1. En defensa del Pueblo Originario Kawésqar
Abya Yala>>Chile- En defensa del Pueblo Originario Kawésqar. (10
marzo, 2013) La etnia Kawésqar se encuentra ante el impacto del
Estado chileno que busca hacerla desaparecer.
Pero no es tan simple. Hay una lucha enorme que el Estado trata de
silenciar para asaltar las enormes riquezas que existen en una zona
de una riqueza inmensa que atrae a los buitres del ultraliberalismo.
Es importante informar e informarse al respecto. Los derechos
fundamentales de ese pueblo y de todo Chile están en peligro y la
ineficiencia del Parlamento y otros poderes es inmensa: Chile debe
cambiar totalmente su Constitución y dar espacio a todos los pueblos
originarios y a poner la defensa de los derechos humanos en primer
lugar.
La declaración hecha ante el Parlamento Latinoamericano sobre la
trágica realidad del pueblo Kaweesqar nos informa y motiva.
El Pueblo Kawésqar lucha por sobrevivir ante un Estado ávido de
utilizar las riquezas de su territorio al precio de imponerles el
genocidio
La etnia Kawéskar ha sufrido las enormes presiones de un pueblo
que fue desraizado (aunque es un pueblo que ha vivido siempre
cercano si no en el agua misma) sacado de su realidad de pueblo
que vivía en el mar, un pueblo canoero al que se le impuso una
vivencia que es, en términos reales, una reserva, una sofisticada
prisión. Y por las restricciones que se le imponen por un estado que
se erige en dueño de todos los recursos, en una forma de campo de
concentración. Las restricciones y la negación de su cultura, idioma y
2. derechos humanos fundamentales que todo pueblo debe tener, les
siguen siendo negados. De una población cercana a los 50.000 hoy
son unas 50 personas...
Reflejan la eterna historia de ignorar y esconder la realidad y del
genocidio invasor: les ha sido aplicado la técnica de "esconderlos" y,
en ese silencioso intento, hacerlos desaparecer.
La motivación es siempre la misma: poder explotar para unos pocos
las enormes riquezas que en esa región existen. Una conversación
con Carolina Huenucoy, Kawésqar que vive en ese maravilloso y duro
mundo de Puerto Edén, me abrió los ojos ante esta realidad
aterradora para su pueblo. El documento que sigue, discute una
realidad para conocer y apoyar en la defensa de sus derechos más
importantes. JV
http://kawesqar-aswakiar.blogspot.com/2012/09/0-false-21-18-pt-
18-pt-0-0-false-false.html
PRESENTACIÓN DE LA COMUNIDAD KAWÉSQAR RESIDENTE EN
PUERTO EDÉN ANTE EL PARLAMENTO LATINO
Punta Arenas, Chile, 26 de abril de 2012
"LA DEUDA HISTÓRICA DEL ESTADO DE CHILE CON LAS
COMUNIDADES ORIGINARIAS DE PUEBLOS CANOEROS AUSTRALES.
CONDICIONES ACTUALES"
Agradezco al PARLATINO la oportunidad que nos brinda para exponer
ante ustedes las características y condición de nuestra etnia, una de
las más amenazadas de extinción y una de las más desconocidas de
estas latitudes.
Residimos en Puerto Edén, un pequeño villorrio costero que se ubica
en las coordenadas 49° 08' S y 74° 25', en el ingreso sur del Canal
Messier y al Oriente inmediato de la Isla Wellington. Puerto Edén es
la única población del Parque Nacional Bernardo O'Higgins, el área
silvestre protegida más extensa del país y una de las más extensas
del Planeta, reservorio biológico y de recursos hídricos de la mayor
importancia mundial, muchos de ellos aún inexplorados. Al Este de
Puerto Edén, se encuentra el Campo de Hielo Sur, espacio todavía no
delimitado y que constituye una importante reserva de agua dulce,
sin contar su relevancia estratégica para toda la región.
