Este documento contiene citas y enseñanzas espirituales de Padre Pío sobre vivir una vida devota a Dios a través del amor, la humildad, la oración, la aceptación del sufrimiento y permanecer cerca de Cristo. Padre Pío enfatiza la importancia de cultivar la dulzura hacia los demás y la humildad ante Dios, aprovechar el tiempo para hacer el bien, confiar en Dios y aceptar su voluntad.
2. ¡Bendigo a Dios, que por su gracia,
otorga santos sentimientos!
Me siento devorado
por el amor a Dios
y el amor por el
prójimo.
Dios está siempre presente
en mi mente, y lo llevo
impreso
en mi corazón.
Nunca lo pierdo de vista.
Es necesario cultivar con solidez
estas dos virtudes:
la dulzura con el prójimo
y la santa humildad con
Dios.
3. Sé dócil a los impulsos de la gracia,
secundando sus inspiraciones
y sus llamadas.
No te avergüences de Cristo
y de su doctrina.
En todos los acontecimientos ,
aprende a reconocer y a adorar
la voluntad de Dios.
Busquemos servir al Señor
con todo el corazón y
con toda la voluntad.
Nos dará siempre mucho más
de lo que merecemos.
Las cosas humanas necesitan
ser conocidas para ser amadas;
las divinas necesitan ser amadas
para ser conocidas.
4. ¡Oh, qué precioso es el tiempo!
Felices los que saben aprovecharlo.
¡Oh, si todos llegasen a comprender
el valor del tiempo!
¡Seguro que se esforzarían por usarlo
de forma!
Deberemos dar cuenta rigurosísima
de cada minuto, de cada actuación
de la gracia, de cada santa
inspiración,
de cada ocasión
que se nos presentaba de hacer el bien.
Hagamos el bien mientras disponemos
del tiempo, y daremos gloria a nuestro
Padre del cielo, nos santificaremos a
nosotros mismos, y daremos buen
ejemplo a los demás.
¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!
5. No lo olvidéis:
“El eje de la perfección es el amor.”
Quien está centrado en el amor,
vive en Dios, porque Dios es
Amor, como lo dice el Apóstol.
El corazón de nuestro divino Maestro
no conoce más que la ley del amor,
la dulzura y la humildad.
Poned vuestra confianza en la divina
bondad de Dios, y estad seguros
de que la tierra y el cielo
fallarán antes que la protección de
vuestro Salvador.
Caminad sencillamente por la senda
del Señor, no os torturéis el espíritu.
6. La oración
es la mejor arma que tenemos;
es la llave al corazón de Dios.
Debes hablarle a Jesús,
no solo con tus labios
sino con tu corazón.
En realidad, en algunas ocasiones
debes hablarle solo con el corazón…
Cuanto más te vacíes de ti mismo,
es decir, de tu amor propio
y de toda atadura carnal,
entrando en la santa humildad,
más lo comunicará Dios a tu corazón.
Ama el silencio,
porque en el mucho hablar
hay siempre algo de culpa.
7. Mantente en el retiro
cuanto te sea posible,
porque en el retiro el Señor habla
al alma libremente
y el alma está en mejor situación
para escuchar su voz.
Reduce tus visitas
y sopórtalas cristianamente
cuando te las hagan a ti.
A Dios se le busca en los libros,
se le encuentra en la meditación.
Siempre humíllense amorosamente
ante Dios y ante los hombres.
Porque Dios le habla a aquellos que
son verdaderamente humildes
de corazón,
y los enriquece con grandes dones.
8. Casi todos vienen a mí
para que les alivie la Cruz;
son muy pocos los que
se me acercan para que les enseñe
a llevarla.
En todo pobre está Jesús agonizante;
en todo enfermo está Jesús
sufriente; en todo enfermo pobre
está Jesús dos veces presente.
La murmuración me da náuseas.
Tenemos tantos defectos
que criticarnos a nosotros mismos.
