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Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
El uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tiene sin duda múltiples
implicaciones para la vida cotidiana en el siglo XXI; la forma de relacionarnos con el otro, los caminos
que seguimos para conocer y la comprensión del entorno han cambiado sustancialmente. Es cierto
que la sociedad del conocimiento constituye un novedoso contexto donde aprendemos a construir
espacios personales, educativos, laborales y culturales, marcados por dinámicas herramientas que
nos permiten comunicarnos mejor; sin embargo, esas herramientas ahondan paradójicamente las
desigualdades y replantean conceptos como individualidad, identidad nacional y regional. La escuela,
tal como la conocemos actualmente —y el concepto de humanidad con ella—, se encuentra
atravesado por crisis epistemológicas y sociales que obligan a la reflexión e imaginar nuevos modelos
que puedan adaptarse a nuestra cambiante realidad.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
Desde los albores de la época moderna hasta la aparición de los medios de comunicación masiva,
hacia fines del siglo XIX, era frecuente encontrar personajes que concentraban gran parte del
conocimiento del tiempo que les tocó vivir; eran los llamados hombres universales que a la manera de
Leonardo podían ser eruditos en diversas materias. Leonardo sería un ejemplo extremo del genio
humano que abarca campos tan lejanos entre sí como la hidráulica y la óptica, pero si deseamos
recurrir a ejemplos más cercanos podemos mencionar algunos maestros, intelectuales y periodistas
de principios del siglo XX que reunieron gran parte del conocimiento de la época y que sorprendían
por su capacidad de hablar como expertos sobre los tópicos que abordaban. Como consecuencia del
avance vertiginoso del conocimiento a lo largo del último siglo y con la masa informativa de que
disponemos actualmente, esos personajes están prácticamente extintos y han dado paso a otro modo
de ser que cuenta con herramientas similares a las de la ciencia ficción. Las naves que imaginó en el
siglo XIX Julio Verne o los monstruos que recreó H.G. Wells en La isla del doctor Moreau se han
convertido en moneda corriente de la aeronáutica y de la manipulación genética de nuestros tiempos.
A los niños y los jóvenes contemporáneos no les asombra que podamos espiar lejanas galaxias con
potentes radiotelescopios o universos tan diminutos como los que la nanotecnología hace posible
observar.
Los sueños del hombre, convertidos a menudo en verdaderas pesadillas, se han realizado gracias a
su capacidad de crear, de imaginar, motivados por el avance de la ciencia y la ayuda de
instrumentos tecnológicos que han dado vida a ese impulso innovador a lo largo de los siglos. La
segunda mitad del siglo XIX constituye un periodo muy fértil para el avance de la ciencia y la
tecnología; desde entonces comienzan a sentarse las bases del mundo tal como lo conocemos
actualmente. En los albores del siglo XX, cuando los zares gobernaban en Rusia y en México el
porfiriato gozaba de salud, se habían desarrollado ya la fotografía, la radiodifusión, el cine, el motor
de combustión interna y las máquinas voladoras. Sin embargo, un desarrollo tecnológico que
frecuentemente pasa desapercibido tuvo lugar en esos tiempos también; el hombre había creado una
de las más extraordinarias materias, sueño y pesadilla a la vez: el plástico. Aunque desde la
antigüedad se mezcló la materia para dar lugar a materiales más maleables o resistentes, el plástico
representa el advenimiento de lo que llamamos en la actualidad los nuevos materiales,
indispensables para entender los soportes físicos que han hecho realidad las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación.
El avance del conocimiento en el último siglo y medio ha sido exponencial, si lo contrastamos con lo
sucedido en toda la historia humana. En el mundo de la comunicación, debieron transcurrir siglos
para la mecanización de la imprenta y la difusión del libro tal como lo conocemos actualmente; en
contraste, en sólo unas décadas pasamos de los primeros experimentos de Hertz para la transmisión
de ondas electromagnéticas a la comunicación intraplanetaria. Incluso fuera de la Tierra, los satélites
son artefactos que ya no sólo envían y reciben códigos cifrados, sino que además son capaces de
canalizar nítidas imágenes que paradójicamente a nadie asombran en este siglo XXI.i
El plástico no fue el primer material artificialmente creado por el hombre, basten de ejemplos el
bronce y el vidrio como los de mayor impacto y trascendencia en la vida cotidiana y social. Pero sí es
este material el que sienta un precedente para el desarrollo de los soportes que actualmente
transportan cantidades inconmensurables de datos, imágenes y sonidos. Estas posibilidades de
manipular y comunicar información no son únicamente el resultado de la creación de nuevos
materiales, sino de la aplicación tecnológica innovadora de viejos materiales. Por ejemplo, la fibra
óptica con la que podemos transmitir enorme cantidad de datos, a gran velocidad y con poca pérdida
de energía deriva de una revolucionaria aplicación de los mismos vidrios que se conocen desde la
antigüedad.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
De esta forma, cuando nos referimos a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación —
relacionadas principalmente con los nuevos materiales—, en realidad estamos frente a avances que
son el resultado del desarrollo tecnológico y científico de múltiples disciplinas del conocimiento
humano. En un intento de síntesis, podemos mencionar algunos desarrollos cuyo impacto ha incidido
directamente en nuestra capacidad para almacenar, transmitir, procesar y relacionar grandes
volúmenes de datos, imágenes y sonidos: los materiales amorfos, los superduros, los magnéticos y la
nanotecnología.
El plástico es un material amorfo, debido a que su estructura atómica es irregular y actúa gracias a
que sus fibras son sometidas al calor-enfriamiento, a altas presiones o a algunos químicos. Los
materiales como el plástico favorecen o inhiben algunos procesos naturales como la conductividad y
la pérdida o retención del calor, o bien pueden ser creados con propiedades químicas y electrónicas
pensadas para aplicaciones específicas. Estos materiales llamados genéricamente vítreos están
presentes en la microelectrónica, la fotoconductividad (fotocopiadoras), en los discos compactos
regrabables, en las celdas solares de silicio y serán la base de futuras aplicaciones que se prevén
para los equipos informáticos en materia de circuitos y memorias tridimensionales, computadoras
cuánticas, etcétera.
Los materiales superduros constituyen otro avance tecnológico importante: superan la resistencia del
diamante gracias a múltiples capas y se producen en tamaños adecuados para aplicaciones técnicas
capaces de proporcionar imágenes nanométricas.ii
Los microscopios de fuerza atómica son un
ejemplo de sus aplicaciones actuales.
Otro aspecto tan importante como las innovaciones del soporte físico en las tecnologías de la
comunicación tiene que ver con el concepto que las denomina. Desde hace mucho tiempo hemos
convivido con tecnologías más o menos sofisticadas, pero la cotidianidad las ha hecho invisibles; el
ejemplo más claro, más conocido y más interactivo es el teléfono. Este artefacto ha hecho posible la
comunicación de ida y vuelta en forma instantánea, cubre grandes distancias, la pérdida de
información es baja y en términos generales ha resultado muy eficaz; sin embargo, nunca se le
consideró como un artefacto interactivo, ya que este término surgió con los programas informáticos,
muchos años después de la invención del teléfono. Otras tecnologías que hoy pasan desapercibidas,
pero que nos ha permitido el almacenamiento de imágenes durante décadas, son la fotografía y la
videocinta, que en su momento resultaron enormes avances para la conservación de la memoria de
la humanidad.
