantar
un proyecto alternativo al neoliberalismo. Hoy lo que el enemigo

   Op. cit., p. 256.
   Op. cit., p. 256.
  10 Hugo Cores, comentarios a estas ideas, 9 de agosto de 2001.
profundo malestar en gran parte de la humanidad	                                      45

llama “la marea roja” está avanzando en casi todos los países de Amé-
rica Latina. No sólo se conquista el gobierno en países como Brasil,
Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile y muy pronto México, sino que
se avanza en las luchas populares de resistencia al neoliberalismo,
como está ocurriendo en Ecuador, Colombia, Costa Rica. En este fe-
nómeno latinoamericano sí han desempeñado un papel importante
los liderazgos locales y una conducción política central. Sin menos-
preciar el enorme papel de los movimientos populares, y especial-
mente de los movimientos indígenas, difícilmente hubiese llegado
Evo Morales a la presidencia si no hubiese existido el mas.


c) Conceptos de multitud y pueblo social

113. Los actores sociales de la lucha contra la globalización neoli-
beral son descritos por Hardt y Negri como el “sujeto social inter-
namente diferente y múltiple” que es “capaz de actuar en común” y
para designar a ese sujeto han empleado el término “multitud”.11

114. Años antes Helio Gallardo había usado el concepto “pueblo so-
cial” para englobar a todos estos sectores que sufren las consecuen-
cias del capitalismo salvaje actual. Este concepto no remite sólo a
los empobrecidos desde el punto de vista económico, sino también
a los empobrecidos en su subjetividad.12




   11Op. cit., p. 128
   12Helio Gallardo, El fundamento social de la esperanza, 1999, p. 6. 1ª edición: Escuela
de Formación de Laicos y Laicas, Vicaría Sur de Quito, 1998.
3.	 Hacia la conformación de un bloque social
    alternativo




115. “La profundidad de la crisis y la amplitud y variedad de los secto-
res afectados […] configuran un escenario altamente favorable para
empujar hacia la conformación de un bloque social alternativo, de am-
plísima composición social y de enorme fuerza, habida cuenta de la
legión de sus potenciales integrantes que abarca la mayoría de la po-
blación.”

116. Frente a la situación anteriormente señalada de creciente ma-
lestar social y a la estrategia fragmentadora del neoliberalismo, la
tarea más estratégica de la izquierda es, sin duda alguna, buscar re-
unir en una sola gran columna, en un solo haz, a la creciente y dispersa
oposición social, para transformarla en una fuerza capaz de golpear
decididamente al sistema dominante.



1) la necesidad de reconstruir la izquierda 	
   para que se transforme en el elemento aglutinador

117. Para hacer posible esta amplia convergencia de sectores y fuer-
zas sociales que estamos proponiendo, es fundamental que seamos
capaces de reconstruir la izquierda, que hoy no está en las mejores
condiciones para asumir esta tarea.

118. Pero ¿qué entender por izquierda?

119. Entiendo por izquierda el conjunto de fuerzas que se oponen al
sistema capitalista y su lógica del lucro, y que luchan por una sociedad
alternativa humanista y solidaria, por una sociedad “libre de la pobre-
za material y de las miserias espirituales que engendra el capitalismo”,

     Vertiente Artiguista, “De primera fuerza a gobierno nacional”, op. cit.
   Carlos Ruiz, “Un proyecto político para los nuevos tiempos”, Rebelión Internet. Este



                                          [47]
48	                                             reconstruyendo la izquierda

por una sociedad socialista construida a partir de los intereses de las
clases trabajadoras.

120. La izquierda no se reduce, entonces, a la izquierda que milita en
partidos u organizaciones políticas de izquierda, sino que incluye a
actores y movimientos sociales. Éstos son muchas veces más dinámi-
cos y combativos, y se identifican con esos ideales, pero no militan en
ningún partido u organización política. Entre los primeros hay quie-
nes apuestan a acumular fuerzas por la vía del uso transformador de
las instituciones, otros mediante la lucha guerrillera revolucionaria;
entre los segundos hay quienes buscan ir construyendo movimientos
sociales autónomos y distintos tipos de redes.

121. Para simplificar he decidido denominar “izquierda partidaria” a
los primeros e “izquierda social” a los segundos. Estoy convencida de
que sólo la unión de los esfuerzos militantes de las más diversas ex-
presiones de la izquierda permitirá construir un gran bloque social
antineoliberal donde confluyan todos los que sufren las consecuen-
cias del actual capitalismo salvaje.


a) La primera tarea: articular a la izquierda política y social

122. La primera tarea sería, entonces, articular la izquierda política
y la izquierda social para, a partir de ella, lograr aquella articulación
mayor que reúna en un solo haz a todo este malestar social.

123. Sin embargo, por muy importante que sea la convergencia de
los distintos sectores de la izquierda, no creo que este objetivo pueda
ser logrado de manera voluntarista, creando desde arriba coordina-
ciones que pueden terminar siendo sólo suma de siglas. Hay que
superar también en esto la relación verticalista vanguardia-masas.


b) Una nueva estrategia de lucha anticapitalista facilita esa articulación

124. Pienso, en cambio, que si ponemos en práctica una nueva estra-

trabajo fue presentado en el Seminario del Instituto Paulo Freire, Santiago de Chile,
13 enero de 2001.
hacia la conformación de un bloque social alternativo	                             49

tegia de lucha anticapitalista, se crearían mejores condiciones para
esa articulación.

125. ¿Pero en qué consistiría esta estrategia?

126. Se trata de una estrategia que toma en cuenta las importantes
transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales ocurri-
das en los últimos tiempos en el mundo, que entiende que las nuevas
formas de dominación del capitalismo van mucho más allá del ámbi-
to económico y estatal, y que éstas se infiltran en todos los intersticios
de la sociedad cambiando las condiciones de la lucha.

127. Hoy debemos enfrentar más que antes “no sólo los aparatos de
coerción política de las clases dominantes, sino su hegemonía sobre
importantes sectores populares, su dirección cultural sobre la socie-
dad, la subordinación ideológica de las clases dominadas. […] No
sólo tenemos que distinguir la coerción de la fuerza estatal, la inter-
vención legislativa y la represiva, sino los mecanismos e instituciones
presentes en la sociedad civil que generan una aceptación popular
del orden social capitalista”. La propaganda es a la democracia bur-
guesa “lo que la cachiporra al estado totalitario”.

128. Como dice Carlos Ruiz, debemos partir de la base de que nues-
tro desafío es elaborar una estrategia revolucionaria en condiciones
de una democracia burguesa que goza de un nivel suficiente “de leal-
tad de masas” como para poder mantenerse sin tener que recurrir
a la represión; es más, extensos sectores populares aceptan de buen
agrado la conducción capitalista del proceso.

129. Hoy la mera propaganda de una sociedad alternativa no basta.
“La mayor complejidad que asume la dominación”, la presencia de
“importantes factores extraestatales que producen y reproducen la
desarticulación popular actual” y que pretenden desprestigiar ante
la opinión pública el pensamiento y proyecto de la izquierda exigen
que ésta demuestre en la práctica aquello que predica. Esto sólo es

    Carlos Ruiz, op. cit.
    Noam Chomsky, “El control de los medios de comunicación”, Cómo nos venden la
moto, Barcelona, Icaria, 1996, p. 16.
    Carlos Ruiz, op. cit. Una parte importante de las ideas que desarrollo a continua-

ción han sido tomadas de su trabajo.
50	                                        reconstruyendo la izquierda

posible si desarrolla procesos de construcción popular alternativos al capi-
talismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones
que ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas,
en territorios y espacios que se mantengan en manos de la izquierda;
impulsando luchas que no se reduzcan a la simple demanda econo-
micista —aunque necesariamente la tienen que incorporar—, sino
que avancen en el desarrollo de un proyecto social alternativo; ges-
tando auténticos grados de poder y de democracia populares, que
sean tangiblemente superiores a la democracia burguesa. Es necesa-
rio luchar por un nuevo tipo de democracia, desde abajo y para los
de abajo.

130. Sólo una estrategia de este tipo genera “una lucha permanente
y creciente, que permita superar la dinámica entrampante de las vic-
torias ‘episódicas’”.




3) construir un amplio bloque social y político 	
   contra el neoliberalismo

131. En este bloque deben tener cabida “todos aquellos que sufren
las consecuencias del sistema y están dispuestos a comprometerse
en la lucha por detener en un primer momento su avance y, luego,
tratar de revertirlo”.

132. Y para articular a tan diferentes actores, es necesario que sea-
mos capaces de proponer tareas concretas y limitadas, que prioricen
los puntos de convergencia.

133. Deberíamos elaborar un programa o lo que algunos han llama-
do “una plataforma de acumulación para el período”, que cumpla el
papel de instrumento aglutinador de todos los “perdedores” y per-
judicados por el modelo neoliberal. Una plataforma que se plan-
tee frenar el desarrollo del proyecto neoliberal y ofrecer alternativas
concretas a los graves problemas del presente.

    Op. cit.
    Vertiente Artiguista, op. cit.
    Op. cit.
hacia la conformación de un bloque social alternativo	                  51




a) Sectores capitalistas en contradicción con las transnacionales

134. Un programa de este tipo permitiría alianzas inéditas. En él po-
drían entrar sectores capitalistas cuya situación en el mundo de los
negocios ha entrado en contradicción objetiva con los capitales trans-
nacionales. No se trataría de sectores burgueses capaces de levantar
un proyecto propio de desarrollo nacional, sino de sectores que para
sobrevivir como tales no tienen otro camino que insertarse en un pro-
yecto nacional popular, motivados por el apoyo crediticio del gobier-
no y un ampliado mercado interno producto de las políticas sociales
de ese gobierno.

135. Cuando se analiza este problema, hay que tener muy presente el
tema de la correlación de fuerzas. Mientras la burguesía se sienta fuerte y
crea poder dominar la situación por las urnas o por las armas, segu-
ramente no estará dispuesta a colaborar con un proyecto revolucio-
nario que vaya contra la lógica del capital.

136. Un ejemplo de cómo algunos sectores burgueses se incorporan
a un proyecto de país alternativo al neoliberalismo es el de Venezue-
la. ¿Qué podía hacer la burguesía venezolana luego de ser triplemen-
te derrotada: fracasó su intento de golpe militar de abril del 2002,
no logró sus objetivos con el paro empresarial de fines de ese año y
comienzos del 2003, ni fue capaz de sacar a Chávez mediante el refe-
rendo de agosto del año 2004?

137. El control del poder político, el control cambiario, una correcta
política de créditos en la que los capitalistas reciben el préstamo siem-
pre que acepten determinadas condiciones que fija el gobierno —que
produzcan para el mercado nacional creando fuentes de trabajo, que
paguen impuestos, que colaboren con las comunidades aledañas, et-
cétera— son fórmulas que usa el gobierno bolivariano para hacer que
los empresarios venezolanos medianos y pequeños se comprometan
a colaborar con el programa del gobierno cuyo eje es eliminar la po-
breza. Quienes colaboran son precisamente aquellos sectores que se
vieron más afectados por la globalización neoliberal.
52	                                     reconstruyendo la izquierda

138. Estos acuerdos implican, por supuesto, un peligro. La lógica del
capital buscará imponerse siempre. Se dará una lucha constante por
ver quién vence a quién. Estamos en el inicio de un largo proceso.

139. Teniendo claro que se trata de dos modelos económicos anta-
gónicos, es fundamental que una parte importante de los recursos
del estado se destinen a afianzar y desarrollar el sector estatal de la
economía, ya que el control de las industrias estratégicas es la mejor
forma de asegurar que triunfe la nueva lógica humanista y solidaria,
y se cumpla cabalmente el plan de desarrollo nacional orientado a
eliminar la pobreza.
Parte II

crisis del “partido” y la necesidad de una
 nueva cultura política de la izquierda
1. Crisis teórica




1) triple origen

140. La crisis teórica de la izquierda latinoamericana tiene, a mi en-
tender, un triple origen. En primer lugar, su incapacidad histórica de
elaborar un pensamiento propio, que parta del análisis de la realidad del
subcontinente y de cada país, de sus tradiciones de lucha y de sus
potencialidades de cambio. Salvo escasos esfuerzos en este sentido,
la tendencia fue más bien la de extrapolar esquemas de análisis pro-
pios a otras latitudes. Se analizaba la realidad con parámetros euro-
peos: por ejemplo, se consideraba a América Latina una formación
feudal cuando era capitalista dependiente, o se aplicaba el esquema
de análisis clasista europeo a países que tenían una población mayo-
ritariamente indígena, lo que llevaba a desconocer la importancia
del factor étnico-cultural.

141. En segundo lugar, no ha sido capaz de realizar un estudio riguroso
de las experiencias socialistas —tanto de sus éxitos como de sus fraca-
sos— y esto tiene que ver en parte con la escasa divulgación cientí-
fica que se ha hecho de ellas, y tampoco ha realizado un análisis serio de
las causas de sus derrotas.

142. Pero, sin duda, la explicación más importante de esta crisis teó-
rica es la inexistencia de un estudio crítico del capitalismo de fines
del siglo xx: el capitalismo de la revolución electrónico-informática,
de la globalización y las guerras financieras. No estoy hablando de
estudios parciales, sobre determinados aspectos de la sociedad ca-

     Entre ellos cabe destacar muy especialmente los de Mariátegui en los años veinte;

los esfuerzos inconclusos del Che Guevara y la teoría de la dependencia en los años
sesenta, además de los aportes de los investigadores brasileños Caio Prado Junior y
Florestan Fernandes, entre otros.
     Véase sobre el tema el libro de José Aricó, Marx y América Latina, Buenos Aires,

Catálogos Editora, 1988.
     Una excepción son los trabajos del investigador francés Charles Bettelheim, que

ha dedicado más de cuarenta años a esta temática.

