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En la mitología griega, los Titanes —masculino— y Titánides —femenino— (en
griego antiguo Τιτάν, plural Τιτᾶνες) eran una raza de poderosos dioses que gobernaron
durante la legendaria edad dorada.

Los Titanes fueron doce desde su primera aparición literaria, en la Teogonía de
Hesíodo; en su Biblioteca mitológica Apolodoro añade un decimotercero, Dione, una
doble de Tea. Estaban relacionados con diversos conceptos primordiales, algunos de los
cuales simplemente se extrapolaban de sus nombres: el océano y la fructífera tierra, el
sol y la luna, la memoria y la ley natural. Los doce Titanes de la primera generación
fueron liderados por el más joven, Crono, quien derrocó a su padre, Urano (‘Cielo’), a
instancias de su madre, Gea (‘Tierra’).

Posteriormente los Titanes engendraron una segunda generación, notablemente los hijos
de Hiperión (Helios, Eos y Selene), las hijas de Ceo (Leto y Asteria) y los hijos de
Jápeto (Prometeo, Epimeteo, Atlas y Menecio).

Los Titanes precedieron a los doce olímpicos, quienes, guiados por Zeus, terminaron
derrocándolos en la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’). La mayoría de ellos fueron
entonces encarcelados en el Tártaro, las región más profunda del inframundo

En Hesíodo
En la Teogonía de Hesíodo los doce Titanes siguen a los Hecatónquiros y los Cíclopes
como grupo de hijos menores de Urano y Gea:




La caída de los Titanes de Rubens.
Más tarde yació con Urano y trajo a Océano el de profundos remolinos, a Ceo y
Crío e Hiperión y Jápeto, a Tea y Rea, a Temis y Mnemósine y a Febe la de dorada
corona y a la encantadora Tetis. Tras ellos nació el astuto Crono, el
benjamín y más terrible de sus hijos, y éste odió a su vigoroso padre.

Urano mantuvo a todos los hijos de Gea atrapados en su vientre, y ésta gemía del
esfuerzo. Finalmente Crono, el menor de ellos, se ofreció a atacar a su padre, le castró, y
liberó así a los hijos de Gea, proclamándose rey de los titanes, con Rea como su esposa
y reina.

Rea engendró con Crono una nueva generación de dioses, pero éste, temeroso de que
algún día le derrocasen, los tragó enteros uno a uno. Sin embargo, ésta logró esconder a
su quinto y sexto hijos, Poseidón y Zeus, dándole a tragar en su lugar a Crono un potro
y una roca envuelta en pañales, respectivamente, que éste tragó confiado, y escondió a
Zeus en Creta, protegido por los Curetes.
Cuando Zeus se hizo adulto, sometió a Crono por la astucia más que por la fuerza,
usando un emético preparado con la ayuda de Gea, su abuela, que le obligó a vomitar a
sus hermanos. Comenzó entonces una guerra entre los dioses más jóvenes y los
mayores, en la que Zeus fue ayudado por los Hecatónquiros, los Gigantes y los
Cíclopes, quienes una vez más habían sido liberados del Tártaro. Zeus venció tras una
larga lucha y encerró a los Titanes que se le habían enfrentado en el Tártaro.

A pesar de ello los dioses mayores dejaron su huella en el mundo: Océano siguió
circundando el mundo, y el nombre de la ‘brillante’ Febe fue añadido como epíteto a
Apolo, «Apolo Febo». Algunos de ellos no habían luchado contra los olímpicos y se
convirtieron en piezas clave del nuevo gobierno: Mnemósine como Musa, Rea,
Hiperión, Temis (o ‘ley de la naturaleza’) y Metis

Otros mitos
Hesíodo no tiene sin embargo la última palabra sobre los Titanes. Algunos de los
fragmentos que se conservan de la poesía órfica en particular guardan algunas
variaciones del mito.

En un texto órfico, Zeus no se limitó a atacar a su padre con violencia. En su lugar, Rea
preparó un banquete para Crono, y éste se emborrachó con miel fermentada. En lugar de
encerrarlo en el Tártaro, Crono fue arrastrado —todavía borracho— a la cueva de Nix,
donde siguió durmiendo y vaticinando por toda la eternidad.

