El párrafo recomienda que los ministros revisen deliberadamente sus acciones diarias para mejorar su conducta y conocerse a sí mismos mejor. Sugiere que una revisión diaria de sus actos ayudará a los ministros a identificar los verdaderos motivos e impulsos detrás de sus acciones y a determinar si merecen aprobación o condena. Esta autoevaluación es necesaria para alcanzar la perfección del carácter cristiano.