La Comunidad Kawésqar residente en Puerto Edén es la última
comunidad sociológica de esta etnia. La componen catorce personas,
quienes hemos luchado por la preservación de nuestra cultura
3. inmaterial y material. Somos una de las poblaciones supervivientes
de un extenso proceso de exterminio de las cinco etnias patagónicas
originarias.
Vivimos en un paisaje. Pero las condiciones de vida son
extremadamente difíciles. Las comunicaciones de la localidad
presentan graves deficiencias. Sólo un servicio de transbordadores
sirve a la comunidad, servicio que muchas veces se ve interrumpido
por factores de diversa índole. Cuando ello ocurre, nuestro
aislamiento puede llegar a varias semanas. Carecemos de servicios
básicos adecuados. La energía eléctrica es suministrada por una
estación de turbina, que en la época de mayor exigencia no da
abasto para las necesidades de la localidad. El agua potable, a pesar
de la alta disponibilidad natural de ella, es un servicio que presenta,
asimismo, fallas de suministro. No existe un servicio de saneamiento
y tratamiento de aguas servidas, lo que ha llevado a que la bahía de
Puerto Edén presente preocupantes condiciones de contaminación.
Por otra parte, la precaria vivienda Kawésqar de las familias
residentes subsiste sólo con las casas que fueron donadas por una
fundación belga a principios de la década de los años 1990, viviendas
que hoy se encuentran ya muy deterioradas. No ha sido posible,
hasta la fecha, el desarrollar una iniciativa de recuperación de tales
viviendas - con pertinencia cultural - a pesar de que la Comunidad
ha desarrollado un completo proyecto para tal fin.
La Escuela "Profesor Miguel Montesinos Contreras", ofrece educación
primaria, esforzándose en la entrega de una enseñanza basada en
las condiciones locales y el reconocimiento de sus alumnos como
descendientes de etnias originarias. Sin embargo, los estudios
secundarios y superiores deber realizarse en el continente y aún
fuera de la región. Recientemente hemos suscrito un convenio de
cooperación con la Universidad de Magallanes, el cual esperamos
implementar efectivamente en las próximas semanas, y que
contempla el otorgamiento de becas de estudio para la Comunidad,
así como el desarrollo de actividades de investigación científica con
pleno respeto de los derechos de la misma comunidad sobre su
entorno y sobre su cultura inmaterial y material.
Somos, con todo, una Comunidad viva, no en vías de extinción.
Desarrollamos, con mucho esfuerzo iniciativas culturales y de rescate
de nuestras tradiciones, a pesar de las amenazas que vienen del
entorno y que afectan a nuestra lengua, nuestras tradiciones y
nuestro territorio.
Quisiera referirme al Territorio Kawésqar, un desafío de preservación
y defensa que hoy se nos presenta.
4. Es importante que este auditorio tenga presente que la territorialidad
del pueblo Kawésqar requiere ser entendida desde la forma de su
cultura. Como contrapartida al exterminio de los pueblos nómades
de cazadores terrestres, que fueron llevados a su total extinción
hacia la década de 1940, aún persisten dos comunidades sociológicas
de pueblos canoeros nómades de los canales y fiordos magallánicos:
la comunidad Yagán de Puerto Williams, y nosotros, la comunidad
Kawésqar residente en Puerto Edén.
La mayor dispersión geográfica, la movilidad espacial y, sobre todo
por las características de los espacios y recursos usados por la etnia
Kawésqar, hizo que pudiéramos sobrevivir con algo de mayor éxito al
exterminio de las poblaciones patagónicas originarias. Sin embargo,
la actividad misional y la práctica de sedentarización a la cual se nos
sometió, hizo que fuéramos obligados a abandonar progresivamente
nuestro nomadismo, ubicándonos en cambio en misiones regentadas
por congregaciones o cultos religiosos de origen europeo. Hacia el
año 1920, cuando concluyó la actividad misionera, nuestra población
se había reducido a poblados permanentes o semipermanentes,
como los de Jetarkte, en la Isla Wellington y Rinconada Bulnes, en la
Península de Brunswick.
Las políticas de sedentarización se intensificaron en los últimos
cincuenta años, inducidas por la creación, precisamente, del poblado
de Puerto Edén, entre los años 1949 y 1969.
