Este documento compara las historias bíblicas de Judas y Pedro para enseñar que Dios siempre perdona. Aunque Judas traicionó a Jesús y Pedro lo negó tres veces, Jesús aún estaba dispuesto a perdonarlos. Sin embargo, Judas se suicidó creyendo erróneamente que Jesús no lo perdonaría, mientras que Pedro lloró arrepentido y recibió el perdón. El documento insta a los lectores a imitar a Pedro confiando en la misericordia de Dios en lugar de desesperarse como Judas.
Santa Biblia
Nuevo Testamento
Libros históricos del Nuevo Testamento
Evangelios
Evangelio de San Lucas
Antiguo Testamento
Escuela Sabática
Segundo Trimestre del 2015
GRES
Iglesia Adventista del Séptimo Día
Alegoría que presenta la obra literaria de Oscar Wilde llamada "El ruiseñor y la rosa" en relación con el sacrificio de Jesús en la religión cristiana.
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Escuela Sabática
Segundo Trimestre del 2015
GRES
Iglesia Adventista del Séptimo Día
Alegoría que presenta la obra literaria de Oscar Wilde llamada "El ruiseñor y la rosa" en relación con el sacrificio de Jesús en la religión cristiana.
Nos encontramos en el tercer domingo de Cuaresma. A partir de hoy la liturgia de la palabra se centra abiertamente en el tema de la conversión para la renovación bautismal. La conversión, antes de que sea demasiado tarde, es la respuesta adecuada a la paciencia de Dios.
1. PASCUA JUVENIL 2013
ANEXO 09
Tema: DIOS PERDONA SIEMPRE
Todos recordamos aquella escena en la que una gran muchedumbre traía a una mujer sorprendida en
adulterio. Venían con piedras en las manos, dispuestas a apedrearla. Jesús les dijo retándoles: "El que
esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Y ese Jesús, al ver que nadie le tiraba piedras, le dice:
"¿Nadie te ha condenado, mujer? Yo tampoco te condeno".
Agradecemos inmensamente a San Lucas que nos haya hecho este reportaje trágico y estupendo al
mismo tiempo, que podría titularse: "Cómo condenan los Hombres. Cómo perdona Dios".
Por experiencia sabemos que los hombres no perdonan, ni olvidan. Pero es un alivio oír de labios de
Jesús aquellas palabras: "Yo tampoco te condeno", porque todos sentimos en lo más hondo del alma
la necesidad grande y dolorosa de que Dios nos perdone. No es difícil aparentar ante los demás ser
hombre de bien o mujer honesta, pero ante Dios, no queramos guardar las apariencias, porque no
podemos.
En el fondo Dios nos asusta. Y algunas veces nos preguntamos seriamente: ¿Podrá Dios perdonarme
a mí? Hay algunos que ya no se lo preguntan, sino que se dicen a sí mismos con una tremenda
seriedad: "Yo no tengo perdón de Dios". Es la misma frase que debió decir Judas cuando vio que su
traición le costó la vida a Jesús; "He pecado entregando sangre inocente". ¡Muy bien dicho!.
Entró en el templo y arrojó 30 monedas en la cara de los sacerdotes y escribas, ¡muy bien hecho!.
Judas todavía conservaba algo bueno. Esa frase y esas monedas fueron dos hechos grandes dignos
de un santo. Pero en ese momento en que pudo cambiar totalmente su vida, se atravesó en su mente
una desesperada y terrible convicción: ¡No tengo perdón de Dios, no tengo perdón de Dios!. Y fue y se
ahorcó
En vez de volver a ver a Cristo, a pedir perdón, nos vamos ahorcando poco a poco en la
desesperación, seguimos los mismos pasos y los mismos pensamientos: "He pecado muchas veces,
ya no me puede perdonar Dios". Quizá también tiramos las monedas a la cara del demonio o de una
persona, pero nos falta el paso más importante, el mismo que le faltó a Judas, el que salvó a Pedro:
las lágrimas de arrepentimiento.
El error del traidor fue pensar que Cristo no lo quería perdonar, que era demasiado. Pero se equivocó.
Aquella misma noche Cristo lo había invitado a su mesa, a cenar con Él. Le lavó los pies con
delicadeza y lo llamó amigo en el mismo momento que lo vendía.
Pedro hizo algo más grave que Judas, renegó tres veces de Él, del mismo Dios, pero no desesperó;
aquella mirada de Cristo se lo aseguró. Mientras Judas se suicidaba abriéndose las entrañas, así lo
dice el Evangelio, el rudo pescador de Galilea, lloraba como un niño a las puertas de la casa de Caifás.
Han pasado 20 siglos de historia desde aquel día. Han existido muchos imitadores de Judas y Pedro.
¿A quién de los dos prefieres imitar?
Confía en Dios y acertarás. Hace mucho tiempo que Cristo te espera. Es una cita de perdón, para
decirte con un amor tan inmerecido como cierto: "Yo tampoco te condeno, ve y no vuelvas a pecar..."
Pedro y Judas representan a dos clases de hombres: todos pecamos como ellos: Judas vendiéndolo,
Pedro negándolo. Pero Judas se ahorcó de un árbol y Pedro lloró confiadamente su pecado. Esa es la
diferencia.