La posibilidad de registro en papel o en cinta magnética modificó nuestra percepción de la realidad y
estableció las bases para la construcción de nuevos imaginarios colectivos que, a la distancia, en
este nuevo siglo, podemos analizar con más claridad y reconocerlos como parte del devenir histórico,
de las nociones de tiempo y espacio, del universo, de las propiedades de la materia, etcétera.
Numerosas tecnologías e infinidad de aplicaciones, más próximas a las películas de James Bond —
cámaras ocultas en el dije de una solapa, transmisores en el tacón del zapato— que a la vida de
todos los días, fueron invadiendo silenciosamente cada uno de nuestros espacios, hasta los más
privados; el ojo electrónico omnipresente que todo lo mira es una realidad y no una imagen
paranoica.
Estas consideraciones iniciales nos colocan de lleno en la discusión sobre el significado de las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
La novedad de la tecnología está condicionada histórica y culturalmente; como ejemplo puede citarse
la nueva tecnología de los tipos móviles para la imprenta que dio comienzo a la era de Gutemberg y
significó una revolución para la difusión de la cultura escrita. El arribo de ciertos artefactos a culturas
africanas o amazónicas, aisladas en pleno siglo XX, significó una gran novedad, aunque se tratara de
tecnologías prácticamente de salida en los países desarrollados. Visto así, no es tanto lo nuevo lo
que caracteriza a las TIC, ya que se trata de tecnologías conocidas, pero ahora en convergencia y en
aplicaciones, esas sí, novedosas.
Por tanto, podemos convenir en que la palabra nuevas no se ajusta a la realidad. En cambio, la
convergencia de tecnologías sí configura un rasgo característico e importante de las TIC, y en el cual
la informática actúa como eje articulador de múltiples lenguajes que otrora estuvieran separados unos
de otros. En la actualidad, en un programa multimedia informático coinciden la imagen en movimiento
—desarrollada a fines del siglo XIX— y una animación gráfica en tercera dimensión, cuya concepción
ocurrió un siglo después.
Podemos referir mil ejemplos de convergencia en los que privan los tratamientos novedosos de
imágenes, sonidos y textos, así como la capacidad de almacenamiento, manipulación y rapidez de los
procesos. Microelectrónica, telecomunicaciones, óptica electrónica e informática están altamente
integrados en estos sistemas de información.
Las TIC han modificado, quizás como ninguna otra tecnología, el paisaje y las prácticas sociales del
planeta; han contribuido, entre otras cosas, a hacer realidad la globalización, a interconectar toda
actividad humana, a homogeneizar rasgos culturales y a crear condiciones de interdependencia entre
los países.
Ya desde 1964 el teórico canadiense Marshall Mc Luhan sentenciaba:
Hoy en día, después de un siglo de técnica eléctrica, hemos prolongado nuestro sistema
nervioso central en un alcance total, aboliendo tanto el espacio como el tiempo… Cualquier
prolongación o extensión, ya sea de la piel, de la mano o del pie, afecta a todo el complejo
psíquico y social (los medios como las extensiones del hombre). Debido a la contracción
causada por la electricidad, el globo no es más que una aldea (la aldea global).
A mediados del siglo pasado no hubiéramos imaginado la globalización que vivimos hoy en día ni la
sofisticación de los instrumentos electrónicos de información y comunicación, mucho menos
hubiéramos imaginado las profundas transformaciones que se han operado en las generaciones
actuales, para bien y para mal. Estamos frente a un complejo modelo de interacción (Castells, 1996)
en donde la tecnología y la sociedad se condicionan mutuamente; muchos avances tecnológicos son
inducidos por grupos sociales con intereses específicos —los militares, por ejemplo—; a su vez la
tecnología modifica sin duda las pautas del comportamiento humano.
¿Sociedad de la información o sociedad del conocimiento?
Cada fin de siglo surgen tesis apocalípticas, se habla de desastres, pandemias, producto de esta
ilusión del paso del tiempo y medición que el hombre mismo ha establecido en estrecha relación con
movimientos astrales, creencias, fracturas históricas y un recurrente afán por poner orden en el
llamado caos universal. Pero en realidad de lo que podemos hablar es de cambios de épocas: en el
siglo XVIII la revolución industrial marcó un hito y el advenimiento de máquinas que suscitaron
profundos cambios sociales.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
Podríamos decir que los nuevos tiempos, estos que vivimos ahora, no comenzaron con el cambio de
siglo, sino con la masiva difusión de las imágenes, proceso que el lingüista italiano Raffaele Simone
considera la tercera fase del conocimiento humano, en la cual gran parte de nuestro saber sobre la
realidad ya no proviene de lo escrito, sino de las imágenes visuales y sonoras que transmiten los
medios de comunicación y las computadoras. Castells, por su parte, localiza esa tercera fase entre
las postrimerías de la segunda guerra mundial, cuando tienen lugar los grandes avances de la
electrónica, las computadoras y las telecomunicaciones, y la década de los setenta, cuando para él
culmina la difusión de dichos avances en todo el planeta. Entre las innovaciones encontramos
nuevamente la concepción de nuevos materiales como el silicio, de los microcircuitos, los
microprocesadores,iii
las fibras ópticas y la transmisión láser.
Como estos avances tecnológicos hacen mucho más eficiente el manejo de grandes volúmenes de
información, los norteamericanos hablan de una revolución de la información; incluso los teóricos
hablaron en un primer momento de la sociedad de la información, ya que ésta empezó a sustituir los
recursos naturales, la fuerza y el dinero como pilares de las dinámicas sociales. El acceso a la
información constituye el nuevo privilegio de generación y distribución del poder en las formaciones
sociales. Esta situación establece las condiciones para hablar de un nuevo paradigma tecnológico
que se caracteriza por la integración y la convergencia de tecnologías específicas: la
microelectrónica, las telecomunicaciones, la optoelectrónica y las computadoras integradas en redes
y sistemas de información.
Sin embargo, por sí mismo, el avance tecnológico —impulsado frecuentemente por intereses
estrictamente empresariales y privados— no establece las condiciones para el cambio ni la
transformación que permitan su arraigo en la sociedad; el cambio en ese sentido es lento y no
impacta por igual a todos. Contrariamente a lo que se piensa con frecuencia,iv
no ha sido un factor
para la disminución de la desigualdad social y sí ha contribuido en ocasiones a incrementar la brecha
entre ricos y pobres; la pobreza en este caso deviene en pobreza tecnológica.
Otros estudiosos prefieren llamar a esta nueva época sociedad del conocimiento, denominación que
comprende los postulados de la sociedad de la información, pero incorpora además la importancia del
saber como su principal activo.
