El cónsul era el magistrado de más alto rango en la República romana, encargado de dirigir el estado y el ejército en campaña. Se elegían dos cónsules cada año entre ciudadanos mayores de cuarenta y dos años. Sin embargo, tras el establecimiento del Imperio romano, los cónsules se convirtieron en una figura meramente representativa sin poder real, ya que el emperador era el líder supremo.