1. Serie: Actitudes de fe y confianza para el nuevo año
“Venciendo el afán y la ansiedad”
Por Alexander Dorado Albán
Lectura para la meditación
25
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué
habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que
el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no
siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho
que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis?
Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo,
que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la
hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no
hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas
estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el
día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. MATEO 6:25-34
Cuando comienza un nuevo año, o cuando estemos de frente a comenzar un nuevo
proceso, surge algo que es muy normal en los seres humanos, el temor al futuro, la
incertidumbre. Y a esto se añade, que estamos inmersos en una sociedad llena de
malos augurios y predicciones negativas; y quienes predicen lo negativo, no son solo
los supersticiosos o agoreros, sino que también lo hacen, entendidos en el tema de
la economía, la finanzas, la geopolítica mundial; y los medios de comunicación le dan
juego a los “profetas del apocalipsis”, pero no el apocalipsis de la Biblia sino uno
que se fabrica en el mundo de la especulación y las falsas profecías; como aquella
reciente, que el mundo se acababa el 21 de diciembre; y más de uno, está frustrado
porque el mundo no se acabó. Según los científicos de la NASA, para que esto
suceda, restan por lo menos 4500 años; el punto, es que muchos se dejan intimidar.
2. Luego, siempre habrá afán y ansiedad; y de esto trata esta lección que el Señor
quiere dar a sus discípulos. Lo que llama la atención son las preguntas que El hace,
asumiendo que ellos deben tener las respuestas. Ahora bien, para tener las
respuestas correctas a esas preguntas concretas, se precisa de algún conocimiento
espiritual, algún nivel de madurez y un tiempo de estar caminando en las cosas de
Dios, para tener las respuestas, porque él no está pidiendo una opinión, sino una
respuesta de tipo espiritual; él no está pidiendo un punto de vista, ni una alternativa,
sino la respuesta correcta desde la revelación, desde los principios. Revisemos estas
preguntas, que nos conducirán a la lección que el Señor quiere darnos.
1. La primera pregunta está en el VERS. 25. “¿No es la vida más que el alimento, y
el cuerpo más que el vestido?”. Y esta pregunta ha puesto a pensar a muchos
filósofos, ¿Qué es la vida? ¿Sera que la vida solo es trabajar? ¿Sera que solo
vivimos para comer? ¿Sera que vivimos solo para conseguir dinero? ¿O la vida es
mucho más que eso? Y es muy importante tener una respuesta correcta; porque
dependiendo de cuál sea la visión que tenga de la vida, esa será la que voy a
construir. Si creo, que la vida es solo trabajar, me voy a para toda la vida
solamente trabajando; si pienso que la vida solo es pachanga, rumba y juega, si
es esa visión hedonista es la que tengo, pues a eso voy a destinar la vida.
Ahora bien, hay tiempo para todo, y también para la rumba, ¿pero qué tipo de
rumba? La rumba sana; y no aquella que se sustenta en el vicio y en la vida
desordenada. Entonces, ¿qué es la vida? Si uno cree que la vida es solo
preocupaciones, así será su vida, una sola preocupación. La visión que uno tenga
de la vida esa le vendrá. “Cuál es el pensamiento del hombre en su corazón tal
es el”. Si uno piensa que esta vida es un solo sufrimiento, así se la pasara, de
sufrimiento en sufrimiento toda la vida, hasta el último de los días, esa persona
no hará sino sufrir, como la canción, “sufrir me tocó a mí en esta vida”.
2. La segunda pregunta, “¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”, VERS. 26; se
refiere a las aves del cielo. Y esto nos lleva a preguntar, ¿Cuál es mi visión
personal? ¿Cuál es el valor que le he dado a mi vida? ¿Cuál es mi autoestima? Si
una persona no se valora o aprecia así misma, tampoco otros lo harán; como
pueden pagarle un valor estimable por su trabajo si la propia persona no lo
aprecia. Si una persona se cree un problema, eso será. ¿Qué visión tengo de mí
mismo? ¿Sobre qué base me doy valor? Si una persona no le da valor a su
3. vida, a lo que es, a lo que hace, entonces, se regala por cualquier centavo. Se
vende ni siquiera al mejor, sino a cualquier postor. Si una persona no valora o
aprecia su tiempo, que es algo tan valioso, entonces, no hará sino desperdiciarlo;
sabemos que la vida es tiempo, es la materia prima de la vida; si una persona no
aprecia su tiempo, puede caer en alguno de los dos extremos: o vive
congestionado, lleno de activismo, o cae en el ocio y la vaciedad. Y todo esto
porque no valora ese recurso tan valioso, y mucho menos, sus objetivos
personales. Si una persona no se aprecia ni se valora, nadie lo va a hacer, y
cuando una persona no se aprecia, no se valora, le está dando a otros, le está
otorgando a otros el derecho que lo abusen, que lo irrespeten, lo maltraten, lo
insulten, lo manoseen. No se trata de adoptar actitudes de soberbia, orgullo,
altivez, sino darse respeto, autoestima, valía, dignidad. Cuando una persona no se
dignifica así misma, siempre lo van a pisotear.