Los cambios suscitados por la aparición de la tecnología en las últimas décadas del siglo XX han
estado marcados por la dinámica económica mundial: acelerada privatización de los bienes y
servicios, automatización de la producción, desregulación y eliminación de barreras para el tráfico de
mercancías. Por ello resulta exagerado atribuir únicamente a la tecnología las grandes
transformaciones ocurridas en las culturas contemporáneas; justo es ponderar los alcances reales y
los aspectos míticos de la tecnología, así como sus efectos en las principales actividades sociales,
particularmente cuando se trata de contextos educativos.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
Mitos y realidades sobre las tecnologías de la información y la comunicación
Para el ciudadano medio los avances de la ciencia y la tecnología —que según los distintos espacios
sociales se suceden paulatina o abruptamente— parecen una suerte de película hollywoodense que
esconde todos los procesos (el trabajo humano y los desarrollos) en una burbuja idílica y sólo nos
muestra los efectos: aunque ignoramos las circunstancias, sabemos que muchos desarrollos han
librado a algunas sociedades de llevar las pesadas cargas que implica proveerse de alimentos o
agua, han servido para controlar las enfermedades y epidemias, o bien han permitido los
desplazamientos a casi cualquier punto del planeta. En cambio, otras películas, como Blade Runner o
Sin City, pintan un futuro tecnológico, caótico y poco deseable, donde el ser humano es más bien una
víctima del avance de la ciencia y la tecnología.
Estas posiciones antagónicas y reduccionistas no explican la complejidad de los procesos que están
involucrados en los grandes cambios de la vida cotidiana, los sistemas productivos, el trabajo, los
servicios y, en general, la cultura toda de la humanidad. Para explicarse el papel que desempeñan
actualmente las tecnologías de la información y la comunicación, y conferirles una justa dimensión al
margen de posiciones maniqueas de ensalzamiento o defenestración, es necesario contextualizarlas
en el vaivén de los grandes fenómenos políticos, económicos y sociales del último siglo.
Varios autores, entre los cuales destaca Manuel Castells, han explicado y documentado con amplitud
el desplazamiento del eje dinámico de la actividad productiva (Isuani, 1998), de la siderurgia, la metal-
mecánica o la petroquímica hacia actividades cuyo principal insumo es el conocimiento: “la
informática, la robótica, la ciencia de los nuevos materiales, la biogenética y la aeronáutica se
transforman en líderes del moderno proceso productivo” (Murow citado por Isuani, 1992: 5). Esta
situación novedosa en el campo laboral, demanda al mismo tiempo calificaciones y competencias
diferentes, que Robert Reich clasifica en tres grupos de servicios: los rutinarios de producción, los
personales y los simbólico-analíticos. En los primeros servicios, los trabajadores desempeñan tareas
estandarizadas y altamente normadas; aunque el espectro es sumamente amplio e integra también a
los operarios que actualizan los sistemas informáticos, descargan datos o ejecutan alguna actividad
de rutina en este rubro.
Los servicios personales son ofrecidos por trabajadores que tienen contacto directo con los
destinatarios finales de su trabajo; por ejemplo, vendedores y empleados de servicios en general.
Finalmente, el tercer grupo de servicios esta formado por expertos en lo que el mismo Reich
denomina intermediación estratégica, es decir, investigadores, científicos, catedráticos y
profesionales en general que identifican y resuelven problemas valiéndose de símbolos, como el
lenguaje, las imágenes o la comunicación en términos amplios. Algunas profesiones de estas
categorías se superponen y demandan competencias de una y otra; es decir, no se dan
absolutamente puras. Según esta clasificación, que Robert Reich señala como las principales
tendencias en los Estados Unidos, la profesión docente caería de lleno en el grupo de los servicios
simbólico-analíticos, donde el más valioso recurso consiste en la “capacidad de utilizar eficaz y
creativamente el conocimiento”, y en los que “la educación formal de un analista simbólico incipiente
requiere el perfeccionamiento en cuatro habilidades básicas: abstracción, pensamiento sistémico,
experimentación y colaboración” (Reich, 1993 : 30).
En nuestro país la educación del presente combina infraestructuras precarias y parafernalias
tecnológicas de Estados avanzados; docentes formados tradicionalmente al lado de hábiles maestros
de nuevas generaciones de cibernautas; o para decirlo con una frase: una escuela del siglo XIX, con
maestros del siglo XX y alumnos del siglo XXI.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
La gestación de los mitos no es de ninguna manera espontánea: se desarrolla a lo largo de años de
historia y se configura paso a paso en el imaginario colectivo. La función de los mitos en las culturas
de masas —consignó hace más de cincuenta años Roland Barthes— consiste en darle forma a
ciertas ideas, a determinados conceptos representados por palabras, imágenes, ritos, objetos,
etcétera. Cuando surgieron los avances tecnológicos que dieron lugar a la fotografía, el cine, la radio,
la televisión y la informática, empezaron a gestarse también mitos sobre el papel que estos medios y
aparatos desempeñarían en la adquisición del conocimiento. No olvidemos que para que el mito
exista requiere de un anclaje en aspectos reales, verdaderos. Efectivamente, dichos adelantos
tecnológicos han constituido herramientas efectivas para potenciar los sentidos y la comprensión del
mundo, pero también han generado expectativas que la tecnología por sí misma no puede resolver;
veamos algunos de esos mitos.
- La tecnología releva del trabajo al ser humano, y abre las posibilidades de un uso del tiempo
casi idílico, destinado al cultivo de las artes, la contemplación y el ocio creativo. Esta idea,
presente en el imaginario de la humanidad desde la creación de las primeras máquinas,
permanece vigente cuando hablamos de las TIC. Si bien es cierto que han facilitado
enormemente la actividad educativa al aportar recursos otrora inimaginables en el aula, la
verdad es que no han sustituido en absoluto el trabajo del profesor, quien debe seleccionar,
jerarquizar e integrar a sus estrategias materiales de fuentes diversas, las potencialidades de
la tecnología. No suponen menos trabajo sino un esfuerzo diferente y suplementario para
desplazar el foco de atención de la enseñanza transmisiva al aprendizaje colectivo.
- Las herramientas tecnológicas son neutrales, no obedecen a ninguna ideología. Sabemos
bien que son las posiciones individuales, de grupo o institucionales las que determinan qué
herramientas desarrollar, cuáles habrán de utilizarse, qué tipo de software y equipos se
adquieren y qué prácticas se fomentarán en los espacios educativos; estas posiciones no son
en absoluto asépticas ideológicamente.
- El acceso a las tecnologías de la información y la comunicación conlleva su democratización.
Como están ahí, se piensa que cualquiera puede tener acceso a las tecnologías, sin distingo
de clase, creencia u origen. Sabemos bien, sin embargo, que el acceso pasa por las
decisiones de inversión para la conectividad, la capacitación, el manejo de los lenguajes de la
imagen y los informáticos, las facilidades administrativas, en fin, las diversas prácticas
institucionales y los contexto sociales específicos.