Como ustedes podrán fácilmente comprender, esta sedentarización y
en un poblado alejado y precario ha producido un debilitamiento
progresivo de la población Kawésqar. Una de sus consecuencias es lo
que hemos venido constatando como la Diáspora Kawésqar; con una
evidente ruptura generacional y cultural. De hecho, hoy y producto
de esta acción intencionada del Estado de Chile, el número de
integrantes reconocidos y asumidos como Kawésqar no supera las
120 personas y, en un alto porcentaje, se trata de descendientes de
segunda o tercera generación. Estos últimos están agrupados en
centros urbanos, rompiendo vínculos con sus espacios tradicionales.
Enfrentan, además, condiciones ostensibles de depauperación y
dificultades de acceso a los diversos servicios sociales y sanitarios.
Quiero ahondar algunas ideas sobre el territorio Kawésqar, como un
espacio dual dominado por el medio marino.
La cultura Kawésqar se funda en su relación con el medio marino y la
zona costera. El mar es para nuestro pueblo medio de comunicación
y fuente de sustento; también es un escenario inmediato para
nuestra visión del mundo. Por ello, el espacio de los canales y fiordos
5. magallánicos (jáutok), así como la costa abierta hacia el Pacífico
(málte), están definidos y conceptualizados en nuestra cultura. En
esos espacios se encuentran manifestaciones de la cultura Kawésqar,
en la forma de espacios de pesca y caza, de recolección, de parición,
campamentos temporales, cementerios, lugares tabú. La zona
costera y el mar, sus aguas y recursos, son constitutivos de nuestro
territorio.
Esto expresa una de las condiciones de nuestra cultura Kawésqar,
nuestro nomadismo. A pesar de la radicación de nuestra comunidad
en Puerto Edén, las referencias culturales, tanto desde el punto de
vista inmaterial como material, se mantienen vivas y exigen respeto.
De esa manera, el territorio Kawésqar, en un probable giro respecto
de otras culturas ancestrales, se encuentra dominado por el medio
marino y costero. El mar domina la tierra. Es él quien permite, para
nosotros, llegar a ella y al medio de asentamiento temporal o
permanente que nos ofrece.
Por eso, el territorio Kawésqar es extenso en el mar. Y cubre, por
tanto, el acceso al territorio terrestre asociado a él. El territorio
Kawésqar se extiende, así, desde el Golfo de Penas hasta el Estrecho
de Magallanes. En él se produce la distinción entre málte y jáutok,
cada uno con un aporte específico a la cosmovisión Kawésqar.
Además, la toponimia de ese territorio se reconoce, asimismo, por
denominaciones de la lengua Kawésqar, paralela frecuentemente a la
denominación oficial o vernácula.
Eso me permite ahondar brevemente en el territorio como sustento
de la cosmovisión Kawésqar.
El poblamiento del territorio reconoció cuatro zonas de asentamiento
de la población Kawésqar. En términos latitudinales, yendo desde el
norte (aqáte) hacia el sur (seté), se reconoce a los Sǽlam habitantes
de la zona norte, que corresponde al espacio que va desde el Golfo
de Peñas hasta el Canal Adalberto; los Kčewíte, habitantes de la
zona ubicada al sur de los Sǽlam, y que se establecían entre el
Canal Adalberto por el norte y la Isla Jorge Montt y el Estrecho
Nelson; los Kelǽlkčes, en la zona de Última Esperanza; y los
Tawókser, ubicados en la zona del Seno Skyring, Seno Otway y en
ambas riberas del Estrecho de Magallanes.
Los relatos de viaje que han sido documentados a partir de la
historia oral, muestran que el territorio ha sido cubierto desde
tiempos inmemoriales para fines de caza de subsistencia por nuestra
población; luego para la comercialización mediante trueque de los
6. productos de la caza con comerciantes de pieles finas; para llegar a
los tiempos actuales en que la población Kawésqar hace uso del
medio marino para la recolección de mariscos y la pesca de menor
escala, y su posterior comercialización hacia los centros de consumo.