                                        [55]
56	                                                reconstruyendo la izquierda

pitalista actual —que sin duda existen—; me estoy refiriendo a un
estudio con la integralidad y la rigurosidad con la que Marx estudió
el capitalismo de la Revolución industrial.

143. ¿En qué se modifica, por ejemplo, el concepto de plusvalía —con-
cepto central del análisis crítico del capitalismo en Marx— con la in-
troducción de la máquina digital y la robótica, por una parte, y con el
actual proceso de globalización, por otra? ¿Cómo afecta a las relacio-
nes técnicas y sociales de producción, a las relaciones de distribución
y consumo, la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso
de trabajo y, en general, en todo el proceso económico? ¿Qué modi-
ficaciones han sufrido tanto la clase obrera como la burguesía en una
era en que el conocimiento pasa a representar un elemento funda-
mental de las fuerzas productivas? ¿Cómo pensar desde el marxismo
el problema ecológico y el problema de género? ¿Cómo medir el de-
sarrollo humano que se logra a través de la participación protagónica
de la gente tanto en los espacios territoriales como en los centros de
trabajo? ¿Hacia dónde va la actual globalización y sus consecuencias?
¿Cuáles son los elementos que pueden constituir una base objetiva
potencial para la transformación de este modo de producción?

144. Un análisis de este tipo es fundamental, porque una sociedad
alternativa no puede surgir sino de las potencialidades que emerjan
en la actual sociedad en que vivimos. No veo cómo hacer este análisis
si no es con el propio instrumental científico que Marx nos legó.

145. Por otra parte, si nosotros queremos transformar el mundo, te-
nemos que ser capaces de detectar las potencialidades de lucha de los
distintos sectores sociales que van a conformar el sujeto del cambio
social: ¿dónde está hoy ese potencial?, ¿dónde tenemos que trabajar?,
¿cómo tenemos que organizarlo?, ¿dónde están las contradicciones
del sistema?, ¿cuál es el eslabón más débil? Sólo podremos dar una
respuesta seria a estas preguntas si hacemos un análisis científico de
la sociedad en la que estamos insertos.




    Entre estos estudios, cabe destacar el libro de Manuel Castells, La era de la informa-

ción: la sociedad red. Sobre la situación del marxismo occidental, véase Perry Anderson,
Tras las huellas del materialismo histórico, Madrid, Siglo XXI, 1986.
crisis teórica	                                                     57

2) crisis del socialismo no significa negar aportes de marx

146. El marxismo tiene mucho que aportar en la mayor parte de estas
cuestiones.

147. La crisis del socialismo soviético no significa —como muchos
ideólogos burgueses se han esforzado por pregonar— que debamos
poner en cuestión necesariamente los aportes científicos de Marx.
Por desgracia, algunos sectores de la izquierda han sido excesiva-
mente permeables a la propaganda antimarxista del neoliberalismo,
que responsabiliza indebidamente a la teoría de Marx por lo ocurri-
do en los países socialistas soviéticos; nadie, sin embargo, le echaría
la culpa a la receta de cocina por el flan que se quemó al poner muy
fuerte el horno.
Reconstruyendo la izquierda marta harnecker
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Reconstruyendo la izquierda marta harnecker

