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018.- Y el séptimo día descansó

"Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo
la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo y lo
santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Estos son los orígenes
de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos... "
(Gn. 2:1-4)

EL SÁBADO fue santificado en ocasión de la creación. Tal cual fue ordenado para el hombre, tuvo su
origen cuando "las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." Job 38:7 La
paz reinaba sobre el mundo entero, porque la tierra estaba en armonía con el cielo. "Vió Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera;' Gn. 1:31 y reposó en el gozo de su obra terminada.

Por haber reposado en sábado, "bendijo Dios el día séptimo y lo santificó," Gn. 2:3 es decir, que lo puso
aparte para un uso santo. Lo dio a Adán como día de descanso. Era un monumento recordativo de la obra de
la creación, y así una señal del poder de Dios y de su amor. Las Escrituras dicen: "Ha hecho memorables sus
maravillas." Sal. 111:4 "Las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas..."Ro. 1:20

Todas las cosas fueron creadas por el Hijo de Dios. "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios....
Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." Jn. 1:1-3 Y puesto
que el sábado es un monumento recordativo de la obra de la creación, es una señal del amor y del poder de
Cristo.

El sábado contiene el sello de Dios. Es el único mandamiento que nos revela que fuimos creados por El.
Lleva el título de Creador y qué es lo que creó, cuál es su Gobierno. Así como los reyes de la tierra en su
identificación llevan su nombre y el país que gobiernan, así el Creador del Universo dice: “Acuérdate del
sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es reposo para Jehová
tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu
extranjero que está dentro de tus puertas...” y ahora viene las características del sello de Dios, “porque en
seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo
día; por tanto Jehová bendijo el sábado y lo santificó” Ex. 20:8-11

El sábado dirige nuestros pensamientos a la naturaleza, y nos pone en comunión con el Creador. En el canto
de las aves, el murmullo de los árboles, la música del mar, podemos oír todavía esa voz que habló con Adán
en el Edén al frescor del día. Y mientras contemplamos su poder en la naturaleza, hallamos consuelo,
porque la palabra que creó todas las cosas es la que infunde vida al alma. El "que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo." 2 Cor 4:6

Fue este pensamiento el que provocó este canto del salmista:
"Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo.
¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos." Sal. 92:4,5

Y el Espíritu Santo declara por medio del profeta Isaías: "¿A qué pues haréis semejante a Dios, o a qué
imagen le compondréis?... ¿No sabéis? ¿no habéis oído? ¿nunca os lo han dicho desde el principio? ¿no

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habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está asentado sobre el globo de la tierra, cuyos
moradores son como langostas, él extiende los cielos como una cortina, los tiende como una tienda para
morar.... ¿A qué pues me haréis semejante, o seré asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y
mirad quién crió estas cosas; él saca por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará:
tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: mi camino
es escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo es
Jehová, el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio.... El da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas." Is. 40:18-29 "No temas que yo soy contigo, no
desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia." Is. 41:10 "Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay
más." Is. 45:22 Tal es el mensaje que fue escrito en la naturaleza y que el sábado está destinado a
rememorar. Cuando el Señor ordenó a Israel que santificase sus sábados, dijo: "Sean por señal entre mí y
vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios." Ez. 20:20

El sábado fue recordado en la ley dada desde el Sinaí; pero no fue entonces cuando se dio a conocer por
primera vez como día de reposo. El pueblo de Israel había tenido conocimiento de él antes de llegar al Sinaí.
Mientras iba peregrinando hasta allí, guardó el sábado. Cuando algunos lo profanaron, el Señor los
reprendió diciendo: "¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?" Ex. 16:28

El sábado no era para Israel solamente, sino para el mundo entero. Había sido dado a conocer al hombre en
el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo, es de obligación imperecedera. Años antes de que esta
ley fuese recordada entre “truenos y relámpagos y espesa nube sobre el monte y sonido de bocina muy
fuerte, y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento... Todo el monte del Sinaí humeaba y se
estremecía en gran manera... Moisés hablaba y Dios le respondía con voz tronante” Ex. 19:16-19 Abraham,
como fiel hijo de Dios guardaba “preceptos, mandamientos, estatutos y leyes” Gn.26:5 del Creador del
Universo.

La ley de Dios, y con ella el cuarto mandamiento fue dada a nuestros primeros padres tan pronto como ellos
fueron creados en el sexto día. Tuvieron que descansar el día siguiente sin ninguna necesidad de ello, pues
recién estaban experimentando el gozo de vivir. La vida en el Edén era muy diferente a la vida que hoy nos
toca soportar como consecuencia del pecado. La vida en el Edén, antes de la entrada del pecado, era una
manifestación del amor de Dios en todas las obras creadas. No tenían ninguna necesidad imperiosa que
realizar. Sólo debían ser fieles a Dios y deleitarse en la obra Creada para el disfrute de ellos. Adán y Eva
recibieron el sábado como día de adoración, muchos años antes de que naciera el pueblo de Israel. Adán y
Eva fueron, han sido y son considerados los padres de la raza humana, y es a esta raza humana, que Dios dio
el sábado del cuarto mandamiento.

Acerca de esta ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo declara: "Hasta que perezca el cielo
y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley." Mt. 5:18 Así que mientras duren los cielos y la tierra,
el sábado continuará siendo una señal del poder del Creador. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra,
el santo día de reposo de Dios será honrado por todos los que moren debajo del sol. “Y de luna nueva en
luna nueva y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová." Is. 66:23

Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plenamente como el sábado a distinguirlos de
las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos.
Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el verdadero Dios. Pero a fin de
santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la
justicia de Cristo. Cuando fue dado a Israel el mandato: "Acordarte has del día del reposo, para santificarlo,"



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Ex. 20:8 el Señor también les dijo: "y me seréis varones santos" Ex. 22:31 Únicamente en esa forma podía
el sábado distinguir a los israelitas como adoradores de Dios.

Cuando uno entiende la lucha entre Cristo y Satanás, comprende que el apóstata Satanás lucha para que los
seres humanos no acepten la ley de Dios como norma moral de vida, de esa manera, el mundo se rebela
contra el Creador al seguir los pasos del gran rebelde. El mundo desprecia la ley de Dios al seguir las leyes
de los hombres. El mundo cristiano sigue las pisadas de los hombres en lugar de estar siguiendo el camino
de Dios al obedecer su santa ley.

Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de apropiarse la justicia de Cristo por la fe, el sábado perdió su
significado para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a los hombres de Cristo,
y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del poder de Cristo. Los dirigentes judíos cumplían la
voluntad de Satanás rodeando de requisitos pesados el día de reposo de Dios. En los días de Cristo, el
sábado había quedado tan pervertido, que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y
arbitrarios, más bien que el carácter del amante Padre celestial. Los rabinos representaban virtualmente a
Dios como autor de leyes cuyo cumplimiento era imposible para los hombres. Inducían a la gente a
considerar a Dios como un tirano, y a pensar que la observancia del sábado, que él les exigía, hacía a los
hombres duros y crueles. Era obra de Cristo disipar estos conceptos falsos. Aunque los rabinos le perseguían
con una hostilidad implacable, ni siquiera aparentaba conformarse a sus requerimientos, sino que seguía
adelante, observando el sábado según la ley de Dios.

Cierto sábado, mientras el Salvador y sus discípulos volvían del lugar de culto, pasaron por un sembrado
que estaba madurando. Jesús había continuado su obra hasta hora avanzada, y mientras pasaba por los
campos, los discípulos empezaron a juntar espigas y a comer los granos, después de restregarlos en las
manos. En cualquier otro día, este acto no habría provocado comentario, porque el que pasaba por un
sembrado, un huerto, o una viña, tenía plena libertad para recoger lo que deseara comer. Pero el hacer esto
en sábado era tenido por un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al
restregarlo en las manos se lo trillaba, y así, en opinión de los rabinos había en ello un doble delito.

Inmediatamente los espías se quejaron a Jesús diciendo: "He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito
hacer en sábado." Mt. 12:2

Cuando se le acusó de violar el sábado en Betesda, Jesús se defendió afirmando su condición de Hijo de
Dios y declarando que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus discípulos, él citó a
sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento, actos verificados en sábado por quienes estaban en el
servicio de Dios.

Los maestros judíos se jactaban de su conocimiento de las Escrituras, y la respuesta de Cristo implicaba una
reprensión por su ignorancia de los sagrados escritos. "¿Ni aun esto habéis leído --dijo,-- qué hizo David
cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la
proposición, y comió,... los cuales no era lícito comer, sino solamente a los sacerdotes?" " ¿No habéis leído
en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa? Pues os digo que
uno mayor que el templo está aquí." "El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.” Mt. 12:1-8

Si estaba bien que David satisficiese su hambre comiendo el pan que había sido apartado para un uso santo,
entonces estaba bien que los discípulos supliesen su necesidad recogiendo granos en las horas sagradas del
sábado. Además, los sacerdotes del templo realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En
asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra de los sacerdotes se hacía en el
servicio de Dios. Ellos cumplían los ritos que señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba en

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armonía con el objeto del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al hacer la obra de
Cristo, estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el cumplimiento de
esta obra.

Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes que cualquier otra
cosa. El objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención del hombre; por lo tanto, lo que es
necesario hacer en sábado en cumplimiento de esta obra, está de acuerdo con la ley del sábado. Jesús coronó
luego su argumento declarándose "Señor del sábado," es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley.
Este Juez infinito absuelve a los discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos que se les acusaba de
estar violando.

Algunos interpretan este pasaje tal como el enemigo desea que se interprete. Como una violación al mismo
al considerar este hecho como un trabajo que se estaba haciendo en el día santo del Señor.

No pueden comprender que los discípulos que habían estado con el Señor pudieran tener hambre y arrancar
unas espigas para poder saciar su necesidad.

Jesús no dejó pasar el asunto con la administración de una reprensión a sus enemigos. Declaró que su
ceguera había interpretado mal el objeto del sábado. Dijo: "Si supieseis qué significa: Misericordia quiero y
no sacrificio, no condenaríais a los inocentes." Mt. 12:7 Sus muchos ritos formalistas no podían suplir la
falta de aquella integridad veraz y amor tierno que siempre caracterizarán al verdadero adorador de Dios.

Cristo volvió a reiterar la verdad de que en sí mismos los sacrificios no tienen valor. Eran un medio, y no un
fin. Su objeto consistía en señalar el Salvador a los hombres, y ponerlos así en armonía con Dios. Lo que
Dios aprecia es el servicio de amor. Faltando éste, el mero ceremonial le es una ofensa. Así sucede con el
sábado. Estaba destinado a poner a los hombres en comunión con Dios; pero cuando la mente quedaba
absorbida por ritos cansadores, el objeto del sábado se frustraba. Su simple observancia exterior era una
burla.

Otro sábado, al entrar Jesús en una sinagoga, vio allí a un hombre que tenía una mano paralizada. Los
fariseos le vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El Salvador sabía muy bien que al efectuar una
curación en sábado, sería considerado como transgresor, pero no vaciló en derribar el muro de las exigencias
tradicionales que rodeaban el sábado. Jesús invitó al enfermo a ponerse de pie, y luego preguntó: "¿Es lícito
hacer bien en sábado, o hacer mal salvar la vida, o quitarla. Mas ellos callaban. Y mirándolos alrededor con
enojo, entristecido por la ceguera de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la
mano le fue restaurada sana.” Mt. 12: 9-14; Mr. 3:1-5

Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien, cuando había oportunidad, era hacer lo
malo; el descuidar de salvar una vida, era matar. Así se enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno.
Cuando le preguntaron: "¿Es lícito sanar en sábado? El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga
una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en sábado, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un
hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.' Mt. 12:10-12

Los espías no se atrevían a contestar a Jesús en presencia de la multitud, por temor a meterse en dificultades.
Sabían que él había dicho la verdad. Más bien que violar sus tradiciones, estaban dispuestos a dejar sufrir a
un hombre, mientras que aliviarían a un animal por causa de la pérdida que sufriría el dueño si lo
descuidaban. Así manifestaban mayor cuidado por un animal que por el hombre, que fue hecho a la imagen
de Dios. Esto ilustra el resultado de todas las religiones falsas. Tienen su origen en el deseo del hombre de
exaltarse por encima de Dios, pero llegan a degradar al hombre por debajo del nivel de los brutos. Toda

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religión que combate la soberanía de Dios, defrauda al hombre de la gloria que le fue concedida en la
creación, y que ha de serle devuelta en Cristo. Toda religión falsa enseña a sus adeptos a descuidar los
menesteres, sufrimientos y derechos de los hombres. El Evangelio concede alto valor a la humanidad como
adquisición hecha por la sangre de Cristo, y enseña a considerar con ternura las necesidades y desgracias del
hombre. El Señor dice: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre." Is.
13:12

Cuando Jesús preguntó a los fariseos si era lícito hacer bien o mal en sábado, salvar la vida o matar, les hizo
confrontar sus propios malos deseos. Con acerbo odio ellos deseaban matarle mientras él estaba salvando
vidas e impartiendo felicidad a muchedumbres. ¿Era mejor matar en sábado, según se proponían ellos hacer,
que sanar a los afligidos como lo había hecho él? ¿Era más justo tener homicidio en el corazón en el día
santo, que tener hacia todos un amor que se expresara en hechos de misericordia?

