Este documento describe a Akiane Kramarik, una niña prodigio estadounidense de 12 años que ha estado pintando con precisión desde los 5 años. Sus pinturas religiosas se venden por entre 25.000 y 55.000 dólares y ella dona las ganancias a obras de caridad. Akiane atribuye sus talentos artísticos y visiones religiosas a conversaciones directas que tiene con Dios desde una edad temprana.