1. EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
Por: Jonathan Herrera
Anteriormente veíamos la necesidad de conocer a Dios no solo de forma intelectual, sino
en forma personal, para así rendirle una mejor alabanza. Ahora veremos un poco acerca de
la naturaleza de Dios y que nos pide.
Juan 4:24 nos revela algo de suma importancia acerca de la naturaleza de Dios: “Dios es
Espíritu…”. Tenemos que entender que nosotros no tenemos la misma naturaleza de Dios,
nosotros somos carne, somos de naturalezas completamente distintas, agua y aceite,
incompatibles, y pareciera que no podremos entrar a la dimensión de Dios que es Espíritu;
pero no es así.
Dios mismo al crearnos, dice su palabra que “sopló aliento de vida” (Gn 2:7). El profeta
Ezequiel lo menciona de manera más explicita cuando dice que “entró espíritu en ellos, y
vivieron” (Ez 37:10) a través de un soplo divino. Esto quiere decir que cuando fuimos creados,
Dios no solo tomó polvo de la tierra para crearnos, sino que también puso en nosotros de
su naturaleza para que tuviéramos vida. Esto es asombroso, porque Dios nos ha dotado de
los elementos suficientes para tener una relación íntima con Él, para conocerle no
solamente en la dimensión humana, sino también en la dimensión de Dios que es la
espiritual.
Ahora bien, en Juan 4:23 dice: “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca”
Cuando estas palabras fueron dichas por Jesús se las dijo a una mujer que comentaba sobre
el lugar correcto donde había que adorar a Dios, pero Jesús le responde que ya ni en uno ni
otro lugar va a ser necesario, sino que ahora era necesario adorar a Dios en Espíritu y
Verdad. Profundicemos un poco en esto.
Adorar en verdad; hace referencia a la actitud del hombre, la actitud del corazón, un
corazón sincero. Matthew Henry comenta que “no se puede tener a un adorador en verdad a quien
no se ajusta, en su conducta, a las enseñanzas y normas del evangelio”. No podemos ser verdaderos
adoradores si no andamos bajo los preceptos de Dios, si no cumplimos su voluntad y
conocemos su verdad. Pablo en su carta a los romanos lo expresa de esta manera “…que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Ro
12:1). No solo es ofrecerle a Dios nuestro corazón y que gobierne también en nuestra
mente, sino aún mucho más, también nuestra carne es necesario ofrecérsela a Dios en
santidad para así agradarle y que nuestra adoración sea verdadera.
Adorar en espíritu. La única forma de adorar en espíritu es entrar al mundo de Dios, que es
el espiritual, donde El actúa. Nosotros podemos acceder a ese mundo, ya que Dios, al
crearnos, puso espíritu en nosotros; entonces, cuando realmente adoramos en el espíritu, lo
que sucede es que Dios que es espíritu, se pone en contacto con nuestro espíritu,
convirtiéndose así en una relación íntima, personal y plena con el Dios de la creación,
donde va haber una comunicación y retroalimentación constante. Pero la única forma de
poder adentrarse en esta dimensión es a través de su Espíritu Santo.
Veámoslo en la vida de Jesús. Él estuvo en casa con sus padres hasta los 30 años, conocía
las escrituras, conocía la verdad absoluta, vivía en la verdad, pero no vivía en una comunión
2. con el Padre, aún su espíritu no se conectaba con Él; todavía no se adentraba al mundo
espiritual, al mundo de Dios.
Todo cambió cuando fue bautizado por Juan “…y el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo
sobre Él… como paloma” (Lc 3:22). En ese momento comenzó la comunión de su espíritu con
el de Dios Padre, en ese preciso instante se adentró al mundo espiritual. Si Jesús no hubiera
recibido al Espíritu Santo, Él hubiera sido un hombre como cualquier otro, pero lo que
marco la diferencia en su vida, no solo fue haber conocido y vivido la verdad, sino haber
recibido, conocido y ser lleno del Espíritu Santo, porque a través del Espíritu fue como
pudo por fin adentrarse al mundo espiritual y así tener comunión con su Padre. Y
realmente podemos ver la diferencia, el antes y el después de este acontecimiento.
Podemos ver, entonces; que la única manera de adorar en el espíritu es a través del Espíritu
Santo, porque solamente por medio del Espíritu podremos conectarnos con el Hijo y con
el Padre, que son espíritu, y así adorarlos en su dimensión.
Tenemos que entender una cosa muy importante y lo voy a plantear de esta manera; la
verdad sin espíritu solo son palabras o acciones muertas, y el espíritu sin verdad; es
fanatismo. El espíritu le da vida a la verdad, y la verdad le da fundamento al espíritu. No
podemos separar estar partes, son indivisibles y si falta una estaría incompleto el cuadro
original el cual el Maestro pintó.
Por muchos años solo nos hemos dedicado a la verdad y hemos olvidado la parte del
espíritu, no podemos encasillarnos en un lado de la moneda, y si así lo fuera, nuestra
alabanza y adoración estaría incompleta, no lo estaríamos haciendo de la manera que el
Padre desea. Dios desea que le adoremos en verdad, pero también desea que nos podamos
adentrar al mundo espiritual a través de su Espíritu Santo y tengamos comunión plena con
Él, para comenzar a adorarle con nuestro espíritu y así entonar la melodía que sale de su
propia boca.
Oración
Padre te pedimos que nos enseñes y ayudes a andar en la verdad, pero te pedimos aún mucho más; que nos
des de tu Espíritu Santo, que sea derramado sobre nosotros así como lo hiciste con tu hijo Jesús.
Despiértanos a tu Espíritu y revélate a nosotros para poder entrar en tu dimensión y adorarte en espíritu y
verdad.