Al sanar al hombre que tenía una mano seca, Jesús condenó la costumbre de los judíos, y dejó al cuarto
mandamiento tal cual Dios lo había dado. "Lícito es en los sábados hacer bien," declaró. Poniendo a un lado
las restricciones sin sentido de los judíos, honró el sábado, mientras que los que se quejaban contra él
deshonraban el día santo de Dios.

Los que sostienen que Cristo abolió la ley, enseñan que violó el sábado y justificó a sus discípulos en lo
mismo. Así están asumiendo la misma actitud que los cavilosos judíos. En esto contradicen el testimonio de
Cristo mismo, quien declaró: "Yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor."
Jn. 15:10 Ni el Salvador ni sus discípulos violaron la ley del sábado. Cristo fue el representante vivo de la
ley. En su vida no se halló ninguna violación de sus santos preceptos. Frente a una nación de testigos que
buscaban ocasión de condenarle, pudo decir sin que se le contradijera: "¿Quién de vosotros me redarguye de
pecado?” Jn. 8:46

Los que manifiestan que Cristo abolió la ley, les pregunto: Entonces, ¿por qué tuvo que morir el Hijo de
Dios? Si realmente la abolió, ¿qué necesidad tenía él de sufrir siendo inocente? ¿Por qué toda la ira de
Satanás fue derramada sobre él aún pendiendo de la cruz? ¿Por qué luchó tanto Satanás para que él pecara?
Porque esa ley que ellos mismos dicen que fue abolida es la misma ley mediante la cual el mundo va a ser
juzgado y el enemigo ciega el entendimiento de las personas para que no crean la verdad y finalmente se
pierdan como él se va a perder.

Los otros, los que manifiestan al igual que los judíos que Cristo violó el sábado, no han comprendido de que
si Cristo hubiera violado el cuarto mandamiento, habría sido considerado como un transgresor de esa ley
santa, justa y buena y acusado como un pecador, como lo hicieron los judíos. Sin embargo, Cristo estaba
haciendo el bien en horas del santo sábado. De haber sido un violador a esa ley que él mismo promulgó en
el Edén y en el Sinaí, se hubiera convertido en un transgresor y como tal, no podía presentarse como
Garante del hombre. Estaríamos todos perdidos. El plan de la salvación hubiera fracasado que es lo que
pretendía Satanás en su lucha constante contra Cristo.

Precisamente Cristo murió en la cruz como vencedor. “Por tanto como el pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron...” y
sigue diciendo Pablo, “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” Ro. 5:12,19 “Porque
no tenemos un Sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hb 4:15 La Palabra de Dios es bien clara al
respecto. Cristo venció por medio de la obediencia donde Adán fracasó y pecó; y Cristo venció donde tú y
yo fracasamos. “Cristo venció en lugar del pecador, cuatro mil años después de que Adán dio la espalda a la

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luz de su hogar... Si Cristo no hubiera tenido –como dicen algunos- la naturaleza del hombre, no podría ser
nuestro ejemplo... Fue una solemne realidad que Cristo viniera a reñir las batallas como hombre, en lugar
del hombre. Su tentación y su victoria nos dicen que la humanidad debe copiar al Modelo; el hombre debe
llegar a participar de la naturaleza divina... –Cristo- resistió la tentación mediante el poder del cual el
hombre puede disponer. Se aferró del trono de Dios y no hay hombre o mujer que no pueda disponer de la
misma ayuda mediante la fe en Dios. El hombre puede llegar a convertirse en participante de la naturaleza
divina” CBA Mt. 4:1-11 (Ro.5:12-19...) El contraste entre los dos Adanes.

El Salvador no había venido para poner a un lado lo que los patriarcas y profetas habían dicho; porque él
mismo había hablado mediante esos hombres representativos. Todas las verdades de la Palabra de Dios
provenían de él. Estas gemas inestimables habían sido puestas en engastes falsos. Su preciosa luz había sido
empleada para servir al error. Dios deseaba que fuesen sacadas de su marco de error, y puestas en el de la
verdad. Esta obra podía ser hecha únicamente por una mano divina. Por su relación con el error, la verdad
había estado sirviendo la causa del enemigo de Dios y del hombre. Cristo había venido para colocarla donde
glorificase a Dios y obrase la salvación de la humanidad.

"El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado," dijo Jesús. Las instituciones
que Dios estableció son para beneficio de la humanidad. “Sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo,
sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir; todo es vuestro; y vosotros de Cristo; y Cristo de
Dios." 1 Cor. 3:22,23 La ley de los diez mandamientos, de la cual el sábado forma parte, fue dada por Dios
a su pueblo como una bendición. "Y nos mandó Jehová --dijo Moisés-- que cumplamos todos estos
estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos
conserve la vida, como hasta hoy.” Dt. 6:24 Y mediante el salmista se dio este mensaje a Israel: “Servid a
Jehová con alegría: venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios: él nos hizo, y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de
gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre” Sal. 100:2-4 Y acerca de todos los que
guardan "el sábado para no profanarlo," el Señor declara: "Yo los llevaré a mi santo monte y los recrearé en
mi casa de oración." Is. 56:6,7

"El Hijo del hombre es Señor aun del sábado." Estas palabras rebosan instrucción y consuelo. Por haber sido
hecho el sábado para el hombre, es el día del Señor. Pertenece a Cristo. Porque "todas las cosas por él
fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho." Jn. 1:3 Y como lo hizo todo, creó también el
sábado. Por él fue apartado como un monumento recordativo de la obra de la creación. Nos presenta a Cristo
como Santificador tanto como Creador. Declara que el que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra, y
mediante quien todas las cosas existen, es cabeza de la iglesia, y que por su poder somos reconciliados con
Dios. Porque, hablando de Israel, dijo: “Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mi y
ellos, y para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico” Ez. 20:12 es decir, que los hace santos.
Entonces el sábado es una señal del poder de Cristo para santificarnos. Es dado a todos aquellos a quienes
Cristo hace santos. Como señal de su poder santificador, el sábado es dado a todos los que por medio de
Cristo llegan a formar parte del Israel de Dios.