  • 1.
  • 2.
  • 3. sociología y política
  • 4.
  • 5. RECONSTRUYENDO LA IZQUIERDA por Marta Harnecker MÉXICO ARGENTINA ESPAÑA
  • 6. siglo xxi editores, s.a. de c.v. CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310, MÉXICO, D.F. siglo xxi editores, s.a. TUCUMÁN 1621, 7 O N, C1050AAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA siglo xxi de españa editores, s.a. MENÉNDEZ PIDAL 3 BIS, 28036, MADRID, ESPAÑA primera edición, 2008 © siglo xxi editores, s.a. de c.v. isbn 978-968-23-2744-5 derechos reservados conforme a la ley impreso en
  • 8.
  • 9. Introducción Vivimos en un mundo muy diferente del de cincuenta años atrás. Un mundo caracterizado por la derrota del socialismo en Europa del Este y la Unión Soviética, y la transformación de Estados Unidos en la primera potencia militar mundial sin contrapeso alguno, situa- ción que ha golpeado profundamente a la izquierda y a las fuerzas progresistas. Un mundo marcado por los avances de la revolución científico-técnica y sus consecuencias en el proceso productivo y en la naturaleza; la globalización de la economía y de la cultura, y el peso cada vez más preponderante de los medios de comunicación masiva. Un universo en que el capitalismo, en su forma más salva- je, el neoliberalismo, utilizando a su favor los avances tecnológicos, causa estragos en gran parte de la población mundial y destruye de manera despiadada la naturaleza, lo que genera no sólo “basura no reciclable por la ecología, sino también desechos humanos difíciles de reciclar socialmente” al empujar a grupos sociales y naciones en- teras al desamparo colectivo. Un creciente malestar ha empezado, sin embargo, a surgir en am- plios sectores sociales. Esa incomodidad se ha ido transformando, pri- mero, en resistencia pasiva y, luego, en resistencia activa, y, en los últi- mos años —y a pesar de la estrategia de fragmentación social aplicada por el neoliberalismo para tratar de hacerla inocua— ha comenzado a expresarse abiertamente en movilizaciones y acciones en contra del actual sistema global, provocando la apertura de un nuevo ciclo in- ternacional de luchas. Se abren nuevos horizontes, pero son enormes los desafíos que se nos plantean, y no estamos en las mejores condiciones para enfren- tarlos. Necesitamos de manera urgente reconstruir la izquierda. Para ello, debemos partir reconociendo crudamente las debilidades, los errores y las desviaciones que pesan sobre nuestro pasado, y debe- mos procurar conocer sus causas, porque sólo así podremos superar- los. Este libro pretende contribuir en este sentido. Juan Antonio Blanco, Tercer milenio. Una visión alternativa de la posmodernidad, La Habana, Centro Félix Varela, 1995, p. 117. []
  • 10. 10 marta harnecker Una de las cuestiones centrales que se abordan aquí es la crítica a la concepción de la política como el arte de lo posible, que nos con- duce a adaptarnos de manera oportunista a lo que existe. Sostengo que para los revolucionarios la política es el arte de hacer posible lo imposible, no por un afán voluntarista de cambiar las cosas, sino por- que nuestro esfuerzo debe estar enfocado de manera muy realista a cambiar la actual correlación de fuerzas, para hacer posible mañana lo que aparece hoy como imposible. Otro asunto capital son las reflexiones acerca de cómo tendría que ser el instrumento político, para que nos permita responder a los nuevos desafíos que nos plantea el mundo del siglo xxi. Una herramienta que nos permita construir la fuerza social y política que haga posibles los cambios sociales profundos por los que luchamos. A fin de conseguir este objetivo, tenemos que superar las formas or- gánicas del pasado, fruto de la copia acrítica del modelo bolchevique de partido, y abandonar la concepción teórica subyacente a ese mo- delo. Esta concepción no toma en cuenta una de las ideas centrales de Marx: la práctica social como la acción que permite que los hom- bres y las mujeres, al mismo tiempo que transforman las circunstan- cias que los rodean, se transformen a sí mismos, y con ello logren un desarrollo humano cada vez más pleno. Criticar la forma orgánica de organización o de partido utilizada en el pasado no significa para mí, a diferencia de para otros analistas, negar la necesidad de contar con un instrumento político. Considero que éste es indispensable, porque la historia nos ha demostrado que la construcción de una fuerza social popular anticapitalista no se pro- duce de manera espontánea, sino que requiere un sujeto constructor capaz de orientar su acción sobre la base de un análisis de la totali- dad de la dinámica social y política; de un sujeto capaz de elaborar la estrategia política que permita aglutinar a los más amplios sectores sociales y políticos contra la actual globalización neoliberal, no sólo en el plano nacional sino en el internacional; de un instrumento po- lítico que articule la acción de los múltiples y plurales sujetos, respe- tando sus diferencias, y determine las tácticas más adecuadas para ir horadando el poder de las clases dominantes e ir avanzando hacia la construcción de una sociedad que se aleje de la lógica individualis- ta perversa del capital para ir implantando una lógica cada vez más humanista y solidaria. Una herramienta política que nos permita edi- ficar el socialismo del siglo xxi, cuyo objetivo final es el más pleno desarrollo de los seres humanos.
  • 11. reconstruyendo la izquierda 11 Luego de abordar todas estas cuestiones, termino analizando el tema de la reforma y la revolución, y señalo cómo estos conceptos se aplican al proceso revolucionario bolivariano, un proceso revolucio- nario sui géneris que ha obligado a la izquierda latinoamericana a repensar muchas cuestiones. Este libro —que recoge reflexiones y secciones completas de va- rios trabajos míos publicados en español desde 1999 hasta mayo de 2006— se inspira, en gran medida, en la propia práctica del movi- miento revolucionario latinoamericano que he estado sistematizando durante los últimos quince años a través de un trabajo de recuperación de la memoria histórica. Advierto que no he realizado un estudio exhaustivo de toda la bibliografía disponible; me he basado fundamen- talmente en los libros que he tenido a mano. Si algún autor importante no figura entre los trabajos consultados, esto no se debe a un descarte voluntario, sino sólo a que no he podido estudiar con la debida serie- dad su obra en esta fase de elaboración en la que me encuentro. Se trata de un libro abierto. Son muchos los asuntos que habría deseado desarrollar con mayor profundidad y otros muchos los que Aquí nombro los más significativos: La izquierda en el umbral del siglo xxi. Haciendo posible lo imposible, México, Siglo XXI; España, Siglo XXI (traducido al francés, italiano y portugués); La izquierda después de Seattle, España, Siglo XXI, 1ª ed., 2002; “Acerca del sujeto político capaz de responder a los desafíos del siglo xxi”, ponencia en la Conferencia Internacional “Karl Marx y los desafíos del siglo xxi”, La Habana, 5 al 10 de mayo de 2003; “On leftist strategy”, Science and Society, vol. 69, núm. 2, abril de 2005; Venezuela, una revolución sui géneris, Caracas, Editorial Ministerio de Cultura, 2004. Sin incluir las entrevistas realizadas cuando era directora del semanario político Chile HOY (1971-1973), he entrevistado a cuarenta figuras de la izquierda del máxi- mo nivel y a más de cien si incluyo a cuadros dirigentes del segundo nivel. Entre los primeros están el presidente Hugo Chávez de Venezuela; el presidente de Bolivia, Evo Morales; el presidente del Brasil, Luis Inácio da Silva; el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez; los cinco comandantes del fmln de El Salvador y dos de los máximos dirigentes de Convergencia Democrática; los tres comandantes de la urng de Guate- mala; seis de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista; cuatro de los cinco comandantes de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar de Colombia, además de los presidentes de los frentes políticos Unión Patriótica y A Luchar; cinco alcaldes petistas; el intendente de Montevideo del Frente Amplio de Uruguay; dos alcaldes de La Causa R de Venezuela y su secretario general; el alcalde del Municipio Libertador, Freddy Bernal; secretarios generales de partidos uruguayos y peruanos; tres altos dirigentes cubanos, y varios dirigentes sindicales venezolanos. También me han sido especialmente útiles los escritos de los siguientes compañeros: Enrique Rubio (1991; 1994), dirigente de la Vertiente Artiguista y diputado nacional de Uruguay; Clodomiro Almeyda (1991-1997), dirigente socialista chileno, ex can- ciller de Salvador Allende; Carlos Ruiz, sociólogo y profesor universitario chileno, y Franz Hinkelammert, economista y teólogo alemán.
  • 12. 12 marta harnecker ni siquiera he podido abordar. Espero que mis lectores comprendan las limitaciones de este trabajo y se sientan estimulados a ampliar, pro- fundizar y aportar nuevos puntos de vista sobre los temas abordados, muchos de los cuales sé que son muy polémicos. Si esto se logra, ha- bré cumplido uno de los objetivos que me propuse. Agradezco enormemente las valiosas sugerencias de Michael Le- bowitz, mi compañero, con quien comparto tantos sueños y espe- ranzas. Agradezco su paciencia por soportarme en medio de las ten- siones que se producen al tratar de compatibilizar el tiempo para la reflexión teórica con las múltiples tareas que impone la práctica política concreta. Agradezco muy especialmente al presidente Chávez por haber sembrado de nuevo la esperanza en nuestra América y en el mundo. Espero que este libro contribuya con un granito de arena a la re- construcción de la izquierda, aportando ideas que ayuden a impulsar una nueva cultura política en nuestras filas. Una cultura pluralista y tolerante, como ya dije en otra ocasión. Que ponga por encima lo que la une y deje en segundo plano lo que la divide. Que promueva valores como la solidaridad, el humanismo, el respeto a las diferen- cias, la defensa de la naturaleza. Que rechace el afán de lucro y las leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana. Que comience a darse cuenta de que la radicalidad no está en levan- tar las consignas más radicales ni en realizar las acciones más radi- cales —que sólo unos pocos siguen porque asustan a la mayoría—, sino en ser capaces de crear espacios de encuentro y de lucha para amplios sectores. Es en la lucha donde los seres humanos crecemos y nos transformamos. Constatar que somos muchos los que estamos en la misma lucha es lo que nos hace fuertes, es lo que nos radicaliza. La política revolucionaria sólo puede concebirse como el arte de hacer posible lo imposible. marta harnecker 28 de mayo de 2006
  • 13. Parte I La izquierda frente al mundo actual
  • 14.
  • 15. 1. Cambios profundos en el mundo 1. Vivimos en un mundo muy diferente del de hace medio siglo atrás —los inicios de la Revolución cubana—, no sólo por la derrota del socialismo soviético —que ha significado para la izquierda un golpe extremadamente duro—, sino por el efecto de otra serie de aconte- cimientos entre los cuales cabría destacar los avances de una nueva revolución científico-técnica y sus consecuencias en el proceso pro- ductivo y en la naturaleza; el papel cada vez más preponderante que han adquirido los medios de comunicación masiva; la imposición del neoliberalismo como sistema hegemónico, y el papel que desempe- ña la deuda externa en la subordinación de las economías del tercer mundo a los intereses de las grandes potencias. 2. La máquina-herramienta que dinamizó el desarrollo de la civiliza- ción industrial está siendo remplazada en forma acelerada por má- quinas-herramientas de control numérico y robots, y la computado- ra —que permite la recopilación, el procesamiento y la producción automatizada de datos y conocimientos— pasa a ser un instrumento de trabajo fundamental. 3. Sin embargo, no se trata sólo de computadoras la llamada revolu- ción electrónico-informática, que se ha traducido en cambios fundamen- tales en las telecomunicaciones, la microbiología y otras áreas. En los países avanzados, la vida cotidiana está invadida por equipos infor- máticos: las tarjetas de crédito, las tarjetas electrónicas que rempla- zan a las llaves de los hoteles, los semáforos inteligentes, las puertas que se abren y cierran automáticamente, y miles de cosas más. 4. Las nuevas tecnologías facilitan una difusión de volúmenes de da- tos cada vez mayores, a la vez que aumentan y abaratan enormemen- Uso de microcomputadoras en la unidad de control de la máquina. Creada en los años cincuenta, se introduce en la producción en los setenta (Eduardo Viera, Fin de siglo: la crisis estructural del capitalismo, Montevideo, Talleres Gráficos de Punto Sur, 1997, p. 64). [15]
  • 16. 16 reconstruyendo la izquierda te la potencia de cálculo, lo que, a su vez, hace que los conocimientos científicos avancen con una gran velocidad. 5. Un ejemplo de los adelantos del conocimiento son los avances espectaculares de la biotecnología y la ingeniería genética. 6. El hecho de poder emplear la “información genética para crear organismos ‘nuevos’ y colocar las fuerzas que guían el metabolismo de la vida al servicio de la producción de riquezas es un salto tecno- lógico de consecuencias inimaginables”. 7. Según Jeremy Rifkin, estos avances científico-técnicos nos permi- ten vislumbrar un mundo en el que se podrían realizar cosechas agrí- colas en laboratorios en forma masiva. Por otra parte, el comercio, las finanzas, la recreación, la investigación han sido profundamente conmocionados por las nuevas tecnologías. 1) unidad en tiempo real a escala planetaria 8. En la actualidad, el capital no sólo se traslada a los lugares más ale- jados del mundo —como lo ha hecho desde el siglo xvi—, sino que es capaz de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria. Cantidades fabulosas de dinero —miles de millones de dólares— se transan en segundos en los circuitos electrónicos que unen al mundo de las finanzas. Se trata de un fenómeno que sólo comienza a ser posible en los últimos decenios del siglo xx gracias a la “nueva infra- estructura proporcionada por las tecnologías de la información y la comunicación” y a las nuevas condiciones institucionales que hacen posible ese gran desplazamiento de capitales, al eliminarse las trabas implantadas luego de la segunda guerra mundial. Este fenómeno toma un impulso cada vez mayor con la disgregación del bloque so- Carlota Pérez, “Las nuevas tecnologías: una visión de conjunto”, La tercera revo- lución industrial (impactos internacionales del actual viraje tecnológico), Buenos Aires, Rial, 1986, p. 79. Jeremy Rifkin, El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el naci- miento de una nueva era, España, Paidós, 1996, p. 159. M. Castells, La era de la información: La sociedad red, México, Siglo XXI, 1999, vol. 1; Barcelona, Alianza Editorial, 1997, p. 120. Especialmente en Europa. Véase François Chesnais, “Notas para una caracteriza- ción del capitalismo a fines de siglo”, Carré Rouge, París, octubre-diciembre de 1996.
