1. EL ODIO MAS ALLÁ DE LA MUERTE
Estupor fue el sentimiento mas benévolo que provoco la lectura del decreto sancionado
por el Rey de los belgas, por el que se prohibió que las cenizas de León Degrelle
descansen en la tierra que le vio nacer y por la que combatió luchando contra los
enemigos soviéticos de la civilización europea. Y si ese es el juicio mas benévolo, el
mas justo, es sin duda, el del desprecio personal y colectivo, no solo hacia el gobierno,
el ministro y el sistema que así manifiestan su odio político sectario hasta mas allá de
las fronteras inapelables de la muerte, sino al monarca que titulándose Rey de los belgas
-se suponía que de todos los belgas- accedió a sancionar con su firma un “ukase” tan
lleno de impiedad como vacío de sentido y espíritu cristiano.
¿Como podrá tal rey reconciliarse con su conciencia y con la Iglesia Católica a la que
pertenece, si ha sido incapaz de reconciliarse con su hermano muerto?, ¿Como podrá
considerarse un rey cristiano?,¿Como podrá, en fin, sentirse rey de todos sus súbditos?.
Porque el sarcasmo de esta ridícula disposición sancionada por Alberto II de Bélgica
reside en la presumida intención, varias veces reiterada, de alcanzar para el pueblo belga
la definitiva “reconciliación”, después de haber transcurrido practicante medio siglo
desde el final del conflicto que enfrento y dividió a Europa.
Conflicto en el que Bélgica también resulto escindida, pues mientras que unos belgas –
valones de la legión Valona y flamencos de la legión flamenca- luchaban contra el
comunismo staliniano, otros belgas se aliaban con el.
Entre los que lucharon contra el comunismo estaban León Degrelle y los hombres de su
Legión Walonia. Y entre los que fueron sus aliados, los partidos y el sistema que ahora
condenan, después de muerto, al hombre que lucho con honor y para salvar el honor de
Bélgica, frente al comunismo soviético.
Después de la victoria aliada que propicio la invasión de Europa y que las fronteras de
la Unión Soviética se establecieran en el corazón de Alemania, el muro de la iniquidad
que dividía Berlín y con Berlín a Europa, se derrumbo estruendosamente y con el todo
el siniestro aparato de poder comunista basado en la delación, el terror y el crimen de
Estado, demostrándose, con la fuerza de los hechos que, en la gran conflagración,
quienes estaban asistidos por la verdad y la razón, eran los que lucharon contra el
comunismo en las estepas rusas, mientras que la iniquidad, la traición y el crimen contra
Europa fueron perpetrados por quienes estaban dispuestos a aliarse con el diablo, -según
conocida frase de Winston Churchill- con tal de mantener vigentes sus inicuos sistemas
políticos de corrupción y de injusticia.
Por eso resulta aun mas miserable y ridícula la decisión del Gobierno belga sancionada
por el monarca. Porque, contrariamente a lo que pretenden, con su decreto lo que han
conseguido es enaltecer aun mas la personalidad de León Degüelle, caudillo invicto en
los frentes de combate de la guerra y en la prolongada guerra de iniquidades que durante
medio siglo han mantenido contra el los sucesivos gobiernos de su adorada patria.
2. No ocurrirá así con la triste memoria que la historia guardara de un rey débil,
considerado incapaz por muchos de sus súbditos, que a su inconsistencia añade
ahora la vergüenza de incurrir en complicidad con quienes, desde la tenebrosidad de
su rencor, han intentado, inútilmente, apagar la llama viva de un alma ardiente que
comparte su luz con la luz eterna del gran Creador.
Real Decreto.
de prohibición de acceso al territorio belga de los restos mortales de
León Degrelle.