La escuela secundaria técnica que el autor asistió gozaba de gran prestigio y formó a muchos técnicos e ingenieros. La escuela enfatizaba el respeto por los símbolos patrios de Argentina, izando y arriando la bandera cada día y cantando himnos nacionales. El plan de estudios incluía un ciclo básico común de tres años antes de elegir una especialización técnica como construcción. El autor recuerda con cariño a los directivos, personal y docentes de la escuela.