MAYO 1 PROYECTO día de la madre el amor más grande
El afecto debido
1. Del deber y del derecho de tener… el afecto debido.
Desde el fondo observaba la habitación como debería ser en realidad a los ojos de Ángel.
Sólo en realidad, porque él hacía ya más de una mañana nublada y fría que no le prestaba atención, a su acomodada, luminosa, espaciosa, vida exterior… se había perdido en los pasajes del interior.
María observó hasta el último detalle, estaba llena de mil objetos, cada uno era posiblemente un recuerdo, una alegría, una tristeza, pero en todos el sentir de los días, las velas de las noches, la sinceridad de los amaneceres… pero la mayoría le recordaron como era él, no como había sido, como era, porque después de tanto buscar, sólo quería reconocer en su amigo, la sonrisa que nunca intentó olvida… y las manos que nunca quisieron soltarse, las palabras que jamás pudieron evitar, y el afecto que siempre hallaron y hoyaron en ellos.
El rasgado grito de silencio, el que siempre encuentras cuando la emoción está punto de romperte, se rompió… música… una canción que no le era ajena, melodía acabada en sentimiento inacabado, le evocaba días, de sus labios empezaron a escapar las primeras palabras, poco a poco las sílabas ya armadas fueron tarareadas cada vez más altas, reconocía, era suya, la misma canción que habían escuchado juntos apenas y penas dos o tres veces…
Sus ojos buscaron el detalle invisible, el que todos intentamos descubrir cuando colonizamos lo desconocido, cuando pretendemos habitar en ajenos adentros, en el libro más leído, las escenas y colores de los cuadros, los a veces imposibles objetos cuyo significado insignificante para otros fue capaz de apreciar, los que llenos de melancolía querían evocar paisajes imposibles de visitar… e incluso los de relleno, dispuestos por otros ojos ajenos.
¿Qué hace usted aquí?, repentinamente una joven desde la misma nada la apartó de sus recuerdos.
Y María le respondió con igual…. Nada
… y mucho, le dijo al mismo tiempo que iba perfilando su sincera sonrisa, la que emerge cuando reconoces a alguien desde el fondo de tu corazón, alguien que sin ser tuyo, es de los tuyos.
Soy amiga, lejana y cercana, porque a pesar de que estoy lejos de él, me quedé cerca para siempre; porque él también lo hizo. Llevo años buscando su sonrisa, lo había dado por perdido, pero ayer al fin, leyendo una reseña donde aparecía su firma, su alias, su avatar… su cansado destino viajero… a partir de ahí logré averiguar que estaba aquí.
Ah, ya, le contestó la muchacha, te refieres al Poemario, sí, lo encontré entre sus cosas, lo leí, y me decidí a publicarlo, bajo su nombre, con su alma, por su alma, él lo habría hecho.
2. Se interrogaron con las miradas, buscando la aprobación de las palabras, el gesto de comprensión, el sutil parpadeo de sinceridad, el abrazo en silencio, el confía en mí en esta ventura…
…Y la conversación súbitamente se transformó en cordialidad, afinidad, esperanza de palabras, de dos personas que se sienten unidas por un mismo motivo.
¿Le lees algo? ¿le pones música? ¿lo abrazas? ¿le das la mano?... preguntó con su exquisita amabilidad María, sí, se le respondió cariñosamente, también sé las canciones que le gustaban, muchas horas a su lado, y los libros que leía, tras horas de sueño abandonado dejado todos los días, y se dormía con alguno entre sus manos todas las noches, yo siempre se lo recogía, y reponía en su estante, donde su vista ya cansada los reconocería.
Lo abrazo todas las mañanas, y lo beso, en la frente, ya sabes, esos besos especiales que se dan a quien te daba su cariño, y quizás aún lo tiene, cerca de donde se guardan los recuerdos, y en las manos, que dibujaron y perfilaron muchas veces en tinta esos recuerdos… él sigue sin saber o poder mostrarlo , no demostrarlo, porque los sentimientos no se demuestran, se viven… y quedo esperando algún gesto suyo, pero sólo me responde su mirada perdida, el silencio de sus labios cerrados, su cara ausente de sentimientos, y por supuesto, cuando creo que me escucha al leerle las poesías que guarda en su olvidada memoria, le tomo la mano, las dos manos, y a veces siento, como si él me devolviera el aliento, como si supiera que alguien le recuerda lo que nunca ha olvidado, como si en su interior no callara jamás su alma, y gritara inundando de más silencio todo el silencio… porque no sabemos o no podemos escucharle, y nos dice, estuve, estoy, estaré, solo es cansancio, pero no me rendí, ni me rindo, ni me rendiré…
Déjame leer a mí hoy, dijo María con la certeza, el gozo, de quién va a ser escuchada y atendida… ¿sabes? Voy a estar sólo hoy a su lado, posiblemente vuelva, no te lo aseguro, ya una vez prometí volver, y no pude… pero en otro tiempo hablamos de lo que parece que es este mal trago de sueño, el olvido involuntario, y que podría derribarse con el afecto, con los sonidos, con los ecos del pasado cuando vuelven para no ser ecos, para ser presentes, para no ser recuerdos, para ser realidad, como un cálido abrazo, estando sólo a merced de las palabras al aire, de los benditas palabras que saben acariciarte…
¿Escojo el libro?, preguntó María, y apenas empezando a escuchar la respuesta había tomado ya uno.
Al ver el libro, la muchacha casi gritando la miró, … pues entonces yo creo que ésta canción es la mejor que puede escuchar.
Otra mirada de aprobación mutua recorrió de norte a sur, de este a oeste, el alma de los sentimientos, pero fue distinta, esta vez empezaron a sentir que había más almas.
María no leía con voz entrecortada, no, no, no …. Ella recitaba aquellos versos porque sus labios guardaban memoria de todas las sílabas que los conformaban, tantas y tantas veces leídas y sentidas… aquellas… tristes guerras, tristes, tristes, si no son de amor la empresa… y una lágrima de cariño infinito escapó y resbaló sin milagro alguno de sus ojos.
La muchacha hizo sonar la canción más escuchadas por Ángel antes de empezar a desbaratarle la memoria desde el primer suspiro hasta el último de sus recuerdos… gracias a la vida, que me ha dado tanto….
3. Las manos empezaron a confluir en el sentimiento, a izquierda y derecha del tiempo buscaron sosegar el presente, sembrar de nuevo la esperanza…
Entonces, con un realismo mágico propio de un rayo de luna que escapa en las noches de niebla, las manos para nada, las manos para todo,
se reconocieron nuevamente,
el olvido fue vencido…
Ángel desplegó los párpados y la sonrisa… y apenas musitó… si habito en tu memoria…
Entonces los corazones se acomodaron… y las dichas con las alabardas de las sonrisas como una única arma… empezaron a rendir sin espera a las desdichas.
Con cariño infinito.
… debo substituir tantos olvidos, llenar de pan las tinieblas, fundar otra vez la esperanza. Pablo Neruda
Hay manos para todo,
y manos para nada.
Mario Benedetti.