1. Hoy les traemos las experiencias de una misionera oñatiarra, Mari Carmen
Markuleta es una Mercadaria de la Caridad, ella nos cuenta como es su
vida, como vive y siente la Misión. Hoy en día se encuentra en la República
Dominicana en la frontera con Haití, solo un río seco separa estos dos
territorios.
Pedernales, 11 de febrero de 2014
Kaixo a todos-as:
Desde esta ventana donde nos asomamos para conversar y compartir
experiencias, me uno a ustedes para hablarles como es su vida en la
misón de Haití. Quiero presentarme. Soy Mari Carmen Markuleta,
Mercedaria de la Caridad, misionera oñatiarra desde hace muchos
años en estas tierras llamadas de la esperanza y de la alegría porque
gracias a la gran población joven y dinámica, estos países si son
orientados y gobernados con responsabilidad, honradez y justicia,
tienen enormes potenciales para gozar de una convivencia armónica,
justa, pacífica y democrática para que gocen de las oportunidades de
todo país desarrollado.
Actualmente me encuentro en la frontera de la República Dominicana
con Haití. Un rio seco como lo es la región, nos separa de ese otro país
que tantas páginas ha llenado en los últimos años no precisamente
por cosas positivas, sino especialmente, por las tragedias de origen
climático que han asolado parte de su territorio. Hace menos de dos
años, tuve la oportunidad de visitar Puerto Príncipe y Jacmel desde
Pedernales, recorriendo por caminos tortuosos y de montaña, el tramo
que nos separa de esas dos ciudades a unos 160 kms. Cuando
llegamos a Puerto Príncipe después de varias horas en nuestra
camioneta de doble tracción, sentí una fuerte desolación al comprobar
sus calles deterioradas, edificios aún en ruinas y una inmensa
cantidad de gente en las aceras vendiendo sus mercancías a los largo
de las vías entre montañas de basura, cartones, latas, charcos de
aguas estancadas, bicicletas y vehículos coloristas y destartalados.
También vimos barriadas enormes de tiendas de campaña donde miles
de refugiados víctimas del terremoto, esperaban alguna vivienda
prometida, pero a la vez, avistamos edificaciones de barrios para
damnificados y alguno que otro proyecto de remodelación. Después
de atravesar la ciudad camino hacia Jacmel, definí a la capital haitiana
como “ un basurero lleno de gente·. Sin embargo, admiré la ilusión de
los haitianos para salir adelante, la construcción de caminos vecinales,
algunos cultivos de cereales y el empeño de muchos en mejorar sus
vidas .Me llamó la atención sobremanera, encontrar en distintos
2. puntos del recorrido, varios coros de gente ensayando sus cantos
para las liturgias cristianas. Los haitianos tienen además del sentido
musical muy desarrollado, el de la danza y las Eucaristías que duran
por lo menos dos horas.
Pero ya ha pasado el tiempo y he sabido de buenas fuentes, que la
reconstrucción de carreteras, casas y edificios, va poco a poco
devolviendo la dignidad de sus habitantes, aunque ello no significa
que hayan crecido muchas oportunidades de trabajo y mejora en las
condiciones de vida.
Volviendo a esta otra parte de la frontera, Pedernales es un municipio
de cabecera y capital de provincia que cuenta en total con unos 30.000
habitantes, la mitad de los cuales vive en el municipio donde me
encuentro. Zona agrícola y pesquera del suroeste del pais dominicano,
una de las provincias más pobres y menos desarrolladas a pesar de su
enorme potencial turístico, ecológico y minero que ya ha despertado el
interés de muchos poderosos y oportunistas, tanto del gobierno como
particulares que han visto en esta región, el futuro de sus economías
personales o colectivas y por ello, se están dando pasos para la
construcción y mejora de vías terrestres, electrificación eólica, el
problema del agua potable con el embalse de los ríos y otros
asuntos necesarios para alcanzar los fines: convertir en zona de
turismo ecológico sus playas bellísimas, sus parques y paisajes.
Debido a la situación de emergencia de Haití, la población haitiana ha
crecido enormemente, tanto en La República Dominicana como en esta
zona fronteriza. Los barrios y colonias agrícolas altas, se han poblado
de familias que intentan sobrevivir y mejorar trabajando como
agricultores de terratenientes, empleadas domésticas o vendedoresas. En la misma área fronteriza, hay un mercado binacional que se abre
dos veces por semana y en la que unos y otros comercian su
mercancía de verduras, ropas, calzados y demás. El intercambio
mueve dinero y ambos además de necesitarse, se benefician. La
precariedad en la salud del otro lado, hace que muchos-as haitianos
vengan al hospital comarcal de Pedernales para su atención médica
que es gratuita. Gran cantidad de mujeres haitianas dan a luz en este
hospital nunca se les ha negado la asistencia, pero la realidad es que
el sistema de salud dominicano, se está resquebrajando y una de las
razones que aducen los dirigentes, es la del enorme gasto sanitario.
Por otro lado, los haitianos han ido penetrando durante las últimas
décadas a R.D. y se habla de cifras de más de un millón de haitianos
en un país de diez millones de dominicanos, un 10 %, la mayoría sin
regularizar sus papeles ni su estatus migratorio. En los últimos meses,
el Tribunal Constitucional de la R.D. ha establecido una serien de
requisitos para la obtención de las visas y negado el estatus de
3. dominicanos a los hijos de padres haitianos, considerándolos como
personas de “paso” y no ciudadanos de derecho. Esto ha provocado
una ola de protestas del país haitiano y de otros países especialmente
latinoamericanos que han criticado las medidas adoptadas por el alto
tribunal.
Mientras la polémica continúa, también la vida que no se detiene, y en
nuestra labor misionera, intentamos junto a la iglesia local, dar
respuesta a tantos retos que se nos plantean y a los que nos
dedicamos por entero: dignificar la persona desde la educación
primaria y secundaria en ética y valores desde la fe que profesamos,
acompañar y paliar el dolor y el sufrimiento a través de la red de salud
que abarca a las personas desde su concepción hasta la edad adulta a
través de la pastoral materno infantil, dispensario médico, centro
nutricional, hospital; acompañar y visitar a los reclusos de la cárcel ,
aportar desde la pastoral social con proyectos solidarios a la mejora
de las condiciones de vida con la construcción de letrinas, pozos de
agua, mejora de viviendas, escuelas rurales patrocinadas por la
parroquia para migrantes haitianos, formación de técnicos
comunitarios de salud .
Son muchas las necesidades y a veces la falta de recursos
económicos, la negligencia de los dirigentes políticos, la escasez de
puestos de trabajo, la carencia de muchos servicios públicos , el
aumento de población y otros problemas derivados de la pobreza y la
improvisación, dificultan el trabajo, pero en lo que depende de
nosotras como iglesia, estamos tratando de responder a algunos de
los muchos retos.