Joan era un niño que amaba pintar animales, especialmente sus ojos, de diferentes formas y colores. Pintaba animales de manera fantástica, con más de una cola, ojos o patas. Los animales preferían vivir en los cuadros de Joan que en la ciudad. Joan también pintó piedras de colores para hacerlas más bellas. Llevó a los animales y otros seres a París y les mostró el universo, y también los llevó a la isla de Mallorca, donde humanos y criaturas fantásticas vivían juntos