Susana Rivera Torres nació en Córdoba, Veracruz y creció en una familia trabajadora. Su padre falleció cuando ella tenía 12 años, dejando a su madre a cargo de ella y sus dos hermanos. Su madre trabajó arduamente como costurera para apoyarlos en sus estudios. Susana se graduó como maestra y ha trabajado en escuelas rurales por 20 años, donde ha enfrentado desafíos como la pobreza y el machismo. A pesar de las dificultades, valora la educación que recibió y

1. Autobiografía<br />Mi nombre es Susana Rivera Torres. Nací en la H. Ciudad de Córdoba, Ver. Un 19 de septiembre.<br />Mi padre fue Daniel Rivera Cabrera, de oficio obrero. Mi madre es Margarita Torres Duarte, una mamá dedicada las labores del hogar hasta que entré a educación preescolar.<br />Tengo dos hermanos: Amparo y Daniel, ambos son abogados y yo soy la mayor.<br />A la edad de 4 años inicié mi preescolar. Mi vida familiar era tranquila. Mi papá trabajaba en la Fábrica de Cal de Peñuela y mi mamá se dedicaba al hogar.<br />La maestra del jardín había sido amiga de mi mamá desde la adolescencia. Así que cuando mi mamá me llevó a clases pidió que no me obligaran a escribir con la mano derecha porque soy izquierda. Su petición fue respetada.<br />Más adelante, en el mes de mayo pidieron a mi madre que me hiciera mi vestuario para el festival del 10 de mayo. A partir de ese momento comenzó a hacer uniformes o trajes folclóricos y el dinero que ganaba lo ahorraba y solo gastaba lo que consideraba necesario.<br />Mi papá siempre fue muy responsable. Le pedía a mi mamá que no trabajara de manera forzada en sus costuras; pero ella disfrutaba una labor que había aprendido desde los 16 años y que suspendió a los 25 al casarse.<br />Nuestra vida era hogareña, llena de paz. Pero un 25 de abril de 1982 mi papá sufrió una embolia cerebral, tenía 40 años. Fue hospitalizado y cayó en coma. La madrugada del 28 de abril murió. El 30 de abril de ese año mi mamá nos pidió que asistiéramos al Festival del día del niño en la escuela. Mi papá participaba en el Comité de Padres y había colaborado con entusiasmo para que ese día fuera especial.<br />Realmente no quería ir y mis hermanos tampoco, pero finalmente asistimos. Yo cursaba entonces 6° grado.<br />En la Secundaria mis calificaciones en inglés y matemáticas no eran buenas. Me sentía incompleta porque ya no estaba el papá que jugaba con nosotros, veía caricaturas con todos metidos en la cama cada domingo y celebraba nuestros cumpleaños.<br />Poco a poco nos fuimos fortaleciendo, nos unimos por completo a mi mamá como si formáramos un gran nudo. Ella con toda fortaleza siguió trabajando en casa haciendo ropa. Nos decía: “No hay dinero para mal gastar, elijan: lujos o escuela”.<br />Los tres preferimos estudiar. Cuando ingresé al bachillerato, mi mamá me envió a una escuela particular. Traté de ir subiendo mi promedio y logré un buen rendimiento.<br />Los tres asistimos a la misma preparatoria a pesar de tener que administrar una pensión por viudez muy pequeña y trabajar sis descanso.<br />Cuando le dije a mi mamá que quería ser maestra y estudiar en la Normal Veracruzana me apoyó decididamente.<br />Con tres meses de anticipación me preparé para el examen de admisión. Lo logré, estuve becada los cuatro años que duró mi carrera y con ese dinero trataba de solventar algunos de mis gastos.<br />Presenté mi examen de oposición junto con toda mi generación en el auditorio de mi escuela.<br />Precisamente el 1° de septiembre de 1991 fui contratada por la SEP, en lo que sería el aniversario 23 de la boda de mis padres. El 19 de septiembre, día de mi cumpleaños, me dieron mi orden de comisión para laborar en Hueyapan de Ocampo. El día 17 de octubre, cumpleaños de mi mamá, fue mi primer día de trabajo como maestra, precisamente un día domingo.<br />En octubre del 2011 cumpliré 20 años de servicio. Ha sido mi recorrido una vivencia intensa: Inicié en una comunidad bilingüe, pues hablan popoluca y español. Donde la mujer tiene que caminar atrás de su pareja… en un ambiente de pobreza y marginación acentuado por un machismo que me incomodaba percibir.<br />Tengo la oportunidad de sopesar todo lo que tengo y también las carencias que en algún momento padecimos como familia.<br />Soy afortunada. Qué bueno que ahora puedo valorar el esfuerzo que hicimos para que finalmente los tres hermanos termináramos nuestros estudios profesionales.<br />Por ello estoy convencida de que un niño necesita amor, respeto, confianza… y definir una meta que jamás debe perderse de vista, y esta es ser feliz.<br />Eso se obtiene de una gran madre y un amoroso padre.<br /> <br />