Jesús se compadeció de una viuda cuyo hijo había muerto y lo resucitó. La gente quedó asombrada y dijo que Dios había venido en ayuda de su pueblo. Jesús siempre está dispuesto a consolar nuestras lágrimas y cobijarnos en sus brazos. Escuchar y obedecer a Dios nos ayudará a construir una vida de éxito sobre la roca en lugar de sobre la arena.