  • 17. cambios profundos en el mundo 17 viético y los cambios económicos llevados adelante por esos países. En la actualidad, el mundo puede funcionar cada vez más como una unidad operativa única, como un mercado global de capitales. 2) la internacionalización del proceso productivo 9. Pero más allá del terreno de las finanzas, algo cualitativamente nuevo ha ocurrido también en el terreno de la producción: la internacionaliza- ción del propio proceso de producción, es decir, la fabricación de diferentes partes del producto final en diversos lugares geográficos. Esto mismo ha ocurrido en el área de muchos servicios. Este desplazamiento o re- localización del proceso productivo y de los servicios ha determinado que muchos procesos se desplacen hacia los países que ofrecen más ventajas, y esto por muchas razones, incluyendo la represión del estado, determinando que los más intensivos en mano de obra se localicen en los países del sur donde se encuentra mano de obra más barata. Esto, a su vez, ha provocado una gran difusión de las relaciones capitalistas de producción que desplazan a las relaciones precapitalistas allí donde se instala el capital transnacional. a) Las empresas transnacionales o redes globales 10. Las más poderosas empresas de la era informacional organizan sus procesos operativos a escala mundial, creando lo que Robert Reich de- nomina la trama o red global. El producto final incorpora componen- tes producidos en muchos lugares del mundo, que se ensamblan de acuerdo con los intereses de mercados específicos en una nueva for- ma de producción y comercialización más flexible y personalizada. William I. Robinson, “Un estudio de caso sobre el proceso de globalización en el Tercer Mundo: una agenda transnacional en Nicaragua”, Pensamiento Propio, núm. 3, Managua, enero-abril de 1997, p. 200. Rafael Agacino, La anatomía de la globaliza- ción y de la integración económica, Santiago de Chile, 1997, p. 9, mimeo. Véase también Octavio Ianni, “La internacionalización del capital”, cap. 3, Teorías de la globalización, México, Siglo XXI, 1996, pp. 31-43. W. I. Robinson, “Un estudio de caso…”, op. cit., p. 200. Digo “allí donde” porque puede ocurrir que se trate de verdaderos enclaves. R. Reich, The Work of Nations (Preparing Ourselves for 21st Century Capitalism), Nueva York, Vintage Books, 1992, pp. 110-118.
  • 18. 18 reconstruyendo la izquierda 11. Lo que se comercia entre las naciones no son tanto los productos terminados, sino especializadas formas de resolver problemas: investiga- ción, diseño, fabricación; identificar problemas: marketing, propaganda, consultas al cliente, y servicios de consultoría: financiera, de investiga- ción, legal, así como ciertos componentes y servicios rutinarios, todos los cuales se combinan para crear valor. Por eso, es muy difícil decir hoy qué parte del producto se hizo en qué lugar. 12. Ya Robert Reich había afirmado que —a diferencia de las empre- sas multinacionales estadunidenses, que tenían su cuartel general en Estados Unidos y cuyas empresas subsidiarias situadas en otros países eran realmente subsidiarias y obedecían a los intereses de su empre- sa matriz, y donde la propiedad y el control eran indiscutiblemente estadunidenses— en las actuales empresas altamente rentables organiza- das en forma de red es imposible una conducción vertical y una pro- piedad centralizada. El poder y la riqueza, en lugar de concentrarse en un país, pasan a manos de los grupos que han acumulado las ha- bilidades más valoradas para identificar y resolver problemas, y estos grupos se encuentran localizados en muchos lugares del mundo.10 13. En la producción a gran escala se podía saber el lugar de origen de un determinado producto, porque éste era realizado en un deter- minado lugar. La economía informacional —en cambio— puede pro- ducir de manera eficiente en muchos lugares diferentes: una com- putadora es diseñada en California y financiada en Estados Unidos y Alemania, y contiene tarjetas de memoria fabricadas en Corea del Sur; un avión jet es diseñado en Washington y el Japón, ensamblado en Seattle, con partes de la cola que provienen del Canadá y otras partes de China e Italia, y con un motor proveniente de Inglaterra.11 De ahí que se hable de empresas transnacionales. b) El comercio internacional: un comercio dentro de las propias firmas transnacionales 14. Un resultado de todo esto es que mucho de lo que llamamos comercio inter- nacional es actualmente comercio dentro de las propias grandes empresas trans- Op. cit., pp. 113-114. 10 Op. cit., pp. 110-111. 11 Op. cit., p. 112.
  • 19. cambios profundos en el mundo 19 nacionales. Por ejemplo, Stephen Poloz señala que un gran porcentaje del comercio internacional de Estados Unidos ocurre dentro de las empresas transnacionales que tienen relaciones entre sí fuera del país. 15. “Alrededor de la mitad de las importaciones [estadunidenses] proviene de los afiliados extranjeros dentro de la familia y alrede- dor de un tercio de todas las exportaciones [de Estados Unidos] va a ellos. La proporción de las importaciones de Estados Unidos que provienen de México y Alemania en un 67% son transacciones intrafirmas; de Japón, 77%; de Singapur, 74%. De Corea del Sur, 56%, cifra que dobló en los últimos años. De China, 21%, otra cifra que dobló. De Europa del Este, 32%, tres veces mayor que la cifra inicial.”12 16. Es importante, además, entender que no podemos identificar empresas transnacionales con Estados Unidos. Peter Drucker señala “que las multinacionales con base en [Estados Unidos] sólo son una fracción —y una fracción declinante— de todas las multinacionales. Sólo 185 de las 500 multinacionales más grandes —algo menos del 40%— tienen asiento en Estados Unidos (la Unión Europea tiene 126, Japón 108). Y las multinacionales están creciendo mucho más rápido fuera de Estados Unidos, especialmente en Japón, México, y más recientemente en Brasil. […] El mundo económico de las multi- nacionales, en lugar de ser un mundo dominado por Estados Unidos y las empresas estadunidenses, ha llegado a ser un mundo verdade- ramente global”.13 c) Cambiando la correlación de fuerzas 17. Drucker también apunta a los cambios en la correlación interna- cional de fuerzas. “La nueva economía mundial es fundamentalmen- te diferente de la de cincuenta años atrás, luego de la segunda gue- rra mundial. Estados Unidos sigue siendo el líder político y militar mundial y lo será por varias décadas. Muy probablemente también se mantendrá como la economía más rica y productiva del mundo por 12 Véase Neil Reynold, “U.S. trade deficit is an all in the family affair”, Globe and Mail, 22 de febrero de 2006. 13 Peter Drucker, “Trading places”, The National Interest, primavera de 2005.
  • 20. 20 reconstruyendo la izquierda mucho tiempo más (aunque la Unión Europea como un todo es más grande y más productiva). Pero la economía de Estados Unidos ya no es más la única economía dominante.”14 18. “La economía mundial emergente es una economía pluralista, con apreciable número de bloques económicos; hay más o menos unos cinco o seis bloques entre los cuales el de Estados Unidos con el tl- can es uno entre todos, coexistiendo y compitiendo con la Unión Europea (ue), el Mercosur en América Latina, el asean en el Lejano Oriente, y China e India son estados-naciones que por sí mismos con- forman bloques. Estos bloques no son ni ‘librecambistas’ ni ‘protec- cionistas’, sino ambas cosas a la vez.”15 En particular, vemos el rápido crecimiento de China y la India; ambos países son receptores de in- versiones de las firmas multinacionales, pero, al mismo tiempo, han desarrollado sus propias multinacionales. 19. Finalmente, no se debe olvidar que lo que hoy se globaliza es preci- samente la forma capitalista de explotación. Ésta adopta diversas mo- dalidades según el grado de desarrollo de los países. Mientras que en los países más desarrollados los avances de la revolución tecnológica son evidentes y hacen pensar a algunos autores que ya se ha llegado a una etapa postindustrial y hasta poscapitalista,16 en los países de escaso desarrollo, enormes masas de trabajadores están integrándose recientemente en el sistema capitalista de producción. 20. Estudiar la forma desigual en que se da este proceso de explota- ción hoy es una de nuestras tareas pendientes. 21. Estos cambios tecnológicos no sólo revolucionan el proceso de producción, sino la vida integral del hombre. De ahí que algunos auto- res hablen de una “transformación civilizacional”.17 No se trataría de una revolución tecnológica más,18 sino de algo mucho más profundo. 14 Op. cit. 15 Op. cit. 16 Peter Drucker, La sociedad post-capitalista, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1994, pp. 1-17. 17 Sobre este tema véase el libro de Juan Antonio Blanco, Tercer Milenio. Una visión alternativa de la posmodernidad, La Habana, Centro Félix Varela, 1995. 18 Varios autores, entre ellos Carlota Pérez, por ejemplo, reconocen cinco revolu- ciones tecnológicas. La primera de ellas coincidiría con la gran revolución industrial
  • 21. cambios profundos en el mundo 21 Alvin Toffler sostiene, por ejemplo, que se trata de “un acontecimien- to tan profundo como aquella primera ola de cambio desencadenada hace diez mil años por la invención de la agricultura, o la sísmica se- gunda ola de cambio disparada por la Revolución industrial”. Según el autor, la “humanidad se enfrenta con la más profunda conmoción social y reestructuración creativa de todos los tiempos”.19 22. Otros, sin embargo, sostienen que por mucha trascendencia que tengan los cambios tecnológicos actuales, en modo alguno se pue- den comparar con los de la revolución industrial de fines del siglo xviii y principios del xix, porque la máquina introducida entonces en el proceso de producción continúa siendo hoy “el fundamento técnico de la producción contemporánea”.20 3) cambia la naturaleza del estado, pero no disminuye su papel 23. Estas empresas transnacionales, que tratan de liberarse de las ama- rras de los estados para poder operar libremente, recurren, sin em- bargo, a los gobiernos de estos países para que les faciliten los nego- cios, convirtiendo a los ministerios de Relaciones Exteriores y otras dependencias del estado nacional en verdaderas oficinas de nego- cios a su servicio.21 24. Es bastante conocido que la intervención activa de muchos go- biernos fue decisiva para fomentar la competitividad de sus empre- sas. 25. Por otra parte, Chomsky sostiene que uno “de los mejores estu- dios [realizado en la década de los noventa] sobre las cien transna- en las últimas décadas del siglo xviii y la última sería la actual. Véase C. Pérez, “Las nuevas tecnologías: una visión de conjunto”, La Tercera revolución industrial (impactos internacionales del actual viraje tecnológico), Buenos Aires, Rial, 1986, pp. 43-89. 19 Alvin Toffler, The Third Wave, Barcelona, Plaza Janés, 1994, pp. 19-20. 20 Pedro Monreal, Tecnología flexible y crisis económica: el caso de la industria norteame- ricana en la década de los ochenta, tesis doctoral, Centro de Investigaciones de la Econo- mía Internacional, Universidad de La Habana, diciembre de 1998, mimeo. 21 R. Agacino, op. cit., p. 15.
  • 22. 22 reconstruyendo la izquierda cionales más importantes de la lista de Fortune, encontró que todas ellas se habían beneficiado de intervenciones específicas de los esta- dos nacionales, donde tienen su base. […] No tendríamos muchas corporaciones grandes si no fuera por el financiamiento público; y el financiamiento público proviene del contribuyente fiscal […]”.22 26. El bloqueo a Cuba es un buen ejemplo de la escasa indepen- dencia que tienen las empresas transnacionales respecto a la política estatal norteamericana. 27. Pero, al mismo tiempo que intervienen a favor del gran capital trans- nacional, los estados nacionales van perdiendo el control de una serie de asuntos en forma creciente, ya sea porque los países de una determi- nada región se integran en una determinada unidad regional mayor, como es el caso de los países de la Unión Europea, o por el carácter subordinado de los países periféricos en relación con los centrales. En estos casos, la definición de las políticas económicas tiende a hacerse más allá de sus fronteras. Los sindicatos, partidos y sistemas nacionales de comunicación se van debilitando en la misma medida en que co- bran fuerza el mercado monetario internacional, los medios de comu- nicación global y las grandes empresas multinacionales.23 28. “Muchos actores dan por supuesta una alternativa excluyente: o los estados-nación son todavía importantes, o se ha producido una globalización de las figuras de autoridad. Conviene entender que las dos proposiciones son ciertas: los estados-nación siguen siendo importantes aunque, desde luego, unos más que otros, sin embargo han cambiado radicalmente en el contexto global. […] Sus acciones se orientan cada vez más, no hacia los intereses nacionales, sino más bien hacia la estructura de poder global emergente.”24 29. Lejos de presenciar un capitalismo global que desconoce el esta- do, lo que vemos es una gran diferenciación entre estados muy acti- vos, como los del Grupo de los Siete, y un conjunto de clases capitalistas 22 N. Chomsky, “La sociedad global”, Globalización, exclusión y democracia en América Latina, México, Contrapuntos/Joaquín Mortiz, 1997, p. 13. 23 E. Hobsbawm, La historia del siglo xx (1914‑1991), Barcelona, Crítica, 1995, pp. 424-425. 24 Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud, Barcelona, Random House Monda- dori, 2004, pp. 193-194.
  • 23. cambios profundos en el mundo 23 altamente politizadas que se empeñan en asegurar lo que Stephen Gill deno- minó adecuadamente: “un nuevo constitucionalismo para un neoliberalismo disciplinario”,25 mientras que los estados de los países periféricos se ven cada vez más debilitados. a) Regímenes democráticos más limitados 30. Lo que hoy existe son regímenes democráticos muy diferentes de los anteriores al período dictatorial. En esos años —sostiene Carlos Ruiz—, el tipo de desarrollo económico y social existente provocaba una lealtad de masas suficientemente amplia para dar estabilidad al ré- gimen democrático representativo burgués incorporando a ciertos sec- tores populares a las luchas políticas. “Era la época de la alianza entre sectores obreros, aquellas franjas de las capas medias que habían sur- gido bajo el alero del estado y el empresariado industrial […], bajo el patrón del desarrollo capitalista en que la industria devenía no sólo la locomotora del crecimiento económico y de la acumulación de capital, sino también de la organización social y cultural de la sociedad y de la organización de la lucha política dentro de los marcos del sistema.”26 31. Fue probablemente el fin de la larga fase de expansión de la posguerra y la nueva y profunda crisis que comienza a gestarse en ese momento, por un lado, y el auge de la lucha de clases que po- nía en peligro el sistema de dominación vigente, por el otro, lo que condujo a la instalación de dictaduras militares en varios países de América Latina (Brasil, Uruguay, Chile, Argentina). Sólo mediante regímenes de fuerza, que desarticularan a las clases populares y a sus representantes sociales y políticos, era posible crear las condiciones políticas para la reestructuración capitalista que se necesitaba. 32. Y, luego, cuando los militares regresan a sus cuarteles y negocian una salida democrática, esta salida no puede ser otra que una salida democrática limitada, que impida que se repitan las situaciones de ingobernabilidad que dieron origen a los gobiernos dictatoriales. 25 Leo Panitch, “Globalización, estados y estrategias de izquierda”, P. González Casanova y J. F. Saxe-Fernández, El mundo actual: situación y alternativas, México, Siglo XXI, 1996, p. 92. 26 Carlos Ruiz, “Reconstrucción del movimiento popular y luchas de poder”, Sur- da, núm. 11, Santiago de Chile, diciembre de 1996, p. 4.
