Este documento presenta la historia de vida de Vicente Gutiérrez Solís, un comunista de larga data de Asturias. Detalla su infancia en un pueblo minero, su educación limitada y su entrada al Partido Comunista a los 22 años debido a la injusticia que presenció. Fue detenido y torturado por la policía en 1960 por su militancia comunista. Pasó tiempo en prisión y fue deportado a Soria, donde vivió con dificultades hasta poder regresar. A lo largo de su vida continuó comprometido con la
N 20151118 dentro de pocos años encontraremos vida fuera de la tierra (x)
Vicente Gutiérrez Solís: la lucha de un comunista de 60 años contra la injusticia
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Vicente Gutiérrez Solís
Comunista desde hace sesenta años
“Me hice comunista por la injusticia de ver miseria y gente amasacrá y
chivatos que los trataban mal”
“El comisario Ramos, Pascualón y su cuadrilla se ensañaron conmigo en
la Comisaría de Oviedo durante cuatro días; aguanté como un perro y lo
negué todo” e Javier Cuervo
—Nací el 12 de marzo de 1933 en Cotiella de Arriba, La Casona, Ciaño, cincuenta
casas en la ladera donde estaban el pozo Samuño, Carbones de La Nueva y La
Vasconia, una mina de monte. Soy el primero de tres hermanos. Vivíamos del sueldo
de mi padre y de algo de hacienda: huertas, praos yun poco ganado.
—¿Eran campesinos?
—Mi abuelo materno era labrador ylos
paternos vivían del campo, pero él trabajó
en Carbones Asturianos, de minero y de
guarda jurado. Sólo conocí a mi abuela
materna
—Sus primeros recuerdos.
- Son de la guerra, con 3 años. Nos
refugiábamos de los aviones en un chamizo
y en las cuadras. Estoy viendo a mi padre y
dos vecinos marchar, reclamados para
fortificar en Ujo y a la gente aterrorizada.
-¿Cómo era Tomás Gutiérrez Zapico?
—Mi padre era muy cuidadoso con todo.
Sin incluirse en una opción política, tendía ala izquierda
-¿Y por madre, Amor Solís Roces?
—Más conservadora. La abuela era católica pero a mi madre le preocupaba ir a misa.
La abuela, Joaquina Roces Valles, vino con nosotros en 1944 porque tuvo problemas
con un hijo que se portó mal con ella. Prestaba dinero y lo guardaba en casa.
Conservamos su arca. Era analfabeta, pero distinguía los billetes, hacía fajos de
1.000, de 500, de 100 pesetas, los amarraba y llevaba la llave del arca en la faltriquera
Me contaba muchas historias mientras yo sumaba el dinero.
-¿Su padre trabajaba en lamina?
Vicente Gutiérrez Solís, Minero
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-Era herrador de las mulas en Carbones de La Nueva. Había muchos arrieros para el
carbón, la madera, para todo, porque al pueblo no llegaba la carretera. Mi padre era
buena persona, muy querido por el pueblo- No ende chigre y nos indicaba por dónde
caminar: evita eso, no te metas en jaleos. Mi madre trabajaba en casayen el campa
Fue muy esclava y siempre de parte de los hijos.
—¿Pasason necesidad?
—No, pero recuerdo a una familia, “los franceses”, un rebaño de hijos que cogían de
los prados unas hojas anchas para comer.
-¿Qué estudió?
—El primer catón con Donata, una coja de polio a la que recogió de un hospicio
Tenta, Vicenta, la mujer más humana que conocí. Fui a la escuela de La Casona con
Quico, el maestro, que era de un pueblo vecino y muy duro: arreaba fuerte por
cualquier causa. De 1942 a 1944 mis padres hicieron el esfuerzo de mandarnos al
colegio de los frailes, a “La Salve”, en Ciaño. Enseñaban bastante bien. Mi padre era
de “tenéis que estudiar”. Luego fuimos con Rosendo, que era de Sama y subía a la
casona todos los días, 9 kilómetros empinados. Más tarde bajamos a escuela
particular con él. Me faltan cuatro asignaturas para hacer Comercio, que estudié
hasta 1954.