La obra de reforma tocante al sábado como día santificado de descanso, que debía cumplirse en los últimos
días está predicha en la profecía de Isaías 56: "Así dijo Jehová: Guardad derecho y haced justicia: porque
cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. Bienaventurado el hombre que hace
esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el sábado para no profanarlo, y que guarda su mano de
hacer todo mal." "Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de
Jehová para ser sus siervos: a todos los que guarden el sábado para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los
llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración." (Is.56:1,2,6,7.)



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Estas palabras se aplican a la dispensación cristiana, como se ve por el contexto: "Dice Jehová el Señor, el
que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré sobre él otros todavía, además de los suyos que están ya
recogidos." (Isaías 56: 8, V.M.) Aquí está anunciada de antemano la reunión de los gentiles por medio del
Evangelio. Y una bendición se promete a aquellos que honren entonces el sábado. Así que la obligación del
cuarto mandamiento se extiende más acá de la crucifixión, de la resurrección y ascensión de Cristo, hasta
cuando sus siervos debían predicar a todas las naciones el mensaje de las buenas nuevas.

El Señor manda por el mismo profeta: "Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos." (Isaías 8:16.) El
sello de la ley de Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único de los diez mandamientos
que contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra,
y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás. Aparte de este
precepto, no hay nada en el Decálogo que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley. Cuando el día
de reposo fue cambiado por el poder del papa, se le quitó el sello a la ley. Los discípulos de Jesús están
llamados a restablecerlo elevando el sábado del cuarto mandamiento a su lugar legítimo como institución
conmemorativa del Creador y signo de su autoridad.

"¡A la ley y al testimonio!" Aunque abundan las doctrinas y teorías contradictorias, la ley de Dios es la regla
infalible por la cual debe probarse toda opinión, doctrina y teoría. El profeta dice: "Si no dijeren conforme a
esto, es porque no les ha amanecido." (Isaías 8:20) También se da la orden: "¡Clama a voz en cuello, no te
detengas. Alza tu voz como trompeta y anuncia a mi pueblo su transgresión, y a la casa de Jacob su
pecado!" Los que deben ser reconvenidos a causa de sus transgresiones no son los que constituyen el mundo
impío, sino aquellos a quienes el Señor designa como "mi pueblo." Dios dice además: "Que me buscan cada
día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiere hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de
su Dios." (Is. 58:1,2) Aquí se nos presenta a una clase de personas que se creen justas y parecen manifestar
gran interés en el servicio de Dios; pero la severa y solemne censura del Escudriñador de corazones prueba
que están pisoteando los preceptos divinos.

El profeta indica como sigue la ordenanza que ha sido olvidada: "Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de
calzadas para habitar. Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado lo
llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando
tu voluntad, ni hablando tus propias palabras; entonces te deleitarás en Jehová." (Vers. 12-14.) Esta profecía
se aplica también a nuestro tiempo. La brecha fue hecha en la ley de Dios cuando el sábado fue cambiado
por el poder romano. Pero ha llegado el tiempo en que esa institución divina debe ser restaurada. La brecha
debe ser reparada, y levantados los cimientos de muchas generaciones.

Santificado por el reposo y la bendición del Creador, el sábado fue guardado por Adán en su inocencia en el
santo Edén; por Adán, caído pero arrepentido, después que fuera arrojado de su feliz morada. Fue guardado
por todos los patriarcas, desde Abel hasta el justo Noé, hasta Abrahán y Jacob. Cuando el pueblo escogido
estaba en la esclavitud de Egipto, muchos, en medio de la idolatría imperante, perdieron el conocimiento de
la ley de Dios, pero cuando el Señor libró a Israel, proclamó su ley con terrible majestad a la multitud
reunida para que todos conociesen su voluntad y le temiesen y obedeciesen para siempre.

Desde aquel día hasta hoy, el conocimiento de la ley de Dios se ha conservado en la tierra, y se ha guardado
el sábado del cuarto mandamiento. A pesar de que el 'hombre de pecado" logró pisotear el día santo de Dios
hubo, aun en la época de su supremacía, almas fieles escondidas en lugares secretos, que supieron honrarlo.
Desde la Reforma, hubo en cada generación algunas almas que mantuvieron viva su observancia. Aunque
fue a menudo en medio de oprobios y persecuciones, nunca se dejó de rendir testimonio constante al
carácter perpetuo de la ley de Dios y a la obligación sagrada del sábado de la creación.

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Y el Señor dice: "Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares
delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu
voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová." Y además de deleitarnos en
Jehová hay una bendición para los observadores del sábado santo y es que el mismo Señor dice: “y yo te
haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de
Jehová lo ha hablado” Is. 58:13,14 “Y de luna nueva en luna nueva y de sábado en sábado, vendrán todos
delante de mí, dijo Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre” 66:23

Y para tener la seguridad de estar siguiendo las pisadas del Señor adorando su santo día, el mismo debe ser
guardado ya desde el mismo inicio de la semana que finaliza, puesto que nunca podremos guardar su día si
luego durante la semana somos indiferentes y actuamos de diferente manera. El sábado hay que esperarlo
con alegría, con gozo en nuestros corazones, es el día de Fiesta para el Señor, es su día santo y como tal,
debe ser guardado en la santidad que Dios requiere de cada uno de aquellos que decimos que le amamos.

El sábado es la cita que nos recuerda la relación que debe de existir entre la criatura y su Creador y Redentor
y para ello, antes de la puesta de sol del viernes, puesto que el día comienza bíblicamente a la puesta de sol,
uno debe de estar preparado, listo, aseado y bien vestido para poder guardar su santo día, porque solo seres
santos estarán un día en su presencia, y debemos ser santos aquí en esta tierra, y la santidad se demuestra
con nuestra obediencia a todos los requerimientos de Dios.

Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra de creación. Cuando
"fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento," Gn. 2:1 el Creador y todos los seres celestiales
se regocijaron en la contemplación de la gloriosa escena. "Las estrellas todas del alba alababan, y se
regocijaban todos los hijos de Dios." Job 38:7 Ahora Jesús descansaba de la obra de la redención; y aunque
había pesar entre aquellos que le amaban en la tierra, había gozo en el cielo. La promesa de lo futuro era
gloriosa a los ojos de los seres celestiales. Una creación restaurada, una raza redimida, que por haber
vencido el pecado, nunca más podría caer, era lo que Dios y los ángeles veían como resultado de la obra
concluida por Cristo. Con esta escena está para siempre vinculado el día en que Cristo descansó. Porque su
"obra es perfecta;" y "todo lo que Dios hace, eso será perpetuo." Dt. 32:4; Ecl. 3:14 Cuando se produzca "la
restauración de todas las cosas, de la cual habló Dios por boca de sus santos profetas, que ha habido desde la
antigüedad," Hch. 3:21 el sábado de la creación, el día en que Cristo descansó en la tumba de José, será
todavía un día de reposo y regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras que "de sábado en
sábado," Is. 66:23 las naciones de los salvos adorarán con gozo a Dios y al Cordero.