  • 24. 24 reconstruyendo la izquierda 33. Se trata, como dice Franz Hinkelammert, de democracias agresi- vas, “sin consenso, con extremo control de los medios de comunica- ción por intereses económicos concentrados, en las que la soberanía no reside en los gobiernos civiles, sino en los ejércitos y, más allá de ellos, en los organismos financieros internacionales que representan los gobiernos de los países [más desarrollados]. Se trata de democra- cias controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo democrático”.27 34. Estos regímenes de democracia tutelada, limitada, restringida, con- trolada o de baja intensidad —según las denominaciones de los diver- sos autores— concentran el poder en órganos de carácter permanen- te, no electivos y, por lo tanto, no sujetos a cambios producto de los resultados electorales. Entre ellos podemos nombrar los siguientes: el Consejo de Seguridad Nacional, el Banco Central, las instancias económicas asesoras, la Corte Suprema, la Contraloría, el Tribunal Constitucional y otros órganos como éstos, que limitan drásticamente la capacidad efectiva de las autoridades elegidas democráticamente. 35. Grupos de profesionales y no de políticos son los que hoy adop- tan las decisiones o tienen una influencia decisiva sobre éstas. Inclu- so en determinadas áreas esenciales, por ejemplo, la económica y la militar, surgen instituciones que constituyen “más bien la expresión nacional de un organismo supranacional”:28 el fmi, la otan, el Ban- co Mundial, el Parlamento Europeo, “con capacidad para condicio- nar [o] imponer acciones fundamentales en el interior de los países, al margen de la opinión de los electores”.29 36. La aparente neutralidad y despolitización de esos órganos oculta una nueva manera de hacer política de la clase dominante. Sus de- cisiones se adoptan al margen de los partidos. Esto permite, según Martín Hernández, “enmascarar en alguna medida el carácter de 27 Franz Hinkelammert, “Nuestro proyecto de nueva sociedad en América Latina: el papel regulador del estado y los problemas de autorregulación del mercado”, Cultu- ra de la esperanza y sociedad sin exclusión, San José de Costa Rica, dei, 1995, p. 114. 28 Martín Hernández, “Las democracias protegidas y la dominación democrática del capital financiero”, Revista de Ciencias Sociales (Trabajo y Capital), Uruguay, noviem- bre de 1989, p. 146. 29 Germán Sánchez, “Problemas de la democracia en nuestra América”, Revolución y Democracia, Universidad Nacional Siglo XX, Llallagua, Bolivia, 1992, p. 25.
  • 25. cambios profundos en el mundo 25 clase del aparato estatal al presentar las decisiones como asunto de expertos ajenos a la demagogia y que aplican criterios ‘científi- cos’; y, sobre todo, al disminuir la importancia real de las institucio- nes electivas, crear mecanismos de resolución de los conflictos in- terburgueses que no apelen a la participación política de las masas populares”.30 37. En realidad, las democracias burguesas siempre han buscado pro- tegerse frente a las decisiones de los dominados. Pero en los regíme- nes democráticos anteriores esos mecanismos de protección apare- cían como falencias de la democracia, es decir, como procedimientos antidemocráticos; por ejemplo, la limitación del derecho al voto o los fraudes electorales. Esos procedimientos eran necesarios para ase- gurar la elección de personas de confianza de las clases dominantes, precisamente, porque las autoridades estatales elegidas por sufragio universal “tenían real capacidad para influir” en el funcionamiento del aparato de estado.31 38. Según el autor, eso otorgaba argumentos a la estrategia refor- mista, porque si se lograba elegir a autoridades progresistas, éstas podrían realmente realizar transformaciones sociales y políticas de importancia, dada la real influencia de las autoridades electivas sobre el funcionamiento del aparato estatal. ¿Dónde estaba lo ilusorio de la es- trategia reformista? En creer que las clases dominantes iban a ser consecuentes con su discurso democrático. Pero esto no ocurrió así. Apenas perdieron el control del gobierno, no vacilaron en recurrir a la columna vertebral del aparato estatal: su fuerza armada (apo- yada directa o indirectamente por el Pentágono), para cancelar la democracia y establecer la dictadura, como ocurrió con Arbenz en Guatemala, Bosch en República Dominicana, Goulart en el Brasil y Allende en Chile. 39. La situación actual es diferente: la democracia se ha “perfecciona- do”32 porque hoy se hace más difícil la distorsión de la voluntad del electorado en la votación, debido al uso de procedimientos de con- trol más sofisticados gracias al empleo de las nuevas tecnologías de la 30 M. Hernández, “Las democracias protegidas…”, op. cit., pp. 146-147. 31 M. Hernández, op. cit., p. 142. 32 Expresión de Martín Hernández.
  • 26. 26 reconstruyendo la izquierda información (no es común ver los fraudes escandalosos del pasado). Pero este perfeccionamiento va acompañado simultáneamente de drásticas limitaciones: por una parte, se han perfeccionado enorme- mente los mecanismos de fabricación del consenso, monopolizados por las clases dominantes, que condicionan en un alto grado la “vo- luntad” del electorado y, por otra, se ha restringido en gran medida la capacidad efectiva de las autoridades generadas democráticamen- te como forma de establecer una protección contra la voluntad de los ciudadanos. Al mismo tiempo que se crean condiciones para un respeto a la voluntad popular en las urnas, se restringe el campo de acción de esa voluntad popular al poner límites a la acción de sus mandatarios. 40. Las características actuales del funcionamiento del aparato es- tatal restringen enormemente las posibilidades de acción de un gobierno de izquierda. “Poco se obtiene con elegir mandatarios que expresen la voluntad popular si ellos tienen un campo de ac- ción” tan restringido que sólo “pueden operar en el ámbito de lo insustancial”.33 41. A esto hay que agregar que, al mismo tiempo que se crean estos espacios restringidos de democratización política en la cúpula, con el repliegue de los militares a los cuarteles en algunos países, particular- mente en Chile, este proceso no va acompañado de “una democratiza- ción de las instituciones situadas en la base de la sociedad (la escuela, la fábrica, el municipio, la universidad, etcétera) […]”.34 42. La forma en que se materializa este tipo de democracia autori- taria depende de las peculiaridades de la historia política de cada país. La democracia restrictiva —como dice Helio Gallardo— es “el referente de una tendencia y no existe en su forma pura. Compren- de regímenes autoritarios con respaldo electoral, constitucional y armado […], y gobiernos constitucionales de partido, con base elec- toral coalicional y vigilancia militar […] como el chileno. También, regímenes autoritarios de partido, con un frágil o inexistente estado 33 M. Hernández, op. cit., p. 144. 34 Carlos Ruiz, Democracia y relaciones laborales. Una visión desde la transformación del mundo de la industria en Chile, trabajo de titulación, Departamento de Sociología, Uni- versidad de Chile, Santiago, octubre de 1996, p. 90.
  • 27. cambios profundos en el mundo 27 de derecho, respaldo militar y corporativo y movilización de masas o clientela electoral, como en el caso mexicano”.35 43. Por su parte, los regímenes políticos centroamericanos surgidos de la negociación política con las fuerzas guerrilleras o luego de un pro- ceso revolucionario como el sandinista, aunque también pueden cali- ficarse de regímenes de democracia restringida, no tienen las mismas características que el resto de los países del subcontinente. En el caso de Nicaragua, el paso al gobierno de Violeta Barrios de Chamorro se llevó a cabo en el marco jurídico desarrollado por la revolución y fue sólo bajo una enorme presión de Estados Unidos que se logró contra- rrestar la influencia sandinista en el ejército y la policía. En el caso de El Salvador, los acuerdos de desmilitarización de 1993 limitaron tanto numérica como funcionalmente el papel de la fuerza armada. 44. Otra de las líneas de la reforma del estado que comenzó a aplicar- se en América Latina a partir de los ochenta es la dislocación terri- torial o descentralización de ciertos aspectos del aparato del estado. “En lo sustancial consiste en reordenar territorialmente el proceso de urbanización y de implantación de industrias y servicios, así como en entregar a estados, regiones, provincias o comunas la responsabilidad sobre algunas tareas de educación, salud, asistencia social, vivienda y desarrollo económico local.”36 Esta reforma persigue objetivos eco- nómicos y políticos. Por una parte, facilitar el desarrollo del capitalis- mo y, por otra, fracturar el movimiento popular y desviar su atención de las luchas globales hacia las reivindicaciones locales. Sin embargo, quizá sea en este proceso de descentralización donde los resultados han sido más limitados. De hecho, es en el terreno de los gobiernos locales donde la izquierda latinoamericana ha avanzado más en los últimos años. No sólo ha conquistado crecientes espacios locales, sino que ha hecho de ellos, en los casos más ejemplares, lugares privile- giados para demostrar ante la opinión pública la posibilidad de llevar adelante políticas alternativas al neoliberalismo, algo muy importan- te en momentos de crisis de paradigmas como el actual.37 35 H. Gallardo, “Democratización y democracia, Revista Pasos, núm. 68, Costa Rica, 1996, p. 13. 36 M. Hernández, “Las democracias protegidas…”, op. cit., p. 151. 37 Véase el estudio de ocho gobiernos locales de participación popular en Marta Harnecker, Haciendo camino al andar, Santiago de Chile, lom/mepla, 1995.
  • 28. 28 reconstruyendo la izquierda b) La democracia desmovilizadora y el ciudadano endeudado 45. Pero eso no es todo; no sólo se trata de democracias tuteladas sino de democracias desmovilizadoras, como las califica Tomás Moulián, to- mando en cuenta la realidad chilena.38 46. La desmovilización popular sería el resultado de una serie de factores que ya no estarían ligados principalmente al uso de la repre- sión ni a otros métodos de presión contra el movimiento popular. 47. El principal factor que influye en ello es el debilitamiento del movimiento sindical. Esto se debe tanto a los límites que le impone la nueva legislación laboral implantada por la dictadura militar y que sigue vigente como a la flexibilización producida en el ámbito de las relaciones laborales. “Todo esto produce un aumento conside- rable de la inestabilidad laboral, la indefensión de los trabajadores y el aumento de la capacidad de control patronal. Las estrategias de mérito individual aparecen como más productivas que las estrategias de coordinación colectiva.”39 Y se ve agravado con las nuevas mo- dalidades organizativas de las empresas, que buscan crear entre los trabajadores un espíritu de cuerpo y una identificación subjetiva con el resultado de su trabajo. 48. Otro elemento que favorece la “gobernabilidad” es el consu- mismo. La cultura transmitida por los medios de comunicación no es una cultura solidaria, sino una cultura que promueve el hedo- nismo individualista. La gente no se contenta con vivir de acuerdo con sus ingresos, sino que vive endeudada y, por lo tanto, necesita mantener un trabajo estable —cada vez más escaso— para poder solventar sus compromisos económicos. 49. Quizás aquí sea importante tener presente que el fenómeno del consumo de masas no es algo que se haya producido espontáneamen- te —ni tampoco la consecuencia de una naturaleza humana insacia- ble—, como señala Jeremy Rifkin. Por el contrario, diversos estudios revelan que los trabajadores estadunidenses de fines del siglo pasado 38 Tomás Moulián, “Capitalismo, democracia y campo cultural en Chile”, Encuentro XXI, núm. 2, mayo de 1995, p. 35. 39 Ibid.
  • 29. cambios profundos en el mundo 29 se conformaban con recibir un salario que les permitiese vivir y tener algunos pequeños lujos básicos. Preferían tener más tiempo para el ocio que ingresos adicionales como consecuencia de una jornada labo- ral más larga. Hay que recordar que el comportamiento del norteame- ricano medio estaba muy influido por la ética protestante del trabajo, cuyas piedras angulares eran la moderación y el sentido del ahorro. 50. ¿Cómo, entonces, en una tal situación, surgió el consumismo? 51. Fue, según Jeremy Rifkin, la comunidad empresarial norteame- ricana la que se propuso “cambiar radicalmente la psicología que había construido a la nación”. Ésta enfrentaba en los años veinte una situación de sobreproducción, debida a un enorme aumento de la productividad industrial que iba acompañada de un decrecimien- to del número de compradores —los cambios tecnológicos habían dejado sin empleo a un cada vez mayor número de personas—. A este drástico descenso de las ventas sólo podía salírsele al paso si se lograba cambiar la psicología del pueblo norteamericano motiván- dolo a consumir cada vez más productos. Se lanzó así en una gran cruzada para convertir a los trabajadores norteamericanos en una masa de consumidores. “El marketing, que hasta entonces había ju- gado un papel secundario en el mundo de los negocios, tomaba un protagonismo inesperado en la nueva situación.”40 Había que pasar de la cultura del productor a la cultura del consumidor y para ello transformar lo que antes era un lujo para los sectores de mayores ingresos en una necesidad para los grupos de menores ingresos. 52. “Los publicistas no tardaron mucho en empezar a modificar sus planteamientos de lanzamiento de productos, pasaron de los argu- mentos de utilización e información descriptiva a reclamos emotivos con diferenciación social y estatus. El hombre y la mujer corrientes fueron invitados a emular a los ricos […]. La ‘moda’ se convirtió en la palabra de uso cuando las empresas e industrias intentaron identi- ficar sus productos con lo ‘chic’ y lo ‘último’.”41 53. Fue en ese momento en que surgió también la compra a plazos. “En menos de una década, una nación de trabajadores, los mode- 40 Jeremy Rifkin, El fin del trabajo…, op. cit., pp. 41-42. 41 Op. cit., p. 43.
  • 30. 30 reconstruyendo la izquierda rados americanos, se convirtieron a una cultura caracterizada por el hedonismo, en busca de cualquier forma posible de gratificación más o menos inmediata. A fines de los años veinte el 60% de las radios, automóviles y de los muebles vendidos en Estados Unidos fueron adquiridos en forma de venta a crédito.”42 54. En el nivel de las grandes masas se logró con éxito “convertir lo superfluo en necesidad”43 y al hacerlo y promover la compra a plazos se creó, como dice Tomás Moulián, un nuevo mecanismo de domesticación.44 55. El endeudamiento masivo no sólo sirve para mantener o ampliar el mercado interno, sino que opera también como un “dispositivo de integración social”.45 Es necesario asegurar el puesto de trabajo y hacer méritos que permitan lograr el ascenso profesional para lo- grar nuevas oportunidades de consumo: conseguir la casa propia, el automóvil, el más reciente equipo de audio, el último modelo de televisor. 56. “El actual modelo, a diferencia del modelo mercado-internista, no recurre a políticas populistas, recurre a someter al trabajador al cautiverio de sus deudas esclavo de la perpetua seducción de objetos que se ofrecen a sus ojos como realización de la verdadera vida. ¿Qué energía participativa, movilizadora, qué capacidad de riesgo puede tener un trabajador enfrentado tanto a la inestabilidad de su empleo como al cumplimiento religioso del pago de sus cuotas de crédito, cuyo incumplimiento lo transforma en un subhombre, alguien a quien le están negados los sueños futuros del confort?”46 57. Desmovilizadora también ha sido la aparición de una “izquierda neoliberalizada que ha remplazado la creencia en el socialismo por la creencia en el capitalismo democrático”; una izquierda que sim- 42 Op. cit., p. 45. 43 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Barcelona, Planeta/Agostini, 1993 (1ª ed. 1954),�������� p. 39. 44 T. Moulián, Chile actual, anatomía de un mito, Arcis/lom, Santiago de Chile, 1997, op. cit., p. 105. 45 Op. cit., p. 121. 46 T. Moulián, “Capitalismo, democracia y campo cultural en Chile”, Encuentro XXI, núm. 2, mayo de 1995, p. 35.