-¿Era buen niño?
-De guaje dicen que no era malo. Me llamaban Vicentín. Ahora llámenme Vicentón.
—¿Cuándo se torció?
—Ja, ja... al empezar a comprometenne.
—¿Por qué empezó?
—En el pueblo había mucha gente que había perdido familiares en la guerra. Fui a la
escuela con Estebanín, de “Los maricos” que era algo mayor, se echó al monte y lo
mataron en lnfiesto. Y a dos hermanos, también.
—A su familia no la machacaron ni en la guerra ni en la posguerra.
—No, aunque mi padre pagó 500 pesetas por socorrer bandoleros” Me casé más
tarde con Marcelina Argüelles Iglesias, vecina mía. Era hija del fugao Eliseo
Argüelles, muerto en 1940. Yo tenía 7 años y recuerdo cuando su compañero y él se
mataron en una cabaña cerca del pueblo. Marcolina vivía con su abuela Delfina
porque su madre estaba en Figueras, en el campo de concentración. Recuerda ver a
su madre en un sótano de la casa España de Sama, por una rejilla. Subiendo y
bajando por la caleya a La Casona encontrábamos gente del monte y a la Guardia
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Civil. El trato de la Guardia Civil, los somatenes yl os moros con la gente era horrible.
Los moros entraron en casa y llevaron las sábanas de un aparador de mi madre.
-¿Con qué comunista entró en contacto?
— Con Gerardo Díaz Solís, ‘El Portu”, que hoy tiene 88 años, y estaba muy
comprometido, y con un peluquero de pueblo, Quico, que arreglaba a los del monte.
Empezaron a pasarme “Mundo Obrero” e ingresé en 1955, con 22 años. Pronto
conocí a Horacio Fernández Inguanzo y a Mario Huerta, que se guardaban en dos
cuadras de mi zona.
-¿Le influyeron?
—Mucho, por lo esclavos que fueron con sus ideas, su convencimiento, su
humanidad. Tenías que verlos en una cuadra, en invierno, con frío, de aquí para allá
por la noche. A Mario le quedó “Maño el del Sacu” porque una de las veces que lo fui
ayer quedamos en un prau encima de las cabañas y la contraseña era ”cho, cho”.
Estaba desnudo, encima de un saco, tomando el sol.
¿Se hizo comunista más por la injusticia que por la utopía?
—Sí, veías gente amasacrá y miseria y a cabrones y chivatos que se comportaban
mal con gente que tenía la familia presa o en el monte.
-¿Cuándo empezó a trabajar?
—En septiembre de 1949, con 16 años, de pinche en la fábrica de coque de Carbones
de La Nueva. Mi padre no me dejó ir a la mina. En La Nueva hubo un comité de radio
del PC para el valle de Samuño. El responsable era Marino San Roque, que había
salido del penal de Burgos; Joselín el Ferón y Mario González. Esa estructura no
permitía conocer a mucha gente. Había que leer. EL PC siempre se preocupó de
formar a los militantes, con librinos pequeños como catecismos para pasar de unos
a otros.
-La mili
—En el archivo del Ministerio del Ejército, en Madrid, con un comandante de lo más
hijo de puta que se llamaba Vallejo, era un chusquero de guerra, no dejaba hablar y
no cogía un papel del suelo porque era un calvo tapado con tosca de pelo. Una vez
se agachó por un legajo y se le deshizo el peinado.
-¿Cuándo supo la Policía que usted era comunista?