A todos los que reciban el sábado como señal del poder creador y redentor de Cristo, les resultará una
delicia. Viendo a Cristo en él, se deleitan en él. El sábado les indica las obras de la creación como evidencia
de su gran poder redentor. Al par que recuerda la perdida paz del Edén, habla de la paz restaurada por el
Salvador. Y todo lo que encierra la naturaleza, repite su invitación: "Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar." Mt.11:28 DTG cap. 29



                                            Ernesto Farga Gadea




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El origen del sábado

  • 1. 018.- Y el séptimo día descansó "Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos... " (Gn. 2:1-4) EL SÁBADO fue santificado en ocasión de la creación. Tal cual fue ordenado para el hombre, tuvo su origen cuando "las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." Job 38:7 La paz reinaba sobre el mundo entero, porque la tierra estaba en armonía con el cielo. "Vió Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera;' Gn. 1:31 y reposó en el gozo de su obra terminada. Por haber reposado en sábado, "bendijo Dios el día séptimo y lo santificó," Gn. 2:3 es decir, que lo puso aparte para un uso santo. Lo dio a Adán como día de descanso. Era un monumento recordativo de la obra de la creación, y así una señal del poder de Dios y de su amor. Las Escrituras dicen: "Ha hecho memorables sus maravillas." Sal. 111:4 "Las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas..."Ro. 1:20 Todas las cosas fueron creadas por el Hijo de Dios. "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios.... Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." Jn. 1:1-3 Y puesto que el sábado es un monumento recordativo de la obra de la creación, es una señal del amor y del poder de Cristo. El sábado contiene el sello de Dios. Es el único mandamiento que nos revela que fuimos creados por El. Lleva el título de Creador y qué es lo que creó, cuál es su Gobierno. Así como los reyes de la tierra en su identificación llevan su nombre y el país que gobiernan, así el Creador del Universo dice: “Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas...” y ahora viene las características del sello de Dios, “porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el sábado y lo santificó” Ex. 20:8-11 El sábado dirige nuestros pensamientos a la naturaleza, y nos pone en comunión con el Creador. En el canto de las aves, el murmullo de los árboles, la música del mar, podemos oír todavía esa voz que habló con Adán en el Edén al frescor del día. Y mientras contemplamos su poder en la naturaleza, hallamos consuelo, porque la palabra que creó todas las cosas es la que infunde vida al alma. El "que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo." 2 Cor 4:6 Fue este pensamiento el que provocó este canto del salmista: "Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo. ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos." Sal. 92:4,5 Y el Espíritu Santo declara por medio del profeta Isaías: "¿A qué pues haréis semejante a Dios, o a qué imagen le compondréis?... ¿No sabéis? ¿no habéis oído? ¿nunca os lo han dicho desde el principio? ¿no 1
  • 2. habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está asentado sobre el globo de la tierra, cuyos moradores son como langostas, él extiende los cielos como una cortina, los tiende como una tienda para morar.... ¿A qué pues me haréis semejante, o seré asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas; él saca por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: mi camino es escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo es Jehová, el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio.... El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas." Is. 40:18-29 "No temas que yo soy contigo, no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia." Is. 41:10 "Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más." Is. 45:22 Tal es el mensaje que fue escrito en la naturaleza y que el sábado está destinado a rememorar. Cuando el Señor ordenó a Israel que santificase sus sábados, dijo: "Sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios." Ez. 20:20 El sábado fue recordado en la ley dada desde el Sinaí; pero no fue entonces cuando se dio a conocer por primera vez como día de reposo. El pueblo de Israel había tenido conocimiento de él antes de llegar al Sinaí. Mientras iba peregrinando hasta allí, guardó el sábado. Cuando algunos lo profanaron, el Señor los reprendió diciendo: "¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?" Ex. 16:28 El sábado no era para Israel solamente, sino para el mundo entero. Había sido dado a conocer al hombre en el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo, es de obligación imperecedera. Años antes de que esta ley fuese recordada entre “truenos y relámpagos y espesa nube sobre el monte y sonido de bocina muy fuerte, y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento... Todo el monte del Sinaí humeaba y se estremecía en gran manera... Moisés hablaba y Dios le respondía con voz tronante” Ex. 19:16-19 Abraham, como fiel hijo de Dios guardaba “preceptos, mandamientos, estatutos y leyes” Gn.26:5 del Creador del Universo. La ley de Dios, y con ella el cuarto mandamiento fue dada a nuestros primeros padres tan pronto como ellos fueron creados en el sexto día. Tuvieron que descansar el día siguiente sin ninguna necesidad de ello, pues recién estaban experimentando el gozo de vivir. La vida en el Edén era muy diferente a la vida que hoy nos toca soportar como consecuencia del pecado. La vida en el Edén, antes de la entrada del pecado, era una manifestación del amor de Dios en todas las obras creadas. No tenían ninguna necesidad imperiosa que realizar. Sólo debían ser fieles a Dios y deleitarse en la obra Creada para el disfrute de ellos. Adán y Eva recibieron el sábado como día de adoración, muchos años antes de que naciera el pueblo de Israel. Adán y Eva fueron, han sido y son considerados los padres de la raza humana, y es a esta raza humana, que Dios dio el sábado del cuarto mandamiento. Acerca de esta ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo declara: "Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley." Mt. 5:18 Así que mientras duren los cielos y la tierra, el sábado continuará siendo una señal del poder del Creador. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, el santo día de reposo de Dios será honrado por todos los que moren debajo del sol. “Y de luna nueva en luna nueva y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová." Is. 66:23 Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plenamente como el sábado a distinguirlos de las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos. Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el verdadero Dios. Pero a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la justicia de Cristo. Cuando fue dado a Israel el mandato: "Acordarte has del día del reposo, para santificarlo," 2
