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LA PRIMERA GENERACIÓN DE PINTORES ARGENTINOS
Carlos Morel (1813-1894)
Fue el primer pintor argentino nativo que forjó su cultura en nuestro medio. El artista nació en Quilmes —de
padres españoles— y cursó estudio de dibujos en la Universidad de Buenos Aires, como discípulo de José
Guth y de Pablo Caccianiga. Egresó a los dieciocho años y en 1835 comenzó su actividad al pintar miniaturas
asociado con su condiscípulo García del Molino. La labor de Morel sólo se prolongó hasta el año 1844. Hizo
litografías, retratos, cuadros costumbristas y escenas de guerra. Sensible e imaginativo y con buen sentido de
la composición puso su arte de vivo y espontáneo colorido al servicio de los temas vernáculos. Trabajó el
óleo, la litografía, la acuarela y la miniatura. Entregó al editor y litógrafo Gregorio Ibarra ocho estampas con
motivos indígenas y gauchescos, que fueron incluidos en la llamada " Serie Grande de Ibarra" (1841). Uno de
los mejor realizados se titula La Media Caña.
De regreso de un viaje al Brasil, Morel editó en la "Litografia de las Artes" un álbum también con ocho
litografías titulado Usos y costumbres del Río de la Plata. Describió las más variadas escenas campestres, la
indumentaria, los bailes, las tropas de carretas, etcétera. Sus retratos litografiados revelan gran maestría, como
puede observarse en el que reproduce la efigie del doctor Vicente López y Planes. Fue un hábil miniaturista y
en este género cabe mencionar el retrato de Juan Manuel de Rosas y su señora, doña Encarnación Ezcurra.
Los cuadros al óleo se destacan por los grandes efectos y la coloración espontánea. Cabe citar los
titulados: Carga de caballería del ejército federal y Combate de caballería en la época de Rosas.
A partir del año 1845, la labor de Morel declinó paulatinamente, afectado por una incurable demencia que
sólo le permitió —en los momentos lúcidos— llevar al lienzo algunos motivos bélicos y temas religiosos.
Murió en Quilmes, en setiembre de 1894.
Se afirma que el desequilibrio mental de Morel fue consecuencia de un trágico episodio, por cuanto presenció
el degüello de su cuñado Julián Dupuy, víctima de La Mazorca. Poco después, el artista debía correr la misma
suerte, pero la sentencia no se llevó a cabo. La angustia de estos sucesos sería la causa de la enfermedad que
debilitó la fuerza expresiva de su paleta.
Otros estudiosos niegan esos motivos como causas del trastorno mental de Morel, por cuanto sostienen que no
asistió a la ejecución de su pariente ni fue condenado a muerte por los hombres de Rosas.
Fernando García del Molino (1813-1899)
Nació en Chile de padres españoles, pero a los seis años se trasladó a Buenos Aires y siempre se declaró
argentino. Desde un comienzo mostró inclinación por el dibujo y estudió en la Universidad, en la modesta
cátedra dictada por Pablo Caccianiga. Hacia el año 1830 fue discípulo de Goulu.
Se dedicó al retrato de caballete y también a la miniatura. En sus obras trató de reproducir el carácter de los
modelos, sin importarle destacar sus fealdades o la rudeza de las expresiones. Manejó con habilidad el color,
la forma y la armonía en la distribución de los planos. Logró la confianza de Rosas y fue uno de sus
huéspedes habituales en la casa de Palermo. Lo reprodujo con su uniforme de comandante, también en la edad
madura y finalmente ya anciano, cuando Rosas se encontraba proscrito en Southamptonll. Estos trabajos son
los mejores de su producción .
García del Molino también pintó al óleo a otros personajes federales importantes de la época, hombres y
mujeres, como el caudillo Facundo Quiroga, "de feroz hermosura", el general Félix Aldao —expresivo
estudio al lápiz— y la señora Encarnación Ezcurra (esposa del Restaurador) que aparece de perfil, con el
rostro arrogante y la cabellera ceñida por un moderado peinetón y un moño rojo.
Después de la batalla de Caseros poco sabemos con respecto a la vida de este artista, llamado el pintor de la
Federación por cuanto ninguno ha igualado su abundante iconografía relativa al Restaurador.
Benjamín Franklin Rawson (1819-1871)
Nació en San Juan, hijo de un médico norteamericano. En su ciudad natal aprendió las primeras nociones de
dibujo y pintura, impartidas por el francés Amadeo Gras. Luego se trasladó a Buenos Aires donde fue
discípulo de García del Molino. Regresó a San Juan y, debido a su participación en la política, se vio obligado
a emigrar a Chile, donde habitó en la misma casa de la familia Sarmiento. Algunos afirman que en el vecino
país recibió enseñanzas de Monvoisin.
Desde el punto de vista histórico, su mejor obra es el Asesinato de Maza, donde reproduce el dramático
instante en que uno de los criminales se dispone a hundir su puñal en el pecho del anciano magistrado. El
trabajo fue pintado hacia el año 1860.
Uno de los cuadros más conocidos se titula Salvamento operado en la cordillera por el joven
Sarmiento, donde por amistad ubicó al prócer en un episodio heroico en que no participó.
El artista evoca a los unitarios sobrevivientes de la batalla de Rodeo del Medio, que fueron sorprendidos en la
cordillera por una tormenta de nieve. Recibieron socorro desde Chile y es allí donde situó a Sarmiento
repartiendo pan a los vencidos por las armas y los elementos naturales.
Inspirado en la guerra contra el Paraguay, Rawson llevó al lienzo El regreso de la Guardia Nacional. Entre
sus pocos temas religiosos merece citarse la gran tela denominada la Inmaculada Concepción. Uno de sus
buenos trabajos es el óleo que reproduce el rostro de su hermano, el doctor Guillermo Rawson.
El artista se radicó en Buenos Aires en 1856 y desde ese momento declinó su importancia. Falleció víctima de
la fiebre amarilla.
Prilidiano Paz Pueyrredón (1823-1870)
Nació en Buenos Aires, hijo del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Tenía doce años cuando fue
llevado por su familia a Francia, donde cursó estudios en París y se graduó de ingeniero. Desde un comienzo
mostró afición por la pintura, aunque poco se sabe con respecto a sus maestros en el arte. Se supone con
fundamento que encauzó su vocación en las visitas a las numerosas pinacotecas europeas y que en su
formación artística influyeron algunos maestros españoles —de la escuela goyesca—, como José Madrazo.
Cuando en 1850 regresó a Buenos Aires, ya dominaba los pinceles y entonces llevó al lienzo el retrato
de Manuelita Rosas de Terrero,magnífico óleo que ha merecido los más elogiosos juicios de la crítica.
El cuadro es de un colorido pleno y agradable. El artista representó a Manuelita de pie, vestida con un lujoso
traje de fiesta de terciopelo rojo, la cabeza ligeramente inclinada y con su mano derecha que apenas se apoya
sobre una mesa.
El rostro melancólico pero bondadoso contrasta con los acentuados timbres del conjunto. La obra ha sido
calificada como una sinfonía en rojo.
De holgada posición económica, Pueyrredón pudo dedicarse a la pintura —especialmente al retrato— en su
quinta de San Isidro. De temperamento realista, reprodujo a sus figuras con veracidad, siguiendo en esto a la
escuela clásica. Sus mejores obras las realizó con modelos del natural y es allí donde demostró sus grandes
condiciones artísticas, pues no era un imaginativo. No alcanzan igual importancia los retratos que trabajó por
encargo, con ayuda de un daguerrotipo, sin la presencia del modelo, en el caso, por ejemplo,de un difunto.
Los retratos al óleo son notables —su obra principal se ubica entre los años 1859 y 1866—y llevó al lienzo a
destacadas figuras de la sociedad porteña. Además del ya mencionado de Manuelita, cabe citar el de Juan
Martín de Pueyrredón, su padre, obra maestra que reprodujo el rostro ya anciano y enfermo del prócer y el
de Cecilia Robles de Peralta Ramos y su hijo, óleo de gran valor artístico.