- Con las TIC se puede atender simultáneamente a un mayor número de personas. Con
frecuencia se piensa que basta una computadora para que los grupos de 40 estudiantes
puedan multiplicarse por diez; éste es sin duda uno de los ganchos de los cursos en línea
comerciales. Quienes han sido instructores de esta modalidad tecnológica saben bien que
tanta o más atención requiere un estudiante en línea que uno que es atendido frente a frente.
- Con las TIC se tiene acceso a fuentes inconmensurables de información: bancos de datos,
páginas electrónicas, bibliotecas virtuales, enciclopedias, centros de investigación y
universidades. Es cierto, ahora no hay que batallar por la búsqueda de información, sino por
su discriminación y jerarquización, pero ello no hace más efectivo un proceso de construcción
del conocimiento ni garantiza mejores resultados; el tiempo que se invierte en la búsqueda
sigue siendo considerable y perderse en el océano de información que ofrecen las TIC es
frecuente.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
- A mayor equipamiento tecnológico, mejores aprendizajes y mejores son los resultados
formativos. Sabemos que la sola presencia de los medios no induce mejores prácticas, y que
éstas invariablemente están relacionadas con las competencias docentes, los paradigmas
pedagógicos que se ponen en juego, así como con el concepto de educación y de ser humano
del que derivan.
Podríamos ampliar esta muestra con estrellas menores del firmamento mitológico asociado a la
tecnología: se dice que las TIC abaten el rezago educativo, eliminan la desigualdad, atienden la
diversidad, mejoran la comunicación entre los seres humanos, etcétera. Pero la intención es otra.
No cabe duda que las TIC están en vías de transformar el uso social de la información en todos los
dominios del conocimiento y de la actividad humana, creando interconexiones y vínculos que
potencian y vuelven infinitas las posibilidades de crecimiento de las disciplinas. El desciframiento del
genoma humano es quizás el paradigma de esta nueva situación del conocimiento. Pero ¿ello es
suficiente para anunciar que la humanidad se encuentra en la sociedad de la información o del
conocimiento? Considerar que las bondades de las TIC producirán automáticamente una
transformación social de mayor igualdad y de progreso acusa un optimismo excesivo; por el contrario,
en estos tiempos de mayores avances científicos y tecnológicos existe un alarmante aumento de la
marginación en todo el planeta.
Tedesco resume así la situación: “en las sociedades que están utilizando más intensivamente la
información y los conocimientos en sus actividades productivas, está aumentando significativamente
la desigualdad social” (Tedesco, 2004: p.16). Es decir, el desarrollo de las TIC se encuentra
estrechamente vinculado al tejido social y de ninguna manera podemos hacer un análisis de sus
posibilidades y limitaciones fuera de las contradicciones que los caracterizan. Conviene traer de
nuevo al discurso las palabras de Tedesco: “Si el conocimiento y la información son los factores más
importantes de la nueva estructura social que se está conformando, no existe razón por la cual su
distribución se democratice por el solo efecto del desarrollo técnico. La pugna por concentrar su
producción y apropiación será tan intensa como las pugnas que históricamente tuvieron lugar
alrededor de la distribución de los recursos naturales, del dinero o de la fuerza” (Tedesco, 2004: 48).
Si esta realidad corresponde con nuestro contexto educativo, ¿qué puede significar para profesores y
estudiantes de zonas marginadas la sociedad del conocimiento cuando no tienen resueltas las
condiciones mínimas de operación de sus escuelas, cuando no tienen incluso resueltas sus
condiciones mínimas de alimentación, salud y vivienda?
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
Conclusiones
Puestos en consideración los mitos en torno a las TIC, y una vez determinada la dimensión del
impacto de la tecnología en la vida de los habitantes del siglo XXI, sin lugar a dudas resulta evidente
la necesidad de discutir la pertinencia de las TIC en la escuela mexicana de los años por venir. La
reflexión sobre el papel del estudiante, la función del maestro, la gestión escolar, los materiales
educativos, el desarrollo curricular, en fin, todo aquello que conforma la escuela tal y como la
conocemos, sin duda ha sido una constante en todas y cada una de las reformas, proyectos y
programas que se han sucedido en la historia reciente de la educación pública en nuestro país.
La tecnología ha sido un catalizador importante que ha acelerado los grandes cuestionamientos
filosóficos y ontológicos de la escuela; ha impulsado el acceso al conocimiento, las nuevas
competencias docentes, la función directiva, las dinámicas de enseñanza y aprendizaje, la
legitimación de los saberes adquiridos fuera de la escuela, la diversidad metodológica y pedagógica
que plantea la convergencia de recursos y lenguajes de diferentes medios de comunicación. En fin,
las TIC han sido parte fundamental de la transformación de los perfiles profesionales de la sociedad
en su conjunto y de las prácticas sociales y culturales que exigen de la escuela respuestas que ponen
a prueba su capacidad y su función misma.
Estos aspectos visibles de la transformación que vive el sistema educativo en su conjunto —también
los más notorios y espectaculares, en el sentido amplio de la palabra, ya que la presencia misma de
la tecnología inquieta, cuestiona y deslumbra— anuncian cambios profundos en las concepciones
sobre la escuela, la educación y los roles asignados a sus actores principales. Tal vez estemos
viviendo el comienzo de una gran transformación en donde la tecnología tiene asignado un papel más
acotado y realista, y donde los protagonistas serán los mismos que han dominado la escena del
teatro de la historia de la educación: los alumnos y los maestros.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
Javier Arévalo Zamudio
Bibliografía
Castells, Manuel (2002), La era de la información [vol. 1]: La sociedad red, Siglo XXI Editores,
México.
Ciencia: Nuevos materiales del siglo XXI [número monográfico de Ciencia], vol. 554, núm. 1, enero-
marzo de 2003, Academia Mexicana de Ciencias.
Clark, Ronald W. (1980), Hazañas científicas, CONACYT, México.
Isuani, Aldo (1998), “Una nueva etapa histórica”, en La Argentina que viene, Norma, Buenos Aires,
pp. 1-18.
Lira, Jorge (1997), La percepción remota, SEP-FCE-CONACYT, México.
Reich, Robert (1993), “Los tres trabajos del futuro”, en El trabajo de las naciones, Vergara, Buenos
Aires, pp. 1-37.
Tedesco, Juan Carlos (2000), Educar en la sociedad del conocimiento, FCE, Buenos Aires.
 
 
Información y conocimiento en la sociedad contemporánea
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Notas
i
No obstante, la convergencia de satélites artificiales, sensores remotos y el empleo de imágenes
digitales por computadora ha transformado radicalmente la metodología para el estudio del planeta y
sus recursos naturales, ya se trate de información geográfica y cartográfica, prospección minera y
petrolera, geohidrología, geotermia, selvicultura y agricultura, meteorología, oceanografía. De igual
forma, los satélites proporcionan información sobre desastres naturales: terremotos, erupciones
volcánicas, sequías, incendios, desastres agrícolas, tormentas y huracanes, movimientos glaciares,
contaminación de aguas, deslizamientos de capas terrestres, maremotos, plagas, etcétera. 
ii
Un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro. 
iii
Es decir, pequeñas computadoras con gran capacidad de integración de funciones, amplia
capacidad de memoria y alta la velocidad de procesamiento de datos. 
iv
La declaración de principios de la cumbre mundial sobre la sociedad de la información realizada
Ginebra en 2003 afirmaba que las TIC “permiten a todo el mundo acceder a la información y al
conocimiento en cualquier lugar y de manera prácticamente instantánea”. 

