Mía estaba celebrando su cumpleaños y recibió un osito de felpa como regalo. Ella y su abuela fueron al parque de diversiones, donde Mía dejó caer a su osito en el tren fantasma y comenzó a llorar cuando no pudo encontrarlo. Al final, el dueño del tren recuperó al osito y se lo devolvió a Mía, quien dejó de llorar feliz de reencontrarse con su juguete favorito.