Basado en la realidad y con influencia romántica, Pueyrredón también interpretó con maestría en el dibujo y
vigorosa expresión las costumbres campestres y el ambiente rural, sin olvidar los temas urbanos y típicos,
religiosos e históricos. Pueden mencionarse: Un domíngo en los suburbios de San Isidro; Lavanderas en el
bajo de Belgrano; Un alto en el campo; Recorriendo la estancia; Un patio porteño en 1850.
Al margen de su actividad pictórica, Pueyrredón ejerció su profesión de ingeniero y arquitecto. En este
aspecto, fue llamado por las autoridades para asesorar y dirigir varias obras públicas que se realizaban en
Buenos Aires, entre ellas, la remodelación de la Pirámide de Mayo, la terminación de las obras de la Catedral,
los planos del puente de Barracas, el diseño de los parques de la estancia Pereyra Iraola, proyectó la casa de
Miguel de Azcuénaga, en Olivos, hoy residencia presidencial, etc.
Pueyrredón falleció en Buenos Aires, en noviembre de 1870, a la edad de cuarenta y siete años.
del Museo
Seis son las obras de Franklin Rawson
que pertenecen al museo provincial de Bellas Artes: cinco retratos y una obra religiosa. De todas ellas, cuatro están en
exposición y dos (los retratos Señora de Durán, de 1845; y Señora de Bustos, de 1850) en vías de restauración. Las cuatro
que los sanjuaninos pueden apreciar son Familia de Cirilo Sarmiento, de 1875; Señora Paz de Laspiur, de 1845, La niña, de
1850 y La Inmaculada, de 1845. Según la directora del Museo, Virginia Agote, se está preparando una gran muestra
homenaje al pintor sanjuanino para el 2012.
EL SEÑOR DEL MUSEO
PRECURSOR DE LA PLÁSTICA ARGENTINA, A ESTE PINTOR SANJUANINO TRIBUTA EL MUSEO PROVINCIAL DE BELLAS ARTES,
QUE HOY CUMPLE 75 AÑOS.
Hoy se celebran 75 años de la creación del Museo Provincial de Bellas Artes, que desde 1938 (y por iniciativa de Alfredo
Martín Palma, miembro de la antigua Comisión Provincial de Bellas Artes) lleva el nombre del primer artista plástico
sanjuanino que trascendió las fronteras de la provincia; y de quien en marzo pasado se cumplieron 140 años de su
fallecimiento, en Buenos Aires, apenas con 51 años: Benjamín Franklin Rawson. Precursor, como no dudan en catalogarlo
quienes han ahondado en su vida y obra, no sólo puso a San Juan en el mapa artístico nacional, sino que fue uno de los
propulsores de la plástica del siglo XIX, junto a nombres resonantes como Prilidiano Pueyrredón, Fernando García del
Molino y Carlos Morel.
Hijo mayor del médico estadounidense Amán Rawson y Justina Rojo y Frías; y hermano del médico y político Guillermo
Rawson, protagonizó el movimiento plástico local promovido por la Sociedad Dramático Filarmónica creada por Domingo
Faustino Sarmiento, quien se convertiría en su gran amigo e impulsaría su carrera en Buenos Aires; con quien compartió
exilio en Chile y a quien incluyó en sus obras de hondo compromiso socio-político, que las tuvo, y varias (como Salvamento
en la cordillera, El paso de Los Andes y Asesinato de Manuel Vicente Maza, por citar algunas), si bien no son las que
atesora el museo local, que posee cinco retratos y una obra religiosa. Fue justamente su aguda capacidad de observación,
su maestría para plasmar detalles y su prolífica producción lo que le dio, justamente, su bien ganada fama de retratista.
Faceta bien rentada en la época (estaba focalizada especialmente a sectores acomodados), que perfeccionó cuando a los
18 su padre lo envió a Buenos Aires para estudiar con Del Molino; y con a que no sólo reflejaba características personales,
sino también de época, a través del vestuario, el mobiliario, los usos y costumbres.
Culminado su perfeccionamiento en la gran urbe, regresó a la provincia, pero sobre 1842, la turbulencia política y su
amistad con Sarmiento determinaron su viaje al país trasandino. Tal como citó el ex Presidente en Recuerdos de Provincia,
habitó la morada de Domingo Faustino y compartió con su hermana Procesa las lecciones brindadas por el francés Augusto
Monvoisin, fuerte influencia.
Casado con Paz Mendieta (con quien tuvo un único hijo que falleció en la infancia), tras la vuelta a sus pagos y una fugaz
participación en la política, volvió a Buenos Aires, donde en 1856 organizó una muestra y siguió trabando lazos con sus
contemporáneos, nacionales y foráneos que recalaban en Argentina. Algunos historiadores dicen que por entonces, con el
surgimiento del daguerrotipo (que hizo mella en los retratistas) comenzó a perder presencia, aunque no todos coinciden con
esta apreciación.
Dedicado por completo al arte, 15 días antes de cumplir los 52 años (el 14 de marzo de 1871), se convirtió en una de las
casi 14 mil víctimas de la fiebre amarilla que asoló Buenos Aires; dejando un legado de más de 300 obras, repartidas entre
colecciones públicas y privadas, en el país y también en el extranjero.
Fuente diario de cuyo.com
No se dispone de una resolución más alta.
Salvamento_en_la_Cordillera_(Rawson).jpg (200 × 200 píxeles; tamaño de archivo: 13 KB; tipo MIME: image/jpeg)
Este es un archivo de Wikimedia Commons, un depósito de contenido libre hospedado por la Fundación Wikimedia.
Más abajo se reproduce su página de descripción con la información sobre su origen y licencia.
[editar]Sumario
Descripción English: Salvamento en la Cordillera, painting of B. F. Rawson.
Español: Salvamento en la Cordillera, pintura de Benjamín Franklin Rawson.
Fecha 1855
Fuente Arte al día
Autor Benjamín Franklin Rawson (1819 - 1871)
[editar]Licencia
La obra bidimensional de esta imagen forma parte del dominio público mundial en razón de la fecha de muerte de su autor, o de su fecha de publicación
(vea abajo):
Como ocurre con la mayoría de los retratos, el que Prilidiano Pueyrredón pintó de Manuela de Rosas y Ezcurra (1817-1898)
obedeció a un encargo. Un grupo de ciudadanos quiso agasajar al Restaurador con un retrato de su hija que hasta
entonces no había sido retratada por un pintor. Una comisión integrada por Luis Dorrego, Juan Nepomuceno Terrero y
Gervasio Ortiz de Rosas, con la supervisión del mismo Rosas, convino los detalles del cuadro.
Se eligió a Prilidiano Pueyrredón para realizarlo. Ya había pintado un retrato de su padre, Juan Martín de Pueyrredón,
fallecido en marzo de 1850. La ocasión para hacer público el agasajo sería el acto de homenaje a Manuelita que se haría en
el teatro Coliseo, en octubre de 1851.
Los Pueyrredón habían regresado de París en 1849, luego de una estada de cinco años. Prilidiano poseía para entonces
una sólida formación como pintor, además de estudios de arquitectura. En 1851 lo encontramos, precisamente, proyectando
la chacra Los Olivos, que con sucesivas remodelaciones sería la actual residencia presidencial.
Manuelita tenía por entonces 34 años y había sido compañera de juegos infantiles de Prilidiano, que en el momento de
hacer el retrato tenía 27. Se conocían bien. La citada comisión determinó, luego de algunos cabildeos, que el retrato sería
con la figura de Manuelita de pie. El traje debía ser rojo, según la divisa federal, y tanto la postura como la expresión del
rostro tenían que exaltar su bondad y la dignidad de su rango.
Luego de conocer estos requisitos, el artista solicita autorización para colocar encajes blancos en el vestido con el fin de
resolver plásticamente mediante contrastes la majestuosidad de la figura. Los pormenores del encargo los conocemos por
el relato de José Mármol aparecido el 6 de octubre de 1851 en La Semana de Montevideo (ciudad en la que el escritor
estaba exiliado).
El artista desarrolla una magnífica distribución del color, utilizando una gama de rojos que logra una verdadera sinfonía:
abarca la figura, el cortinado, la alfombra, el sillón y las flores junto con el dorado para maderas y pasamanería, el marfil de
los encajes y un fondo en gama verdosa. Crea, así, un clima adecuado para su representación que también posee
elementos simbólicos. La expresión risueña del rostro y la mano derecha apoyada en un papel blanco (que se interpretaba
como una carta para su tatita, según el papel de intercesora) completan un cuadro de apreciables dimensiones.
