1. Entrar en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio es esencial para recibir el grado de
gloria más alto del reino celestial (véase D. y C. 131:1–4). Una de las decisiones más
importantes que jamás tomaremos es la de elegir a un compañero eterno, y tan importante
como encontrar al compañero adecuado, es serlo uno mismo. Atrae a otras personas con
valores, intereses, deseos y metas similares. Dado que el compromiso entre los cónyuges tiene
una naturaleza eterna, es esencial buscar y recibir la guía divina al respecto. “La Familia: Una
proclamación para el mundo” ofrece orientación sobre cómo elegir y ser un compañero eterno.
Al abordar el tema del matrimonio eterno, tenga en cuenta que hay muchas personas justas,
especialmente hermanas, que aún no han tenido la oportunidad de disfrutar de las bendiciones
del matrimonio. Los efectos del fracaso matrimonial o que estén pasando por problemas en su
matrimonio actual. Si bien el matrimonio es un requisito para alcanzar el grado más alto del
reino celestial, sea considerado con lo sentimientos de sus alumnos.
2. Un matrimonio logra florecer cuando esposo y esposa comparten valores e
intereses similares.
3.
4. “He advertido a la juventud de los peligros que existen en el matrimonio entre
personas de religiones diferentes , y con toda la fuerza de mi ser he amonestado a
los jóvenes de evitar el dolor y la decepción que resultan de casarse fuera de la
Iglesia, así como para evitarles encontrarse en las situaciones infelices que, casi sin
excepción, ocurren cuando un creyente se casa con un cónyuge que no comparte
sus creencias. He indicado que la Iglesia exige a sus miembros que sacrifiquen su
tiempo, sus fuerzas y sus fondos; que la fortaleza de los vínculos espirituales
aumenta tras el casamiento y con la llegada de los hijos; que el surgimiento del
antagonismo es natural cuando las partes del matrimonio son así de disparejas; que
estas razones, al igual que muchas otras, presentan evidencia clara a favor del
matrimonio entre miembros de la Iglesia ya que marido y mujer comparten
antecedentes, ideales, normas, creencias, esperanzas, metas y, ante todo, el que
esos matrimonios puedan ser eternos por medio de asistir rectamente al santo
templo...
“...Recomendamos que las personas se casen con individuos que tengan más o
menos el mismo nivel económico, social y educativo (no todos esos requisitos son
esenciales, sino preferibles), pero ante todo y sin lugar a duda, que tengan la misma
formación religiosa” (véase “Marriage and Divorce”, 1976 Devotional Speeches of
the Year, 1977, págs. 142–144; véase El matrimonio eterno: Manual para el alumno,
págs. 270–271).
Spencer W. Kimball
5. “Cuando los jóvenes me consultan por asuntos de noviazgos y matrimonios,
por lo general les sugiero que se hagan las siguientes preguntas:
“¿Qué clase de madre o padre quiero que tengan mis hijos?
“¿Qué clase de madre o padre estoy preparado para ser?
“¿Quiero relacionarme con alguien solamente por su popularidad, o busco
sus valores espirituales y morales?
“¿Analizo las similitudes y las deferencias que hay entre nosotros,
relacionadas con el ambiente en que fuimos criados, la cultura y el
intelecto?
“¿Estoy preparado para ajustarme a esas diferencias?
“¿Comprendo que esos ajustes se deben hacer antes del casamiento?
“Esas circunstancias nos ayudan a elegir la persona apropiada con la cual
vamos a vivir en la eternidad. Después del matrimonio, hay muchas
responsabilidades que no deben descuidar; pero si cada cónyuge hace su
parte, no habrá nada en esta vida que le dé mayor satisfacción y felicidad”
(véase “Por esta vida y la eternidad”, Liahona, julio de 1980, pág. 26).
N. Eldon Tanner
6. “Las diferencias religiosas se cuentan entre las
más duras e insalvables de todas”
(“Unidad en el matrimonio”, Liahona, octubre de 2002, pág. 41)
7. Debemos prepararnos para ser los
mejores compañeros posibles
“Al seleccionar a un compañero,
no esperen la perfección”
Ezra Taft Benson
“Aunque la mayoría de nuestros jóvenes tratan con toda
diligencia y devoción de encontrar una persona con la cual
la vida pueda ser más compatible y hermosa, también es
cierto que casi todo buen hombre y toda buena mujer
podrían tener felicidad y éxito en el matrimonio si ambos
estuvieran dispuestos a pagar el precio”
(“Unidad en el matrimonio”, Liahona, octubre de 2002, pág. 38).
8. Debemos buscar la confirmación del Señor al elegir la
persona con quien vamos a casarnos.
• ¿Cómo se elige al cónyuge?
