El documento resume los experimentos del científico japonés Masaru Emoto, quien demostró que los sonidos, palabras, pensamientos y sentimientos pueden alterar la estructura molecular del agua. Emoto exponía el agua a diferentes estímulos antes de congelarla y fotografiar los cristales formados. Los resultados mostraron que el agua expuesta a sonidos y palabras positivas como la música de Bach o el saludo "gracias" formaba cristales hermosos, mientras que el agua expuesta a sonidos y palabras negativas como una