3. La tercera pregunta, dice: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane,
añadir a su estatura un codo?”. VERS. 27. Hay realidades que yo no puedo
contravenir, ni controvertir, hay situaciones que no puedo cambiar; a pesar de los
avances de la ciencia y la tecnología, que ayuda en alguna medida; pero hay
realidades básicas que por mucho que lo intente o me esfuerce, no van a
cambiar, como es “añadir un codo a mi estatura”. Por mucho que una persona
quiera no puede hacer blanco o negro uno de los cabellos. Se los puede teñir,
pero al rato, las raicitas volverán aparecer. Hay realidades que no se pueden
cambiar porque hacen parte de mi identidad, como es una huella dactilar; por eso
en la Teoterapia hay un tema, que nos lleva a ser capaces de aceptarnos a
nosotros mismos, principalmente en esas áreas inmodificables, que no van a
cambiar. Y lo mejor que puedo hacer, en lugar de estar luchando contra esa
realidad, es cooperar incondicionalmente, sin reservas con lo inevitable, lo
inmodificable, lo incambiable. Si algo es la voluntad de Dios, ¿Quién lo puede
contradecir? Pero, hay ocasiones, en que Dios le está diciendo a una persona, de
todas las formas posibles; a través de su Palabra, a través del Líder, de la Guía
del Espíritu Santo, a través de la circunstancias, pero la persona, terca, caprichosa
y obstinadamente, insiste en hacer las cosas de otra manera. En el año de la
decisión, Dios nos ha dado sabiduría para tomar las decisiones correctas; sino las
hemos querido tomar, eso se llama necedad.
4. 4. La cuarta pregunta dice, “Y por el vestido, ¿por qué os afanáis?”. VERS. 28. Y
esta pregunta debemos hacérnosla, ¿Vale la pena aquello por lo que me afano?
¿Se justifica realmente, aquella razón por la que la mayoría de las veces me
afano, me preocupo, me estreso? ¿Es el vestido una razón tan válida e
importante como para afanarse, perder la paz y llenarse de preocupación? Lo
que el Señor está diciendo, es, Usted se afana sin necesidad de afanarse; dicho
de otra forma, usted se afana por algo que no vale la pena que se afane. Yo
debo preguntarme, ¿porque me afano? ¿Qué sentido tiene afanarme? ¿de qué me
sirve afanarme? ¿Qué resuelvo afanándome? ¿Qué es lo que hace que yo me
afane? Una de las características de las personas sabias, es que cada vez se
afanan menos, hasta que un día no afanan en nada, por aquello que no vale la
pena afanarse. Si algo debemos decidir, es tener más problemas reales y menos
problemas imaginarios. Hay algo de lo que todos los hombres somos víctimas, “la
demora de las mujeres”; y en el matrimonio, llega un momento en que no le
queda a uno otro remedio que vivir con esa realidad, de lo contrario va a vivir
afanado, chocado, malhumorado siempre. Para ellas “ya voy”, es necesito quince
minutos más; “ya salgo”, es en diez minutos, con buena suerte termino; y si uno
les recuerda, salen con “no me acose”, “váyase solo”, “si me asara me demoro
más”; ya después de tantos años de matrimonio, lo mejor es ni afanar ni
afanarse. Si preocuparse resolviera los problemas, entonces preocúpese; hay dos
reglas en la vida que debemos acoger, la primera: Con preocuparse no resuelve
nada; segunda, todo problema por difícil que parezca tiene solución, entonces,
¿para que se preocupa? Ningún problema es suficiente justificación para armar un
drama, escandalo o cometer un crimen; con llenarse de ira, molestia, enojo,
preocupación, nada consigue. Lo que tenemos que hacer es cuidar la salud
mental para tener una mejor predisposición a la solución; porque en esta familia
hemos aprendido a ser parte de la solución y no del problema; porque cuando
una persona se preocupa, se bloquea.