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  • 1.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio El uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tiene sin duda múltiples implicaciones para la vida cotidiana en el siglo XXI; la forma de relacionarnos con el otro, los caminos que seguimos para conocer y la comprensión del entorno han cambiado sustancialmente. Es cierto que la sociedad del conocimiento constituye un novedoso contexto donde aprendemos a construir espacios personales, educativos, laborales y culturales, marcados por dinámicas herramientas que nos permiten comunicarnos mejor; sin embargo, esas herramientas ahondan paradójicamente las desigualdades y replantean conceptos como individualidad, identidad nacional y regional. La escuela, tal como la conocemos actualmente —y el concepto de humanidad con ella—, se encuentra atravesado por crisis epistemológicas y sociales que obligan a la reflexión e imaginar nuevos modelos que puedan adaptarse a nuestra cambiante realidad.
  • 2.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Desde los albores de la época moderna hasta la aparición de los medios de comunicación masiva, hacia fines del siglo XIX, era frecuente encontrar personajes que concentraban gran parte del conocimiento del tiempo que les tocó vivir; eran los llamados hombres universales que a la manera de Leonardo podían ser eruditos en diversas materias. Leonardo sería un ejemplo extremo del genio humano que abarca campos tan lejanos entre sí como la hidráulica y la óptica, pero si deseamos recurrir a ejemplos más cercanos podemos mencionar algunos maestros, intelectuales y periodistas de principios del siglo XX que reunieron gran parte del conocimiento de la época y que sorprendían por su capacidad de hablar como expertos sobre los tópicos que abordaban. Como consecuencia del avance vertiginoso del conocimiento a lo largo del último siglo y con la masa informativa de que disponemos actualmente, esos personajes están prácticamente extintos y han dado paso a otro modo de ser que cuenta con herramientas similares a las de la ciencia ficción. Las naves que imaginó en el siglo XIX Julio Verne o los monstruos que recreó H.G. Wells en La isla del doctor Moreau se han convertido en moneda corriente de la aeronáutica y de la manipulación genética de nuestros tiempos. A los niños y los jóvenes contemporáneos no les asombra que podamos espiar lejanas galaxias con potentes radiotelescopios o universos tan diminutos como los que la nanotecnología hace posible observar. Los sueños del hombre, convertidos a menudo en verdaderas pesadillas, se han realizado gracias a su capacidad de crear, de imaginar, motivados por el avance de la ciencia y la ayuda de instrumentos tecnológicos que han dado vida a ese impulso innovador a lo largo de los siglos. La segunda mitad del siglo XIX constituye un periodo muy fértil para el avance de la ciencia y la tecnología; desde entonces comienzan a sentarse las bases del mundo tal como lo conocemos actualmente. En los albores del siglo XX, cuando los zares gobernaban en Rusia y en México el porfiriato gozaba de salud, se habían desarrollado ya la fotografía, la radiodifusión, el cine, el motor de combustión interna y las máquinas voladoras. Sin embargo, un desarrollo tecnológico que frecuentemente pasa desapercibido tuvo lugar en esos tiempos también; el hombre había creado una de las más extraordinarias materias, sueño y pesadilla a la vez: el plástico. Aunque desde la antigüedad se mezcló la materia para dar lugar a materiales más maleables o resistentes, el plástico representa el advenimiento de lo que llamamos en la actualidad los nuevos materiales, indispensables para entender los soportes físicos que han hecho realidad las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. El avance del conocimiento en el último siglo y medio ha sido exponencial, si lo contrastamos con lo sucedido en toda la historia humana. En el mundo de la comunicación, debieron transcurrir siglos para la mecanización de la imprenta y la difusión del libro tal como lo conocemos actualmente; en contraste, en sólo unas décadas pasamos de los primeros experimentos de Hertz para la transmisión de ondas electromagnéticas a la comunicación intraplanetaria. Incluso fuera de la Tierra, los satélites son artefactos que ya no sólo envían y reciben códigos cifrados, sino que además son capaces de canalizar nítidas imágenes que paradójicamente a nadie asombran en este siglo XXI.i El plástico no fue el primer material artificialmente creado por el hombre, basten de ejemplos el bronce y el vidrio como los de mayor impacto y trascendencia en la vida cotidiana y social. Pero sí es este material el que sienta un precedente para el desarrollo de los soportes que actualmente transportan cantidades inconmensurables de datos, imágenes y sonidos. Estas posibilidades de manipular y comunicar información no son únicamente el resultado de la creación de nuevos materiales, sino de la aplicación tecnológica innovadora de viejos materiales. Por ejemplo, la fibra óptica con la que podemos transmitir enorme cantidad de datos, a gran velocidad y con poca pérdida de energía deriva de una revolucionaria aplicación de los mismos vidrios que se conocen desde la antigüedad.