—Yo llevaba propaganda, una tarea desagradable y arriesgada. En 1957 el partido
orientó que metiéramos gente en las elecciones del Sindicato Vertical. Hubo la
huelga del pozo María Luisa en 1957, el encierro en La Nueva en 1958 y una caída en
marzo, entre ellos, nuestros representantes en el Sindicato Vertical. Ya teníamos una
máquina que habíamos comprado en Oviedo y Celso Zapico estaba todo el día en
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ella y con una plancha muy rudimentaria. No caí hasta febrero de 1960, con 39 más,
después de un congreso al que frieron, por Asturias, Herrero Mendediz, “El Portu” y
Aladino, que había sido niño de Rusia y había vuelto de la URSS.
-¿Cómo le detuvieron?
—En el trabajo, el 17 de febrero, a las 3 de la mañana. Entre ellos estaba Pascualón,
que lo tenemos denunciado un compañero y yo ante la justicia argentina. Me
detuvieron, me esposaron, me llevaron a Sama hasta que acabaron la operación en
todo el Nalón y...
-Para Oviedo, ¿qué pasó allí?
—El comisario Claudio Ramos, Pascualón y toda la cuadrilla se ensañaron. Fueron
cuatro dias y pico en un cuchitril, con una mantona y una comida que venía de la
Cocina Económica y el que la traía daba asco. Te sacaban y metían del calabozo,
vejándote, dándote palos, puñetazos y patadas. Ramos me cruzó la espalda con un
látigo de pene de toro. Querían saber todo y preguntaban mucho sobre Horacio. Te
amenazaban con la familia, hacían el malo y el bueno... Aguanté como un perro. No di
un nombre por que reconocer algo era reconocerlo todo. El quinto día fui a la cárcel.
Nos juzgaba por rebelión un tribunal militar. El comandante juez te daba la mano al
acabar... una manuca de partera. Me cayeron doce meses, cumplí nueve.
-¿Cómo cayó la noticia en casa?
—Mis padres no sabían nada. Mi padre se había enterado por un anarquista de que
andaba de noche con compañeros. Al detenerme, me despidieron de La Nueva. A mi
padre, por lo mío, le hundieron el retiro. A poco para jubilar se le quitaron los
suplementos de fiestas y domingos y le repercutió mucho en la pensión. Eso no lo
perdoné porque mi padre en cumplidor. Tuve un problema con el director de la
empresa, Felipe Uría González, que fue alcalde de Langreo. Quería verlo para que me
dijeran porqué me despedían, le hice la esquina al guardia, entré, di mi nombre y Uría
abrió un cajón, sacó la pistola, me encañonó y llamó al guarda para que me echara.
Al jefe de oficinas, Benjamín Argüelles, que acabó en Hunosa, lo fui abuscar y lo
encontré en Valentín Masip, ya legalizado el partido, lo metí en un portal, le di dos
hosties y lo puse a caer de un burro: “Por el favor que le hiciste a mi padre”.
-¿En la cárcel aprendió comunismo?
—Había varios ingenieros regresados de la URSS, como Ramón Barnenechea, uno
de Hidroeléctrica y Meana, de la Naval. Aprovechamos lo que se pudo en charlas.
-¿La URSS era perfecta?
-Claro. Era nuestra referencia.
-Se casó al salir de la cárceL
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—De penalti. Ella iba a verme a la cárcel, de la que salí en diciembre de 1960. Nos
conocíamos de toda la vida y un día empezó a gustarme, en el andar diario, subir y
bajar. Pasamos siete años de novios. En agosto nos casamos en Ciaño. No
queríamos confesar y tuvimos problemas con don Amallo, un cura muy ultra. A
última hora nos dijo: “Tenéis que bajar a las siete la mañana’. Nos negamos, pero
fuimos. Hizo la misa de las siete y no nos casó hasta la segunda misa.