5. La quinta pregunta dice, “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa
en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca
fe?”. VERS. 30 En primer lugar, los problemas tan grandes que hoy tenemos,
mañana ya serán pasado y olvido; pero lo más importante, en segundo lugar; no
5. estamos solos, quien nos ayuda es el Señor, el problema es ser un “hombre de
poca fe”; y cuando la Biblia dice, “poca fe”, es haciendo alusión que mayor es la
duda, la incertidumbre, el temor; que le permitimos a la duda ganarle la batalla a
la fe; dejamos que gobierne la duda. ¿El problema de fondo, cuál es? Caer en el
afán. No se trata que no tener metas u objetivos, sino dejarse arrastrar por la
preocupación; que la meta o el objetivo se me convierta en un dolor de cabeza,
una migraña continua, un estrés, una ansiedad, me infarte, eso ya es grave. Algo
que uno aprende, pero esto también es con los años de vida cristiana, a esperar
en Dios, a descansar en él, a creer que de El viene su socorro. Cuantas veces le
he dicho al Señor: “hoy tengo un compromiso y no sé cómo lo voy a cumplir, así
que sorpréndeme una vez más Señor”; y lo más hermoso, el Señor no se hace
esperar, su respuesta siempre es a tiempo, oportuna. Y termina diciendo, “No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe
que tenéis necesidad de todas estas cosas”. VERS. 31-32 ¿Quiénes son los
gentiles? No solo las gentes del mundo, sino, ¿Qué gentes? Los paganos, los que
tienen otros dioses, los que no tienen fe en Dios. ¿Por qué andan afanados los
gentiles? Porque no tienen para la “garrafa” del 31; eso es lo que los preocupa.
Me he encontrado con un par de personas que me han dicho, el cheque de
diciembre no me alcanzo a salir, sale para enero. ¿y que les he dicho? ¡Gloria a
Dios! Es Dios guardando esa platica para darle un mejor uso en enero. Esa le
excusa perfecta para no gastar. No se trata de ser como los gentiles, ni
parecerse, ni ser mejores, ni competir con ellos; simplemente marcar la diferencia.
El asunto es no afanarse. Eso lo hacen las gentes del mundo, pero nosotros (los
hijos de Dios) somos “harina de otro costal”, nosotros vivimos según las
costumbres del mundo y no según las de la tierra. No me imagino al Señor
estresado en la última cena, porque solo había pan y vino; ni diciéndole a Pedro,
si habían sobrado algunas mojarritas de la multiplicación. El plato fuerte, ni
siquiera el vino o el pan, sino la enseñanza, la lección de vida que tenía para
ellos. Esos solo eran instrumentos.
Y a manera de conclusión, les da una instrucción precisa: “Mas buscad primeramente
el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. VERS. 33 Les
da la certeza, que todas estas cosas, sin faltar una de ellas, será “añadida”. ¿Qué
es una añadidura?, es algo adicional, una ñapa; como quien dice, tenemos algo más
6. importante que la añadidura; primero, tenemos al que añade, y segundo, lo que ya
no ha dado, que no es algo añadido, sino lo verdaderamente importante. ¿Y qué es
lo más importante? Su Espíritu, el cual dará a los que se lo pidan. Porque antes
que ofrecer algún bien terrenal, nos ofrece el don que viene del cielo, que es el
fruto de su Espíritu, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23) A esa riqueza y victoria espiritual, se la
añaden las peticiones respondidas. Después de que el árbol este plantado junto a
corrientes de aguas, dará su fruto a tiempo, su hoja no caerá, y todo lo que haga,
prosperara, como lo dice el Salmo 1. Primero hay que estar plantados junto a
corrientes de aguas, y el fruto llegara a su tiempo. Tenemos que declarar, que el
año entrante será de bendición, de prosperidad, que el Señor nos dará su fruto cada
día, nos colmara de sus favores y misericordias. Pero si desde ahora, nos
comenzamos afanar por el año, que ni siquiera ha empezado, será un año lleno de
dudas, temores y preocupaciones, y en consecuencia, lo que vivamos, será solamente
el resultado del afán y la preocupación.