  • 3. Ex. 20:8 el Señor también les dijo: "y me seréis varones santos" Ex. 22:31 Únicamente en esa forma podía el sábado distinguir a los israelitas como adoradores de Dios. Cuando uno entiende la lucha entre Cristo y Satanás, comprende que el apóstata Satanás lucha para que los seres humanos no acepten la ley de Dios como norma moral de vida, de esa manera, el mundo se rebela contra el Creador al seguir los pasos del gran rebelde. El mundo desprecia la ley de Dios al seguir las leyes de los hombres. El mundo cristiano sigue las pisadas de los hombres en lugar de estar siguiendo el camino de Dios al obedecer su santa ley. Al apartarse los judíos de Dios, y dejar de apropiarse la justicia de Cristo por la fe, el sábado perdió su significado para ellos. Satanás estaba tratando de exaltarse a sí mismo, y de apartar a los hombres de Cristo, y obró para pervertir el sábado, porque es la señal del poder de Cristo. Los dirigentes judíos cumplían la voluntad de Satanás rodeando de requisitos pesados el día de reposo de Dios. En los días de Cristo, el sábado había quedado tan pervertido, que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios, más bien que el carácter del amante Padre celestial. Los rabinos representaban virtualmente a Dios como autor de leyes cuyo cumplimiento era imposible para los hombres. Inducían a la gente a considerar a Dios como un tirano, y a pensar que la observancia del sábado, que él les exigía, hacía a los hombres duros y crueles. Era obra de Cristo disipar estos conceptos falsos. Aunque los rabinos le perseguían con una hostilidad implacable, ni siquiera aparentaba conformarse a sus requerimientos, sino que seguía adelante, observando el sábado según la ley de Dios. Cierto sábado, mientras el Salvador y sus discípulos volvían del lugar de culto, pasaron por un sembrado que estaba madurando. Jesús había continuado su obra hasta hora avanzada, y mientras pasaba por los campos, los discípulos empezaron a juntar espigas y a comer los granos, después de restregarlos en las manos. En cualquier otro día, este acto no habría provocado comentario, porque el que pasaba por un sembrado, un huerto, o una viña, tenía plena libertad para recoger lo que deseara comer. Pero el hacer esto en sábado era tenido por un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al restregarlo en las manos se lo trillaba, y así, en opinión de los rabinos había en ello un doble delito. Inmediatamente los espías se quejaron a Jesús diciendo: "He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado." Mt. 12:2 Cuando se le acusó de violar el sábado en Betesda, Jesús se defendió afirmando su condición de Hijo de Dios y declarando que él obraba en armonía con el Padre. Ahora que se atacaba a sus discípulos, él citó a sus acusadores ejemplos del Antiguo Testamento, actos verificados en sábado por quienes estaban en el servicio de Dios. Los maestros judíos se jactaban de su conocimiento de las Escrituras, y la respuesta de Cristo implicaba una reprensión por su ignorancia de los sagrados escritos. "¿Ni aun esto habéis leído --dijo,-- qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió,... los cuales no era lícito comer, sino solamente a los sacerdotes?" " ¿No habéis leído en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí." "El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.” Mt. 12:1-8 Si estaba bien que David satisficiese su hambre comiendo el pan que había sido apartado para un uso santo, entonces estaba bien que los discípulos supliesen su necesidad recogiendo granos en las horas sagradas del sábado. Además, los sacerdotes del templo realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra de los sacerdotes se hacía en el servicio de Dios. Ellos cumplían los ritos que señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba en 3
  • 4. armonía con el objeto del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al hacer la obra de Cristo, estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el cumplimiento de esta obra. Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes que cualquier otra cosa. El objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención del hombre; por lo tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento de esta obra, está de acuerdo con la ley del sábado. Jesús coronó luego su argumento declarándose "Señor del sábado," es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley. Este Juez infinito absuelve a los discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos que se les acusaba de estar violando. Algunos interpretan este pasaje tal como el enemigo desea que se interprete. Como una violación al mismo al considerar este hecho como un trabajo que se estaba haciendo en el día santo del Señor. No pueden comprender que los discípulos que habían estado con el Señor pudieran tener hambre y arrancar unas espigas para poder saciar su necesidad. Jesús no dejó pasar el asunto con la administración de una reprensión a sus enemigos. Declaró que su ceguera había interpretado mal el objeto del sábado. Dijo: "Si supieseis qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes." Mt. 12:7 Sus muchos ritos formalistas no podían suplir la falta de aquella integridad veraz y amor tierno que siempre caracterizarán al verdadero adorador de Dios. Cristo volvió a reiterar la verdad de que en sí mismos los sacrificios no tienen valor. Eran un medio, y no un fin. Su objeto consistía en señalar el Salvador a los hombres, y ponerlos así en armonía con Dios. Lo que Dios aprecia es el servicio de amor. Faltando éste, el mero ceremonial le es una ofensa. Así sucede con el sábado. Estaba destinado a poner a los hombres en comunión con Dios; pero cuando la mente quedaba absorbida por ritos cansadores, el objeto del sábado se frustraba. Su simple observancia exterior era una burla. Otro sábado, al entrar Jesús en una sinagoga, vio allí a un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos le vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El Salvador sabía muy bien que al efectuar una curación en sábado, sería considerado como transgresor, pero no vaciló en derribar el muro de las exigencias tradicionales que rodeaban el sábado. Jesús invitó al enfermo a ponerse de pie, y luego preguntó: "¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal salvar la vida, o quitarla. Mas ellos callaban. Y mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la ceguera de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.” Mt. 12: 9-14; Mr. 3:1-5 Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien, cuando había oportunidad, era hacer lo malo; el descuidar de salvar una vida, era matar. Así se enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno. Cuando le preguntaron: "¿Es lícito sanar en sábado? El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en sábado, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.' Mt. 12:10-12 Los espías no se atrevían a contestar a Jesús en presencia de la multitud, por temor a meterse en dificultades. Sabían que él había dicho la verdad. Más bien que violar sus tradiciones, estaban dispuestos a dejar sufrir a un hombre, mientras que aliviarían a un animal por causa de la pérdida que sufriría el dueño si lo descuidaban. Así manifestaban mayor cuidado por un animal que por el hombre, que fue hecho a la imagen de Dios. Esto ilustra el resultado de todas las religiones falsas. Tienen su origen en el deseo del hombre de exaltarse por encima de Dios, pero llegan a degradar al hombre por debajo del nivel de los brutos. Toda 4