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“Me escapé de la deportación en León para ver a mi hijo y al
coger lloró y se resistió
“El día de la legalización del PCE fue grandioso: hicimos una marcha
de coches de Sama a Laviana y sentí la alegría de creerme una persona
libre”
Por Javier Cuervo.- la Nueva España
Vicente Gutiérrez Solís (Cotiella de Arriba, La Casona, Ciaño, Langreo, 1933) lleva
60 años en el Partido Comunista y por comunista fue detenido, torturado,
perseguido, encarcelado, deportado y exiliado. A su vuelta de Francia entró en el
comité provincial del PC de Asturias en la clandestinidad. Fue miembro del comité
central de 1978 a 1985 y responsable político de Langreo y primer responsable de
política del valle del Nalón. En 1990 creó la asociación Torre los Reyes y se centró en
el movimiento vecinal hasta formar la confederación de asociaciones Cavastur, que
preside. Está casado con Marcolina y tienen un hijo, Eliseo.
—¿Se casó sin trabajo?
—No había trabajo para mí en ninguna parte y me puse a sacar el carné de conducir.
Me ayudaron dos camioneros que me llevaron con ellos a aprender. Luego saqué el
carné con “Sacachispes”, en Buenavista, y un primo mío, jefe del economato de
Carbones Asturianos, me metió de viajante en Almacenes Condal de Oviedo. Me
dieron un Opel de la guerra, siete maletas y salí a ganarme la vida por Asturias.
Estrené un traje azul mahón y cuando llegué, más nervioso que Dios, me dice el jefe
“vas a ir así?”.
—¿Cómo quería que fuera?
—Con corbata. No la puse y me fue bien. Duró poco. Empecé un septiembre y en
abril de 1962 me volvieron a detener.
—El año de las huelgas.
—Caí en la primera grande y estuve en la cárcel hasta junio. Al salir, volví al trabajo,
con bronca del patrón. En agosto volvió a detenerme Pascualón. Nos tuvieron en el
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cuartel de la Policía Armada de Buenavista y luego en Comisaría, donde nos
subieron en un camión de ganado.
—Deportado.
—De 124 que salimos, después de bajar gente en León y Palencia, acabamos doce en
Soria, donde debíamos presentarnos al juez cada día, a las 9 de la mañana y a las 6
de la tarde. Gracias a un funcionario que había sido guardia de asalto en Laviana nos
acogieron familias pobres de la barriada de Yagüe. Fueron buenos, valerosos y nos
dieron lo que podían. Trabajamos en una tejera en condiciones infernales hasta que
el dueño nos despidió y le ganamos el juicio en magistratura. Construimos a pala el
depósito de gasoil de la primera gasolinera de Soria.
—¿Y el partido?
—Montamos el PC en Soria y en Logroño, una tarde que escapé hasta una bodega y
contacté con dos que se hicieron militantes. En diciembre de 1962, día de la lotería,
dimos 2.500 pesetas de una colecta a las mujeres de los presos de Burgos, caídos en
1958. A los 16 meses nos dejaron marchar, si no volvíamos a Asturias. Nuestro
grupo se concentró en la Virgen del Camino (León), sin trabajar, yendo a la uva o lo
que fuera. Una vez escapé en el tren, bajé en Pola de Lena y cogí un taxi. Mi mujer
estaba con la güela. El chaval estaba de rodillas, fui a cogerlo lloró y se resistió. Mi
mujer lo tranquilizó y logré tenerlo en brazos. Levantaron la deportación el 30 de
noviembre 1963.
—Vuelta sin trabajo.
—Sí, dependí de la ayuda de la familia y de los vecinos. Mi padre y yo cortamos
madera de un monte que teníamos. El 1 de marzo de 1964, a la 1 de la mañana, me
llegó el aviso de que la Guardia Civil había dicho en Casa el Pintu que tenían que
madrugar para detenerme en La Casona. Escapé. Guardeme en varios sitios y en
agosto me sacó el partido para Francia con pasaporte falso.
—Adónde?
—Con un matrimonio a Tarbes y luego a París a casa de una familia comunista. Fui a
dos reuniones en el comité ejecutivo y conocí a Santiago Carrillo, Ignacio Gallego y
Tomás García. Me mandaron a la Unión Soviética a explicar en zonas mineras la
huelga de 1962. Conocí a Dolores Ibamiri y al poeta Armando López Salinas. De ahí
me mandaron a la República Democrática Alemana, tres meses, en un cursillo en el
que estuvimos encerrados como frailes. Conocí a Enrique Lister.
