2. CONTENIDO
GABRIEL GARCIA MARQUES
PABLO NERUDA
MARIO VARGAS LLOSA
JUAN CARLOS ONETTI
JORGE LUIS BORGES
ERNESTO SABATO
JULIO CORTAZAR
3. GABRIEL GARCIA MARQUES
En la última década del siglo XIX, Rubén Darío dio a Hispanoamérica la independencia
literaria al inaugurar la primera corriente poética autóctona, el Modernismo. Mediado el siglo
XX, correspondió al colombiano Gabriel García Márquez situar la narrativa
hispanoamericana en la primera línea de la literatura mundial con la publicación de Cien
años de soledad (1967). Obra cumbre del llamado realismo mágico, la mítica fundación de
Macondo por los Buendía y el devenir de la aldea y de la estirpe de los fundadores hasta su
extinción constituye el núcleo de un relato maravillosamente mágico y poético, tanto por su
desbordada fantasía como por el subyugante estilo de su autor, dotado como pocos de un
prodigioso "don de contar". El mundo de Macondo, parábola y reflejo de la tortuosa historia
de la América hispana, había sido esbozado previamente en una serie de novelas y
colecciones de cuentos; después de Cien años de soledad, nuevas obras maestras jalonaron
su trayectoria, reconocida con la concesión del Nobel de Literatura en 1982: basta recordar
títulos como El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981) o El
amor en los tiempos del cólera (1985).
4. PABLO NERUDA
Nacido en 1904 en Parral con el nombre de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basalto, Neruda
se sintió durante toda su vida profundamente enraizado en su tierra chilena pese a haber
llevado una existencia de viajero incansable. Su madre, Rosa Basalto, murió de tuberculosis
poco después de dar a luz, y su padre, conductor de un tren que cargaba piedra, José del
Carmen Reyes Morales, se casó dos años después con Trinidad Cambia Mar verde, de
quien Neruda escribiría: "Era una mujer dulce y diligente, tenía sentido del humor campesino
y una bondad activa e infatigable". Para el pequeño Neftalí fue su nueva madre como el
hada buena; tuteló al muchacho con una solicitud incluso mayor que su auténtico padre, con
quien, en su adolescencia, no tardaría en mantener graves disputas.
Residiendo en Temuco, ingresó en el Liceo de la ciudad en 1910, y cuando aún no había
salido de esta institución, el 18 de julio de 1917, pudo leer emocionadamente en un periódico
local, La Mañana, el primero de sus artículos publicados, que tituló "Entusiasmo y
perseverancia". Para entonces había tenido la suerte de conocer a una imponente señora,
"alta, con vestidos muy largos", que no era otra sino la célebre poetisa Gabriela Mistral,
quien le había regalado algunos libros de Tolstoi, Dostoievski y Chéjov, decisivos en su
primera formación literaria
5. MARIO VARGAS LLOSA
Mario Vargas Llosa pasó su infancia entre Cochabamba (Bolivia) y las ciudades peruanas de
Piura y Lima. El divorcio y posterior reconciliación de sus padres se tradujo en frecuentes
cambios de domicilio y de colegio; entre los catorce y los dieciséis años estuvo interno en la
Academia Militar Leoncio Prado, escenario de su novela La ciudad y los perros. A los
dieciséis años inició su carrera literaria y periodística con el estreno del drama La huida del
Inca (1952), pieza de escaso éxito. Poco después ingresó en la Universidad de San Marcos
de Lima, donde cursó estudios de literatura. Desempeñó múltiples trabajos para poder vivir
sin abandonar sus estudios: desde redactor de noticias en una emisora de radio hasta
registrador en el Cementerio General de Lima. En 1955, el escándalo que provocó al casarse
clandestinamente con su tía política Julia Orquidal (episodio que inspira la novela La tía Julia
y el escribidor) agravó aún más su situación, y hubo de recurrir a algunos amigos para aliviar
su penosa situación doméstica.