Este óleo, excepcional exponente de la iconografía pictórica argentina, perteneció al Museo Histórico Nacional. Pero en
1932 el crítico José León Pagano publicó un artículo en el suplemento Literario de La Nacion en el que se valorizaba por
primera vez a Prilidiano Pueyrredón como uno de nuestros grandes artistas. Luego de esta intervención, el cuadro fue
trasladado al Museo Nacional de Bellas Artes, donde hoy lo podemos ver.
El autor es director del Departamento de Arte y Cultura de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Ex director
del Museo Nacional de Bellas Artes. Miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.
PRILIDIANO PUEYRREDÓN
(1823-1870) arquitecto, ingeniero y urbanista. Fue uno de los pintores argentinos más notables del siglo XIX; buscó
perpetuar las tradiciones de la zona rioplatense y las costumbres de sus contemporáneos.
DATOS ÚTILES
Año: 1851
Técnica: óleo sobre tela
Medidas: 199 cm x 166 cm
Dónde encontrarlo: Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), Avda. del Libertador 1473; 4803-8814
.
Carlos Morel, el primer pintor argentino
Posted by Claudio Goldini at 7 Feb 2007, 11:09 PM
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Carlos Morel (1813-1894) Pintor y litógrafo argentino nació en Buenos Aires el 12 de Febrero de 1813 y murió en
Quilmes el 10 de Septiembre de 1894.
Su padre, José María Morel y Pérez era un rico comerciante español, su madre, Juliana Miró, hija de un funcionario de la Real Renta
de Tabacos. En 1825, cuando contaba doce años, falleció su pare y su desaparición incide decisivamente en las posibilidades futuras
del hogar y obliga a los dos hijos varones, Estanislao y Carlos, a incorporarse tempranamente a los negocios paternos. Ambos
hermanos resuelven emprender el estudio del dibujo en la rudimentaria escuela dependiente de la Universidad, a cargo del suizo José
Güth y el italiano Pablo Caccianiga. Estanislao abandona muy pronto el estudio, pero Carlos sigue regularmente los cursos que se
prolongan hasta 1831.
Fueron condiscípulos suyos en ese período, Fernando García del Molino, Ignacio Baz y Eustaquio Carrandi, quienes se habrían de
destacar como pintores en los años subsiguientes. En el año 1830 su madre contrajo segundas nupcias con el artista italiano
Cayetano Descalzi, notable retratista, autor del magnífico retrato de Rosas, grabado por Lemercier en París en 1844.
Morel recibió lecciones de su padrastro antes de la separación de Descalzi, por desarmonía conyugal, que llevaron a un expediente de
divorcio promovido en 1838 por la madre de Morel.
Hasta 1834 vivió dedicado al comercio: en 1835-36 realizó los retratos de Vicente Corvalán y Rosas y su esposa Encarnación Ezcurra,
en colaboración con su antiguo compañero de la Escuela de Dibujo de la Universidad, Fernando García del Molino. Ese mismo año de
1836 hizo su primer trabajo litográfico conocido, El Descendimiento.
Su nombre trasciende ya el medio y Marcos Sastre, en su recordado discurso de inauguración del Salón Literario, en 1837, pronuncia
su nombre junto a los de Fernando García del Molino, Marcelino Saint Arroman y Antonio Somellera, expresando que "de todos estos
se gloriará algún día la nación". En el año 1841 colabora en la confección del magnífico álbum Recuerdo del Río de la Plata, editado
por Carlos Enrique Pellegrini en la Litografía de las Artes. Realizó un viaje a Río de Janeiro en 1842 permaneciendo dos años en
aquella ciudad. De regreso en Buenos Aires en junio de 1844 publicó su álbum Usos y Costumbres del Río de la Plata, también
impreson en la Litgrafía de las Artes.
De esta obra se realizaron dos ediciones: la nombrada en 1844, y una segunda en el siguiente año, integradas ambas por portada y
diez hojas en folio mayor. Contiene los siguientes motivos:El cielito, Puertas del cementerio, Peones troperos, Vista de una casa sobre
el río, Las lavanderas, El tambo, El lazo, La carreta, Parada de tropa, La partida, El camino, Carga de Mendoza, El pastoreo, El ombú,
Coraceros, Caballo espantado, Caballería.
Este trabajo, notable exponente de su labor como litógrafo, ha sido motivo de frecuentes reproducciones para ilustrar artículos sobre
temas folklóricos, históricos y costumbristas. En sus simpáticas escenas, plenas de humanidad, surge toda una galería de tipos
porteños de la época: soldados, aguateros, lavanderas, gauchos, etc.
En esos años un suceso trágico conmueve hondamente la sensibilidad del artista, Julián Durpuy, casado con su hermana Indalecia
Morel, es bárbaramente asesinado por los sicarios de la tiranía rosista. A partir de 1844 solo produce obras de mérito muy relativo,
copias en su mayor parte; su paleta ha perdido la fuerza expresiva de otros tiempos. Desde esa fecha y hasta 1870 no hay detalles
de su vida; se lo supone radicado en Quilmes, en el hogar de su hermana Indalecia, y una guía comercial de 1870 lo menciona como
fotógrafo en aquella ciudad. Es sabido que el daguerrotipo y la fotografía desplazaron, al menos parcialmente, a los retratistas al óleo,
obligando a muchos artistas a dedicarse a la fotografía.
Disminuida considerablemente su personalidad por el trastorno mental que le ocasionó la horrible muerte de su cuñado, pasa sus
últimos años entregado a la pintura por lo general de motivos religiosos, a trabajos de bordado y a la lectura de libros y periódicos
que llegan a su casa.
Cultivó la música con acierto, y sus ejecuciones en el violín hasta avanzada edad, permiten suponer un intenso aprendizaje.
En 1877 realiza un retablo para la iglesia de Quilmes, trabajo elogiado por el diario local "El Quilmero", que expresa en un artículo los
sucesos familiares que decidieron al artista a hacer abandono de los pinceles durante muchos años.
Vivió así sus últimos años, rodeado por el afecto de sus sobrinos, falleciendo a los 81 años, siendo sepultado en el cementerio de
Quilmes.
Su paleta y su caja de pinturas se conservan en el museo local.
Morel es, cronológicamente considerado, el primer pintor argentino.
Fue el primer artista nacional que dejó una obra de apreciable valor artístico, dentro de las limitaciones impuestas por el medio que
desarrolló su actividad. Pintó al óleo, a la acuarela, dibujó y litografió, abordando todos los géneros: el retrato, los temas religiosos, el
paisaje, la pintura de costumbres, la pintura de historia, con hábil composición y fino colorido. Aventajó a sus contemporáneos en la
forma que interpretó nuestras escenas de costumbres: el no captó nuestros usos ni pintó nuestras ciudades y paisajes como lo hacían
los viajeros que buscaban generalmente lo exótico de estas escenas, sino que interpretó con los ojos del alma y del intelecto fundidos
en su pasión de artista sincero.
Carlos Morel, Soldado Colorado de Rosas, 1835
Carlos More, Combate de Caballería
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Cándido López (1840-1902).
por Marcelo E. Pacheco
Estos contenidos fueron extraídos del libro "Cándido López"
Ediciones Banco Velox.
Autorretrato, 1858
En el panorama del arte argentino del siglo XIX Cándido López {1840-1902) ocupó un
lugar marginal: no participó de las características generales de sus contemporáneos y
su carrera como pintor se desarrolló fuera de los circuitos habituales.
Su incorporación a la historia del arte local ocurrió tardíamente, durante los años
cuarenta, por la acción del crítico de arte más influyente de aquel momento, José León
Pagano, que lo incluyó en su libro "El arte de los argentinos" y escribió la primera
monografía dedicada al pintor. Sin embargo, el proceso de aceptación fue muy lento.
En 1963 los descendientes del pintor ofrecieron al Museo Nacional de Bellas Artes la
donación de un conjunto excepcional de sus cuadros de batallas, pintados entre 1891 y
1902, y su Autorretrato de 1858. La donación fue aceptada cinco años después y
presentada al público en 1971, en la primera exposición dedicada a Cándido López por
un museo de bellas artes. Hasta ese momento López había ocupado una sala en el
Museo Histórico Nacional como el pintor-cronista de la Guerra del Paraguay y su obra
había sido considerada sólo por su valor documental.