En esos relatos, los puntos de zarpe como los puntos intermedios y
los puntos de meta, antes del retorno, son definidos por su
relevancia y las referencias que va construyendo en la construcción
del medio Kawésqar. Esta es una circunstancia anclada en la
consciencia nómade de la comunidad y que vincula la navegación con
el punto donde el mar y la tierra ofrecen condiciones para la caza, la
recolección o la pesca.
Lo anterior es especialmente relevante, porque implican una
concepción del espacio que registra sus usos ancestrales e incorpora
los usos modernos, en la medida que estos no implican una
transgresión a los primeros. El mar y su entorno terrestre deben
proveer a la subsistencia; y es el medio en que la comunidad se hace
sustentable y desde ello se orienta a su desarrollo.
Es necesario que exponga ante ustedes, además, cómo es que
llegamos a esta condición de etnia amenazada de extinción, víctimas
de un profundo proceso de genocidio/etnocidio.
El territorio Kawésqar, en su dimensión binaria de mar y tierra, no
era un despoblado a la época de la colonización occidental. Era,
además, como lo han demostrado las investigaciones arqueológicas,
un territorio controlado y plenamente utilizado por nuestro pueblo.
La extensión de este territorio estuvo siempre asociada a la práctica
de caza, pesca y recolección, que requirió de amplios espacios de
nomadismo que permitiera sostener la población.
Es sobre esa población la que se ejerció una extensa violencia física
y simbólica. Los procesos de ocupación del territorio Kawésqar por
parte de la colonización europea y chilena fueron acompañados de
prácticas de exterminio físico de la población originaria, bajo el
supuesto de que ella no cumplía con los estándares que le permitían
ser sujetos de derecho en la misma condición de quienes invadían
sus espacios. Práctica que no sólo se remonta a los períodos previos
a la independencia chilena, sino particularmente y con especial
virulencia, a partir de las primeras décadas de la época republicana.
El alcance del genocidio de nuestra población es un capítulo obscuro
o, más bien, obscurecido de la historia del Estado chileno. No es fácil
hacerse cargo de tales prácticas como uno de los fundamentos en los
cuales se constituyó la autoridad jurídica de la República de Chile en
el extremo austral, por sobre los derechos de un grupo humano ya
7. asentado hace miles de años en esas latitudes.
La práctica del secuestro con resultado de muerte, admitida e incluso
amparada jurídicamente por la naciente República, para la exhibición
de nuestros ancestros en zoológicos humanos en la culta Europa, es
un tema que recién venimos reconociendo en todo su alcance.
Al genocidio se le unió una serie de prácticas dirigidas a imponer una
cultura ajena a nuestro pueblo. La persecución para el
aseguramiento de los predios asignados a los colonos por el Estado
de Chile, provocó la migración y la reducción de nuestra gente en
misiones religiosas, donde se comenzó el proceso de destrucción de
nuestra cultura, nuestras tradiciones y de nuestros referentes, junto
a la muerte por enfermedad de quienes eran llevados a esos campos
que presagiaban las peores prácticas que iban a desarrollar las
culturas occidentales; proceso que luego fue reforzado por la
imposición del servicio militar obligatorio; o el enganche obligatorio
de nuestros antepasados como mano de obra precaria en faenas
agrícolas o mineras del centro y el norte del país. Niños huérfanos
fueron, por otra parte, sustraídos de sus comunidades, bajo una
condición atribuida de orfandad, para ser adoptados por familias
ajenas a nuestro pueblo, habiéndoseles perdido la pista sobre su
destino final.
Por tanto, un genocidio amparado por la República de Chile, conocido
a través de los relatos de nuestros mayores y por las crónicas de
historiadores e investigadores. Pero no reconocido en toda su
extensión por las consecuencias que él ha provocado para la
sobrevivencia de nuestra etnia. Hoy nos encontramos recluidos en
Puerto Edén, la que consideramos el centro capital de nuestro
territorio. Allí se encuentra y hemos preservado nuestra cultura y,
con esfuerzo poco comprendido, las bases materiales de ella.