6. JUAN CARLOS ONETTI
ijo segundo de un funcionario de aduanas descendiente de emigrados irlandeses (Omití
parece haber sido el apellido original) y de una brasileña que pertenecía a una familia de
hacendados gauchos, desertó de los estudios de derecho a mitad de la carrera, y desde la
temprana adolescencia frecuentó las redacciones de periódicos y revistas de ambos
márgenes del Río de la Plata, viviendo alternativamente en Montevideo y Buenos Aires,
ciudad esta última en la que se instaló por primera vez, y ya independiente de los suyos,
cuando sólo contaba veinte años. Secretario de redacción del mítico semanario Marcha
(donde firmaba sus críticas y colaboraciones con el popular seudónimo de Periquito el
Aguador), asiduo del diario La Prensa y de la revista Vea y Lea, y encargado posteriormente
de la sucursal rioplatense de la agencia Reuter, vivió un cuarto de siglo entre ambas
capitales, de cuya síntesis surgiría la fantasmal Santa María donde transcurren sus
principales ficciones (y algo más tarde Lavanda, resumen o boceto de la Banda Oriental).
Afincado en Montevideo, entre 1955 y 1975 fue director
7. JORGE LUIS BORGES
orge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia
del país. Un antepasado suyo, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la
victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el
rango de coronel. Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición
familiar se empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada
Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos
donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135,
donde creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana
Norah. En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Hazla
y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo
acompañarían durante toda su vida. Con apenas seis años confesó a sus padres su
vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje de Don Quijote de la Mancha redactó su
primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó
ya a publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al
castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.
8. ERNESTO SABATO
Ernesto Sábato se doctoró en física en la Universidad de la Plata (1938) e inició una
prometedora carrera como investigador científico en París, donde había ido becado para
trabajar en el laboratorio que fundara la célebre Marie Curie. Allí trabó amistad con los
escritores y pintores del movimiento surrealista, en especial con André Breton, quien alentó
la vocación literaria de Sábato y despertó su fascinación por los arcanos del inconsciente,
motivo que sería recurrente en su obra. En París comenzó a escribir su primera novela, La
fuente muda, de la que sólo publicaría un fragmento en la revista Sur.
En 1940, de regreso en Argentina, comenzó a dictar clases en la Universidad Nacional de La
Plata, pero se vio obligado a abandonar la enseñanza tras perder su cátedra a causa de
unos artículos que escribió contra Juan Domingo Perón. Aquel mismo año publicó su ensayo
Uno y el Universo (1945), en el que criticaba el reduccionismo en el que desemboca el
enfoque científico y la deshumanización de la ciencia; tales ideas y una honda crisis
vocacional y existencial padecida dos años antes lo orientaron definitivamente a la literatura.
La obra prefiguraba buena parte de los rasgos fundamentales de su producción literaria y
ensayística: brillantez expositiva, introspección, psicologismo y cierta grandilocuencia
retórica.
9. JULIO CORTAZAR
Hijo de un funcionario asignado a la embajada argentina en Bélgica, su nacimiento coincidió con el inicio de la
Primera Guerra Mundial, por lo que sus padres permanecieron más de lo previsto en Europa. En 1918, a los
cuatro años de edad, Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en el suburbio bonaerense
de Banfield. Tras completar sus estudios primarios, siguió los de magisterio y letras y durante cinco años fue
maestro rural. Pasó más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida ésta, su trabajo
como traductor de la UNESCO le permitió afincarse definitivamente en la capital francesa. Por entonces Julio
Cortázar ya había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el seudónimo de «Julio Denis», el poema
dramático Los reyes y la primera de sus series de relatos breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda
influencia de Jorge Luis Borges. En la década de 1960, Julio Cortázar se convirtió en una de las principales
figuras del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana y disfrutó del reconocimiento internacional. Su
nombre se colocó al mismo nivel que el de los grandes protagonistas del «boom»: Gabriel García Márquez, Mario
Vargas Llosa, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los uruguayos Juan Carlos Onetto y Mario Benedetti o
sus compatriotas Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, entre otros. A diferencia de Borges, Cortázar sumó a su
sensibilidad artística su preocupación social: se identificó con las clases marginadas y estuvo m