Después de la muestra del Museo Nacional de Bellas Artes el interés por su obra
cambió y la recepción de sus trabajos mostró un giro sustancial, haciendo evidente las
variaciones que pueden sufrir la escritura y las consideraciones de una disciplina como
la historia del arte.
Naturaleza muerta, 1888
Cándido López nació en Buenos Aires en 1840. Pertenece a una generación de artistas
que después de estudiar pintura en Buenos Aires, generalmente en el taller de algún
pintor europeo, obtenían becas para perfeccionar sus estudios en Italia. En el caso de
López, sin embargo, el viaje europeo nunca se concretó, aunque hubo algún proyecto,
y en cambio desarrolló una temprana carrera como pintor y fotógrafo retratista. Había
estudiado con el argentino Carlos Descalzo, retratista y fotógrafo del que se conocen
muy pocos datos, para pasar luego por el taller del italiano Baldasarre Verazzi, pintor y
muralista, que había llegado a la Argentina en 1853. Durante los años sesenta conoció
la obra de Ignacio Manzoni, otro artista italiano que vivió en nuestro país, y copió
algunos de sus cuadros de batallas según una práctica habitual en la época.
Entre 1859 y 1863 viajó constantemente por la provincia de Buenos Aires, realizando
retratos al daguerrotipo y algunas pinturas en Mercedes, Bragado, Chivilcoy, Luján y
Carmen de Areco, y estableciendo una sociedad con el fotógrafo Juan Soulá.
El invento de la fotografía fue difundido oficialmente por la Academia de Ciencias de
París en 1839. Seis meses después llegaron las primeras noticias del gran invento a
Buenos Aires a través de una carta de Mariquita Sánchez de Thompson y Mendeville
que había visto el funcionamiento de la cámara oscura en Montevideo. En 1843 se
publicó el primer anuncio en los diarios porteños que publicitába el uso del
daguerrotipo y. en poco tiempo creció el número de profesionales criollos y extranjeros
que ofrecían sus servicios.
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Pasaje del arroyo San Joaquín, 16 de Agosto de 1865, provincia de Corrientes. (entre 1876 y 1885)
Los años de trabajo y la formación de Cándido López como fotógrafo son importantes
para considerar su obra posterior como pintor. Hay encuadres, maneras de relato y un
minucioso interés por la descripción de la realidad, tanto en sus cuadros de batallas
como en sus naturalezas muertas, que muestran no sólo su decisión de documentar la
verdad histótica y su oficio como pintor académico sino también el ojo adiestrado
durante su experiencia como fotógrafo. De estos primeros años se conservan pocas
obras pintadas: algunos retratos y cuadros de temas religiosos como un San Jerónimo,
además de su Autorretrato del Museo Nacional de Bellas Artes. En la ciudad de
Mercedes pintó el Retrato del General Bartolomé Mitre que había sido elegido
presidente de la república un mes antes, en plena guerra interior en la mayoría de las
provincias y a un año de la batalla de Pavón.
Sin embargo, un hecho fundamental va a cambiar la vida de Cándido López. Estando
en San Nicolás comenzó la Guerra de la Triple Alianza: Brasil, Argentina y Uruguay
contra Paraguay. Cándido se enroló con el grado de teniente 2do en el batallón de
voluntarios de San Nicolás.
Ver detalle >>
Campamento en la Uruguayana, Septiembre 8 de 1865, Imperio del Brasil, Provincia de Río Grande
(1876-1885)
La guerra se iniciaba con la firma de un tratado secreto entre el Imperio del Brasil y la
República Argentina y con muy poca popularidad entre las poblaciones del interior del
país. Mitre eufórico afirmaba "En venticuatro horas a los cuarteles, en quince días en
campaña, en tres meses a la Asunción". La guerra duró hasta 1870 en medio de un
clima cada vez más desfavorable para el gobierno argentino no sólo en las provincias y
en Buenos Aires sino también en el resto de América.
López participó en vatias de las batallas incluso al mando de una compañía. En la
derrota de la batalla de Curupaytí, en septiembre de 1866, un casco de granada le
hirió la mano derecha. Evacuado con otros heridos hasta la ciudad de Corrientes, para
evitar la gangrena, tuvieron que amputarle el antebrazo.
El artista-soldado había realizado durante la guerra docenas de apuntes a lápiz en sus
libretas con croquis de uniformes, paisajes, batallas, campamentos y anotaciones con
descripciones detalladas de los acontecimientos a la manera de partes militares.
Tiempo después utilizó este material para desarrollar su serie de cuadros sobre la
Guerra del Paraguay, pintados con la mano izquierda. Durante varios años Cándido
vivió, con su mujer y sus hijos, en un campo cerca de San Antonio de Areco, dedicado
a ilustrar los inicios de la guerra que él mismo había presenciado.
Ver detalle >>
Episodio de la 2da División Buenos Aires en la batalla de Tuyutí, Mayo 24 de 1866,
República del Paraguay (1876-1885)
Para desplegar las escenas de las batallas, los movimientos y desembarcos de las
tropas y la vida en los campamentos, el pintor eligió sobre todo un formato muy poco
usual de telas muy hotizontales, en una proporción de uno a tres, que le permitía
narrar con todo detalle acciones múltiples y simultáneas y describir los escenarios
naturales en que transcurrían los episodios. Al mismo tiempo, optó por puntos de vista
altos que extienden aún más la profundidad de las perspectivas, pudiendo desarrollar
las acciones bélicas en superficies de terreno que se prolongan extensas hasta las
líneas de horizonte ubicadas en la parte superior de los cuadros.
López trabaja todas las imágenes con el detalle de la miniatura aplicado a obras, sin
embargo, de gran tamaño. Crea estructuras pictóricas simples y firmes entre los
planos de tierra y de cielo y las construcciones de los campamentos y las presencias de
ríos, esteros, árboles y montes. Se trata de cuadros armados sobre el valor de la
narración total y de los fragmentos, y sobre su veracidad documental.
El proyecto original del artista, según noticias de su familia, era realizar un ciclo de
noventa óleos, de los que llega a pintar poco más de cincuenta. Veinte y nueve de ellos
fueron expuestos en los salones del Club de Gimnasia y Esgrima en marzo de 1885, y
adquiridos, en 1887, por el Poder Ejecutivo Nacional.
Para Cándido el mérito fundamental de su obra estaba en la fidelidad con que
representaba los episodios de la guerra. El propio Mitre a pedido del pintor escribió una
carta donde afirma "Sus cuadros son verdaderos documentos históricos por su
fidelidad gráfica y contribuirán a conservar el glorioso recuerdo de los hechos que
representan."
Durante la década siguiente Cándido siguió trabajando alternativamente entre Buenos
Aires y Merlo, completando su serie de la guerra y realizando además un conjunto de
naturalezas muertas, algunas firmadas como Zepol invirtiendo su apellido, y algunos
otros cuadros que conservó la familia hasta su posterior dispersión.
En el caso de las naturalezas muertas el artista utilizó con frecuencia un formato
vertical acentuado por la presencia de pejerreyes, patos silvestres o perdices colgados
en el eje central de la composición. En los óleos apaisados las frutas se multiplican y
llenan casi totalmente la superficie del cuadro. Algunos fondos son neutros en colores
muy oscuros, otros muestran paisajes nocturnos o ventanas que dan a exteriores
llenos de luz. Estas naturalezas muertas reproducen tipologías características de este
género pictórico tan desarrollado en Europa desde el siglo XVII. Nuevamente el interés
del pintor está enfocado en la descripción minuciosa de los elementos representados
sobre la tela. Ahora se trata de las variedades de texturas y colores y de las
características físicas de frutas y animales.
Cándido López actuó durante uno de los momentos más importantes de la historia del
arte argentino. No sólo fue contemporáneo de pintores como Eduardo Sívori, Angel
Della Valle y Ernesto de la Cárcova, sino que vivió durante los, años en que se
organizó la escena artística nacional con el surgimiento de la crítica especializada, la
Sociedad Estímulo de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, las galerías de
arte; las exposiciones, el coleccionismo y la organización de la enseñanza, la crítica y
las becas de estudio al exterior. Sin embargo, el "manco de Curupaytí" permaneció
ajeno a esta explosión del medio artístico trabajando aislado en su ciclo central de la
Guerra del Paraguay. Su reconocimiento como uno de los principales pintores del siglo
XIX llegó muchos años después.