  • 31. cambios profundos en el mundo 31 plemente no cuestiona el sistema y que cuando se producen movili- zaciones populares las maneja con “estricta lógica corporativa”. 58. El sociólogo chileno sintetiza así su tesis: “la experiencia histórica demuestra que el mantenimiento del modelo neoliberal no requiere una dictadura, ni siquiera la forma actual de una ‘democracia tute- lada’. Requiere, eso sí, el disciplinamiento de una ‘democracia des- movilizadora’, con un movimiento obrero débil y corporativizado en sus demandas, con una izquierda que contribuya a la legitimación del sistema y con ‘masas’ volcadas hacia el consumo y la entretención más que hacia los asuntos públicos”.47 4) revolución en las comunicaciones 59. Pero si algo ha cambiado como consecuencia de la nueva revo- lución tecnológica han sido las comunicaciones; éstas también han sufrido una profunda revolución. Hasta hace poco, sonido, imagen y texto marchaban por separado; lo más que se había logrado ha- cer era superponerlos como en el caso del cine sonoro. Hoy, con las tecnologías digitales, por primera vez en la historia de la humani- dad estas diversas formas de información —textos, datos, sonido e imágenes— pueden combinarse “en un producto único, el famoso ‘multimedia’”48 y pueden transmitirse casi instantáneamente. 60. “El dominio del multimedia se convierte en un tema estratégico en los aspectos político, tecnológico, industrial y cultural. La apari- ción de nuevos productos (edición electrónica con el cd-rom, soft- ware educativo, microcomputadoras […] terminales multimedia) y nuevos servicios (consulta de bancos de datos en el trabajo o en casa, teletrabajo, Internet) se apoyan en la fusión de la informática, la televisión, el teléfono y el satélite a través del dominio de las tecno- logías digitales.”49 47 Ibid. 48 Ignacio Ramonet, Un mundo sin rumbo (Crisis de fin de siglo), Madrid, Debate, 1997, pp. 213-214. 49 Op. cit., pp. 221-222.
  • 32. 32 reconstruyendo la izquierda 61. Una de las áreas donde el avance científico-técnico ha influido más es en el desarrollo de los medios masivos de comunicación. Satélites, fibras ópticas, sistemas de televisión por cable han revolucionado las comunicaciones y permiten romper las barreras del espacio y el tiem- po. “Por primera vez, la historia va a desarrollarse como tiempo único: el tiempo mundial.”50 62. Estas invenciones tecnológicas hacen “que personas separadas por océanos y continentes puedan conversar con sólo pulsar unos botones” y ayudan a ir eliminado “las ventajas culturales de la ciudad sobre el campo”.51 63. La televisión se ha transformado en una “máquina para comuni- car”52 con un impacto tremendo, porque la mayor parte de las cosas que transmite son vividas por los telespectadores como hechos rea- les. Es muy difícil el distanciamiento crítico. Por otra parte, aquella realidad que los medios no difunden no existe para la gran mayoría de los telespectadores. 64. La pantalla chica invade los hogares, ocupando de manera cre- ciente el tiempo libre de las personas e inculcando de forma subli- minal una ideología neoliberal individualista y conformista. Una de sus armas más efectivas son la mayor parte de las telenovelas que adormecen la conciencia popular y provocan una verdadera adic- ción. Son el opio del pueblo del mundo de hoy.53 a) Homogeneización cultural 65. Pero este mundo que “nunca ha sido tan desigual económicamen- te”, nunca ha sido “tan igualador en cambio en relación con las ideas 50 Paul Virilio, “Peligros, riesgos y amenazas”, Cine Cubano, núm. 142 (número es- pecial), Dossier: Ante la globalización del nuevo milenio: todavía la utopía, La Habana, 1998, p. 32. Yo agregaría: en los países avanzados, porque hay que recordar que sólo un 3% de la población mundial tiene acceso a una computadora. 51 Eric Hobsbawm, La historia del siglo xx (1914-1991), Barcelona, Crítica, 1995, p. 22. 52 Humberto Económica, citado en E. Rubio y M. Pereira, Utopía y estrategia. Demo- cracia y socialismo, Montevideo, Trilce, 1994, p. 64. 53 Juan Antonio Blanco habla del opio postmoderno de los oprimidos, op. cit., p. 117.
  • 33. cambios profundos en el mundo 33 y la moral” —afirma Eduardo Galeano—. “Hay una uniformidad obli- gatoria hostil a la diversidad cultural del planeta. La nivelación cultu- ral ni siquiera puede medirse. Los medios de comunicación de la era electrónica al servicio de la incomunicación humana están imponien- do la adoración unánime de los valores de la sociedad neoliberal.”54 66. Por todo el mundo se expande “una estéril uniformidad”. De un ex- tremo a otro del planeta se impone un mismo estilo de vida difundido por los medios de comunicación de masas. En todos lados se ven “las mismas películas, las mismas series televisadas, las mismas informacio- nes, las mismas canciones, los mismos eslóganes publicitarios, los mis- mos objetos, la misma ropa, los mismos coches, el mismo urbanismo, la misma arquitectura, el mismo tipo de apartamentos, con frecuencia amueblados y decorados de forma idéntica… En los barrios acomo- dados de las grandes ciudades del mundo, el encanto de la diversidad cede ante la fulminante ofensiva de la estandarización, la homogenei- zación, la uniformización”. Por todas partes triunfa la cultura global.55 67. Muchos autores consideran que lo que se ha denominado “glo- balización cultural” no sería otra cosa que la “norteamericanización” de la cultura a nivel mundial.56 La cultura americana universal de lo que se ha denominado el “McWorld” parece irresistible. “En Japón, por ejemplo, las hamburguesas y las papas fritas han remplazado los tallarines y los ‘sushi’; los jóvenes se pelean con expresiones ingle- sas comprendiendo muy poco de su sentido para darse ínfulas. En Francia, donde hace menos de diez años los puristas de la cultura le hacían la guerra a la depravación del franglés, la salud económica se mide por el éxito de Disneyland-París. La aparición de repente del Halloween como nueva fiesta francesa para estimular el comercio en el período de calma que precede a la Navidad no es sino el ejemplo más desconcertante de esa tendencia a la americanización.”57 54 Eduardo Galeano, “Hacia una sociedad de la incomunicación”, Cine Cubano, núm. 142 (número especial), Dossier: Ante la globalización del nuevo milenio: todavía la utopía, La Habana, 1998, p. 17. 55 La llamada world culture. I. Ramonet, Un mundo sin rumbo (Crisis de fin de siglo), Madrid, Debate, p. 63. 56 José Joaquín Brünner, Globalización cultural y posmodernidad, Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica (Breviarios), 1998, p. 151. 57 Benjamin R. Barber, “Vers une société universelle de consommateurs: Culture Mc World contre démocratie”, Le Monde Diplomatique, agosto de 1998, p. 14.
  • 34. 34 reconstruyendo la izquierda 68. Los 200 mil millones de dólares58 gastados por Estados Unidos en propaganda no se gastan en vano. Para crear una demanda mundial de productos norteamericanos, “debe fabricarse la necesidad de con- sumirlos a la misma escala” y para hacerlo las grandes firmas, como la Coca-Cola, no se limitan a hacer propaganda exclusivamente a su producto, sino que deben al mismo tiempo pregonar el estilo de vida norteamericano.59 69. ¡Cuán actuales son las viejas reflexiones de Marcuse acerca de la distinción entre necesidades verdaderas y falsas!60 70. Y como esta cultura crea iguales necesidades de consumo tanto en quienes tienen medios para satisfacerlas como entre las personas que carecen de ellos —recordemos que mil millones de personas en el planeta viven en la pobreza absoluta—, ¿cómo extrañarse enton- ces que junto con el consumismo aumente la delincuencia, cuando estos medios, al mismo tiempo que publicitan los productos, otorgan detalladas informaciones de cómo adquirirlos ilícitamente a través de los filmes que las divulgan masivamente? 71. Estos poderosos instrumentos audiovisuales concentrados cada vez en menos manos y dominados por grandes transnacionales —que manipulan la información en función de los intereses de las clases dominantes—61 son los verdaderos forjadores del modo de pensar de la gente, con todos los riesgos que ello implica. b) Necesidad de autodefensa intelectual 72. La manipulación y el control del pensamiento que estos medios ejercen es tan significativa que, según Noam Chomsky, la gente debe- ría emprender “un curso de autodefensa intelectual” para protegerse de sus efectos.62 58 En francés, 200 milliards de dollars. 59 B. R. Barber, ibid., p. 15. 60 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Barcelona, Planeta/Agostini, 1993 (1ª ed. 1954), pp. 35-42. 61 Sobre este tema véanse las excelentes obras de Noam Chomsky Los guardianes de la libertad, Barcelona, Crítica, 1990, e Ilusiones necesarias (Control del pensamiento en las sociedades democráticas), Madrid, Libertarias-Prodhufi, 1992. 62 Noam Chomsky, Ilusiones necesarias, op. cit., p. 8.
  • 35. cambios profundos en el mundo 35 73. Es triste ver la insensibilidad de nuestra izquierda y de muchos de nuestros intelectuales latinoamericanos frente a esta colonización cultural. Es sintomático que se suela encontrar natural y hasta se jus- tifique que aparezcan cada vez más con mayor frecuencia palabras en inglés en letreros, avisos y libros, en nuestros países. 74. Considero estratégico para quienes luchamos por una sociedad diferente saber dónde y cómo levantar un muro de contención contra esa penetración. Y en este sentido me parece evidente que en la era de la globalización e Internet, ese muro no puede ser externo a nues- tras conciencias. Hablar de censura no sólo me parece políticamente incorrecto, sino sobre todo ineficaz. Es necesario armar la conciencia de la gente, formar en ella una capacidad de distanciamiento crítico. En este sentido pienso que el más importante dique de contención es el patrimonio cultural de cada país y el papel que juega la educación, tanto escolar como familiar, en la formación de los valores. No se trata de cerrarnos al mundo, sino de asimilar todo lo bueno del mundo a partir de nuestra propia realidad. Ya José Martí decía: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.”63 75. El mejor antídoto frente “a Rambo, Forrest Gump, Disneylandia y toda la superchería yanqui, y frente al modelo político, económico y social que tales símbolos representan, es la cultura nacional cubana que anticipa la Patria bolivariana y la auténticamente universal”, sos- tiene Abel Prieto, y por ello considera que el “‘problema ideológico’ más grave” en relación con la cultura es precisamente “la falta de cultura”.64 76. Es interesante saber que también dentro de los propios Estados Unidos ha surgido una cultura disidente que, según Chomsky, ha ex- perimentado un gran crecimiento desde la década de los sesenta65 y que se ha visto reforzada por la gran movilización contra la guerra en Irak, y muy recientemente con la lucha de los emigrantes. 63 José Martí, Nuestra América, en Obras completas, La Habana, Centro de Estudios Martinianos (cem), 2001, t. 6, p. 18. 64 Abel Prieto, “La cigarra y la hormiga: un remake al final del milenio”, La Gaceta de Cuba, núm. 1, enero-febrero de 1997, p. 54. 65 Noam Chomsky, “El control de los medios de comunicación”, Cómo nos venden la moto, Barcelona, Icaria, 1996, pp. 30-31.
  • 36. 36 reconstruyendo la izquierda 5) estrategia fragmentadora del neoliberalismo 77. A todo esto se añade la estrategia fragmentadora del neoliberalis- mo. Éste sabe que una sociedad dividida —en que diferentes grupos minoritarios no logran constituirse en una mayoría cuestionadora de la hegemonía vigente— es la mejor fórmula para la reproducción del sistema. 78. Y no sólo se aplica esta estrategia en el nivel de los trabajadores —tratando de “desestructurar la fuerza de trabajo en una suma de actores o sujetos diferenciados y separados unos de otros”—,66 sino de toda la sociedad. 79. El investigador argentino Alberto Binder se refiere detallada- mente a esta estrategia de las clases dominantes en su artículo “La sociedad fragmentada”.67 80. Según Binder, lo que esta estrategia persigue es “construir o fa- bricar grupos sociales aislados” o “minorías” que generen “prácticas de ‘guerra’” entre sí, con lo cual los grupos hegemónicos logran “un control social horizontal”. 81. La base para mantener a estos grupos aislados entre sí o sujetos a relaciones contradictorias es buscar conscientemente desorientar- los respecto a sus posibles objetivos comunes, imposibilitando que estas minorías asuman luchas colectivas. “La sociedad fragmentada implica una mayoría—y a veces un pueblo entero— que ha perdido el rumbo de su propia causa nacional.” 82. Esta política de desorientación social “actúa, fundamentalmente, en tres niveles: a) la atomización de la sociedad en grupos con escasa capacidad de poder; b) la orientación de esos grupos hacia fines ex- clusivos y parciales, que no susciten adhesión; c) la anulación de su capacidad negociadora para celebrar ‘pactos’” […]. 66 Carlos Vilas, “La izquierda en América Latina: presente y futuro (notas para una discusión)”, Alternativas de izquierda al neoliberalismo, Madrid, fim-cea, 1996, p. 42. 67 Alberto Binder, “La sociedad fragmentada”, Pasos, núm. 3 (número especial), Univ. San José de Costa Rica, 1992, pp. 22-26.
  • 37. cambios profundos en el mundo 37 83. Para poder lograr estas metas se debe impedir que se cree un espacio en que se puedan proyectar objetivos que vayan más allá de cada grupo particular, es decir, que puedan ser compartidos por otros grupos dando paso a potenciales acuerdos y alianzas; de ahí que la prédica sobre la muerte de las ideologías pase a ser un elemento fun- damental de esta estrategia. La sociedad deja de ser comprendida y analizada en forma abarcadora, y con ello desaparecen las utopías sociales que crean los espacios de encuentro de los diferentes grupos. Por otra parte, se fomenta la cultura del naufragio, del “sálvese quien pueda”, que descarta cualquier tipo de solución colectiva. 84. Se trata de “una estrategia global del poder dominante, que bus- ca hacer pedazos a la sociedad e imposibilitar de un modo absoluto la construcción de un concepto de mayoría”, preparando el terreno para el ejercicio de una democracia limitada o restringida como la que analizaremos algo más adelante. 6) el peligro militar 85. Por otra parte, a pesar del fin de la guerra fría, y de que ya no hay potencias militares que puedan poner en peligro el sistema capitalis- ta, continúa la carrera armamentista y la acumulación de arsenales de exterminio cada vez más sofisticados.68 86. Dentro de este contexto, el acto terrorista del 11 de septiembre de 2001 contra las torres gemelas en Nueva York, que costó miles de vidas inocentes entre las que se contaban cientos de latinoamericanos que allí trabajaban, vino como anillo al dedo al gobierno estadunidense “para explotar el crimen y reducir al silencio tanto a los que desde dentro como desde fuera se oponen a sus ambiciones imperiales”.69 87. Mediante una hábil campaña mediática se creó una verdadera psi- cosis colectiva que debía preparar el terreno para una gran “cruzada” mundial contra el terrorismo. 68 Marta Harnecker, “Contra el terrorismo y contra la guerra”, revista brasileña PUCviva, 6 de enero de 2002. 69 Henri Alleg, “Entretien sur les attentats aux ÉtatsUnis et la guerre en Afganis- tán”, L’empire en guerre. Le monde après le 11 septembre…, París, Les Temps des Cerises, noviembre, 2001, p. 125.
