Un hombre de 92 años se está mudando a una casa de ancianos después de que su esposa falleció. A pesar de las limitaciones de su cuarto, el hombre decide enfocarse en lo positivo y estar agradecido por lo que aún puede hacer. Él aconseja apreciar cada día como un regalo y depositar felicidad en los recuerdos para disfrutarlos en la vejez.