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Cándido lópez

  • 1. LA PRIMERA GENERACIÓN DE PINTORES ARGENTINOS Carlos Morel (1813-1894) Fue el primer pintor argentino nativo que forjó su cultura en nuestro medio. El artista nació en Quilmes —de padres españoles— y cursó estudio de dibujos en la Universidad de Buenos Aires, como discípulo de José Guth y de Pablo Caccianiga. Egresó a los dieciocho años y en 1835 comenzó su actividad al pintar miniaturas asociado con su condiscípulo García del Molino. La labor de Morel sólo se prolongó hasta el año 1844. Hizo litografías, retratos, cuadros costumbristas y escenas de guerra. Sensible e imaginativo y con buen sentido de la composición puso su arte de vivo y espontáneo colorido al servicio de los temas vernáculos. Trabajó el óleo, la litografía, la acuarela y la miniatura. Entregó al editor y litógrafo Gregorio Ibarra ocho estampas con motivos indígenas y gauchescos, que fueron incluidos en la llamada " Serie Grande de Ibarra" (1841). Uno de los mejor realizados se titula La Media Caña. De regreso de un viaje al Brasil, Morel editó en la "Litografia de las Artes" un álbum también con ocho litografías titulado Usos y costumbres del Río de la Plata. Describió las más variadas escenas campestres, la indumentaria, los bailes, las tropas de carretas, etcétera. Sus retratos litografiados revelan gran maestría, como puede observarse en el que reproduce la efigie del doctor Vicente López y Planes. Fue un hábil miniaturista y en este género cabe mencionar el retrato de Juan Manuel de Rosas y su señora, doña Encarnación Ezcurra. Los cuadros al óleo se destacan por los grandes efectos y la coloración espontánea. Cabe citar los titulados: Carga de caballería del ejército federal y Combate de caballería en la época de Rosas. A partir del año 1845, la labor de Morel declinó paulatinamente, afectado por una incurable demencia que sólo le permitió —en los momentos lúcidos— llevar al lienzo algunos motivos bélicos y temas religiosos. Murió en Quilmes, en setiembre de 1894. Se afirma que el desequilibrio mental de Morel fue consecuencia de un trágico episodio, por cuanto presenció el degüello de su cuñado Julián Dupuy, víctima de La Mazorca. Poco después, el artista debía correr la misma suerte, pero la sentencia no se llevó a cabo. La angustia de estos sucesos sería la causa de la enfermedad que debilitó la fuerza expresiva de su paleta. Otros estudiosos niegan esos motivos como causas del trastorno mental de Morel, por cuanto sostienen que no asistió a la ejecución de su pariente ni fue condenado a muerte por los hombres de Rosas. Fernando García del Molino (1813-1899) Nació en Chile de padres españoles, pero a los seis años se trasladó a Buenos Aires y siempre se declaró argentino. Desde un comienzo mostró inclinación por el dibujo y estudió en la Universidad, en la modesta cátedra dictada por Pablo Caccianiga. Hacia el año 1830 fue discípulo de Goulu. Se dedicó al retrato de caballete y también a la miniatura. En sus obras trató de reproducir el carácter de los modelos, sin importarle destacar sus fealdades o la rudeza de las expresiones. Manejó con habilidad el color, la forma y la armonía en la distribución de los planos. Logró la confianza de Rosas y fue uno de sus huéspedes habituales en la casa de Palermo. Lo reprodujo con su uniforme de comandante, también en la edad madura y finalmente ya anciano, cuando Rosas se encontraba proscrito en Southamptonll. Estos trabajos son los mejores de su producción . García del Molino también pintó al óleo a otros personajes federales importantes de la época, hombres y mujeres, como el caudillo Facundo Quiroga, "de feroz hermosura", el general Félix Aldao —expresivo estudio al lápiz— y la señora Encarnación Ezcurra (esposa del Restaurador) que aparece de perfil, con el rostro arrogante y la cabellera ceñida por un moderado peinetón y un moño rojo. Después de la batalla de Caseros poco sabemos con respecto a la vida de este artista, llamado el pintor de la Federación por cuanto ninguno ha igualado su abundante iconografía relativa al Restaurador. Benjamín Franklin Rawson (1819-1871) Nació en San Juan, hijo de un médico norteamericano. En su ciudad natal aprendió las primeras nociones de dibujo y pintura, impartidas por el francés Amadeo Gras. Luego se trasladó a Buenos Aires donde fue discípulo de García del Molino. Regresó a San Juan y, debido a su participación en la política, se vio obligado a emigrar a Chile, donde habitó en la misma casa de la familia Sarmiento. Algunos afirman que en el vecino país recibió enseñanzas de Monvoisin. Desde el punto de vista histórico, su mejor obra es el Asesinato de Maza, donde reproduce el dramático instante en que uno de los criminales se dispone a hundir su puñal en el pecho del anciano magistrado. El trabajo fue pintado hacia el año 1860.
  • 2. Uno de los cuadros más conocidos se titula Salvamento operado en la cordillera por el joven Sarmiento, donde por amistad ubicó al prócer en un episodio heroico en que no participó. El artista evoca a los unitarios sobrevivientes de la batalla de Rodeo del Medio, que fueron sorprendidos en la cordillera por una tormenta de nieve. Recibieron socorro desde Chile y es allí donde situó a Sarmiento repartiendo pan a los vencidos por las armas y los elementos naturales. Inspirado en la guerra contra el Paraguay, Rawson llevó al lienzo El regreso de la Guardia Nacional. Entre sus pocos temas religiosos merece citarse la gran tela denominada la Inmaculada Concepción. Uno de sus buenos trabajos es el óleo que reproduce el rostro de su hermano, el doctor Guillermo Rawson. El artista se radicó en Buenos Aires en 1856 y desde ese momento declinó su importancia. Falleció víctima de la fiebre amarilla. Prilidiano Paz Pueyrredón (1823-1870) Nació en Buenos Aires, hijo del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Tenía doce años cuando fue llevado por su familia a Francia, donde cursó estudios en París y se graduó de ingeniero. Desde un comienzo mostró afición por la pintura, aunque poco se sabe con respecto a sus maestros en el arte. Se supone con fundamento que encauzó su vocación en las visitas a las numerosas pinacotecas europeas y que en su formación artística influyeron algunos maestros españoles —de la escuela goyesca—, como José Madrazo. Cuando en 1850 regresó a Buenos Aires, ya dominaba los pinceles y entonces llevó al lienzo el retrato de Manuelita Rosas de Terrero,magnífico óleo que ha merecido los más elogiosos juicios de la crítica. El cuadro es de un colorido pleno y agradable. El artista representó a Manuelita de pie, vestida con un lujoso traje de fiesta de terciopelo rojo, la cabeza ligeramente inclinada y con su mano derecha que apenas se apoya sobre una mesa. El rostro melancólico pero bondadoso contrasta con los acentuados timbres del conjunto. La obra ha sido calificada como una sinfonía en rojo. De holgada posición económica, Pueyrredón pudo dedicarse a la pintura —especialmente al retrato— en su quinta de San Isidro. De temperamento realista, reprodujo a sus figuras con veracidad, siguiendo en esto a la escuela clásica. Sus mejores obras las realizó con modelos del natural y es allí donde demostró sus grandes condiciones artísticas, pues no era un imaginativo. No alcanzan igual importancia los retratos que trabajó por encargo, con ayuda de un daguerrotipo, sin la presencia del modelo, en el caso, por ejemplo,de un difunto. Los retratos al óleo son notables —su obra principal se ubica entre los años 1859 y 1866—y llevó al lienzo a destacadas figuras de la sociedad porteña. Además del ya mencionado de Manuelita, cabe citar el de Juan Martín de Pueyrredón, su padre, obra maestra que reprodujo el rostro ya anciano y enfermo del prócer y el de Cecilia Robles de Peralta Ramos y su hijo, óleo de gran valor artístico. Basado en la realidad y con influencia romántica, Pueyrredón también interpretó con maestría en el dibujo y vigorosa expresión las costumbres campestres y el ambiente rural, sin olvidar los temas urbanos y típicos, religiosos e históricos. Pueden mencionarse: Un domíngo en los suburbios de San Isidro; Lavanderas en el bajo de Belgrano; Un alto en el campo; Recorriendo la estancia; Un patio porteño en 1850. Al margen de su actividad pictórica, Pueyrredón ejerció su profesión de ingeniero y arquitecto. En este aspecto, fue llamado por las autoridades para asesorar y dirigir varias obras públicas que se realizaban en Buenos Aires, entre ellas, la remodelación de la Pirámide de Mayo, la terminación de las obras de la Catedral, los planos del puente de Barracas, el diseño de los parques de la estancia Pereyra Iraola, proyectó la casa de Miguel de Azcuénaga, en Olivos, hoy residencia presidencial, etc. Pueyrredón falleció en Buenos Aires, en noviembre de 1870, a la edad de cuarenta y siete años.
