Las épocas de recesión suponen períodos en los que la gran mayoría de las empresas aplican políticas de austeridad recortando gastos e inhibiendo el desarrollo de nuevos proyectos en aras de conquistar la supervivencia para la empresa. Su respuesta ante el periodo de cambio en el cual se han visto envueltas, prioriza la salvaguarda de los recursos frente a los avatares que pudiesen venir de la mano de un futuro no menos incierto que el presente que están viviendo. Paradójicamente esta actitud, que pretende proteger a la empresa frente a un mercado inevitablemente cambiante, limita drásticamente su capacidad de reacción ante esa misma inestabilidad.