1. Día de Muertos en Huaquechula 1 01/11/2009 Marco Antonio Martínez
2. Ubicada entre las estribaciones de la Sierra Mixteca y el volcán Popocatépetl, a 45 km al suroeste, la fiesta de muertos es la más importante de Mesoamérica y tiene una raíz fundamentalmente prehispánica.Se trata de un antiguo rito de cosecha cuyo tiempo de celebración se hizo coincidir, por los frailes españoles, con la de los fieles difuntos del 2 de noviembre en el calendario católico. Pero los muertos conservaron su representación milenaria y han sido el pretexto de la comunidad para fortalecer su identidad y compartir los frutos obtenidos de la tierra. Los difuntos son la semilla de la que ha de germinar simbólicamente la planta de sus descendientes. Sus ofrendas mortuorias.Éstas definen un peculiar estilo que distingue a Huaquechula, y es el resultado de fusionar la tradición ornamental prehispánica de la región con la estética de los altares de Jueves Santo de la tradición católica; de ahí su sorprendente aspecto monumental predominantemente blanco. Nos referimos a los altares de “cabo de año”. Son estructuras piramidales de entre tres y cuatro niveles, erigidas generalmente en el recibidor de las casas, a donde han de llegar las ánimas para disponer del banquete que se les ofrece. 01/11/2009 2 Marco Antonio Martínez
3. En Huaquechula, Puebla, las ánimas de todos los difuntos son bien recibidas. Sin embargo, los invitados de honor son aquellos que murieron durante el transcurso del año que se cumple cada dos de noviembre. Para ellos, en la casa en que habitaron, se prepara un altar muy especial: La primera ofrenda. La primera ofrenda consiste en una estructura piramidal con tres cuerpos principales, las interpretaciones atribuyen cada uno a un nivel del universo: El inframundo, la tierra y el cielo. Toda la estructura se forra en color blanco con tela de raso, olanes, guirnaldas y tiras de papel que simulan balaustradas. Al pie se colocan incensarios, velas en candelabros especiales elaborados en barro y pintados a mano. 3 01/11/2009 Marco Antonio Martínez
4. Los altares están constituidos en: Primer nivel, que representa el mundo terrenal, en éste se ubica la foto del familiar fallecido reflejada en un espejo, por lo que no se le ve sino indirectamente. Tal disposición recibe diversas interpretaciones. Para algunos lugareños el espejo representa la entrada al más allá, o al inframundo, según la explicación prehispanista de los guías de la localidad. Queda asumirlo también como la expresión simbólica de eternidad y de aquellos que “fueron pero ya no son”, para utilizar una convencional forma cristiana de aludir a los muertos. En torno a la foto se reparten alimentos y objetos afines al difunto cuando este vivía; así, tenemos frutas, comida variada (no falta el mole) y bebidas tales como tequila y cerveza. La imagen del finado suele estar flanqueada por figurillas de cerámica conocidas como “lloroncitos”, que representan a los deudos sufrientes y cuyo origen también es prehispánico. De igual forma encontramos canastillas de flores y animalitos de azúcar hechos por la gente del pueblo y a los que se conoce como “alfeñiques”. Dichas figuras, entre las que se aprecian borregos, patos y burritos de delicada factura, se ofrendan especialmente para los llamados “muertos chiquitos”, los niños difuntos a quienes se recuerda especialmente el 31 de octubre. 4 01/11/2009 Marco Antonio Martínez
5. Los panes forman parte importante de la ofrenda, como las infaltables hojaldras pringadas de ajonjolí tostado que representan la calavera cruzada por un par de tibias. También hay piezas semejantes a un muerto yacente, cubiertas de azúcar colorada que simboliza la sangre (¡riquísimas!), así como otros más en forma de moño que simula una calavera muy simplificada vista de frente. Todos los elementos de azúcar y panadería enriquecieron a las ofrendas durante la Colonia. El pan que ahí se coloca en el centro, tiene el significado de que representa el cuerpo de la persona, la hojaldra significa el cráneo, el rosquete su rostro, y el pan blanco es la pureza de su alma. El segundo nivel representa la unión entre lo terrenal y lo divino. Los niños, vestidos de blanco no dejan de llorar: Múltiples figuras de pequeños de cara inocente en actitud plañidera se intercalan entre angelitos. Están ahí para recordarnos que aún con la tristeza de la despedida, el difunto ya está en el cielo. 5 01/11/2009 Marco Antonio Martínez
6. El tercero o cuarto nivel simboliza la cúspide celestial, con la presencia invariable de un crucifijo que preside desde lo alto toda la estructura, rematando un espectáculo visual de indudable belleza. Los distintos niveles están soportados generalmente por columnas de estilo barroco estípite (pilastra en forma de pirámide truncada, con la base menor hacia abajo). Es admirable el lujo de detalle propio de una mentalidad que adaptó las expresiones plásticas de la herencia colonial para manifestar un abarrocado gusto estético. Son los “altareros” los encargados de confeccionar la ofrenda. Es a estos especialistas a quienes se contrata para hacer la instalación y en quienes se sedimenta la tradición material de las características formales de estos altares y cuyos precios oscilan entre los 3, 000 y 15,000 pesos, dependiendo del tamaño y la riqueza del ornato. 01/11/2009 6 Marco Antonio Martínez