2. Filósofo, sociólogo, siquiatra,
Jose Ingenieros médico, criminólogo,
1877-1925 farmacéutico, docente y escritor
ítalo-argentino= escritos y ensayos
a las ciencias biofilosóficas
• Dos páginas de psiquiatría
criminal
• Psicopatología del arte
• Simulación de la locura
• Rehabilitación de alienados
• Simulación en la lucha, por la
vida
• La moral y el delito
• La universidad del porvenir
3. CAPITULO 1
La mediocridad podrá definirse como una ausencia de
características personales que permiten distinguir al individuo
en su sociedad. La personalidad individual comienza en el
punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás. El
hombre sin personalidad no es un modelo, sino una sombra.
Cada uno es el producto de dos factores: la herencia y la
educación.
La vulgaridad es el agua fuente de la mediocridad. Transforma
el amor de la vida en pusilanimidad, la prudencia en cobardía,
el orgullo en vanidad, el respeto en servilismo. Lleva a la
ostentación, la avaricia, a la falsedad, a la avidez, a la
simulación.
4. CAPITULO 2
La Rutina es un esqueleto fósil cuyas piezas resisten a la carcoma de los
siglos. En su orbita giran los espíritus mediocres: es el habito de renunciar a
pensar; repiten que es preferible lo malo conocido a lo bueno por conocer.
Todo es menor esfuerzo. Los rutinarios razonan con la lógica de los demás,
son intolerantes, prefieren el silencio y la inercia; no pensar es su única
manera de no equivocarse.
Son incapaces de guardar un secreto; confiárselo equivale guardar un tesoro
en una caja de vidrio. La mediocridad intelectual hace al hombre solemne,
modesto, indeciso y obtuso. Cuando no le envenenan la vanidad ni la
envidia, diríase que duermen sin soñar.
.
5. CAPITULO 3
La hipocresía es el arte de amordazar la dignidad. Los hombres
rebajados por la hipocresía viven si ensueño. Ninguna fe
impulsa a los hipócritas.
La honestidad es una imitación; la virtud es una originalidad. Ser honesto
significa someterse a las convenciones corrientes; ser virtuoso significa a
menudo ir contra ellas. La evolución de las virtudes depende de todos los
factores morales e intelectuales.
La virtud es una tensión real hacia lo que se concibe como perfección ideal.
Cada uno de los sentimiento sutiles para la vida humana engendra una
virtud; el hombre mediocre ignora esas virtudes.
Los pequeños virtuosos prefieren la practica del bien a su predica: evitan los
sermones y enaltecen su propia conducta.
6. CAPITULO 4
El hombre que piensa con su propia cabeza (cristal) y
la sombra (arcilla) que refleja los pensamientos ajenos
parece pertenecer a mundos distintos.
La costumbre a obedecer engendra una mentalidad
domestica. El que nace de siervos le trae en la sangre.
Hereda hábitos serviles y no encuentra ambiente
propicio para formarse un carácter. Las vidas iniciadas
en la servidumbre no adquieren dignidad.
El que aspira a parecer renuncia ser.
7. CAPITULO 5
La envidia es una adoración de los hombres por las sombras,
del merito por la mediocridad. El que envidia se rebaja sin
saberlo, se confiesa subalterno.
Por deformación de la tendencia egoísta algunos hombres
están naturalmente inclinados a envidiar a los que poseen tal
superioridad por ellos anhelado en vano; la envidia es mayor
cuando mas imposible se considera la adquisición del bien
codiciado.
El castigo de los envidiosos estaría en cubrirlos de favores, para
hacerles sentir que su envidia es recibida como homenaje y no
como un cuchillazo.
8. CAPITULO 6
Las canas son un mensaje de la Naturaleza que nos advierte la proximidad
del crepúsculo. Las canas visibles corresponden a otras mas graves que no
vemos: el cerebro y el corazón, todo el espíritu y toda la ternura, encanecen
al mismo tiempo que la cabellera.
La personalidad individual se constituye por sobre posiciones sucesivas de la
experiencia.
Todo viejo cree que los jóvenes lo desprecian y desean su muerte para
suplantarle. Traduce tal manía por hostilidad a la juventud, considerándola
muy inferior a la de su tiempo.
Nacer y morir son los términos inviolables de la vida. Nacemos para crecer;
envejecemos para morir.
9. CAPITULO 7
Siempre hay mediocres. Son perennes. Lo que varia es
su prestigio y su influencia.
Ese afán de vivir a expensas del Estado rebaja la
dignidad.
Los hombres y pueblos en decadencia viven
acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y
pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.
10. CAPITULO 8
Ningún filosofo, estadista, sabio o poeta alcanza la genialidad
mientras en su medio se siente exótico o inoportuno; necesita
condiciones favorables de tiempo y de lugar para que su
aptitud se convierta en función y marque una época en la
historia.
El ambiente constituye el “clima” del genio y la oportunidad
marca su “hora”. Sin ellos, ningún cerebro excepcional puede
elevarse a la genialidad; pero el uno y la otra no bastan para
crearla. Nacen muchos ingenios excelentes en cada siglo. Uno
entre cien.
El secreto de la gloria es coincidir con la oportunidad.