¿Por qué perder tiempo
en lo de los hermanos?
9. Para crecer, necesitamos del pan básico:
la cruz, la humillación, las pruebas
y las negaciones.
Los ángeles sólo nos tienen envidia
por una cosa: ellos no pueden sufrir
por Dios.
Sólo el sufrimiento nos permite decir
con toda seguridad:
“Dios mío, mirad cómo os amo.”
El sufrimiento de los males físicos y
morales es la ofrenda más digna
que puedes hacer a aquel
que nos ha salvado sufriendo.
Acepta todo dolor e incomprensión y
así te perfeccionarás y te santificarás.
10. El demonio
es como perro encadenado;
si uno se mantiene a distancia de él,
no será mordido.
Las tentaciones contra la fe y
la pureza son mercancía
que ofrece el enemigo;
pero no hay que tenerle miedo
sino despreciarlo.
11. La caridad es la reina de las virtudes.
Como el hilo entrelaza las perlas,
así la caridad a las otras virtudes;
cuando se rompe el hilo caen las
perlas.
Por eso cuando falta la caridad,
las virtudes se pierden.
La caridad es la medida
con la que el Señor nos juzgará a
todos.
La humildad y la caridad
van de la mano.
La primera glorifica,
la otra santifica.
12. Mantente siempre con alegría
en paz con tu conciencia,
dándote cuenta de
que estás al servicio
de un Padre infinitamente bueno,
que, impulsado sólo por su ternura,
desciende hasta su criatura
para elevarla y transformarla en él,
su Creador.
Y huye de la tristeza,
porque ésta entra en los corazones
que están apegados a las cosas
mundanas.
13. Es difícil hacerse santos…
Difícil pero no imposible.
El camino de la perfección es largo,
como es larga la vida de cada uno.
El consuelo es el descanso en el camino;
pero, apenas recuperados,
hay que levantarse con solicitud y
reemprender la carrera.
La palma de la gloria está reservada
para el que combate con valentía
hasta el fin.
Comencemos, pues, este año,
nuestro santo combate.
Dios nos asistirá y nos coronará
con un triunfo eterno.
14. Al final de los tiempos me pondré
en la puerta del paraíso
y no entraré
hasta que no haya entrado
el último de mis hijos.
La escalera al cielo:
Sin obediencia no hay virtud.
Sin virtud no hay bien.
Sin bien no hay amor.
Sin amor no hay Dios.
Y sin Dios no hay Paraíso.
15. Quédate Conmigo
Quédate conmigo, oh Jesús,
pues necesito tenerte presente
para no olvidarte.
Tú sabes con cuanta facilidad te olvido.
Quédate conmigo, oh Jesús,
porque soy débil y necesito Tu
fuerza, para no caer tan a menudo.
Quédate conmigo, oh Jesús,
porque Tú eres mi vida y sin Ti
no tengo fervor.
Quédate conmigo, oh Jesús,
porque Tú eres mi luz, y sin Ti
estoy en la oscuridad.
16. Quédate conmigo, oh Jesús,
para que me muestres
cuál es Tu Voluntad.
Quédate conmigo, oh Jesús,
para que yo pueda oír Tu voz
y seguirte.
Quédate conmigo, oh Jesús,
porque deseo amarte mucho
y estar siempre contigo.
Quédate conmigo, oh Jesús,
si deseas que te sea fiel.
Quédate conmigo, oh Jesús,
porque, pobre como es mi alma
deseo que sea un lugar de
consuelo para Ti… un nido de amor.
17. Quédate conmigo, Oh Jesús,
porque solo a Ti, te busco
Tu Amor, Tu Gracia,
Tu Corazón, Tu Espíritu,
porque te amo y no pido más
recompensa que la de amarte
más y más.
Con un amor firme, te amaré
con todo mi corazón mientras
viva
y seguiré amándote
por toda la
eternidad.
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