  • 3.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio De esta forma, cuando nos referimos a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación — relacionadas principalmente con los nuevos materiales—, en realidad estamos frente a avances que son el resultado del desarrollo tecnológico y científico de múltiples disciplinas del conocimiento humano. En un intento de síntesis, podemos mencionar algunos desarrollos cuyo impacto ha incidido directamente en nuestra capacidad para almacenar, transmitir, procesar y relacionar grandes volúmenes de datos, imágenes y sonidos: los materiales amorfos, los superduros, los magnéticos y la nanotecnología. El plástico es un material amorfo, debido a que su estructura atómica es irregular y actúa gracias a que sus fibras son sometidas al calor-enfriamiento, a altas presiones o a algunos químicos. Los materiales como el plástico favorecen o inhiben algunos procesos naturales como la conductividad y la pérdida o retención del calor, o bien pueden ser creados con propiedades químicas y electrónicas pensadas para aplicaciones específicas. Estos materiales llamados genéricamente vítreos están presentes en la microelectrónica, la fotoconductividad (fotocopiadoras), en los discos compactos regrabables, en las celdas solares de silicio y serán la base de futuras aplicaciones que se prevén para los equipos informáticos en materia de circuitos y memorias tridimensionales, computadoras cuánticas, etcétera. Los materiales superduros constituyen otro avance tecnológico importante: superan la resistencia del diamante gracias a múltiples capas y se producen en tamaños adecuados para aplicaciones técnicas capaces de proporcionar imágenes nanométricas.ii Los microscopios de fuerza atómica son un ejemplo de sus aplicaciones actuales. Otro aspecto tan importante como las innovaciones del soporte físico en las tecnologías de la comunicación tiene que ver con el concepto que las denomina. Desde hace mucho tiempo hemos convivido con tecnologías más o menos sofisticadas, pero la cotidianidad las ha hecho invisibles; el ejemplo más claro, más conocido y más interactivo es el teléfono. Este artefacto ha hecho posible la comunicación de ida y vuelta en forma instantánea, cubre grandes distancias, la pérdida de información es baja y en términos generales ha resultado muy eficaz; sin embargo, nunca se le consideró como un artefacto interactivo, ya que este término surgió con los programas informáticos, muchos años después de la invención del teléfono. Otras tecnologías que hoy pasan desapercibidas, pero que nos ha permitido el almacenamiento de imágenes durante décadas, son la fotografía y la videocinta, que en su momento resultaron enormes avances para la conservación de la memoria de la humanidad. La posibilidad de registro en papel o en cinta magnética modificó nuestra percepción de la realidad y estableció las bases para la construcción de nuevos imaginarios colectivos que, a la distancia, en este nuevo siglo, podemos analizar con más claridad y reconocerlos como parte del devenir histórico, de las nociones de tiempo y espacio, del universo, de las propiedades de la materia, etcétera. Numerosas tecnologías e infinidad de aplicaciones, más próximas a las películas de James Bond — cámaras ocultas en el dije de una solapa, transmisores en el tacón del zapato— que a la vida de todos los días, fueron invadiendo silenciosamente cada uno de nuestros espacios, hasta los más privados; el ojo electrónico omnipresente que todo lo mira es una realidad y no una imagen paranoica. Estas consideraciones iniciales nos colocan de lleno en la discusión sobre el significado de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
  • 4.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio La novedad de la tecnología está condicionada histórica y culturalmente; como ejemplo puede citarse la nueva tecnología de los tipos móviles para la imprenta que dio comienzo a la era de Gutemberg y significó una revolución para la difusión de la cultura escrita. El arribo de ciertos artefactos a culturas africanas o amazónicas, aisladas en pleno siglo XX, significó una gran novedad, aunque se tratara de tecnologías prácticamente de salida en los países desarrollados. Visto así, no es tanto lo nuevo lo que caracteriza a las TIC, ya que se trata de tecnologías conocidas, pero ahora en convergencia y en aplicaciones, esas sí, novedosas. Por tanto, podemos convenir en que la palabra nuevas no se ajusta a la realidad. En cambio, la convergencia de tecnologías sí configura un rasgo característico e importante de las TIC, y en el cual la informática actúa como eje articulador de múltiples lenguajes que otrora estuvieran separados unos de otros. En la actualidad, en un programa multimedia informático coinciden la imagen en movimiento —desarrollada a fines del siglo XIX— y una animación gráfica en tercera dimensión, cuya concepción ocurrió un siglo después. Podemos referir mil ejemplos de convergencia en los que privan los tratamientos novedosos de imágenes, sonidos y textos, así como la capacidad de almacenamiento, manipulación y rapidez de los procesos. Microelectrónica, telecomunicaciones, óptica electrónica e informática están altamente integrados en estos sistemas de información. Las TIC han modificado, quizás como ninguna otra tecnología, el paisaje y las prácticas sociales del planeta; han contribuido, entre otras cosas, a hacer realidad la globalización, a interconectar toda actividad humana, a homogeneizar rasgos culturales y a crear condiciones de interdependencia entre los países. Ya desde 1964 el teórico canadiense Marshall Mc Luhan sentenciaba: Hoy en día, después de un siglo de técnica eléctrica, hemos prolongado nuestro sistema nervioso central en un alcance total, aboliendo tanto el espacio como el tiempo… Cualquier prolongación o extensión, ya sea de la piel, de la mano o del pie, afecta a todo el complejo psíquico y social (los medios como las extensiones del hombre). Debido a la contracción causada por la electricidad, el globo no es más que una aldea (la aldea global). A mediados del siglo pasado no hubiéramos imaginado la globalización que vivimos hoy en día ni la sofisticación de los instrumentos electrónicos de información y comunicación, mucho menos hubiéramos imaginado las profundas transformaciones que se han operado en las generaciones actuales, para bien y para mal. Estamos frente a un complejo modelo de interacción (Castells, 1996) en donde la tecnología y la sociedad se condicionan mutuamente; muchos avances tecnológicos son inducidos por grupos sociales con intereses específicos —los militares, por ejemplo—; a su vez la tecnología modifica sin duda las pautas del comportamiento humano. ¿Sociedad de la información o sociedad del conocimiento? Cada fin de siglo surgen tesis apocalípticas, se habla de desastres, pandemias, producto de esta ilusión del paso del tiempo y medición que el hombre mismo ha establecido en estrecha relación con movimientos astrales, creencias, fracturas históricas y un recurrente afán por poner orden en el llamado caos universal. Pero en realidad de lo que podemos hablar es de cambios de épocas: en el siglo XVIII la revolución industrial marcó un hito y el advenimiento de máquinas que suscitaron profundos cambios sociales.
  • 5.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Podríamos decir que los nuevos tiempos, estos que vivimos ahora, no comenzaron con el cambio de siglo, sino con la masiva difusión de las imágenes, proceso que el lingüista italiano Raffaele Simone considera la tercera fase del conocimiento humano, en la cual gran parte de nuestro saber sobre la realidad ya no proviene de lo escrito, sino de las imágenes visuales y sonoras que transmiten los medios de comunicación y las computadoras. Castells, por su parte, localiza esa tercera fase entre las postrimerías de la segunda guerra mundial, cuando tienen lugar los grandes avances de la electrónica, las computadoras y las telecomunicaciones, y la década de los setenta, cuando para él culmina la difusión de dichos avances en todo el planeta. Entre las innovaciones encontramos nuevamente la concepción de nuevos materiales como el silicio, de los microcircuitos, los microprocesadores,iii las fibras ópticas y la transmisión láser. Como estos avances tecnológicos hacen mucho más eficiente el manejo de grandes volúmenes de información, los norteamericanos hablan de una revolución de la información; incluso los teóricos hablaron en un primer momento de la sociedad de la información, ya que ésta empezó a sustituir los recursos naturales, la fuerza y el dinero como pilares de las dinámicas sociales. El acceso a la información constituye el nuevo privilegio de generación y distribución del poder en las formaciones sociales. Esta situación establece las condiciones para hablar de un nuevo paradigma tecnológico que se caracteriza por la integración y la convergencia de tecnologías específicas: la microelectrónica, las telecomunicaciones, la optoelectrónica y las computadoras integradas en redes y sistemas de información. Sin embargo, por sí mismo, el avance tecnológico —impulsado frecuentemente por intereses estrictamente empresariales y privados— no establece las condiciones para el cambio ni la transformación que permitan su arraigo en la sociedad; el cambio en ese sentido es lento y no impacta por igual a todos. Contrariamente a lo que se piensa con frecuencia,iv no ha sido un factor para la disminución de la desigualdad social y sí ha contribuido en ocasiones a incrementar la brecha entre ricos y pobres; la pobreza en este caso deviene en pobreza tecnológica. Otros estudiosos prefieren llamar a esta nueva época sociedad del conocimiento, denominación que comprende los postulados de la sociedad de la información, pero incorpora además la importancia del saber como su principal activo. Los cambios suscitados por la aparición de la tecnología en las últimas décadas del siglo XX han estado marcados por la dinámica económica mundial: acelerada privatización de los bienes y servicios, automatización de la producción, desregulación y eliminación de barreras para el tráfico de mercancías. Por ello resulta exagerado atribuir únicamente a la tecnología las grandes transformaciones ocurridas en las culturas contemporáneas; justo es ponderar los alcances reales y los aspectos míticos de la tecnología, así como sus efectos en las principales actividades sociales, particularmente cuando se trata de contextos educativos.
