1. Y así…
In the mood y el mundo era perfecto
(Play canción 1)No era la típica niña de once años y eso me alegraba. Vivía en un fraccionamiento
tan tranquilo que cuando salías a pasear en bicicleta podías escuchar con plena tranquilidad
el son son de Padam Padam ,de la talentosa y sorprendente Edith Piaf, probablemente
muchos ni sabían quién era aquella cantante pero yo a esa edad lo sabía por qué era lo que se
dice una niña preguntona; uno de los vecinos siempre ponía música para amenizarle el día a
los demás tenía una frase increíble que siempre me repetía cuando pasaba a saludar, esta
decía: “La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.” Él siempre me dijo
que era de su autoría pero yo sabía que pertenecía a Platón.
(Play canción 2)Mi vida era asombrosa puedo asegurar que en ese preciso momento la melodía de
fondo perfecta era In the mood interpretada por Glenn Milller. Pero como toda buena melodía
debe tener un fin, del mismo modo mi perfecta vida tuvo cambios melódicos demasiado
bruscos.
Un día mi padre se tuvo que ir a vivir a un lugar muy lejano y nos quedamos solos, mi madre
y mis hermanos, a pesar de que nuestra vida seguía siendo casi la misma, las cosas cambiaron
y así fue como empezó todo.
Los doce años y sus complicaciones
(Play canción 3)El cambio más drástico fue dejar la primaria y enfrentarme al mundo adolescente,
dónde a pesar de mis conocimientos, nada era como imaginaba. Las viejas amistades
padecían amnesia y mis gustos no encajaban en las masas adolescentes de la secundaria, me
sentía sola como un hongo. Las primeras semanas fueron deprimentes, tan deprimentes que
podía escuchar en el soundtrack de mi vida la melodía de Gnossienne No. 3 interpretada por
Erik Satie. Era una chica sonriente y parecía estar feliz pero me sentía sola, hasta que conocí
a alguien que cambió mi perspectiva de las cosas, (Play canción 4) Brandon, mi joven amigo pintor
y compañero de banca escolar y no hay mejor melodía para mi amigo peculiar que
Superstition por Stevie Wonder. Él era un pintor increíble, podía dibujar cualquier cosa y lo
hacía con detalle sin tener que ver un modelo a seguir, era tan tranquilo e introvertido que
me encantaba la idea de tenerlo solo para mí, así podía tener su segura compañía durante todo
el periodo escolar y tendría alguien que me escuchará, pues aunque es difícil de creer soy
más habladora que Fran Drescher en “La niñera” y sé lo asombroso que puede sonar esa
afirmación pero es cierta, lo maravilloso es que mi amigo Bran sabía escuchar.