Los libros de la biblioteca de la clase de 2o D cobraban vida por las noches y se movían por el aula. Los alumnos y la maestra estaban cansados de este misterio sin resolver. Un día, durante la lectura de un cuento, uno de los libros voló y se presentó a la clase, revelando que eran los propios libros quienes se movían, animados por la lectura de los niños. Les pidió guardar el secreto para proteger a los libros.
La tarea docente la podemos comparar con una leyenda china.
“Cuentan que la semilla del bambú, es muy pequeña. Al plantarla, el
sembrador inexperto, esperará que de inmediato la planta comience a crecer. Pero
el sembrador especialista sabe que la pequeña semilla tardará siete años en
arraigar sus profundas raíces que le serán necesarias para elevarse hasta diez
metros de altura en cuestión de poco tiempo”.
“El primer sembrador se sentirá frustrado, cansado y hasta enojado por no
ver los resultados de su acción. En cambio, el segundo sembrador comprenderá
que, aunque a sus ojos parezca que no pasa nada, la planta necesita afirmarse,
fortalecerse, para luego salir a la vida…”
Sin dudar, cuando recién nos iniciamos somos como los sembradores inexpertos,
creemos que todas las ganas y conocimientos serán suficientes para que los niños
aprendan y luego vuelen…
A medida que va pasando el tiempo, y surgen frustraciones, tropiezos, problemas,
ya sean sociales o laborales, debemos entender que solo el tiempo, la capacitación y la
paciencia nos devolverán los frutos quizás dulces, quizás amargos de las semillas que
sembramos HOY.
Los docentes que hoy comenzamos a trabajar nos sentimos gratificados y a la vez
preocupados.
Retribuidos porque hacemos lo que nos gusta: enseñar. Y preocupados porque
sabemos que todos nuestros esfuerzos serán en alguna forma: una aguja en un pajal.
El sueño, o utopía tal vez, que tenemos los jóvenes que recién nos iniciamos, es
llevar a cada parte de nuestra provincia, la cultura, el conocimiento, con ganas de
enseñar y de aprender…Y este sueño constituye el motor de nuestra vida profesional. Como recién iniciados, debemos trasladarnos varios kilómetros desde
nuestras casas a “nuestras” escuelas. La Ruta se convierte en una amiga y compañera
silenciosa. A veces asfaltada, otras tantas de tierra colorada. Correr contra el tiempo,
esperar colectivo, caminar en el barro, son unas de las tantas situaciones que debemos
atravesar.
Narración de las vivencias de una niña de 7 años en sus escuelas. El relato pretende sensibilizar a padres, docentes y alumnos sobre la importancia de la emoción, la curiosidad y la acción en educación
La tarea docente la podemos comparar con una leyenda china.
“Cuentan que la semilla del bambú, es muy pequeña. Al plantarla, el
sembrador inexperto, esperará que de inmediato la planta comience a crecer. Pero
el sembrador especialista sabe que la pequeña semilla tardará siete años en
arraigar sus profundas raíces que le serán necesarias para elevarse hasta diez
metros de altura en cuestión de poco tiempo”.
“El primer sembrador se sentirá frustrado, cansado y hasta enojado por no
ver los resultados de su acción. En cambio, el segundo sembrador comprenderá
que, aunque a sus ojos parezca que no pasa nada, la planta necesita afirmarse,
fortalecerse, para luego salir a la vida…”
Sin dudar, cuando recién nos iniciamos somos como los sembradores inexpertos,
creemos que todas las ganas y conocimientos serán suficientes para que los niños
aprendan y luego vuelen…
A medida que va pasando el tiempo, y surgen frustraciones, tropiezos, problemas,
ya sean sociales o laborales, debemos entender que solo el tiempo, la capacitación y la
paciencia nos devolverán los frutos quizás dulces, quizás amargos de las semillas que
sembramos HOY.
Los docentes que hoy comenzamos a trabajar nos sentimos gratificados y a la vez
preocupados.
Retribuidos porque hacemos lo que nos gusta: enseñar. Y preocupados porque
sabemos que todos nuestros esfuerzos serán en alguna forma: una aguja en un pajal.