—¿Qué le pareció la URSS?
—En las zonas mineras tuvimos poca conexión con gente del pueblo. Había mucha
diferencia respecto a las minas de aquí. La gente parecía contenta. Había casas que
estaban bien. Me sorprendió ver a las mujeres trabajar en las vías del ferrocarril, de
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peones. Todos eran muy educados y hablaban de música y teatro, pero también vi
gente mal vestida.
—¿Cuánto tiempo pasó sin ver a su hijo Eliseo?
—Año y medio. La mujer lo llevó. Si no es por ella.. Hubo gente que creyó que era
soltero. Lo que tuvo que soportar fue enorme en todos los sentidos. Ahora estamos
viviendo lo que no pudimos de jóvenes.
—Se estableció en Lyon.
—Palomo, cojo de la guerra, me fue dejando la responsabilidad de Educación. Me
buscaron un trabajo con un exportador del PCF que fue un explotador que me
pagaba como a los negros. No lo digo contra los negros, sino porque en Francia
había esa diferencia salarial. No sabía francés y mi mujer, mi hijo, de 4 años, y yo
vivíamos en la penuria, en un cuarto con la cama al lado de la cocina y váter
colectivo. “Volvemos”, le dije a Marcolina. Tuve que convencer al PC, que no quería.
—Fue en 1966. ¿Y la Policía?
—Siempre detrás. Mis padres vivían en Sama, pero subí al pueblo con la mujer y el
crío y, al bajar, me crucé con Celsa, una confidente de Ramos, y dije: “mañana para
Comisaría”. Así fue. Apareció Pascualón y para Comisaría. Tenían fotos mías con
Horacio en la fiesta de L´ Humanité. Otra paliza. Me defendió Merediz. Pasé tres
meses en la cárcel de Oviedo, solo, sin más políticos. Decían que tenía una condena
de dos años y medio por la huelga del 1962. Salí por la amnistía del nombramiento de
Pablo VI. Entré a trabajar en Almacenes Blanco, con Blanco, un buen paisano que me
puso una furgoneta para trabajar y le que saqué rendimiento para él y para el comité
provincial del PC. Con esa furgoneta hicimos cambio de máquinas y transporte de
papel. Una vez llegué a Oviedo con el culo de la furgoneta en bajo por el peso del
papel comprado como para Ensidesa.
—En 1968, 1969 y 1970 lo detuvieron. No lo dejaban en paz.
-La mas gorda fue en la primavera de 1975, Tenía una Renault 4L y ví que el guaje se
había puesto donde teníamos convenido si me iba a buscar la Policía. Ví un Seat
1.500, escapé y fue una fuga de película, ni semáforos no hostias. En calle Dorado
había una parada de autobús de línea y me hicieron la caña. Paré, abrí la ventanilla,
un policía me puso la pistola en la sien y yo empecé a armar escándalo. Desde la
acera me vio y les llamó la atención Dici “el buenu”. No me encontraron nada. Me
llevaron a Oviedo, me metieron en la cárcel por una multa de 50.000 pesetas que no
quise pagar. Ni un duro.
—Recuerde el día de la legalización del PCE.
—Fue grandioso. Montamos una salida con coches de Sama a Laviana. Sentí la
alegría de creer que era una persona libre y que había conseguido algo por lo que
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nuestros antepasados y nosotros habíamos luchado para la libertad de este país.
Cuando llegamos a Laviana estaba el sargento Vallejo, que me había detenido en El
Entrego, un terrorista queme dio muchos palos. Saqué la bandera del PC por la
ventanilla, me hizo el saludo franquista y le dije cuatro tonterías.
—Los primeros resultados electorales del PC.