  • 6.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Mitos y realidades sobre las tecnologías de la información y la comunicación Para el ciudadano medio los avances de la ciencia y la tecnología —que según los distintos espacios sociales se suceden paulatina o abruptamente— parecen una suerte de película hollywoodense que esconde todos los procesos (el trabajo humano y los desarrollos) en una burbuja idílica y sólo nos muestra los efectos: aunque ignoramos las circunstancias, sabemos que muchos desarrollos han librado a algunas sociedades de llevar las pesadas cargas que implica proveerse de alimentos o agua, han servido para controlar las enfermedades y epidemias, o bien han permitido los desplazamientos a casi cualquier punto del planeta. En cambio, otras películas, como Blade Runner o Sin City, pintan un futuro tecnológico, caótico y poco deseable, donde el ser humano es más bien una víctima del avance de la ciencia y la tecnología. Estas posiciones antagónicas y reduccionistas no explican la complejidad de los procesos que están involucrados en los grandes cambios de la vida cotidiana, los sistemas productivos, el trabajo, los servicios y, en general, la cultura toda de la humanidad. Para explicarse el papel que desempeñan actualmente las tecnologías de la información y la comunicación, y conferirles una justa dimensión al margen de posiciones maniqueas de ensalzamiento o defenestración, es necesario contextualizarlas en el vaivén de los grandes fenómenos políticos, económicos y sociales del último siglo. Varios autores, entre los cuales destaca Manuel Castells, han explicado y documentado con amplitud el desplazamiento del eje dinámico de la actividad productiva (Isuani, 1998), de la siderurgia, la metal- mecánica o la petroquímica hacia actividades cuyo principal insumo es el conocimiento: “la informática, la robótica, la ciencia de los nuevos materiales, la biogenética y la aeronáutica se transforman en líderes del moderno proceso productivo” (Murow citado por Isuani, 1992: 5). Esta situación novedosa en el campo laboral, demanda al mismo tiempo calificaciones y competencias diferentes, que Robert Reich clasifica en tres grupos de servicios: los rutinarios de producción, los personales y los simbólico-analíticos. En los primeros servicios, los trabajadores desempeñan tareas estandarizadas y altamente normadas; aunque el espectro es sumamente amplio e integra también a los operarios que actualizan los sistemas informáticos, descargan datos o ejecutan alguna actividad de rutina en este rubro. Los servicios personales son ofrecidos por trabajadores que tienen contacto directo con los destinatarios finales de su trabajo; por ejemplo, vendedores y empleados de servicios en general. Finalmente, el tercer grupo de servicios esta formado por expertos en lo que el mismo Reich denomina intermediación estratégica, es decir, investigadores, científicos, catedráticos y profesionales en general que identifican y resuelven problemas valiéndose de símbolos, como el lenguaje, las imágenes o la comunicación en términos amplios. Algunas profesiones de estas categorías se superponen y demandan competencias de una y otra; es decir, no se dan absolutamente puras. Según esta clasificación, que Robert Reich señala como las principales tendencias en los Estados Unidos, la profesión docente caería de lleno en el grupo de los servicios simbólico-analíticos, donde el más valioso recurso consiste en la “capacidad de utilizar eficaz y creativamente el conocimiento”, y en los que “la educación formal de un analista simbólico incipiente requiere el perfeccionamiento en cuatro habilidades básicas: abstracción, pensamiento sistémico, experimentación y colaboración” (Reich, 1993 : 30). En nuestro país la educación del presente combina infraestructuras precarias y parafernalias tecnológicas de Estados avanzados; docentes formados tradicionalmente al lado de hábiles maestros de nuevas generaciones de cibernautas; o para decirlo con una frase: una escuela del siglo XIX, con maestros del siglo XX y alumnos del siglo XXI.
  • 7.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio La gestación de los mitos no es de ninguna manera espontánea: se desarrolla a lo largo de años de historia y se configura paso a paso en el imaginario colectivo. La función de los mitos en las culturas de masas —consignó hace más de cincuenta años Roland Barthes— consiste en darle forma a ciertas ideas, a determinados conceptos representados por palabras, imágenes, ritos, objetos, etcétera. Cuando surgieron los avances tecnológicos que dieron lugar a la fotografía, el cine, la radio, la televisión y la informática, empezaron a gestarse también mitos sobre el papel que estos medios y aparatos desempeñarían en la adquisición del conocimiento. No olvidemos que para que el mito exista requiere de un anclaje en aspectos reales, verdaderos. Efectivamente, dichos adelantos tecnológicos han constituido herramientas efectivas para potenciar los sentidos y la comprensión del mundo, pero también han generado expectativas que la tecnología por sí misma no puede resolver; veamos algunos de esos mitos. - La tecnología releva del trabajo al ser humano, y abre las posibilidades de un uso del tiempo casi idílico, destinado al cultivo de las artes, la contemplación y el ocio creativo. Esta idea, presente en el imaginario de la humanidad desde la creación de las primeras máquinas, permanece vigente cuando hablamos de las TIC. Si bien es cierto que han facilitado enormemente la actividad educativa al aportar recursos otrora inimaginables en el aula, la verdad es que no han sustituido en absoluto el trabajo del profesor, quien debe seleccionar, jerarquizar e integrar a sus estrategias materiales de fuentes diversas, las potencialidades de la tecnología. No suponen menos trabajo sino un esfuerzo diferente y suplementario para desplazar el foco de atención de la enseñanza transmisiva al aprendizaje colectivo. - Las herramientas tecnológicas son neutrales, no obedecen a ninguna ideología. Sabemos bien que son las posiciones individuales, de grupo o institucionales las que determinan qué herramientas desarrollar, cuáles habrán de utilizarse, qué tipo de software y equipos se adquieren y qué prácticas se fomentarán en los espacios educativos; estas posiciones no son en absoluto asépticas ideológicamente. - El acceso a las tecnologías de la información y la comunicación conlleva su democratización. Como están ahí, se piensa que cualquiera puede tener acceso a las tecnologías, sin distingo de clase, creencia u origen. Sabemos bien, sin embargo, que el acceso pasa por las decisiones de inversión para la conectividad, la capacitación, el manejo de los lenguajes de la imagen y los informáticos, las facilidades administrativas, en fin, las diversas prácticas institucionales y los contexto sociales específicos. - Con las TIC se puede atender simultáneamente a un mayor número de personas. Con frecuencia se piensa que basta una computadora para que los grupos de 40 estudiantes puedan multiplicarse por diez; éste es sin duda uno de los ganchos de los cursos en línea comerciales. Quienes han sido instructores de esta modalidad tecnológica saben bien que tanta o más atención requiere un estudiante en línea que uno que es atendido frente a frente. - Con las TIC se tiene acceso a fuentes inconmensurables de información: bancos de datos, páginas electrónicas, bibliotecas virtuales, enciclopedias, centros de investigación y universidades. Es cierto, ahora no hay que batallar por la búsqueda de información, sino por su discriminación y jerarquización, pero ello no hace más efectivo un proceso de construcción del conocimiento ni garantiza mejores resultados; el tiempo que se invierte en la búsqueda sigue siendo considerable y perderse en el océano de información que ofrecen las TIC es frecuente.
