El narrador recibe la noticia del fallecimiento de don Paco a las 9 de la noche. Se viste apresuradamente y toma un taxi para ir a la casa donde se encuentra el cadáver. Allí consuela a la viuda y pasa la noche entre los familiares que lloran la pérdida. Antes de irse a las 4 de la mañana, pisa sin querer la cola de la gata del hijo mayor y se despide con gran pena de la viuda. Al regresar a su casa, se acuesta en la cama sumido en la tristeza.