El capítulo describe cómo Daniel oró por tres semanas pidiendo entendimiento sobre la liberación de su pueblo del cautiverio. Aunque Dios escuchó su oración desde el primer día, hubo fuerzas satánicas que se opusieron a la respuesta. Jesucristo se le apareció a Daniel y le explicó que Miguel, otro nombre de Jesús, había ayudado a vencer a las fuerzas del mal. El capítulo enfatiza que Dios siempre escucha las oraciones de su pueblo aunque a veces haya oposición y no haya una respuesta inmediata.