• ¿Por qué no deben limitarse a orar y pedirle al Señor que les muestre con
quién casarse?
“Debemos buscar la confirmación del Señor al elegir la persona con quien vamos a
casarnos”
9. La proclamación sobre la familia es una guía para aquilatar nuestra
actitud y la de nuestro futuro cónyuge
“Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los
Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos
de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el
matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por
Dios y que la familia es la parte central del plan del
Creador para el destino eterno de Sus hijos”.
“Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son
creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo
o hija espiritual de padres celestiales... El ser hombre o
mujer es una característica esencial de la identidad y el
propósito eternos de los seres humanos en la vida
premortal, mortal y eterna”.
“Las ordenanzas y los convenios sagrados
disponibles en los santos templos permiten que las
personas regresen a la presencia de Dios y que las
familias sean unidas eternamente”.
“Declaramos que el mandamiento que Dios dio a
Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra
permanece inalterable. También declaramos que
Dios ha mandado que los sagrados poderes de la
procreación se deben utilizar sólo entre el hombre y
la mujer legítimamente casados, como esposo y
esposa”.
“Afirmamos la santidad de la vida y su importancia
en el plan eterno de Dios”.
“Hay más posibilidades de lograr la felicidad en la
vida familiar cuando se basa en las enseñanzas del
Señor Jesucristo”.
10. “Al mirar hacia el futuro, veo poco de qué entusiasmarme con respecto a la familia tanto en
los Estados Unidos como en el mundo. Las drogas y el alcohol están causando grandes
estragos que no parecen disminuir. El lenguaje áspero del uno para con el otro, la indiferencia
ante las necesidades ajenas, todo parece ir en aumento. Hay tanto abuso infantil; hay tanto
abuso del cónyuge; el creciente abuso de los ancianos, todo esto seguirá sucediendo y
empeorará a menos que exista un reconocimiento serio, una convicción fuerte y ferviente con
respecto al hecho de que la familia es un instrumento del Todopoderoso. Es Su creación; es
también la unidad básica de la sociedad.
“Levanto una voz de amonestación a nuestro pueblo. Nos hemos acercado demasiado a la
forma de ser de nuestra sociedad en este asunto. Por supuesto que hay buenas familias; las
hay en todas partes, pero también existen muchas con problemas. Esta es una enfermedad
que tiene remedio. La receta es simple y maravillosamente eficaz: Es amor; es amor y respeto
diario claro y simple. Es una planta tierna que necesita abono, pero que vale todo el esfuerzo
que podamos ponerle.
“Ahora, para terminar, veo un maravilloso futuro en un mundo muy incierto. Si nos aferramos
a nuestros valores, si edificamos sobre nuestro legado, si caminamos en obediencia ante el
Señor, si tan sólo vivimos el Evangelio, seremos bendecidos en forma magnífica y maravillosa.
Se nos contemplará como un pueblo peculiar que ha encontrado la clave para una felicidad
peculiar” (“Miren hacia el futuro”, Liahona, enero de 1998, págs. 81–82).
Gordon B. Hinckley
11. El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse
y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos.
“Soy un firme creyente en el matrimonio y considero que es el modelo
ideal de vida entre los seres humanos; sé que fue ordenado por Dios y
que toda restricción dentro de este vínculo ha sido impuesta para
proteger nuestra propia felicidad.
“No creo que haya ningún momento mejor en toda la historia del
mundo para que una joven pareja enamorada, y con la debida edad y
preparación, piense en el matrimonio; no puede haber mejor momento,
porque ése es su momento. “Reconozco que vivimos una época
sumamente difícil. Los problemas que afrontamos repercuten
severamente en el matrimonio. “No pierdan la fe en el vínculo
matrimonial, aunque hayan experimentado la angustia de un divorcio y
todavía estén rodeados por los escombros de un matrimonio
destrozado” (véase “El valor del matrimonio”, Liahona, agosto de 1981,
pág. 19).
Boyd K. Packer
12. “Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la
rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, de enseñarles a amar y a
servirse el uno al otro, de guardar los mandamientos de Dios y de ser ciudadanos
respetuosos de la ley dondequiera que vivan”.
“Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y mantienen sobre los
principios de la fe, la oración, el arrepentimiento, el perdón, el respeto, el amor, la
compasión, el trabajo y las actividades recreativas edificantes”.
“Advertimos a las personas que violan los convenios de castidad, que abusan de su
cónyuge o de sus hijos, o que no cumplen con sus responsabilidades familiares, que un día
deberán responder ante Dios. Aún más, advertimos que la desintegración de la familia
traerá sobre el individuo, las comunidades y las naciones las calamidades predichas por los
profetas antiguos y modernos”.