El sueño, o utopía tal vez, que tenemos los jóvenes que recién nos iniciamos, es
llevar a cada parte de nuestra provincia, la cultura, el conocimiento, con ganas de
enseñar y de aprender…Y este sueño constituye el motor de nuestra vida profesional. Como recién iniciados, debemos trasladarnos varios kilómetros desde
nuestras casas a “nuestras” escuelas. La Ruta se convierte en una amiga y compañera
silenciosa. A veces asfaltada, otras tantas de tierra colorada. Correr contra el tiempo,
esperar colectivo, caminar en el barro, son unas de las tantas situaciones que debemos
atravesar.
Narración de las vivencias de una niña de 7 años en sus escuelas. El relato pretende sensibilizar a padres, docentes y alumnos sobre la importancia de la emoción, la curiosidad y la acción en educación
3. - «¡Shhh! Tenemos un plan». Silencio por favor, he
escuchado algo.
- ¿Qué hora es?
- Son las ocho y media de la mañana. ¿Serán las
limpiadoras?
- Puede ser, suelen abrir antes el colegio. Dile a alguno
de los libros de la biblioteca que baje a mirar.
- Oye, «¡Cómo mola tu escoba!», ¿puedes acercarte
volando hacia la puerta de la clase y mirar si vienen los
niños y su maestra?
- ¿Y por qué no mandas a «Epaminondas»?
- ¿Qué quieres que lo haga todo al revés y en vez de ir
a la puerta de la clase, se vaya a la pizarra a escribir la
fecha?
- De acuerdo, lo haré yo. Me voy volando. No viene
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6. En la biblioteca de la clase de 2º D del Colegio
José Ortega y Gasset, estaban ocurriendo cosas
extrañas. Todos los días al finalizar las clases, su
maestra y sus alumnos ordenaban los libros con
mucho cuidado y esmero, poniendo cada uno en su
sitio. Pero a la mañana siguiente, siempre se
encontraban libros esparcidos por diferentes sitios del
aula.
Al lado de la puerta de clase, aparecía siempre,
«¡Cómo mola tu escoba!», pegado a la pizarra,
«Epaminondas», encima de la mesa de la seño, «Leer,
¡qué gran aventura!». Así era todos los días.
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9. El alumnado y su maestra estaban ya cansados
de dar quejas, ellos pensaban que algunos “ladrones”
eran los causantes de tal desorden. Hubo días que
llamaron a la policía, visitaron el colegio para
investigar sobre lo sucedido, pero no encontraron
nada.
El policía siempre decía lo mismo:
- Tenéis duendes en clase.
Los niños se miraban unos a otros extrañados,
pero no llegaban a entender muy bien qué quería
decir aquel policía.
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11. Esos niños no tenían ni idea de lo que estaba
pasando, su maestra estaba desesperada, menos mal
que habían leído “Cómo corregir a una maestra
malvada” y podían utilizar algunas estrategias para
calmarla. Cuando se enfada, se pone de muy mal
humor, en su otro cole la conocían como “Bruja
malvada”.
- ¡Seño, no te enfades! Algún día encontraremos
una solución, dijo Randa.
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13. Rápidamente intervino Adriana, la cual llevaba un
vestido monísimo, perfectamente peinada:
- ¡Claro seño! A partir de ahora yo voy a llegar un
poco antes a clase para ver si descubro algo.
Valeria Espinosa, mientras tanto, pensaba en
hacer algún tipo de trampa con cajas de cartón, folios,
pegamento, cuerdas y bolígrafos. Le chiflaban las
manualidades.
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15. Volvieron a ordenar los libros, como cada día. Y
empezaron a dar clase, siguiendo las rutinas diarias:
calendario, maestros de equipo, desayuno saludable...
Nada extraño se palpaba en el ambiente…hasta que
llegó la hora del cuento.
- ¡No aguanto más, tengo que decirlo!.
- ¡Cállate, nos van a escuchar! Tenemos al lado
a los encargados de la biblioteca.
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18. La seño comenzó a leer el cuento elegido para
ese día y en mitad de la historia, como por arte de
magia, un libro se cayó al suelo.
- ¿Cómo se ha caído ese libro?, preguntó la
seño.
Aiman y Alejandro pegaron un respingo y dijeron
al unísono:
- ¡No tenemos ni idea!
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20. - Martín, por favor, ¿puedes coger el libro?
