La Declaración de Helsinki fue adoptada en 1964 por la Asociación Médica Mundial para demostrar la autorregulación ética en la investigación con seres humanos y evitar que este control saliera del ámbito médico. Establece el respeto por el individuo y su derecho a decidir sobre su participación en estudios médicos después de ser informado sobre riesgos y beneficios. Uno de sus principios clave es obtener el consentimiento voluntario de los sujetos para satisfacer los requisitos éticos y legales.