  • 8.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio - A mayor equipamiento tecnológico, mejores aprendizajes y mejores son los resultados formativos. Sabemos que la sola presencia de los medios no induce mejores prácticas, y que éstas invariablemente están relacionadas con las competencias docentes, los paradigmas pedagógicos que se ponen en juego, así como con el concepto de educación y de ser humano del que derivan. Podríamos ampliar esta muestra con estrellas menores del firmamento mitológico asociado a la tecnología: se dice que las TIC abaten el rezago educativo, eliminan la desigualdad, atienden la diversidad, mejoran la comunicación entre los seres humanos, etcétera. Pero la intención es otra. No cabe duda que las TIC están en vías de transformar el uso social de la información en todos los dominios del conocimiento y de la actividad humana, creando interconexiones y vínculos que potencian y vuelven infinitas las posibilidades de crecimiento de las disciplinas. El desciframiento del genoma humano es quizás el paradigma de esta nueva situación del conocimiento. Pero ¿ello es suficiente para anunciar que la humanidad se encuentra en la sociedad de la información o del conocimiento? Considerar que las bondades de las TIC producirán automáticamente una transformación social de mayor igualdad y de progreso acusa un optimismo excesivo; por el contrario, en estos tiempos de mayores avances científicos y tecnológicos existe un alarmante aumento de la marginación en todo el planeta. Tedesco resume así la situación: “en las sociedades que están utilizando más intensivamente la información y los conocimientos en sus actividades productivas, está aumentando significativamente la desigualdad social” (Tedesco, 2004: p.16). Es decir, el desarrollo de las TIC se encuentra estrechamente vinculado al tejido social y de ninguna manera podemos hacer un análisis de sus posibilidades y limitaciones fuera de las contradicciones que los caracterizan. Conviene traer de nuevo al discurso las palabras de Tedesco: “Si el conocimiento y la información son los factores más importantes de la nueva estructura social que se está conformando, no existe razón por la cual su distribución se democratice por el solo efecto del desarrollo técnico. La pugna por concentrar su producción y apropiación será tan intensa como las pugnas que históricamente tuvieron lugar alrededor de la distribución de los recursos naturales, del dinero o de la fuerza” (Tedesco, 2004: 48). Si esta realidad corresponde con nuestro contexto educativo, ¿qué puede significar para profesores y estudiantes de zonas marginadas la sociedad del conocimiento cuando no tienen resueltas las condiciones mínimas de operación de sus escuelas, cuando no tienen incluso resueltas sus condiciones mínimas de alimentación, salud y vivienda?
  • 9.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Conclusiones Puestos en consideración los mitos en torno a las TIC, y una vez determinada la dimensión del impacto de la tecnología en la vida de los habitantes del siglo XXI, sin lugar a dudas resulta evidente la necesidad de discutir la pertinencia de las TIC en la escuela mexicana de los años por venir. La reflexión sobre el papel del estudiante, la función del maestro, la gestión escolar, los materiales educativos, el desarrollo curricular, en fin, todo aquello que conforma la escuela tal y como la conocemos, sin duda ha sido una constante en todas y cada una de las reformas, proyectos y programas que se han sucedido en la historia reciente de la educación pública en nuestro país. La tecnología ha sido un catalizador importante que ha acelerado los grandes cuestionamientos filosóficos y ontológicos de la escuela; ha impulsado el acceso al conocimiento, las nuevas competencias docentes, la función directiva, las dinámicas de enseñanza y aprendizaje, la legitimación de los saberes adquiridos fuera de la escuela, la diversidad metodológica y pedagógica que plantea la convergencia de recursos y lenguajes de diferentes medios de comunicación. En fin, las TIC han sido parte fundamental de la transformación de los perfiles profesionales de la sociedad en su conjunto y de las prácticas sociales y culturales que exigen de la escuela respuestas que ponen a prueba su capacidad y su función misma. Estos aspectos visibles de la transformación que vive el sistema educativo en su conjunto —también los más notorios y espectaculares, en el sentido amplio de la palabra, ya que la presencia misma de la tecnología inquieta, cuestiona y deslumbra— anuncian cambios profundos en las concepciones sobre la escuela, la educación y los roles asignados a sus actores principales. Tal vez estemos viviendo el comienzo de una gran transformación en donde la tecnología tiene asignado un papel más acotado y realista, y donde los protagonistas serán los mismos que han dominado la escena del teatro de la historia de la educación: los alumnos y los maestros.
  • 10.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Bibliografía Castells, Manuel (2002), La era de la información [vol. 1]: La sociedad red, Siglo XXI Editores, México. Ciencia: Nuevos materiales del siglo XXI [número monográfico de Ciencia], vol. 554, núm. 1, enero- marzo de 2003, Academia Mexicana de Ciencias. Clark, Ronald W. (1980), Hazañas científicas, CONACYT, México. Isuani, Aldo (1998), “Una nueva etapa histórica”, en La Argentina que viene, Norma, Buenos Aires, pp. 1-18. Lira, Jorge (1997), La percepción remota, SEP-FCE-CONACYT, México. Reich, Robert (1993), “Los tres trabajos del futuro”, en El trabajo de las naciones, Vergara, Buenos Aires, pp. 1-37. Tedesco, Juan Carlos (2000), Educar en la sociedad del conocimiento, FCE, Buenos Aires.
  • 11.     Información y conocimiento en la sociedad contemporánea Javier Arévalo Zamudio Notas i No obstante, la convergencia de satélites artificiales, sensores remotos y el empleo de imágenes digitales por computadora ha transformado radicalmente la metodología para el estudio del planeta y sus recursos naturales, ya se trate de información geográfica y cartográfica, prospección minera y petrolera, geohidrología, geotermia, selvicultura y agricultura, meteorología, oceanografía. De igual forma, los satélites proporcionan información sobre desastres naturales: terremotos, erupciones volcánicas, sequías, incendios, desastres agrícolas, tormentas y huracanes, movimientos glaciares, contaminación de aguas, deslizamientos de capas terrestres, maremotos, plagas, etcétera.  ii Un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro.  iii Es decir, pequeñas computadoras con gran capacidad de integración de funciones, amplia capacidad de memoria y alta la velocidad de procesamiento de datos.  iv La declaración de principios de la cumbre mundial sobre la sociedad de la información realizada Ginebra en 2003 afirmaba que las TIC “permiten a todo el mundo acceder a la información y al conocimiento en cualquier lugar y de manera prácticamente instantánea”.