  • 3. del Museo Seis son las obras de Franklin Rawson que pertenecen al museo provincial de Bellas Artes: cinco retratos y una obra religiosa. De todas ellas, cuatro están en exposición y dos (los retratos Señora de Durán, de 1845; y Señora de Bustos, de 1850) en vías de restauración. Las cuatro que los sanjuaninos pueden apreciar son Familia de Cirilo Sarmiento, de 1875; Señora Paz de Laspiur, de 1845, La niña, de 1850 y La Inmaculada, de 1845. Según la directora del Museo, Virginia Agote, se está preparando una gran muestra homenaje al pintor sanjuanino para el 2012. EL SEÑOR DEL MUSEO PRECURSOR DE LA PLÁSTICA ARGENTINA, A ESTE PINTOR SANJUANINO TRIBUTA EL MUSEO PROVINCIAL DE BELLAS ARTES, QUE HOY CUMPLE 75 AÑOS. Hoy se celebran 75 años de la creación del Museo Provincial de Bellas Artes, que desde 1938 (y por iniciativa de Alfredo Martín Palma, miembro de la antigua Comisión Provincial de Bellas Artes) lleva el nombre del primer artista plástico sanjuanino que trascendió las fronteras de la provincia; y de quien en marzo pasado se cumplieron 140 años de su fallecimiento, en Buenos Aires, apenas con 51 años: Benjamín Franklin Rawson. Precursor, como no dudan en catalogarlo quienes han ahondado en su vida y obra, no sólo puso a San Juan en el mapa artístico nacional, sino que fue uno de los propulsores de la plástica del siglo XIX, junto a nombres resonantes como Prilidiano Pueyrredón, Fernando García del Molino y Carlos Morel. Hijo mayor del médico estadounidense Amán Rawson y Justina Rojo y Frías; y hermano del médico y político Guillermo Rawson, protagonizó el movimiento plástico local promovido por la Sociedad Dramático Filarmónica creada por Domingo Faustino Sarmiento, quien se convertiría en su gran amigo e impulsaría su carrera en Buenos Aires; con quien compartió exilio en Chile y a quien incluyó en sus obras de hondo compromiso socio-político, que las tuvo, y varias (como Salvamento en la cordillera, El paso de Los Andes y Asesinato de Manuel Vicente Maza, por citar algunas), si bien no son las que atesora el museo local, que posee cinco retratos y una obra religiosa. Fue justamente su aguda capacidad de observación, su maestría para plasmar detalles y su prolífica producción lo que le dio, justamente, su bien ganada fama de retratista. Faceta bien rentada en la época (estaba focalizada especialmente a sectores acomodados), que perfeccionó cuando a los 18 su padre lo envió a Buenos Aires para estudiar con Del Molino; y con a que no sólo reflejaba características personales, sino también de época, a través del vestuario, el mobiliario, los usos y costumbres. Culminado su perfeccionamiento en la gran urbe, regresó a la provincia, pero sobre 1842, la turbulencia política y su amistad con Sarmiento determinaron su viaje al país trasandino. Tal como citó el ex Presidente en Recuerdos de Provincia, habitó la morada de Domingo Faustino y compartió con su hermana Procesa las lecciones brindadas por el francés Augusto Monvoisin, fuerte influencia. Casado con Paz Mendieta (con quien tuvo un único hijo que falleció en la infancia), tras la vuelta a sus pagos y una fugaz participación en la política, volvió a Buenos Aires, donde en 1856 organizó una muestra y siguió trabando lazos con sus
  • 4. contemporáneos, nacionales y foráneos que recalaban en Argentina. Algunos historiadores dicen que por entonces, con el surgimiento del daguerrotipo (que hizo mella en los retratistas) comenzó a perder presencia, aunque no todos coinciden con esta apreciación. Dedicado por completo al arte, 15 días antes de cumplir los 52 años (el 14 de marzo de 1871), se convirtió en una de las casi 14 mil víctimas de la fiebre amarilla que asoló Buenos Aires; dejando un legado de más de 300 obras, repartidas entre colecciones públicas y privadas, en el país y también en el extranjero. Fuente diario de cuyo.com No se dispone de una resolución más alta. Salvamento_en_la_Cordillera_(Rawson).jpg (200 × 200 píxeles; tamaño de archivo: 13 KB; tipo MIME: image/jpeg) Este es un archivo de Wikimedia Commons, un depósito de contenido libre hospedado por la Fundación Wikimedia. Más abajo se reproduce su página de descripción con la información sobre su origen y licencia. [editar]Sumario Descripción English: Salvamento en la Cordillera, painting of B. F. Rawson. Español: Salvamento en la Cordillera, pintura de Benjamín Franklin Rawson. Fecha 1855 Fuente Arte al día Autor Benjamín Franklin Rawson (1819 - 1871) [editar]Licencia La obra bidimensional de esta imagen forma parte del dominio público mundial en razón de la fecha de muerte de su autor, o de su fecha de publicación (vea abajo): Como ocurre con la mayoría de los retratos, el que Prilidiano Pueyrredón pintó de Manuela de Rosas y Ezcurra (1817-1898) obedeció a un encargo. Un grupo de ciudadanos quiso agasajar al Restaurador con un retrato de su hija que hasta entonces no había sido retratada por un pintor. Una comisión integrada por Luis Dorrego, Juan Nepomuceno Terrero y Gervasio Ortiz de Rosas, con la supervisión del mismo Rosas, convino los detalles del cuadro.
