El documento describe tres tipos de delitos informáticos: el acceso ilícito a sistemas informáticos, que incluye acceder a un sistema sin consentimiento independientemente de si se causa daño; los fraudes informáticos, que implican la manipulación de datos o programas para obtener ganancias ilícitas; y el ciberacoso o ciberbullying, que se refiere al acoso psicológico o ridiculización de alguien a través de medios informáticos como Internet o teléfonos móviles.