Este documento narra la historia de un buscador que visita la ciudad de Kammir y descubre un cementerio para niños. Al leer las lápidas, se da cuenta de que en ellas se registra el tiempo exacto que vivió cada niño, y ninguno sobrepasaba los 11 años. Al preguntarle al cuidador del cementerio sobre esta costumbre, este le explica que en la ciudad es tradición que cada persona lleve un libro en el que anota los momentos de disfrute intensos de su vida, y al morir se suma el tiempo anotado