  • 5. Se eligió a Prilidiano Pueyrredón para realizarlo. Ya había pintado un retrato de su padre, Juan Martín de Pueyrredón, fallecido en marzo de 1850. La ocasión para hacer público el agasajo sería el acto de homenaje a Manuelita que se haría en el teatro Coliseo, en octubre de 1851. Los Pueyrredón habían regresado de París en 1849, luego de una estada de cinco años. Prilidiano poseía para entonces una sólida formación como pintor, además de estudios de arquitectura. En 1851 lo encontramos, precisamente, proyectando la chacra Los Olivos, que con sucesivas remodelaciones sería la actual residencia presidencial. Manuelita tenía por entonces 34 años y había sido compañera de juegos infantiles de Prilidiano, que en el momento de hacer el retrato tenía 27. Se conocían bien. La citada comisión determinó, luego de algunos cabildeos, que el retrato sería con la figura de Manuelita de pie. El traje debía ser rojo, según la divisa federal, y tanto la postura como la expresión del rostro tenían que exaltar su bondad y la dignidad de su rango. Luego de conocer estos requisitos, el artista solicita autorización para colocar encajes blancos en el vestido con el fin de resolver plásticamente mediante contrastes la majestuosidad de la figura. Los pormenores del encargo los conocemos por el relato de José Mármol aparecido el 6 de octubre de 1851 en La Semana de Montevideo (ciudad en la que el escritor estaba exiliado). El artista desarrolla una magnífica distribución del color, utilizando una gama de rojos que logra una verdadera sinfonía: abarca la figura, el cortinado, la alfombra, el sillón y las flores junto con el dorado para maderas y pasamanería, el marfil de los encajes y un fondo en gama verdosa. Crea, así, un clima adecuado para su representación que también posee elementos simbólicos. La expresión risueña del rostro y la mano derecha apoyada en un papel blanco (que se interpretaba como una carta para su tatita, según el papel de intercesora) completan un cuadro de apreciables dimensiones. Este óleo, excepcional exponente de la iconografía pictórica argentina, perteneció al Museo Histórico Nacional. Pero en 1932 el crítico José León Pagano publicó un artículo en el suplemento Literario de La Nacion en el que se valorizaba por primera vez a Prilidiano Pueyrredón como uno de nuestros grandes artistas. Luego de esta intervención, el cuadro fue trasladado al Museo Nacional de Bellas Artes, donde hoy lo podemos ver. El autor es director del Departamento de Arte y Cultura de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Ex director del Museo Nacional de Bellas Artes. Miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo. PRILIDIANO PUEYRREDÓN (1823-1870) arquitecto, ingeniero y urbanista. Fue uno de los pintores argentinos más notables del siglo XIX; buscó perpetuar las tradiciones de la zona rioplatense y las costumbres de sus contemporáneos. DATOS ÚTILES Año: 1851 Técnica: óleo sobre tela Medidas: 199 cm x 166 cm Dónde encontrarlo: Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), Avda. del Libertador 1473; 4803-8814
  • 6. . Carlos Morel, el primer pintor argentino Posted by Claudio Goldini at 7 Feb 2007, 11:09 PM Categories: uncategorized Previous Post Next Post Carlos Morel (1813-1894) Pintor y litógrafo argentino nació en Buenos Aires el 12 de Febrero de 1813 y murió en Quilmes el 10 de Septiembre de 1894. Su padre, José María Morel y Pérez era un rico comerciante español, su madre, Juliana Miró, hija de un funcionario de la Real Renta de Tabacos. En 1825, cuando contaba doce años, falleció su pare y su desaparición incide decisivamente en las posibilidades futuras del hogar y obliga a los dos hijos varones, Estanislao y Carlos, a incorporarse tempranamente a los negocios paternos. Ambos hermanos resuelven emprender el estudio del dibujo en la rudimentaria escuela dependiente de la Universidad, a cargo del suizo José Güth y el italiano Pablo Caccianiga. Estanislao abandona muy pronto el estudio, pero Carlos sigue regularmente los cursos que se prolongan hasta 1831. Fueron condiscípulos suyos en ese período, Fernando García del Molino, Ignacio Baz y Eustaquio Carrandi, quienes se habrían de destacar como pintores en los años subsiguientes. En el año 1830 su madre contrajo segundas nupcias con el artista italiano Cayetano Descalzi, notable retratista, autor del magnífico retrato de Rosas, grabado por Lemercier en París en 1844. Morel recibió lecciones de su padrastro antes de la separación de Descalzi, por desarmonía conyugal, que llevaron a un expediente de divorcio promovido en 1838 por la madre de Morel. Hasta 1834 vivió dedicado al comercio: en 1835-36 realizó los retratos de Vicente Corvalán y Rosas y su esposa Encarnación Ezcurra, en colaboración con su antiguo compañero de la Escuela de Dibujo de la Universidad, Fernando García del Molino. Ese mismo año de 1836 hizo su primer trabajo litográfico conocido, El Descendimiento. Su nombre trasciende ya el medio y Marcos Sastre, en su recordado discurso de inauguración del Salón Literario, en 1837, pronuncia su nombre junto a los de Fernando García del Molino, Marcelino Saint Arroman y Antonio Somellera, expresando que "de todos estos se gloriará algún día la nación". En el año 1841 colabora en la confección del magnífico álbum Recuerdo del Río de la Plata, editado por Carlos Enrique Pellegrini en la Litografía de las Artes. Realizó un viaje a Río de Janeiro en 1842 permaneciendo dos años en aquella ciudad. De regreso en Buenos Aires en junio de 1844 publicó su álbum Usos y Costumbres del Río de la Plata, también impreson en la Litgrafía de las Artes. De esta obra se realizaron dos ediciones: la nombrada en 1844, y una segunda en el siguiente año, integradas ambas por portada y diez hojas en folio mayor. Contiene los siguientes motivos:El cielito, Puertas del cementerio, Peones troperos, Vista de una casa sobre el río, Las lavanderas, El tambo, El lazo, La carreta, Parada de tropa, La partida, El camino, Carga de Mendoza, El pastoreo, El ombú,
  • 7. Coraceros, Caballo espantado, Caballería. Este trabajo, notable exponente de su labor como litógrafo, ha sido motivo de frecuentes reproducciones para ilustrar artículos sobre temas folklóricos, históricos y costumbristas. En sus simpáticas escenas, plenas de humanidad, surge toda una galería de tipos porteños de la época: soldados, aguateros, lavanderas, gauchos, etc. En esos años un suceso trágico conmueve hondamente la sensibilidad del artista, Julián Durpuy, casado con su hermana Indalecia Morel, es bárbaramente asesinado por los sicarios de la tiranía rosista. A partir de 1844 solo produce obras de mérito muy relativo, copias en su mayor parte; su paleta ha perdido la fuerza expresiva de otros tiempos. Desde esa fecha y hasta 1870 no hay detalles de su vida; se lo supone radicado en Quilmes, en el hogar de su hermana Indalecia, y una guía comercial de 1870 lo menciona como fotógrafo en aquella ciudad. Es sabido que el daguerrotipo y la fotografía desplazaron, al menos parcialmente, a los retratistas al óleo, obligando a muchos artistas a dedicarse a la fotografía. Disminuida considerablemente su personalidad por el trastorno mental que le ocasionó la horrible muerte de su cuñado, pasa sus últimos años entregado a la pintura por lo general de motivos religiosos, a trabajos de bordado y a la lectura de libros y periódicos que llegan a su casa. Cultivó la música con acierto, y sus ejecuciones en el violín hasta avanzada edad, permiten suponer un intenso aprendizaje. En 1877 realiza un retablo para la iglesia de Quilmes, trabajo elogiado por el diario local "El Quilmero", que expresa en un artículo los sucesos familiares que decidieron al artista a hacer abandono de los pinceles durante muchos años. Vivió así sus últimos años, rodeado por el afecto de sus sobrinos, falleciendo a los 81 años, siendo sepultado en el cementerio de Quilmes. Su paleta y su caja de pinturas se conservan en el museo local. Morel es, cronológicamente considerado, el primer pintor argentino. Fue el primer artista nacional que dejó una obra de apreciable valor artístico, dentro de las limitaciones impuestas por el medio que desarrolló su actividad. Pintó al óleo, a la acuarela, dibujó y litografió, abordando todos los géneros: el retrato, los temas religiosos, el paisaje, la pintura de costumbres, la pintura de historia, con hábil composición y fino colorido. Aventajó a sus contemporáneos en la forma que interpretó nuestras escenas de costumbres: el no captó nuestros usos ni pintó nuestras ciudades y paisajes como lo hacían los viajeros que buscaban generalmente lo exótico de estas escenas, sino que interpretó con los ojos del alma y del intelecto fundidos en su pasión de artista sincero. Carlos Morel, Soldado Colorado de Rosas, 1835
  • 8. Carlos More, Combate de Caballería Vote & See Results Trackbacks Cándido López (1840-1902). por Marcelo E. Pacheco Estos contenidos fueron extraídos del libro "Cándido López" Ediciones Banco Velox.
  • 9. Autorretrato, 1858 En el panorama del arte argentino del siglo XIX Cándido López {1840-1902) ocupó un lugar marginal: no participó de las características generales de sus contemporáneos y su carrera como pintor se desarrolló fuera de los circuitos habituales. Su incorporación a la historia del arte local ocurrió tardíamente, durante los años cuarenta, por la acción del crítico de arte más influyente de aquel momento, José León Pagano, que lo incluyó en su libro "El arte de los argentinos" y escribió la primera monografía dedicada al pintor. Sin embargo, el proceso de aceptación fue muy lento. En 1963 los descendientes del pintor ofrecieron al Museo Nacional de Bellas Artes la donación de un conjunto excepcional de sus cuadros de batallas, pintados entre 1891 y 1902, y su Autorretrato de 1858. La donación fue aceptada cinco años después y presentada al público en 1971, en la primera exposición dedicada a Cándido López por un museo de bellas artes. Hasta ese momento López había ocupado una sala en el Museo Histórico Nacional como el pintor-cronista de la Guerra del Paraguay y su obra había sido considerada sólo por su valor documental. Después de la muestra del Museo Nacional de Bellas Artes el interés por su obra cambió y la recepción de sus trabajos mostró un giro sustancial, haciendo evidente las variaciones que pueden sufrir la escritura y las consideraciones de una disciplina como la historia del arte.