El derecho de gentes ampara nuestros derechos y a ello quisiera
referirme ahora.
Para nosotros hoy es claro que el derecho internacional nos reconoce
derechos como pueblo originario y como minoría en el Estado
chileno. Ese reconocimiento goza en Chile de rango constitucional y,
por lo tanto, no puede ser desconocido ni por la ley ni por la
actividad regulatoria de las autoridades, en ninguna de sus formas.
Nadie puede atribuirse mayores derechos que los que la constitución
chilena les otorga, ni puede desconocer ni derogar normas que
tienen rango de derechos humanos básicos.
26. El derecho internacional ampara las bases materiales e
inmateriales de la cultura Kawésqar. Esto implica que, cuando el
8. artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del
cual es parte Chile desde el año (1989), reconoce a las minorías el
ejercicio de su cultura, lo hace en ambas dimensiones. Como lo ha
reconocido y declarado en múltiples ocasiones el Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas. Para el Comité, la protección de la
identidad de una población originaria implica, no la indiferencia del
Estado, sino al contrario, el despliegue de actividades positivas para
protegerla, removiendo los obstáculos que impidan su ejercicio. Para
el Comité, además, tal identidad se manifiesta no sólo a través del
idioma o la religión, sino en el uso de los recursos, y ha mencionado
expresamente entre ellos la pesca y la caza, y el derecho a vivir en
reservas protegidas por la ley.
Esto implica que, para el pueblo Kawésqar, el derecho a acceder a
los recursos marinos y terrestres se encuentra jurídicamente
protegido, y corresponde que el Estado de Chile y sus autoridades lo
respeten y lo promuevan efectivamente.
Recuerdo además, ante ustedes, que cuando el Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas le ha correspondido conocer de
casos similares a los del pueblo Kawésqar, ha dejado en claro tres
cuestiones básicas respecto de los derechos de los pueblos
originarios costeros: a) que la pesca marítima se encuentra
protegida dentro del artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; b) que hay leyes que pueden
interferir en el ejercicio de los derechos que emanan de este artículo;
c) que sólo un proceso de participación amplio e informado por parte
de las comunidades afectadas puede autorizar el establecimiento de
regulaciones a los derechos que emanan del mismo artículo, pero sin
que se pueda llegar una derogación de esos derechos.
Por otra parte, el Convenio N° 169 de la Organización Internacional
del Trabajo reafirma nuestros derechos como pueblo costero. De
especial importancia es la concepción del territorio contenida en su
artículo 13. En él se conjugan tres elementos. En primer lugar, se
señala un mandato para los Gobiernos, en el sentido que ellos, al
aplicar el Convenio, deben respetar la importancia especial que las
tierras y territorios tienen para las culturas y valores espirituales de
los pueblos interesados. Es decir, éste es un mandato que abarca
todas las actuaciones de esos Gobiernos, en sus diversas
manifestaciones. En segundo lugar, destaca la diferencia y, al mismo
tiempo, la complementación de las dimensiones de tierra y territorio.
Conforme al Convenio, el territorio comprende la totalidad del hábitat
de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de
alguna otra manera. Así, la protección que ofrece esta disposición
excedería el puro marco terrestre y debería extenderse a todo el
medio que es utilizado por esos pueblos. Ello incluiría, entre otras
9. dimensiones del territorio, a las aguas, los mares y sus recursos.
Entendemos, asimismo, que los pueblos costeros disponemos de un
derecho especial de consulta, previsto en el derecho internacional
vigente.
Tenemos un derecho especial de consulta que se suma al derecho
general de consulta del artículo 6 del mismo Convenio. Por ende, un
doble derecho que asiste a la comunidad Kawésqar residente en
Puerto Edén, que desarrolla sus medios de vida en ese binomio de
mar y tierra, y que ha desarrollado prácticas ancestrales de uso de
los recursos de una y otra dimensión de nuestro territorio.
