3. A través de estas expresiones,
camino del martirio,
expresaron su fe,
reafirmaron su fidelidad vocacional
y proclamaron su esperanza.
4. Su camino martirial no se
entiende sin dirigir la mirada a la
historia que precedió a aquel
momento culminante de su vida.
En su vida familiar aprendieron a
amar y a ser amados
y descubrieron a un Dios siempre
presente en este horizonte de amor.
La fe era parte integrante de la
historia familiar.
En aquel contexto nació su
vocación.
5. Trataron de afrontar
con prudencia e
inteligencia, también
con gran serenidad y
profunda confianza en
Dios, ese momento
histórico que les había
tocado vivir.
Y la experiencia comunitaria les enseñó a valorar a
cada persona, a apreciar las obras de los anteriores
misioneros, se sintieron parte de la historia claretiana
y se identificaron con sus símbolos (cf. PTV 49).
6. Comprendieron los más jóvenes que, muy
probablemente, tendrían que renunciar a sus sueños
misioneros…
y los mayores a seguir realizando el trabajo
apostólico o comunitario que habían asumido
generosamente.
7. Pero no estuvieron dispuestos en modo alguno a
renunciar a la vocación que Dios les había dado
y al camino que les había señalado para vivirla:
la vida misionera claretiana.
9. Primero, agradecer a Dios que
obra maravillas en la pequeñez
de aquellos que se confían a su
misericordia.
10. Y cómo la vida familiar, en comunidad y
fraternidad ayuda a cada uno a ser fieles hasta
dar la vida por el Evangelio.
11. Rogamos que la Virgen
María, Madre y
Discípula de Jesús, nos
siga enseñando, como a
ellos, todo lo que tiene
guardado en su corazón.
12. Textos adaptados de la Carta Circular con motivo de la
beatificación de los mártires claretianos de Sigüenza, Fernán
Caballero y Tarragona, Rvmo P. Josep M. Abella, cmf