  • 38. 38 reconstruyendo la izquierda 88. Ha nacido, como dice Samir Amin, “un nuevo macartismo”. Éste pretende “satanizar toda oposición a los dictados del capital domi- nante en nombre de la ‘seguridad interior’ y de la ‘guerra contra el terrorismo’”.70 Se trata, como dice Chesnais, de crear “una nueva Santa Alianza contrarrevolucionaria mundial”.71 89. En nombre de la seguridad se plantean restricciones a las liber- tades y garantías constitucionales a las cuales los ciudadanos estadu- nidenses otorgan mucha importancia: se podrá controlar la corres- pondencia y las llamadas telefónicas; no hay que asombrarse si una persona es vigilada como si fuera un sospechoso, sobre todo si tiene algún rasgo oriental o se ha pronunciado públicamente contra la ac- tual política del gobierno de Estados Unidos. Se ha llegado al extre- mo de recomendar que todos se transformen en colaboradores de la policía para denunciar a cualquier individuo sospechoso. Existe una severa censura que “selecciona lo que el público debe o no saber de la guerra […] Sólo se difunden ‘imágenes autorizadas’”.72 90. Afganistán fue el primer paso, luego le siguió Irak, y ahora se anuncia como próximo objetivo Irán, en esta “guerra sin cuartel con- tra el terrorismo”, es decir, contra lo que Estados Unidos considere un “enemigo potencial”. “Las mismas bombas de siete toneladas que des- truyeron las ciudades afganas pueden mañana explotar en las selvas de Colombia.”73 ¿Acaso los grupos guerrilleros colombianos (farc-ep y eln) no formaron parte de un primer listado de grupos terroristas aparecido en los primeros días de iniciarse la campaña? 91. El terrorismo no podrá ser eliminado creando “un frente unido contra el terrorismo”, como trata de imponer a rajatabla el gobier- no de Estados Unidos. Lo único que podrá acabar para siempre con el terrorismo será la eliminación de sus causas y por ello sería más 70 Samir Amin, “Les attentats du 11 septembre”, L’empire en guerre: Le monde après le 11 septembre…, p. 49. 71 François Chesnais, “Nous sommes en face de deux ennemis, nous devons re- construire une perspective internacionaliste”, op. cit., p. 161. 72 Henri Alleg, “Entretien sur les attentats aux ÉtatsUnis et la guerre en Afganis- tán”, L’empire en guerre. Le monde après le 11 septembre…, op. cit., p. 126. 73 Miguel Urbano Rodríguez, �������������������������������������������������� “������������������������������������������������� O terrorismo de estado norteamericano e o perigo da dictadura militar planetaria������������������������������������������������������ ”����������������������������������������������������� , ponencia presentada en el Tercer Foro Mundial, Por- to Alegre, 21 de febrero de 2002.
  • 39. cambios profundos en el mundo 39 coherente lo que propone Samir Amin: un “frente único contra la injusticia internacional y social” que, de concretarse, “pudiera tor- nar inútiles, y, por lo mismo imposibles, los actos desesperados de las víctimas del sistema”.74 92. Este frente internacional contra la injusticia y contra la guerra podría reunir a militantes del Sur y del Norte con objetivos precisos: intentar “impedir las guerras en preparación”; apoyar la resistencia en los países víctimas de la intervención de Estados Unidos y sus alia- dos, y desenmascarar las campañas que pretenden satanizar, califi- cando de terroristas, tanto a los movimientos de liberación nacional y de combate contra la explotación y la miseria en el Tercer Mundo como a los movimientos antiglobalización en los países del Norte.75 93. Un gran frente que se construya en la base, que sea capaz de aglu- tinar a sectores crecientes de la población a través de un lenguaje sencillo y concreto; que sepa unir el combate a la guerra y las preocu- paciones cotidianas de la gente, que son necesariamente diferentes en las diversas realidades nacionales; el entusiasmo de los jóvenes con la experiencia de las generaciones precedentes.76 7) el fenómeno imperialista no ha desaparecido, pero ha adquirido nuevas formas 94. No es lo mismo, entonces, actuar en un mundo bipolar como el que existía en el momento en que triunfó la Revolución cubana, donde el campo socialista servía de retaguardia a los movimientos revolucionarios, y de muro de contención para poner freno a la ex- poliación capitalista de los trabajadores de Occidente en general, que actuar en el actual mundo globalizado unipolar en el que el polo capitalista desarrollado no tiene contrincante. 95. No era lo mismo actuar en un mundo en que los obreros tenían mucho más poder de negociación porque si paraban la industria 74 Samir Amin, “Les attentats du 11 septembre”, op. cit., p. 49. 75 Michel Collin, en L’empire en guerre: Le monde après le 11 septembre…, op. cit., p. 234. 76 Ibid.
  • 40. 40 reconstruyendo la izquierda causaban graves daños a sus dueños, que actuar en un mundo en que la revolución de la información permite instalar industrias en los países que ofrecen mayores ventajas y cualquier alza de salarios o alza de la tasa de impuesto en el país donde está instalada puede determinar que el capital emigre a un país más prometedor. 96. Existiría, según Noam Chomsky, una especie de “Senado virtual de” especuladores financieros. Si un país decide poner más énfasis en sus programas de desarrollo social, “el senado virtual puede votar instantáneamente [contra esa política], sacando montos enormes de capital fuera de ese país”77 con las consecuencias desastrosas que ello puede tener para un pequeño país. 97. El fenómeno imperialista no ha desaparecido, pero ha adquirido nuevas formas. 77 Noam Chomsky, “La última desaparición de las fronteras”, entrevista realizada por Jim Cason y David Brooks, periódico Masiosare, Washington, febrero de 1998.
  • 41. 2. Profundo malestar en gran parte de la humanidad 98. Sea cual fuere la interpretación de la magnitud de los cambios que hoy está sufriendo el mundo, no cabe duda de que el impacto de la más reciente revolución científico-técnica en el terreno econó- mico, social, político y cultural es enorme. 99. Pero esos nuevos horizontes que parecen abrirse van paradó- jicamente acompañados de un gran malestar en gran parte de la humanidad. Vivimos tiempos angustiosos, plenos de confusión e in- certidumbre. 100. No sólo fracasó el socialismo soviético, sino que el capitalismo demostró una sorprendente capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias y para utilizar en beneficio propio los avances de la nueva revolución científico-técnica, mientras los países socialistas, luego de haber alcanzado un notable desarrollo económico, fueron cayendo en el estancamiento hasta terminar en el desastre que co- nocemos. A esto se agregan las dificultades que comenzaron a sufrir los gobiernos socialdemócratas europeos y sus regímenes de “estado de bienestar”: detención de crecimiento económico, inflación, inefi- ciencia productiva. 101. Junto con esto, América Latina, tras la dolorosa reestructura- ción de los años ochenta —que llevó a considerar esta década como la “década perdida”—, comenzó a incorporarse a la nueva economía global, pero el precio de esta incorporación ha sido, como veíamos anteriormente, muy elevado: una proporción considerable de su población “ha quedado excluida de esos sectores dinámicos, como productores y como consumidores. En algunos casos, pueblos, países y regiones se han vuelto a conectar mediante la economía local in- formal y la economía criminal orientada al exterior […]”. M. Castells, La era de la información…, op. cit., p. 159. [41]
  • 42. 42 reconstruyendo la izquierda 1) deterioro del nivel de vida 102. El deterioro del nivel de vida de la mayoría de la población del planeta, incluyendo a sectores cada vez más amplios de las capas medias, o lo que algunos han denominado “la globalización de la pobreza”, es alarmante; la amenaza del desempleo es una preocupa- ción presente tanto en los países pobres como en los países desarro- llados; la fragmentación social y organizativa “ha alcanzado su nivel máximo”. El deterioro del medio ambiente amenaza la superviven- cia de las futuras generaciones. La “corrupción galopante” produce un amplio efecto desmoralizador. Sigue y seguirá estando presente el peligro de guerra, incluso nuclear —a pesar de los avances en la marcha hacia la paz, la distensión y el desarme—, hasta que no sean erradicadas para siempre las causas que brotan de la naturaleza capi- talista del orden internacional y socioeconómico imperantes. 103. Las políticas neoliberales, implementadas por el gran capital financiero transnacional respaldado por un gran poderío militar y mediático, cuyo centro hegemónico es Estados Unidos, no sólo no han resuelto estos problemas, sino que han agudizado vertiginosa- mente la miseria y la exclusión social, mientras las riquezas se con- centran en cada vez menos manos. 104. Entre los que sufren las consecuencias económicas del neoli- beralismo —además de los sectores tradicionales de la clase obrera urbana y rural— están los pobres y marginados, los estratos medios empobrecidos, la constelación de pequeños y medianos empresarios y comerciantes, el sector de los informales, los productores rurales medianos y pequeños, la mayoría de profesionales, la legión de los desocupados, los cooperativistas, los jubilados, la policía y los cuadros subalternos del ejército. Pero no sólo debemos tener presente a los sectores económicamente afectados, sino también a todos los discri- minados y oprimidos por el sistema: mujeres, jóvenes, niños, ancianos, indígenas, negros, determinadas creencias religiosas, homosexuales, M. Chossudovsky tiene un libro titulado The Globalisation of Poverty: Impacts of IMF and World Bank Reforms, Penang, Third World Network; Londres, Zed Books, 1997. Wim Dierckxsens, Los límites de un capitalismo sin ciudadanía, San José de Costa Rica, dei, 1997, p. 140. I. Ramonet, Un mundo sin…, op. cit., p. 13. Suboficiales y cuadros que les están subordinados.
  • 43. profundo malestar en gran parte de la humanidad 43 etcétera. Se trata de la mayoría de la población de nuestros países. 105. Pero, si bien es cierto que nuestros enemigos son muy podero- sos, al mismo tiempo podemos constatar que cada vez es más intenso el rechazo de la mayoría de la gente contra el modelo de globaliza- ción que se impone en el mundo, por su incapacidad para resolver los problemas más acuciantes de nuestros pueblos. 106. Algunos de estos sectores que se oponen a la globalización neo- liberal se han transformado en poderosos movimientos. Entre ellos están los movimientos de mujeres, de indígenas, los ambientalistas, los movimientos de consumidores, los que luchan por los derechos humanos. Estos movimientos difieren en muchos aspectos del clá- sico movimiento obrero en cuanto a las características de sus plata- formas, de fuerte acento temático y convocatoria policlasista y mul- tigeneracional, “a las formas concretas de acción, y a los modos de organización menos jerárquicos y más en red que en el pasado”. 107. Otras veces, se producen expresiones puntuales de nuevos ac- tores sociales. Es sorprendente, por ejemplo, la capacidad de movi- lización que han manifestado los jóvenes, organizados fundamen- talmente por vía electrónica, con el objetivo de repudiar la actual globalización y resistir a la aplicación de nuevas medidas de corte neoliberal. 2) un nuevo ciclo internacional de luchas a) Seattle y la organización en forma de red 108. Coincido con Hardt y Negri en que a finales del decenio de 1990 se inició un “nuevo ciclo internacional de luchas” en relación con los problemas de la globalización. Las protestas contra la cum- Vertiente Artiguista, “De primera fuerza a gobierno nacional. Perspectivas estra- tégicas propuestas para el período. Versión final del documento núm. 5 presentado en las Jornadas de Reflexión desarrolladas por la Vertiente Artiguista el 28 y 29 de octubre de 2000 en Maldonado”, p. 12. Michael Hardt y Antonio Negri, op. cit., p. 253.
  • 44. 44 reconstruyendo la izquierda bre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, en 1999, fueron su inicio. 109. “El epítome [hasta el momento de escribir estas líneas y en términos cuantitativos al menos] han sido las protestas coordina- das contra la guerra por Estados Unidos en Irak, cuando millones de personas se lanzaron a las calles de las principales ciudades del mundo el 15 de febrero de 2003. La guerra representaba la última instancia del poder global frente al cual se había formado el ciclo de luchas. Las estructuras de organización y de comunicación estableci- das por la lucha hicieron posible la movilización masiva y coordinada de expresiones comunes contra la guerra.” 110. Según Negri y Hardt, este “nuevo ciclo global de luchas es una movilización de lo común que reviste una forma de red abierta y distribuida, donde ningún centro ejerce control y todos los nodos se expresan libremente”. 111. Por desgracia estas expresiones militantes a favor de un mundo diferente suelen esfumarse una vez trascurrido el episodio, a falta de instancias “capaces de liderarlos y mantenerlos reunidos, superan- do su heterogeneidad”. Aunque quizás esta escasa perdurabilidad en el tiempo se deba a su carácter muy incipiente o a una militan- cia menos comprometida o diferente con menos espacios físicos de reunión y organización. Tratándose de movimientos muy nuevos “quizá no se hayan decantado los posibles aportes de los diversos protagonistas”.10 b) Auge de las luchas en América Latina 112. Sin embargo, junto a este ciclo de luchas mundiales, en América Latina se ha producido también simultáneamente un nuevo ciclo de luchas nacionales. Cuando el presidente Hugo Chávez ganó las elec- ciones en 1998, prácticamente estaba solo; era el único en levantar un proyecto alternativo al neoliberalismo. Hoy lo que el enemigo Op. cit., p. 256. Op. cit., p. 256. 10 Hugo Cores, comentarios a estas ideas, 9 de agosto de 2001.
  • 45. profundo malestar en gran parte de la humanidad 45 llama “la marea roja” está avanzando en casi todos los países de Amé- rica Latina. No sólo se conquista el gobierno en países como Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile y muy pronto México, sino que se avanza en las luchas populares de resistencia al neoliberalismo, como está ocurriendo en Ecuador, Colombia, Costa Rica. En este fe- nómeno latinoamericano sí han desempeñado un papel importante los liderazgos locales y una conducción política central. Sin menos- preciar el enorme papel de los movimientos populares, y especial- mente de los movimientos indígenas, difícilmente hubiese llegado Evo Morales a la presidencia si no hubiese existido el mas. c) Conceptos de multitud y pueblo social 113. Los actores sociales de la lucha contra la globalización neoli- beral son descritos por Hardt y Negri como el “sujeto social inter- namente diferente y múltiple” que es “capaz de actuar en común” y para designar a ese sujeto han empleado el término “multitud”.11 114. Años antes Helio Gallardo había usado el concepto “pueblo so- cial” para englobar a todos estos sectores que sufren las consecuen- cias del capitalismo salvaje actual. Este concepto no remite sólo a los empobrecidos desde el punto de vista económico, sino también a los empobrecidos en su subjetividad.12 11Op. cit., p. 128 12Helio Gallardo, El fundamento social de la esperanza, 1999, p. 6. 1ª edición: Escuela de Formación de Laicos y Laicas, Vicaría Sur de Quito, 1998.
