1. DOMINGO XXX - Tiempo Ordinario Comenzó a ver y lo siguió
Saliendo de Jericó
«Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de
sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un
mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar:
«¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». Muchos lo reprendían para
que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de
mí!».
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le
dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama». Y el ciego, arrojando su manto,
se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió:
«Maestro, que yo pueda ver».
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo
siguió por el camino» (Mc 10,46-52).
El Evangelio de Marcos es la base, entre otros escritos, que Lucas utiliza
para redactar su obra. En el caso del relato de la curación del ciego es
interesante notar las diferencias introducidas en la narración:
• En MARCOS se informa el nombre del ciego: Bar Timeo (en Lucas es
anónimo).
• En Marcos el ciego está ubicado a la salida de Jericó (en Lucas antes
de entrar en la ciudad).
2. DOMINGO XXX - Tiempo Ordinario Comenzó a ver y lo siguió
El hijo de David
«Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar:
«¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». Muchos lo reprendían para
que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de
mí!».
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le
dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama». Y el ciego, arrojando su manto,
se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?. El le respondió:
«Maestro, que yo pueda ver».
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado» (Mc 10,47-52).
En ambos casos es central en el mensaje el acto de FE del ciego, que
no se limita a la confianza de ver superada su limitación por obra de un
famoso curador.
La fe del ciego tiene un CONTENIDO Mesiánico e implica el
reconocimiento de Jesús como el Rey que Dios enviaría a su pueblo, un
hijo de David, como Salomón, maestro de sabiduría divina.
«Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces.
Sobre él reposará el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de
temor del Señor» (Is 11,1-2).
3. DOMINGO XXX - Tiempo Ordinario Comenzó a ver y lo siguió
Y lo siguió
«En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino» (Mc 10,52).
Por otra parte el ciego es consecuente al unirse a la caravana de los
que ingresarán con Jesús en Jerusalén. Allí, en medio de la
muchedumbre, continuará aclamando a Jesús como heredero davídico:
«Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro
padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (Mc 11,9-10).
Jesús está alcanzando la meta de su misión con la aproximación a
Jerusalén. Los discípulos aún no ven:
«¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no
comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen
ojos y no ven, oídos y no oyen» (Mc 8,17-18).
Ellos lo han acompañado sin saber de que se trata. Lo hacen «con
miedo» (Mc 10,32).
El ciego, en cambio, se suma en el tramo final, con una convicción muy
firme, semejante a la de Jesús; la convicción de un DISCIPULO y
SEGUIDOR.