El documento reflexiona sobre las actitudes curiosas de las personas hacia las actividades religiosas y seculares. Señala que solemos ver el dinero como más valioso para usos seculares que religiosos, y que el tiempo pasa más rápido al hacer actividades seculares que al servir a Dios o leer la Biblia. También cuestiona por qué cuestionamos la Biblia pero creemos ciegamente a los periódicos, y por qué planificamos con anticipación eventos seculares pero no religiosos.