  • 46.
  • 47. 3. Hacia la conformación de un bloque social alternativo 115. “La profundidad de la crisis y la amplitud y variedad de los secto- res afectados […] configuran un escenario altamente favorable para empujar hacia la conformación de un bloque social alternativo, de am- plísima composición social y de enorme fuerza, habida cuenta de la legión de sus potenciales integrantes que abarca la mayoría de la po- blación.” 116. Frente a la situación anteriormente señalada de creciente ma- lestar social y a la estrategia fragmentadora del neoliberalismo, la tarea más estratégica de la izquierda es, sin duda alguna, buscar re- unir en una sola gran columna, en un solo haz, a la creciente y dispersa oposición social, para transformarla en una fuerza capaz de golpear decididamente al sistema dominante. 1) la necesidad de reconstruir la izquierda para que se transforme en el elemento aglutinador 117. Para hacer posible esta amplia convergencia de sectores y fuer- zas sociales que estamos proponiendo, es fundamental que seamos capaces de reconstruir la izquierda, que hoy no está en las mejores condiciones para asumir esta tarea. 118. Pero ¿qué entender por izquierda? 119. Entiendo por izquierda el conjunto de fuerzas que se oponen al sistema capitalista y su lógica del lucro, y que luchan por una sociedad alternativa humanista y solidaria, por una sociedad “libre de la pobre- za material y de las miserias espirituales que engendra el capitalismo”, Vertiente Artiguista, “De primera fuerza a gobierno nacional”, op. cit. Carlos Ruiz, “Un proyecto político para los nuevos tiempos”, Rebelión Internet. Este [47]
  • 48. 48 reconstruyendo la izquierda por una sociedad socialista construida a partir de los intereses de las clases trabajadoras. 120. La izquierda no se reduce, entonces, a la izquierda que milita en partidos u organizaciones políticas de izquierda, sino que incluye a actores y movimientos sociales. Éstos son muchas veces más dinámi- cos y combativos, y se identifican con esos ideales, pero no militan en ningún partido u organización política. Entre los primeros hay quie- nes apuestan a acumular fuerzas por la vía del uso transformador de las instituciones, otros mediante la lucha guerrillera revolucionaria; entre los segundos hay quienes buscan ir construyendo movimientos sociales autónomos y distintos tipos de redes. 121. Para simplificar he decidido denominar “izquierda partidaria” a los primeros e “izquierda social” a los segundos. Estoy convencida de que sólo la unión de los esfuerzos militantes de las más diversas ex- presiones de la izquierda permitirá construir un gran bloque social antineoliberal donde confluyan todos los que sufren las consecuen- cias del actual capitalismo salvaje. a) La primera tarea: articular a la izquierda política y social 122. La primera tarea sería, entonces, articular la izquierda política y la izquierda social para, a partir de ella, lograr aquella articulación mayor que reúna en un solo haz a todo este malestar social. 123. Sin embargo, por muy importante que sea la convergencia de los distintos sectores de la izquierda, no creo que este objetivo pueda ser logrado de manera voluntarista, creando desde arriba coordina- ciones que pueden terminar siendo sólo suma de siglas. Hay que superar también en esto la relación verticalista vanguardia-masas. b) Una nueva estrategia de lucha anticapitalista facilita esa articulación 124. Pienso, en cambio, que si ponemos en práctica una nueva estra- trabajo fue presentado en el Seminario del Instituto Paulo Freire, Santiago de Chile, 13 enero de 2001.
  • 49. hacia la conformación de un bloque social alternativo 49 tegia de lucha anticapitalista, se crearían mejores condiciones para esa articulación. 125. ¿Pero en qué consistiría esta estrategia? 126. Se trata de una estrategia que toma en cuenta las importantes transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales ocurri- das en los últimos tiempos en el mundo, que entiende que las nuevas formas de dominación del capitalismo van mucho más allá del ámbi- to económico y estatal, y que éstas se infiltran en todos los intersticios de la sociedad cambiando las condiciones de la lucha. 127. Hoy debemos enfrentar más que antes “no sólo los aparatos de coerción política de las clases dominantes, sino su hegemonía sobre importantes sectores populares, su dirección cultural sobre la socie- dad, la subordinación ideológica de las clases dominadas. […] No sólo tenemos que distinguir la coerción de la fuerza estatal, la inter- vención legislativa y la represiva, sino los mecanismos e instituciones presentes en la sociedad civil que generan una aceptación popular del orden social capitalista”. La propaganda es a la democracia bur- guesa “lo que la cachiporra al estado totalitario”. 128. Como dice Carlos Ruiz, debemos partir de la base de que nues- tro desafío es elaborar una estrategia revolucionaria en condiciones de una democracia burguesa que goza de un nivel suficiente “de leal- tad de masas” como para poder mantenerse sin tener que recurrir a la represión; es más, extensos sectores populares aceptan de buen agrado la conducción capitalista del proceso. 129. Hoy la mera propaganda de una sociedad alternativa no basta. “La mayor complejidad que asume la dominación”, la presencia de “importantes factores extraestatales que producen y reproducen la desarticulación popular actual” y que pretenden desprestigiar ante la opinión pública el pensamiento y proyecto de la izquierda exigen que ésta demuestre en la práctica aquello que predica. Esto sólo es Carlos Ruiz, op. cit. Noam Chomsky, “El control de los medios de comunicación”, Cómo nos venden la moto, Barcelona, Icaria, 1996, p. 16. Carlos Ruiz, op. cit. Una parte importante de las ideas que desarrollo a continua- ción han sido tomadas de su trabajo.
  • 50. 50 reconstruyendo la izquierda posible si desarrolla procesos de construcción popular alternativos al capi- talismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones que ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas, en territorios y espacios que se mantengan en manos de la izquierda; impulsando luchas que no se reduzcan a la simple demanda econo- micista —aunque necesariamente la tienen que incorporar—, sino que avancen en el desarrollo de un proyecto social alternativo; ges- tando auténticos grados de poder y de democracia populares, que sean tangiblemente superiores a la democracia burguesa. Es necesa- rio luchar por un nuevo tipo de democracia, desde abajo y para los de abajo. 130. Sólo una estrategia de este tipo genera “una lucha permanente y creciente, que permita superar la dinámica entrampante de las vic- torias ‘episódicas’”. 3) construir un amplio bloque social y político contra el neoliberalismo 131. En este bloque deben tener cabida “todos aquellos que sufren las consecuencias del sistema y están dispuestos a comprometerse en la lucha por detener en un primer momento su avance y, luego, tratar de revertirlo”. 132. Y para articular a tan diferentes actores, es necesario que sea- mos capaces de proponer tareas concretas y limitadas, que prioricen los puntos de convergencia. 133. Deberíamos elaborar un programa o lo que algunos han llama- do “una plataforma de acumulación para el período”, que cumpla el papel de instrumento aglutinador de todos los “perdedores” y per- judicados por el modelo neoliberal. Una plataforma que se plan- tee frenar el desarrollo del proyecto neoliberal y ofrecer alternativas concretas a los graves problemas del presente. Op. cit. Vertiente Artiguista, op. cit. Op. cit.
  • 51. hacia la conformación de un bloque social alternativo 51 a) Sectores capitalistas en contradicción con las transnacionales 134. Un programa de este tipo permitiría alianzas inéditas. En él po- drían entrar sectores capitalistas cuya situación en el mundo de los negocios ha entrado en contradicción objetiva con los capitales trans- nacionales. No se trataría de sectores burgueses capaces de levantar un proyecto propio de desarrollo nacional, sino de sectores que para sobrevivir como tales no tienen otro camino que insertarse en un pro- yecto nacional popular, motivados por el apoyo crediticio del gobier- no y un ampliado mercado interno producto de las políticas sociales de ese gobierno. 135. Cuando se analiza este problema, hay que tener muy presente el tema de la correlación de fuerzas. Mientras la burguesía se sienta fuerte y crea poder dominar la situación por las urnas o por las armas, segu- ramente no estará dispuesta a colaborar con un proyecto revolucio- nario que vaya contra la lógica del capital. 136. Un ejemplo de cómo algunos sectores burgueses se incorporan a un proyecto de país alternativo al neoliberalismo es el de Venezue- la. ¿Qué podía hacer la burguesía venezolana luego de ser triplemen- te derrotada: fracasó su intento de golpe militar de abril del 2002, no logró sus objetivos con el paro empresarial de fines de ese año y comienzos del 2003, ni fue capaz de sacar a Chávez mediante el refe- rendo de agosto del año 2004? 137. El control del poder político, el control cambiario, una correcta política de créditos en la que los capitalistas reciben el préstamo siem- pre que acepten determinadas condiciones que fija el gobierno —que produzcan para el mercado nacional creando fuentes de trabajo, que paguen impuestos, que colaboren con las comunidades aledañas, et- cétera— son fórmulas que usa el gobierno bolivariano para hacer que los empresarios venezolanos medianos y pequeños se comprometan a colaborar con el programa del gobierno cuyo eje es eliminar la po- breza. Quienes colaboran son precisamente aquellos sectores que se vieron más afectados por la globalización neoliberal.
  • 52. 52 reconstruyendo la izquierda 138. Estos acuerdos implican, por supuesto, un peligro. La lógica del capital buscará imponerse siempre. Se dará una lucha constante por ver quién vence a quién. Estamos en el inicio de un largo proceso. 139. Teniendo claro que se trata de dos modelos económicos anta- gónicos, es fundamental que una parte importante de los recursos del estado se destinen a afianzar y desarrollar el sector estatal de la economía, ya que el control de las industrias estratégicas es la mejor forma de asegurar que triunfe la nueva lógica humanista y solidaria, y se cumpla cabalmente el plan de desarrollo nacional orientado a eliminar la pobreza.
  • 53. Parte II crisis del “partido” y la necesidad de una nueva cultura política de la izquierda
  • 54.
  • 55. 1. Crisis teórica 1) triple origen 140. La crisis teórica de la izquierda latinoamericana tiene, a mi en- tender, un triple origen. En primer lugar, su incapacidad histórica de elaborar un pensamiento propio, que parta del análisis de la realidad del subcontinente y de cada país, de sus tradiciones de lucha y de sus potencialidades de cambio. Salvo escasos esfuerzos en este sentido, la tendencia fue más bien la de extrapolar esquemas de análisis pro- pios a otras latitudes. Se analizaba la realidad con parámetros euro- peos: por ejemplo, se consideraba a América Latina una formación feudal cuando era capitalista dependiente, o se aplicaba el esquema de análisis clasista europeo a países que tenían una población mayo- ritariamente indígena, lo que llevaba a desconocer la importancia del factor étnico-cultural. 141. En segundo lugar, no ha sido capaz de realizar un estudio riguroso de las experiencias socialistas —tanto de sus éxitos como de sus fraca- sos— y esto tiene que ver en parte con la escasa divulgación cientí- fica que se ha hecho de ellas, y tampoco ha realizado un análisis serio de las causas de sus derrotas. 142. Pero, sin duda, la explicación más importante de esta crisis teó- rica es la inexistencia de un estudio crítico del capitalismo de fines del siglo xx: el capitalismo de la revolución electrónico-informática, de la globalización y las guerras financieras. No estoy hablando de estudios parciales, sobre determinados aspectos de la sociedad ca- Entre ellos cabe destacar muy especialmente los de Mariátegui en los años veinte; los esfuerzos inconclusos del Che Guevara y la teoría de la dependencia en los años sesenta, además de los aportes de los investigadores brasileños Caio Prado Junior y Florestan Fernandes, entre otros. Véase sobre el tema el libro de José Aricó, Marx y América Latina, Buenos Aires, Catálogos Editora, 1988. Una excepción son los trabajos del investigador francés Charles Bettelheim, que ha dedicado más de cuarenta años a esta temática. [55]
  • 56. 56 reconstruyendo la izquierda pitalista actual —que sin duda existen—; me estoy refiriendo a un estudio con la integralidad y la rigurosidad con la que Marx estudió el capitalismo de la Revolución industrial. 143. ¿En qué se modifica, por ejemplo, el concepto de plusvalía —con- cepto central del análisis crítico del capitalismo en Marx— con la in- troducción de la máquina digital y la robótica, por una parte, y con el actual proceso de globalización, por otra? ¿Cómo afecta a las relacio- nes técnicas y sociales de producción, a las relaciones de distribución y consumo, la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso de trabajo y, en general, en todo el proceso económico? ¿Qué modi- ficaciones han sufrido tanto la clase obrera como la burguesía en una era en que el conocimiento pasa a representar un elemento funda- mental de las fuerzas productivas? ¿Cómo pensar desde el marxismo el problema ecológico y el problema de género? ¿Cómo medir el de- sarrollo humano que se logra a través de la participación protagónica de la gente tanto en los espacios territoriales como en los centros de trabajo? ¿Hacia dónde va la actual globalización y sus consecuencias? ¿Cuáles son los elementos que pueden constituir una base objetiva potencial para la transformación de este modo de producción? 144. Un análisis de este tipo es fundamental, porque una sociedad alternativa no puede surgir sino de las potencialidades que emerjan en la actual sociedad en que vivimos. No veo cómo hacer este análisis si no es con el propio instrumental científico que Marx nos legó. 145. Por otra parte, si nosotros queremos transformar el mundo, te- nemos que ser capaces de detectar las potencialidades de lucha de los distintos sectores sociales que van a conformar el sujeto del cambio social: ¿dónde está hoy ese potencial?, ¿dónde tenemos que trabajar?, ¿cómo tenemos que organizarlo?, ¿dónde están las contradicciones del sistema?, ¿cuál es el eslabón más débil? Sólo podremos dar una respuesta seria a estas preguntas si hacemos un análisis científico de la sociedad en la que estamos insertos. Entre estos estudios, cabe destacar el libro de Manuel Castells, La era de la informa- ción: la sociedad red. Sobre la situación del marxismo occidental, véase Perry Anderson, Tras las huellas del materialismo histórico, Madrid, Siglo XXI, 1986.
  • 57. crisis teórica 57 2) crisis del socialismo no significa negar aportes de marx 146. El marxismo tiene mucho que aportar en la mayor parte de estas cuestiones. 147. La crisis del socialismo soviético no significa —como muchos ideólogos burgueses se han esforzado por pregonar— que debamos poner en cuestión necesariamente los aportes científicos de Marx. Por desgracia, algunos sectores de la izquierda han sido excesiva- mente permeables a la propaganda antimarxista del neoliberalismo, que responsabiliza indebidamente a la teoría de Marx por lo ocurri- do en los países socialistas soviéticos; nadie, sin embargo, le echaría la culpa a la receta de cocina por el flan que se quemó al poner muy fuerte el horno.