1. Sac-Nicté
Era se una vez una pequeña llamada Sac-Nicté, ella cobijaba un
ave herida que no podía volar, le dio agua y comida, y le hizo un
nido en una botella. Cuando la diminuta ave levanto el vuelo, dejo
en sus manos una pluma dorada.
Un día, ella vio caer a una viejecita con una cubeta llena de
ciruelas en el camino, le ayudo a levantarse y limpio con agua sus
rodillas. Tras juntar las ciruelas, oyó a la anciana decir en voz
baja: el sol ilumina el pozo oscuro cuando la flor de amanecer
beba de él, Sac-Nicté tenia 15 años cuando acompaño a su padre,
al templo de Itzmal, donde un joven llamado Canek se purificaba
para tomar el mando sobre los itzaes. El aroma a copal
impregnaba el aire del templo, cuando sus ojos atraparon la
atención de los ojos de una serpiente de color negra.
Esa noche durmió con una sonrisa y soñó el mar, la voz y
presencia de ella reflejaba una alegría nueva, comprendió lo que
era el sentido de la vida. Sac-Nicté era prometida por su padre con
Ulil a fin de conservar la paz de su pueblo, abundaban los adornos
de colores y flores olorosas iniciaban días de fiesta, se preparaban
banquetes y los invitados de varios lugares llegaron con obsequios
para los jóvenes prometidos. El altar estaba listo, Sac-Nicte
cuando se vio frente a Ulil cuyo rostro lleno de ilusión no lograba
reflejarse en ella.
Cuando llego Canek vestido para la guerra subió a las gradas del
templo, tomo a Sac-Nicte del brazo y descendió con ella, la gente
del pueblo embriagada y confundida no pudo hacer nada.