Un doble derecho de consulta que debe cumplir con los mismos
estándares mínimos que el Comité de Expertos de la OIT ha
establecido para la implementación del artículo 6 del Convenio. Es
decir, debe tratarse de una consulta previa, informada y dirigida de
buena fe a obtener el consentimiento. No se trata, por lo tanto, de
un mero derecho de ratificación, dado que la consulta debe permitir
incidir en la aplicación de la medida en cuestión y evaluar
debidamente su incidencia social, espiritual y cultural, así como
sobre el medio ambiente y su protección. La misma Corte Suprema
de Justicia chilena se ha ido ordenando en torno a esas mismas
premisas. Casos de particular preocupación en el contexto descrito.
Por eso es que nos preocupan las acciones que ha venido impulsando
el Gobierno de Chile y que afectan directamente a los derechos de la
comunidad Kawésqar residente en Puerto Edén.
Podemos mencionar, en primer lugar, la Zonificación del Borde
Costero de la Región de Magallanes y la Antártica chilena, que se
realizó sin ninguna consulta previa, informada, específica y dirigida
de buena fe a lograr consentimiento con la comunidad. Eso ha
implicado que hoy se hayan declarado Áreas Aptas para la
Acuicultura en territorio Kawésqar, con invasión de nuestros
derechos culturales, tanto materiales como inmateriales. Se ha
informado por la autoridad política de Chile que debería procederse a
una consulta con las comunidades de pueblos originarios. Con todo,
esto mismo llama la atención porque: a) reconoce que no ha habido
consulta previa; b) pretende realizar una consulta posterior, lo que
transgrede las normas del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, así
como el Convenio N° 169, llevando a que las normas de zonificación
y de declaración de aptitud de las áreas de acuicultura se encuentren
en una condición de nulidad que buscaremos hacer efectiva.
Se han venido argumentando verdaderas falacias para justificar la
ausencia de consulta previa; y ni qué decir de la consulta y
10. participación en el manejo de los recursos costeros y marinos.
Olvida, de hecho, el Gobierno de Chile que no puede argumentar
razones de derecho interno para incumplir compromisos
internacionales. Pero en eso está. Incumpliendo.
Los integrantes de la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén nos
encontramos, por ello, seriamente preocupados por los anuncios de
una instalación masiva de centros de acuicultura intensiva para el
cultivo de salmones en nuestro territorio. Ya conocemos los
desastrosos resultados que un proceso similar a éste tuvo en la
región de Los Lagos, y los perniciosos efectos sobre las comunidades
Huilliche de esa región. Una actividad que explota el medio ambiente
hasta la saciedad, ensucia hasta el hartazgo, degrada el medio social
y cultural y cuando enfrenta crisis sanitarias o ambientales, termina
recurriendo al propio Estado para que los salve de la bancarrota. No
queremos eso para nuestro territorio.
Estamos, asimismo, preocupados por recuperar nuestros derechos
pesqueros y a la zona costera. A recuperar nuestra identidad en esta
Era de los Pueblos. A revertir la diáspora y a poblar de esperanza ese
espacio que es nuestro territorio. Pero sosteniblemente. No a punta
de industrialización enajenada.
Hoy estamos dispuestos a luchar en todos los foros, nacionales e
internacionales para el respeto de nuestra cultura material que es
parte de nuestra visión del mundo, y de nuestra cultura inmaterial.
Ambas de una riqueza enorme, a pesar de las apariencias de
sobriedad que ellas tienen. Queremos, como ya hemos dicho en
otras instancias, hacer visible que bajo lo simple se encuentra
frecuentemente la mayor de las riquezas; y que en el borde de este
país y del Planeta sobrevive un pueblo que reclama dignidad y
reconocimiento.
Muchas gracias.
http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=8798472808580101957
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enviado por joseventurelli@gmail.com
http://derechoshumanosyjusticiaparatodos.blogspot.com/2013/03/el
-pueblo-kawescar-lucha-por-sobrevivir.html
La sobrevida de esta etnia es una responsabilidad de todos y de cada
uno.
José Venturelli, Pediatra
Vocero del Secretariado Exterior de la Comisión Ética Contra la
Tortura (Chile)
Vocero Internacional del Departamento de Derechos Humanos del