El poema expresa gratitud hacia una persona por haberle enseñado a querer y sonreír. El autor se siente acostumbrado a diferentes aspectos de la persona, como su risa, pelo, labios e imagen, de la misma manera que otras cosas se acostumbran entre sí, como el marinero al rumbo o el perro al vagabundo. El sentimiento que despierta la persona lo desespera pero también lo hace flotar y construirse. El autor da las gracias a la persona por convertir su desaliento en ganas de vivir.