Un hombre que trabajaba como portero de un prostíbulo se quedó sin trabajo cuando el nuevo dueño modernizó el negocio y le pidió que aprendiera a leer y escribir para llevar registros, algo que él no sabía hacer. Usó su indemnización para comprar herramientas y empezó a prestarlas y venderlas a vecinos para ganarse la vida. Poco a poco fue transformando su negocio en una ferretería exitosa que abastecía a varios pueblos. Años después, se había convertido en un hombre rico y