Martín se levantó de su asiento y fue en busca
del libro, al intentar cogerlo, no podía despegarlo del
suelo.
- Seño, no puedo cogerlo.
- Mohamed Said ¿puedes ayudarle?
Mohamed Said fue en ayuda de su compañero,
en la clase se ayudaban mucho, la seño estaba
implementando algunas estrategias cooperativas, y los
alumnos estaban aprendiendo a cooperar. Se estaban
dando cuenta de que trabajando en equipo se superan
más retos que trabajando cada uno por su cuenta.
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23. Al llegar a Martín, lo agarró de la cintura y
empezó a tirar de él, pero no había manera. El libro
seguía pegado al suelo.
-Seño, no podemos despegarlo.
La seño se levantó, y al dar el primer paso,
tomé la decisión de abrirme, y echar a volar. Todos los
niños se quedaron como estatuas, no movían ni un
músculo de su cuerpo. La seño se quedó petrificada.
Pocas veces una maestra y su clase ven a un libro
volar por su aula.
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27. Durante mi vuelo por la clase, pude ver todas
esas caras, llenas de ilusión y alegría por la lectura.
Todos tenían esa mirada en los ojos. Eso había
hecho que yo cobrara vida, que yo pudiera moverme,
que yo pudiera hablar….
-¡Por favor, no os pongáis nerviosos! Sé que es
un poco raro que un libro os hable, no hace falta que
me presente, ¿sabéis quién soy? Antes de nada os
quiero presentar a mis amigos.
-¡Chicos podéis salir!
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29. Todos los libros de la biblioteca echaron a volar
por la clase, fue un espectáculo grandioso. Después
de un rato volando, todos se posaron sobre la mesa de
la seño. En la clase no se movía ni un alfiler, y estaba
todo en riguroso silencio. No daban crédito a lo que
estaban viendo.
- Mis amigos y yo, queremos daros las gracias a
todos vosotros y a la seño, por leer nuestras historias,
cada vez que lo hacéis, uno de nosotros cobra vida,
cada vez somos más en esta pequeña biblioteca.
Queremos que sigáis leyendo muchas y muchas
historias, para que podamos ser muchos, muchos más.
En vuestra clase no hay “ladrones”, ni “duendes” como
dice ese policía, somos nosotros, que en ocasiones,
por las noches nos aburrimos y estamos deseando que
lleguen las nueve de la mañana para veros llegar. Nos
30. clase, nos mola mucho el aprendizaje cooperativo o
cuando la seño os graba en vídeo hablando en
público. ¡Qué pasada!
Todos habéis hecho muchos progresos. Estamos muy
orgullosos de vosotros.
De repente, Daniel Vázquez se levanta de su silla
y dice:
-¿Le puedo contar a mis padres lo que ha pasado
aquí?
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32. - No, por favor, esto tiene que ser nuestro
secreto. Si le contáis esto a alguien, la policía volverá y
se pondrá a investigar y nos llevarán a analizar.
¿Queréis vosotros eso? A mí me habéis devuelto la
vida, yo era un libro casi olvidado, ya nadie me
compraba ni me leía. Tengo que agradecerle mucho a
mis autores Esteban de las Heras y Ángeles Lara por
haberme dado vida, y a Laura Garret por haberme dado
forma, pero entiendo que me hago mayor, que hay
historias muy bonitas y autores muy buenos. Por eso
quería daros las gracias, gracias por confiar en mí,
gracias por leer mis pequeñas historias, gracias por
haberme permitido conocer otras como «Chivos
chivones», «¡Cómo mola tu escoba!”, “Epaminondas”,
“¡¡¡Abuelaaa!!!”, “¡Shhh! Tenemos un plan”, “El gigante
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35. Y todas las que me acompañan en la biblioteca,
que es mi casa, y también vuestra casa.
-»Leer, ¡qué gran aventura!», quedan diez
minutos para que suene el timbre y la próxima clase es
de inglés, viene el profe Paco, ¡nos van a descubrir!
- Tranquila, «Doña Desastre», acabo en ocho
minutos y nos sobran dos para que todos estos niños
nos coloquen en nuestro sitio. A partir de ahora, tenéis
que guardar el secreto, como Zara es la encargada de
la biblioteca, ella tendrá la llave mágica, se la daré
cuando esté dormida, a través de uno de sus sueños.