  • 10. Naturaleza muerta, 1888 Cándido López nació en Buenos Aires en 1840. Pertenece a una generación de artistas que después de estudiar pintura en Buenos Aires, generalmente en el taller de algún pintor europeo, obtenían becas para perfeccionar sus estudios en Italia. En el caso de López, sin embargo, el viaje europeo nunca se concretó, aunque hubo algún proyecto, y en cambio desarrolló una temprana carrera como pintor y fotógrafo retratista. Había estudiado con el argentino Carlos Descalzo, retratista y fotógrafo del que se conocen muy pocos datos, para pasar luego por el taller del italiano Baldasarre Verazzi, pintor y muralista, que había llegado a la Argentina en 1853. Durante los años sesenta conoció la obra de Ignacio Manzoni, otro artista italiano que vivió en nuestro país, y copió algunos de sus cuadros de batallas según una práctica habitual en la época. Entre 1859 y 1863 viajó constantemente por la provincia de Buenos Aires, realizando retratos al daguerrotipo y algunas pinturas en Mercedes, Bragado, Chivilcoy, Luján y Carmen de Areco, y estableciendo una sociedad con el fotógrafo Juan Soulá. El invento de la fotografía fue difundido oficialmente por la Academia de Ciencias de París en 1839. Seis meses después llegaron las primeras noticias del gran invento a Buenos Aires a través de una carta de Mariquita Sánchez de Thompson y Mendeville que había visto el funcionamiento de la cámara oscura en Montevideo. En 1843 se publicó el primer anuncio en los diarios porteños que publicitába el uso del daguerrotipo y. en poco tiempo creció el número de profesionales criollos y extranjeros que ofrecían sus servicios.
  • 11. Ver detalle >> Pasaje del arroyo San Joaquín, 16 de Agosto de 1865, provincia de Corrientes. (entre 1876 y 1885) Los años de trabajo y la formación de Cándido López como fotógrafo son importantes para considerar su obra posterior como pintor. Hay encuadres, maneras de relato y un minucioso interés por la descripción de la realidad, tanto en sus cuadros de batallas como en sus naturalezas muertas, que muestran no sólo su decisión de documentar la verdad histótica y su oficio como pintor académico sino también el ojo adiestrado durante su experiencia como fotógrafo. De estos primeros años se conservan pocas obras pintadas: algunos retratos y cuadros de temas religiosos como un San Jerónimo, además de su Autorretrato del Museo Nacional de Bellas Artes. En la ciudad de Mercedes pintó el Retrato del General Bartolomé Mitre que había sido elegido presidente de la república un mes antes, en plena guerra interior en la mayoría de las provincias y a un año de la batalla de Pavón. Sin embargo, un hecho fundamental va a cambiar la vida de Cándido López. Estando en San Nicolás comenzó la Guerra de la Triple Alianza: Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay. Cándido se enroló con el grado de teniente 2do en el batallón de voluntarios de San Nicolás. Ver detalle >> Campamento en la Uruguayana, Septiembre 8 de 1865, Imperio del Brasil, Provincia de Río Grande (1876-1885) La guerra se iniciaba con la firma de un tratado secreto entre el Imperio del Brasil y la República Argentina y con muy poca popularidad entre las poblaciones del interior del país. Mitre eufórico afirmaba "En venticuatro horas a los cuarteles, en quince días en campaña, en tres meses a la Asunción". La guerra duró hasta 1870 en medio de un clima cada vez más desfavorable para el gobierno argentino no sólo en las provincias y en Buenos Aires sino también en el resto de América. López participó en vatias de las batallas incluso al mando de una compañía. En la derrota de la batalla de Curupaytí, en septiembre de 1866, un casco de granada le hirió la mano derecha. Evacuado con otros heridos hasta la ciudad de Corrientes, para evitar la gangrena, tuvieron que amputarle el antebrazo. El artista-soldado había realizado durante la guerra docenas de apuntes a lápiz en sus libretas con croquis de uniformes, paisajes, batallas, campamentos y anotaciones con
  • 12. descripciones detalladas de los acontecimientos a la manera de partes militares. Tiempo después utilizó este material para desarrollar su serie de cuadros sobre la Guerra del Paraguay, pintados con la mano izquierda. Durante varios años Cándido vivió, con su mujer y sus hijos, en un campo cerca de San Antonio de Areco, dedicado a ilustrar los inicios de la guerra que él mismo había presenciado. Ver detalle >> Episodio de la 2da División Buenos Aires en la batalla de Tuyutí, Mayo 24 de 1866, República del Paraguay (1876-1885) Para desplegar las escenas de las batallas, los movimientos y desembarcos de las tropas y la vida en los campamentos, el pintor eligió sobre todo un formato muy poco usual de telas muy hotizontales, en una proporción de uno a tres, que le permitía narrar con todo detalle acciones múltiples y simultáneas y describir los escenarios naturales en que transcurrían los episodios. Al mismo tiempo, optó por puntos de vista altos que extienden aún más la profundidad de las perspectivas, pudiendo desarrollar las acciones bélicas en superficies de terreno que se prolongan extensas hasta las líneas de horizonte ubicadas en la parte superior de los cuadros. López trabaja todas las imágenes con el detalle de la miniatura aplicado a obras, sin embargo, de gran tamaño. Crea estructuras pictóricas simples y firmes entre los planos de tierra y de cielo y las construcciones de los campamentos y las presencias de ríos, esteros, árboles y montes. Se trata de cuadros armados sobre el valor de la narración total y de los fragmentos, y sobre su veracidad documental. El proyecto original del artista, según noticias de su familia, era realizar un ciclo de noventa óleos, de los que llega a pintar poco más de cincuenta. Veinte y nueve de ellos fueron expuestos en los salones del Club de Gimnasia y Esgrima en marzo de 1885, y adquiridos, en 1887, por el Poder Ejecutivo Nacional. Para Cándido el mérito fundamental de su obra estaba en la fidelidad con que representaba los episodios de la guerra. El propio Mitre a pedido del pintor escribió una carta donde afirma "Sus cuadros son verdaderos documentos históricos por su fidelidad gráfica y contribuirán a conservar el glorioso recuerdo de los hechos que representan." Durante la década siguiente Cándido siguió trabajando alternativamente entre Buenos Aires y Merlo, completando su serie de la guerra y realizando además un conjunto de naturalezas muertas, algunas firmadas como Zepol invirtiendo su apellido, y algunos otros cuadros que conservó la familia hasta su posterior dispersión.
  • 13. En el caso de las naturalezas muertas el artista utilizó con frecuencia un formato vertical acentuado por la presencia de pejerreyes, patos silvestres o perdices colgados en el eje central de la composición. En los óleos apaisados las frutas se multiplican y llenan casi totalmente la superficie del cuadro. Algunos fondos son neutros en colores muy oscuros, otros muestran paisajes nocturnos o ventanas que dan a exteriores llenos de luz. Estas naturalezas muertas reproducen tipologías características de este género pictórico tan desarrollado en Europa desde el siglo XVII. Nuevamente el interés del pintor está enfocado en la descripción minuciosa de los elementos representados sobre la tela. Ahora se trata de las variedades de texturas y colores y de las características físicas de frutas y animales. Cándido López actuó durante uno de los momentos más importantes de la historia del arte argentino. No sólo fue contemporáneo de pintores como Eduardo Sívori, Angel Della Valle y Ernesto de la Cárcova, sino que vivió durante los, años en que se organizó la escena artística nacional con el surgimiento de la crítica especializada, la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, las galerías de arte; las exposiciones, el coleccionismo y la organización de la enseñanza, la crítica y las becas de estudio al exterior. Sin embargo, el "manco de Curupaytí" permaneció ajeno a esta explosión del medio artístico trabajando aislado en su ciclo central de la Guerra del Paraguay. Su reconocimiento como uno de los principales pintores del siglo XIX llegó muchos años después.