Los lobos y las caperucitas de diferentes colores eran muy amigos y pasaban sus días jugando en el bosque. Un día, mientras jugaban, empezó a llover fuertemente, así que todos se refugiaron en la cabaña de Caperucita Roja, donde la abuelita les sirvió leche chocolatada y galletas para calentarse. Cuando dejó de llover, volvieron a jugar contentos en el bosque.