—Creíamos que el pueblo iba a tener memoria y conciencia de lo que miles de
comunistas habían dado por la causa de la democracia en España. No se reconoció y
fue decepcionante. También ver que llevaron la cosecha quienes no habían movido
una paja.
—Caída del Muro de Berlín.
—Cuando te comprometes y crees, los ánimos se mantienen, No imaginaba que
pudiera ocurrir entonces, pero, en el transcurso del tiempo, observabas que en la
Alemania Democrática había cosas que te hacían pensar que no iban bien.
Checoslovaquia hacía reflexionar y pensar.
—Fue un padre presente?
—El hijo fue de la madre. No viví con él lo que quisiera haber vivido y ahora trato de
recuperar; Es difícil, porque no tiene 4 o 6 años.
—¿Qué tal siente que le trató la vida hasta ahora?
-Como a un ciudadano más. Arriesgué más que otros, pero no esperaba más
recompensa que el trabajo hecho por el PCE. En cuanto a reconocimiento, la vida no
se portó muy bien, pero estoy contento, satisfecho con lo que hice y no me
arrepiento de nada. Sigo siendo un comunista convencido.
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Llamada:
(1) El tiempo entregado
Vicente Gutiérrez Solís (Cotielía de Arriba, La Casona, Caño, Langreo, 1933)
Lleva sesenta años de comunismo a la espalda, con detenciones, palizas,
persecuciones y meses de cárcel. Fue deportado, exiliado y, a su vuelta de
Francia (incapaz de vivir alli ), entró en el comité provincial del PC de Asturias.
Fue miembro del Comité Central de 1978 a 1985. Responsable político de Langreo
y primer responsable de política del Nalón, desde 1990, en que creó la asociación
“Torre los Reyes”, se centró en el movimiento vecinal hasta formar la
Confederación de Asociaciones de Vecinos (Cavastur), que preside pero que
quiere dejar para que alguien le releve y dé nuevo impulso a un movimiento
“imprescindible para una democracia real y participativa”. Está casado con
Marcolina, una mujer que soportó lo que significaba acompañarlo, y tienen un
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hijo, Eliseo, con el que intenta recuperar los años perdidos en la lucha
clandestina y en la política democrática.
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En época democrática:
Un hombre útil a la sociedad, libre de los matones fascistas. Un ejempo…….
…….. La Confederación de Vecinos de Asturias apoya la protesta contra
la reforma municipal
El colectivo secunda las concentraciones de mañana frente a los ayuntamientos
(11.12.2013 | 03:08)
Vicente Gutiérrez Solís. Fernando Rodríguez
Langreo, M.Á.G. La Confederación de Asociaciones de Vecinos de Asturias
(Cavastur) secundará las concentraciones de rechazo a la reforma de la Ley de
Administración Local convocadas para mañana
jueves, a las doce del mediodía, frente a
ayuntamientos de toda España. Así lo comunicó
Vicente Gutiérrez Solís, presidente de Cavastur,
al presidente de la Federación Asturiana de
Concejos (FACC) y alcalde de Navia, Ignacio
García Palacios, en el marco de la reunión
celebrada ayer.
"Hemos estado hablando de la problemática que
se puede derivar de la aprobación de la nueva
ley y la preocupación de las asociaciones de
vecinos por ello. También le hemos expuesto
que vamos a respaldar las movilizaciones del
jueves y también la cadena humana para rodear
los ayuntamientos que está planificada para el
próximo 19 de diciembre, a las siete de la tarde",
argumentó Gutiérrez Solís.
El representante vecinal esgrimió que las
"consecuencias de la reforma las van a pagar
los mismos de siempre, los ciudadanos". Y
añadió: "Es una iniciativa que va a restringir
democracia, va a recortar competencias a los
ayuntamientos y va a suponer un
empeoramiento de los servicios, especialmente para algunos colectivos como las
personas mayores".
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Don Vicente Gutiérrez Solís
Trazas de la Historia política // Avilés, 14 de mayo de 2015
Víctor Manuel Cortijo Rubín de Celis.