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Olimpiada
1. ¿Sueño Olímpico?
A lo largo de la historia, la mayoría de venezolanos hemos
deseado ver el triunfo de nuestros atletas en los Juegos Olímpicos. Son
cientos de deportistas que nos han representado en esta serie de citas
continentales en busca de la consagración definitiva. Sin embargo, con
ciertas excepciones, los resultados no han sido muy alentadores.
Decenas de conjeturas surgen, muchas de ellas no expresadas,
pero la inquietud persiste como una especie de afección congénita en la
mente de muchos venezolanos. Culpables, responsables, cualquiera sea
el calificativo, cuatrienio tras cuatrienio observamos atónitos y con un
alto nivel de decepción, el constante fracaso de nuestros atletas en cada
justa olímpica.
Esta situación, para quienes seguimos las actuaciones de los
atletas venezolanos en Olimpiadas, pareciera no tener sentido, puesto
que cada ciclo olímpico consta de una serie de competencias que
permiten y además demuestran con pruebas tangibles el excelente nivel
de los nuestros. Quizá, sin un asidero contundente, se generan algunas
frases tales como “competimos en contra de los mejores” o “el nivel de
los rivales es demasiado alto”. Entonces, ¿acaso no son ellos los mismos
rivales que se enfrentan durante los ciclos olímpicos, en cada una de las
competiciones continentales y mundiales?, ¿qué diferencia existe entre
enfrentarlos en un mundial o una Olimpiada?
¿Cuál es la verdadera intención de las Federaciones Deportivas en
nuestro país?, ¿todo gira en torno a conseguir clasificar atletas a las
Olimpiadas como máximo premio? Lamento decirlo, pero una de las
grandes, enormes y descomunales diferencias que tenemos con
respecto a otros países y sus federaciones es que, a diferencia de las
venezolanas, apoyan económicamente a sus atletas, antes, durante y
después de cada competencia con el objeto de motivar y transmitir
confianza en quienes van a representar los colores de una nación.
2. Desde beneficios económicos, pasando por asignación de
inmuebles, y no menos importante, creación de condiciones aptas para
entrenamientos de calidad, con asistencias médicas, dotación de
implementos y cualquier cantidad de comodidades que puedan dar a un
atleta, cuya profesión no es otra sino el resultado de su dedicación y
constancia, en la gran mayoría de los casos, en lo único que sabe hacer.
Venezuela ha tenido participación en 15 Juegos Olímpicos, en los
cuales cientos de atletas han sido participes, en su mayoría, sin pena ni
gloria. No obstante, durante estos sesenta años se han obtenido un
total de 11 medallas oficiales; ocho de bronce, dos de plata y una inédita
presea dorada alcanzada por Francisco “Morochito” Rodríguez en la
disciplina del boxeo en México en el año 1968. No podemos dejar de
mencionar la medalla de bronce de Adriana Carmona y la de oro de
Arlindo Gouveia en el Tae Kwon Do como deporte de exhibición en
Barcelona 1992.
El año más productivo en lo que a materia de Olimpiadas se
refiere para las representaciones venezolanas, ha sido el de 1984 en Los
Ángeles, lugar en donde se obtuvieron la mayor cantidad de medallas
que delegación patria alguna haya alcanzado en toda la historia de los
juegos Olímpicos. Tres, si, tres medallas de bronce. José Bolívar y Omar
Catari en el boxeo y el inmortal Rafael Vidal en los 200 metros mariposa.
Así pues, a pesar de haber conseguido muy pocas medallas, sin
duda que cada una de ellas ha significado momentos de gloria para
atletas y venezolanos quienes durante cada ceremonia de premiación,
hemos experimentado sensaciones exorbitantes que hacen creer cada
día más en nuestros atletas.
Lo cierto del caso es que hemos sido, somos y probablemente
seremos victimas del conformismo. Ese flagelo que no nos deja ver más
allá de nuestros horizontes y que poco a poco va acortando las metas y
mínimas aspiraciones que año tras año puedan generarse. El máximo
objetivo que las federaciones, los medios de comunicación social, y
lamento decirlo, el 99.99% de los venezolanos, realmente persiguen, es
3. alcanzar los Juegos Olímpicos. Las medallas, son en cada una de las
mentes, simples utopías que sólo pueden ser alcanzadas por atletas
extranjeros. Esos mismos que enfrentamos en los ciclos previos a las
olimpiadas y a quienes durante muchas oportunidades se pudieron
derrotar.
¿Qué diferencia hay que hace que sean mejores atletas? Respiran
oxigeno, reaccionan a diferentes sensaciones, tienen excelentes
condiciones físicas, duermen y se alimentan. Acaso no son éstas
características particulares de todos los seres humanos. Bien, la
diferencia real, gira en torno a la incapacidad e incompetencia en
muchos de los casos de las Instituciones deportivas venezolanas, y a una
dosis infinita de autolimitación mental que carcome las aspiraciones de
los nuestros.
La solución debe basarse sobre el sistema, eventualmente
tendrán que pasar años, decepciones y obviamente, “rodar muchas
cabezas” ´para que realmente podamos nosotros o los nuestros ser
testigos del triunfo constante y hegemónico de los venezolanos en cada
uno de los Juegos Olímpicos. Es por ello que sin importar el idioma que
se utilice, es preciso expresar el recurso o antídoto necesario para salir
del letargo. Este antídoto es expresado constantemente a cada uno de
nuestros rivales durante sus compromisos en el marco de los ciclos
olímpicos; 改變態度, Änderung der Einstellung, изменение
отношения, changement dans l'attitude, canvi d'actitud, mudar de
atitude, change in attitude, sencillamente se traduce en cambio de
actitud.
Richar Rincón