A partir de ahora seremos amigos para toda la vida.
36. Como ya sabéis, en los personajes de mi libro
hay dos grupos: Las Maris y Los Chulitos. A partir de
ahora vosotros seréis otros dos grupos:
«Los Chulilectores», donde podremos encontrar,
a los magníficos: Aiman, Alejandro, Martín, Mohamed
Said, Manuel elías, Abdelah, Samir, Daniel Muñoz,
Daniel Pérez, Diego, Adrien, Enzo y Daniel Vázquez.
«Las Marilectoras», donde estarán, las
maravillosas: Randa, Adriana, Valeria Espinosa, Zara,
Yasmina, Alicia, Irene Manzanares, Almudena, Insaf,
Laura, Ana, Irene Rosillo, Andrea, Valeria María y
Paula.
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38. Recordad, tenéis que guardar el secreto, por
eso no podéis ni aplaudir, ni gritar, ni contárselo a
nadie, pero a nadie, a nadie. Os prometo que nos
volveremos a ver, siempre que leáis nuestras historias
nos daréis vida. Un último favor, ordenadnos cuando
termine de hablar. ¡Muchas gracias a todos! ¡Muchos
besos! ¡Os quiero mucho!
¡Ringgggggg! Los libros se quedaron inertes, en
cuestión de segundos los alumnos, en un plis plas ,
ordenaron todos los libros en la biblioteca y se
pusieron a trabajar. La seño seguía en estado
catatónico. Los niños entendieron perfectamente el
mensaje.
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40. - ¡Good morning! –dijo el profe Paco al entrar por
la clase.
- Nothing, nothing teacher.
Los niños miraban todos a la seño mientras
ésta abandonaba la clase y con disimulo le hacían el
gesto del dedo índice puesto en la boca. Se notaba
que había gran complicidad entre ellos.
A la mañana siguiente la policía se personó en el
aula, para preguntar cómo iba todo.
- ¡Hola chicos! ¿Qué tal va todo? ¿Se han vuelto
a mover los libros?
La contestación que le dieron al policía sólo la
podéis saber vosotros…………
41. - Sí, porque el profe Don Joaquín dio un
portazo e hizo que todos los libros se cayeran de la
biblioteca.
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46. Daniel Vázquez contestó:
- ¡Bueno, se han vuelto a....!
Entonces, antes de que terminara la frase, toda la
clase dijo:
- ¡No se han vuelto a mover!
El policía respondió:
- Entonces, me voy.
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48. Al momento, entra el profe Paco y le ocultamos
todo lo que estaba ocurriendo en clase.
Disimulábamos diciendo:
- ¡Aquí no ha pasado nada!
Y así guardamos el secreto de la clase de 2ºD.
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50. - No se ha movido ningún libro.
- Me tengo que ir, adiós.
Y mirando hacia la biblioteca, el policía dijo:
- ¡Shhhh, hasta luego, libros!
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54. - Vale, te lo vamos a contar, pero no se lo digas
a nadie.
Y colorín, colorado este cuento que hemos
contado de nuestro querido y amigo Esteban de las
Heras García, se ha acabado.
Un beso para todos.
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57. Martín responde:
- No.
Y al día siguiente, toda la clase de 2º D
recibió una gran sorpresa:
¡¡¡LA VISITA DEL PROFE ESTEBAN!!!
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62. Randa contestó:
- Un día más, los libros se movieron.
Irene Rosillo añadió:
- Pero en la clase no hay ningún duende, policía.
Así fue como le contamos una verdad a medias.
Y colorín, colorado esta aventura se ha acabado.
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75. “El hombre del saco es muy malo porque
secuestró al profe Esteban”.
78. “Un día decidieron escribir unos cuentos en los
que los protagonistas son ellos mismos y sus alumnos.
¡No se me ocurre una herramienta mejor para motivar y
animar a los niños en la lectura! Los alumnos se
reconocen, se ríen, se sorprenden, se implican en el
proceso de creación de las historias...”.
Estas amables palabras las escribió nuestro amigo Salvador
Rodríguez Ojaos sobre el libro “Leer, ¡qué gran aventura!”, pero creo que
definen perfectamente la intención que tenía Esteban cuando escribió y regaló
a mis alumnos esta historia.