  • 5. religión que combate la soberanía de Dios, defrauda al hombre de la gloria que le fue concedida en la creación, y que ha de serle devuelta en Cristo. Toda religión falsa enseña a sus adeptos a descuidar los menesteres, sufrimientos y derechos de los hombres. El Evangelio concede alto valor a la humanidad como adquisición hecha por la sangre de Cristo, y enseña a considerar con ternura las necesidades y desgracias del hombre. El Señor dice: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre." Is. 13:12 Cuando Jesús preguntó a los fariseos si era lícito hacer bien o mal en sábado, salvar la vida o matar, les hizo confrontar sus propios malos deseos. Con acerbo odio ellos deseaban matarle mientras él estaba salvando vidas e impartiendo felicidad a muchedumbres. ¿Era mejor matar en sábado, según se proponían ellos hacer, que sanar a los afligidos como lo había hecho él? ¿Era más justo tener homicidio en el corazón en el día santo, que tener hacia todos un amor que se expresara en hechos de misericordia? Al sanar al hombre que tenía una mano seca, Jesús condenó la costumbre de los judíos, y dejó al cuarto mandamiento tal cual Dios lo había dado. "Lícito es en los sábados hacer bien," declaró. Poniendo a un lado las restricciones sin sentido de los judíos, honró el sábado, mientras que los que se quejaban contra él deshonraban el día santo de Dios. Los que sostienen que Cristo abolió la ley, enseñan que violó el sábado y justificó a sus discípulos en lo mismo. Así están asumiendo la misma actitud que los cavilosos judíos. En esto contradicen el testimonio de Cristo mismo, quien declaró: "Yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor." Jn. 15:10 Ni el Salvador ni sus discípulos violaron la ley del sábado. Cristo fue el representante vivo de la ley. En su vida no se halló ninguna violación de sus santos preceptos. Frente a una nación de testigos que buscaban ocasión de condenarle, pudo decir sin que se le contradijera: "¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Jn. 8:46 Los que manifiestan que Cristo abolió la ley, les pregunto: Entonces, ¿por qué tuvo que morir el Hijo de Dios? Si realmente la abolió, ¿qué necesidad tenía él de sufrir siendo inocente? ¿Por qué toda la ira de Satanás fue derramada sobre él aún pendiendo de la cruz? ¿Por qué luchó tanto Satanás para que él pecara? Porque esa ley que ellos mismos dicen que fue abolida es la misma ley mediante la cual el mundo va a ser juzgado y el enemigo ciega el entendimiento de las personas para que no crean la verdad y finalmente se pierdan como él se va a perder. Los otros, los que manifiestan al igual que los judíos que Cristo violó el sábado, no han comprendido de que si Cristo hubiera violado el cuarto mandamiento, habría sido considerado como un transgresor de esa ley santa, justa y buena y acusado como un pecador, como lo hicieron los judíos. Sin embargo, Cristo estaba haciendo el bien en horas del santo sábado. De haber sido un violador a esa ley que él mismo promulgó en el Edén y en el Sinaí, se hubiera convertido en un transgresor y como tal, no podía presentarse como Garante del hombre. Estaríamos todos perdidos. El plan de la salvación hubiera fracasado que es lo que pretendía Satanás en su lucha constante contra Cristo. Precisamente Cristo murió en la cruz como vencedor. “Por tanto como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron...” y sigue diciendo Pablo, “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” Ro. 5:12,19 “Porque no tenemos un Sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hb 4:15 La Palabra de Dios es bien clara al respecto. Cristo venció por medio de la obediencia donde Adán fracasó y pecó; y Cristo venció donde tú y yo fracasamos. “Cristo venció en lugar del pecador, cuatro mil años después de que Adán dio la espalda a la 5
  • 6. luz de su hogar... Si Cristo no hubiera tenido –como dicen algunos- la naturaleza del hombre, no podría ser nuestro ejemplo... Fue una solemne realidad que Cristo viniera a reñir las batallas como hombre, en lugar del hombre. Su tentación y su victoria nos dicen que la humanidad debe copiar al Modelo; el hombre debe llegar a participar de la naturaleza divina... –Cristo- resistió la tentación mediante el poder del cual el hombre puede disponer. Se aferró del trono de Dios y no hay hombre o mujer que no pueda disponer de la misma ayuda mediante la fe en Dios. El hombre puede llegar a convertirse en participante de la naturaleza divina” CBA Mt. 4:1-11 (Ro.5:12-19...) El contraste entre los dos Adanes. El Salvador no había venido para poner a un lado lo que los patriarcas y profetas habían dicho; porque él mismo había hablado mediante esos hombres representativos. Todas las verdades de la Palabra de Dios provenían de él. Estas gemas inestimables habían sido puestas en engastes falsos. Su preciosa luz había sido empleada para servir al error. Dios deseaba que fuesen sacadas de su marco de error, y puestas en el de la verdad. Esta obra podía ser hecha únicamente por una mano divina. Por su relación con el error, la verdad había estado sirviendo la causa del enemigo de Dios y del hombre. Cristo había venido para colocarla donde glorificase a Dios y obrase la salvación de la humanidad. "El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado," dijo Jesús. Las instituciones que Dios estableció son para beneficio de la humanidad. “Sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir; todo es vuestro; y vosotros de Cristo; y Cristo de Dios." 1 Cor. 3:22,23 La ley de los diez mandamientos, de la cual el sábado forma parte, fue dada por Dios a su pueblo como una bendición. "Y nos mandó Jehová --dijo Moisés-- que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy.” Dt. 6:24 Y mediante el salmista se dio este mensaje a Israel: “Servid a Jehová con alegría: venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre” Sal. 100:2-4 Y acerca de todos los que guardan "el sábado para no profanarlo," el Señor declara: "Yo los llevaré a mi santo monte y los recrearé en mi casa de oración." Is. 56:6,7 "El Hijo del hombre es Señor aun del sábado." Estas palabras rebosan instrucción y consuelo. Por haber sido hecho el sábado para el hombre, es el día del Señor. Pertenece a Cristo. Porque "todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho." Jn. 1:3 Y como lo hizo todo, creó también el sábado. Por él fue apartado como un monumento recordativo de la obra de la creación. Nos presenta a Cristo como Santificador tanto como Creador. Declara que el que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra, y mediante quien todas las cosas existen, es cabeza de la iglesia, y que por su poder somos reconciliados con Dios. Porque, hablando de Israel, dijo: “Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mi y ellos, y para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico” Ez. 20:12 es decir, que los hace santos. Entonces el sábado es una señal del poder de Cristo para santificarnos. Es dado a todos aquellos a quienes Cristo hace santos. Como señal de su poder santificador, el sábado es dado a todos los que por medio de Cristo llegan a formar parte del Israel de Dios. La obra de reforma tocante al sábado como día santificado de descanso, que debía cumplirse en los últimos días está predicha en la profecía de Isaías 56: "Así dijo Jehová: Guardad derecho y haced justicia: porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el sábado para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal." "Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos: a todos los que guarden el sábado para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración." (Is.56:1,2,6,7.) 6
