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Altar de Muertos de Izalco
1. ALTAR DE MUERTOS DE LOS IZALCOS
En memoria de
ANA TORRES DE PASASIN
Edgardo Avelar, 1995
IZALCO
OFICINA DE TURISMO LOCAL
ALCALDÍA MUNICICIPAL
Del 1· al 3 de noviembre de 2.008
2. Altar de Muertos de Izalco
El Altar de Muertos de los Izalcos, como su nombre lo indica, es el túmulo que debía erigirse, cada 1 de noviembre en conmemoración de los
difuntos de cada familia. Como tal, poseía el simbolismo mezclado de las devociones católicas a quienes se encomienda la salvación de las almas
(la Virgen del Carmen, san José, Cristo Muerto en la Cruz, la Santa Cabeza, el Niño de la Calavera) y el ritualismo religioso prehispánico en
torno a los que ya se han marchado pero que la noche de ese día, volvían para compartir la comida, las bebidas y el “traguito” de esa fecha.
Desaparecido desde principios de los años sesenta en la zona urbana y alrededores de Izalco, fue rescatado por Carlos Leiva Cea en 2.003, erigido
durante dos años y, nuevamente olvidado otra vez. Montado por la autoridad local entre 2009 y 2011, el mismo sufrió cambios de concepto y
orientación: Se olvidó el papel picado mostrando calaveras y huesos en los colores reglamentarios naranja, amarillo negro y morado esenciales al
decorarlo. Tampoco volvió a verse las hojas de huerta y las candelas de cebo. Hubo eso sí, visitas a los diversos altares en los que no faltó hasta
un muñeco inflamable que se movía al compás de la brisa solo aceptable para la Antropología. Pero la música de Banda, solo se daba cuando se
visitaba a los altares dedicados al Santísimo Sacramento. Esperamos que el nuevo gobierno local, sepa hacer las cosas bien como manera de
mantener vivas nuestras tradiciones olvidadas. Y también, como forma de proyectar Izalco.
Calabaza iluminada, “tipo indígena”. Paul Amaroli,
3.
4. Una simple mesa, forrada con papel de empaque, pero revestida con
papeles amarillo-naranja, blanco, morado y negro con diseños de
calaveras, esqueletos, huesos y flores o crucecitas –indicación de la
fugacidad de la existencia, al mismo tiempo que indicación del
renacimiento del mundo futuro-, sirve para colocar las imágenes, la
fotografía del fallecido y los candeleros con los cirios principales. A los
lados, los tallos de huerta, adornados con flores de platanillo, flanquean
abajo, la comida y las bebidas, las flores de muerto, las velas (algunas
colocadas en cruz al centro) y las inusitadas calabazas en forma de
calavera, de tradición nativa, según indios ya idos, transculturación
llegada a Izalco, vía Acajutla según otro. Éste, antropólogo muy
detallista, luego ha observado que, mientras algunos ayotes se cortan al
estilo digamos gringo, otras son de facciones más indígenas. Arriba, un
“Cielo” de paño y papel de la China, picado en los diseños alusivos ya
mencionados, cobija la espiritual disposición de este Altar, el cual no está
exento de la alegre celebración.
A veces por distracción, por aprensión histórica o por simple
desconocimiento, algunos cuestionan si el Altar, por ciertas similitudes,
es mexicano o no. Su similitud radicaría no solo en el hecho de las
costumbres traídas por los inmigrantes nahuas que tras la hecatombe del
volcán Ilopango entre los siglos III y IV D. C., hacia el siglo V y VI,
estaban ya asentándose en las regiones que durante la época española
serían conocidas como los Izalcos y Nonoalcos. Sino también, en la gran
influencia derramada desde el valle central de México, sobre todo
durante la etapa colonial, gracias al comercio del cacao. Una
influencia que no era entonces solo de modo sino que también va
a tamizar el catolicismo, tan proclive a los sincretismos. En
cuanto a las diferencias entre ellos, el Altar mexicano no utiliza
calabazas, ni tampoco imágenes religiosas y, mientras en aquel
hay pan de muerto, en el nuestro hay de ”tusa”.
5.
6.
7.
8. *El altar se inauguró en la Oficina de Turismo
Local, en la sala a oscuras, con la presencia del
Alcalde Municipal y el Alcalde del Común
Indígena. Primero, cada uno de ellos encendió
una fila de velas, siendo seguidos después por un
grupo de Boys Scouts que encenderían las
cuencas de las calabazas semejando calaveras.
Tras la inauguración, se degustaron los platillos
de la fecha. Es una Actividad que quisimos
dedicar a Ana Torres de Pasasin, muerta el 1 de
noviembre de 2.006), por sus méritos como
mujer, esposa y madre; por su solidaridad con los
temas culturales de Izalco, más allá de los propios
de la etnia indígena, como por su sabiduría.