Las reformas electorales en México entre 1978 y 1994 tuvieron como objetivo reconocer a más partidos políticos y darles más representación en el Congreso, aumentando la competencia electoral. Esto incluyó la creación del Instituto Federal Electoral para organizar elecciones más justas e independientes del gobierno. A pesar de las reformas, el PRI se mantuvo en el poder hasta 2000, cuando por primera vez un candidato de oposición ganó la presidencia.