  • 7. Estas palabras se aplican a la dispensación cristiana, como se ve por el contexto: "Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré sobre él otros todavía, además de los suyos que están ya recogidos." (Isaías 56: 8, V.M.) Aquí está anunciada de antemano la reunión de los gentiles por medio del Evangelio. Y una bendición se promete a aquellos que honren entonces el sábado. Así que la obligación del cuarto mandamiento se extiende más acá de la crucifixión, de la resurrección y ascensión de Cristo, hasta cuando sus siervos debían predicar a todas las naciones el mensaje de las buenas nuevas. El Señor manda por el mismo profeta: "Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos." (Isaías 8:16.) El sello de la ley de Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único de los diez mandamientos que contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás. Aparte de este precepto, no hay nada en el Decálogo que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley. Cuando el día de reposo fue cambiado por el poder del papa, se le quitó el sello a la ley. Los discípulos de Jesús están llamados a restablecerlo elevando el sábado del cuarto mandamiento a su lugar legítimo como institución conmemorativa del Creador y signo de su autoridad. "¡A la ley y al testimonio!" Aunque abundan las doctrinas y teorías contradictorias, la ley de Dios es la regla infalible por la cual debe probarse toda opinión, doctrina y teoría. El profeta dice: "Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido." (Isaías 8:20) También se da la orden: "¡Clama a voz en cuello, no te detengas. Alza tu voz como trompeta y anuncia a mi pueblo su transgresión, y a la casa de Jacob su pecado!" Los que deben ser reconvenidos a causa de sus transgresiones no son los que constituyen el mundo impío, sino aquellos a quienes el Señor designa como "mi pueblo." Dios dice además: "Que me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiere hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios." (Is. 58:1,2) Aquí se nos presenta a una clase de personas que se creen justas y parecen manifestar gran interés en el servicio de Dios; pero la severa y solemne censura del Escudriñador de corazones prueba que están pisoteando los preceptos divinos. El profeta indica como sigue la ordenanza que ha sido olvidada: "Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras; entonces te deleitarás en Jehová." (Vers. 12-14.) Esta profecía se aplica también a nuestro tiempo. La brecha fue hecha en la ley de Dios cuando el sábado fue cambiado por el poder romano. Pero ha llegado el tiempo en que esa institución divina debe ser restaurada. La brecha debe ser reparada, y levantados los cimientos de muchas generaciones. Santificado por el reposo y la bendición del Creador, el sábado fue guardado por Adán en su inocencia en el santo Edén; por Adán, caído pero arrepentido, después que fuera arrojado de su feliz morada. Fue guardado por todos los patriarcas, desde Abel hasta el justo Noé, hasta Abrahán y Jacob. Cuando el pueblo escogido estaba en la esclavitud de Egipto, muchos, en medio de la idolatría imperante, perdieron el conocimiento de la ley de Dios, pero cuando el Señor libró a Israel, proclamó su ley con terrible majestad a la multitud reunida para que todos conociesen su voluntad y le temiesen y obedeciesen para siempre. Desde aquel día hasta hoy, el conocimiento de la ley de Dios se ha conservado en la tierra, y se ha guardado el sábado del cuarto mandamiento. A pesar de que el 'hombre de pecado" logró pisotear el día santo de Dios hubo, aun en la época de su supremacía, almas fieles escondidas en lugares secretos, que supieron honrarlo. Desde la Reforma, hubo en cada generación algunas almas que mantuvieron viva su observancia. Aunque fue a menudo en medio de oprobios y persecuciones, nunca se dejó de rendir testimonio constante al carácter perpetuo de la ley de Dios y a la obligación sagrada del sábado de la creación. 7
  • 8. Y el Señor dice: "Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová." Y además de deleitarnos en Jehová hay una bendición para los observadores del sábado santo y es que el mismo Señor dice: “y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” Is. 58:13,14 “Y de luna nueva en luna nueva y de sábado en sábado, vendrán todos delante de mí, dijo Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre” 66:23 Y para tener la seguridad de estar siguiendo las pisadas del Señor adorando su santo día, el mismo debe ser guardado ya desde el mismo inicio de la semana que finaliza, puesto que nunca podremos guardar su día si luego durante la semana somos indiferentes y actuamos de diferente manera. El sábado hay que esperarlo con alegría, con gozo en nuestros corazones, es el día de Fiesta para el Señor, es su día santo y como tal, debe ser guardado en la santidad que Dios requiere de cada uno de aquellos que decimos que le amamos. El sábado es la cita que nos recuerda la relación que debe de existir entre la criatura y su Creador y Redentor y para ello, antes de la puesta de sol del viernes, puesto que el día comienza bíblicamente a la puesta de sol, uno debe de estar preparado, listo, aseado y bien vestido para poder guardar su santo día, porque solo seres santos estarán un día en su presencia, y debemos ser santos aquí en esta tierra, y la santidad se demuestra con nuestra obediencia a todos los requerimientos de Dios. Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra de creación. Cuando "fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento," Gn. 2:1 el Creador y todos los seres celestiales se regocijaron en la contemplación de la gloriosa escena. "Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." Job 38:7 Ahora Jesús descansaba de la obra de la redención; y aunque había pesar entre aquellos que le amaban en la tierra, había gozo en el cielo. La promesa de lo futuro era gloriosa a los ojos de los seres celestiales. Una creación restaurada, una raza redimida, que por haber vencido el pecado, nunca más podría caer, era lo que Dios y los ángeles veían como resultado de la obra concluida por Cristo. Con esta escena está para siempre vinculado el día en que Cristo descansó. Porque su "obra es perfecta;" y "todo lo que Dios hace, eso será perpetuo." Dt. 32:4; Ecl. 3:14 Cuando se produzca "la restauración de todas las cosas, de la cual habló Dios por boca de sus santos profetas, que ha habido desde la antigüedad," Hch. 3:21 el sábado de la creación, el día en que Cristo descansó en la tumba de José, será todavía un día de reposo y regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras que "de sábado en sábado," Is. 66:23 las naciones de los salvos adorarán con gozo a Dios y al Cordero. A todos los que reciban el sábado como señal del poder creador y redentor de Cristo, les resultará una delicia. Viendo a Cristo en él, se deleitan en él. El sábado les indica las obras de la creación como evidencia de su gran poder redentor. Al par que recuerda la perdida paz del Edén, habla de la paz restaurada por el Salvador. Y todo lo que encierra la naturaleza, repite su invitación: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." Mt.11:28 DTG cap. 29 Ernesto Farga Gadea 8