Otro mito acerca de los Titanes no mencionado por Hesíodo gira en torno a Dioniso. En
un momento determinado de su reinado, Zeus decidió ceder el trono en favor del infante
Dioniso, que como Zeus a su edad era protegido por los Curetes. Los Titanes decidieron
matar al niño y reclamar el trono para ellos: se pintaron las caras de blanco con yeso,
distrajeron a Dioniso con juguetes, y entonces lo despedazaron, y cocieron y asaron sus
miembros, dándose un festín con ellos, mientras que de la sangre de la víctima nacía un
granado. Zeus, enfurecido, castigó a los Titanes fulminándolos con sus rayos. Atenea
guardaba el corazón del niño en un muñeco de yeso, a partir del cual Zeus hizo a un
nuevo Dioniso. Esta historia es narrada por los poetas Calímaco y Nono, que llaman a
este Dioniso «Zagreo», y también en cierto número de textos órficos, en los que no se
usa tal nombre.

Primera generacion
La primera generación de Titanes, hijos de Urano y Gea, está formada por:

   •   Titanes:
           o Océano, el río que circundaba el mundo.
           o Ceo, titán de la inteligencia.
           o Crío, dios de los rebaños y las manadas, esposo de Euribia (hija de
              Ponto) y padre de Palas.
           o Hiperión, el fuego astral.
           o Jápeto, esposo de la oceánide Clímene y padre de Prometeo, ancestro de
              la raza humana.
           o Crono, el más joven, que destronó a Urano y fue rey de los dioses.
•   Titánides:
           o Febe, la de la corona de oro.
           o Mnemósine, personificación de la memoria y madre de las Musas con
              Zeus.
           o Rea, reina de los dioses con Crono.
           o Temis, encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres, y madre
              de las Horas y las Moiras con Zeus.
           o Tetis, diosa del mar.
           o Tea, diosa de la vista.

Algunos autores consideran también parte de esta generación a Dione, si bien otros la
consideran una oceánide.

El matrimonio entre hermanos era corriente en la mitología griega, y varios Titanes y
Titánides se unieron, engendrando una segunda generación de Titanes:

   •   Océano y Tetis engendraron las ninfas Oceánides, los ríos (Oceánidas) y
       manantiales.
   •   Hiperión y Tea a Helios (el sol), Selene (la luna) y Eos (la aurora).
   •   Ceo y Febe a dos hijas, Lete y Asteria.
   •   Crono y Rea formaron la pareja más importante, pues fueron los reyes de los
       dioses, y tuvieron seis hijos:
           o Hestia, diosa del hogar.
           o Hera, diosa reina del Olimpo.
           o Hades, dios de los infiernos.
           o Deméter, diosa de la agricultura.
           o Poseidón, dios de los océanos.
           o Zeus, dios supremo, rey de todos los dioses del Olimpo.


                                   El ave fénix
El Ave Fénix o Phoenicoperus, como lo conocían los griegos, es un ave mitológica del
tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte
pico y garras. Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del
Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África. Se trataba de un
ave fabulosa que volvía a renacer de sus propias cenizas.

El mito del Ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de
supervivencia en el Más Allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Fue
citado por los sacerdotes egipcios de Heliópolis, el griego Heródoto, los escritores
latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano, o los cristianos
Pablo de Tarso, Epifanio de Salamina y San Ambrosio.

Según la leyenda cristianizada, el ave Fénix vivía en el Jardín del Paraíso, y anidaba en
un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró
surgió una chispa que prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su
inquilino. Por ser la única bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le
concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la
capacidad de renacer de sus cenizas.
Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas,
ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se
quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo ave Fénix,
siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.




Antiguo dibujo del ave Fénix.

Para San Ambrosio, el ave Fénix muere consumido por el Sol, convertido en cenizas de
las que renace, después de arder su cuerpo, como un pequeño animal sin miembros, un
gusano muy blanco que crece y se aloja dentro de un huevo redondo, como si fuera una
oruga que se vuelve mariposa, hasta que dejando de ser implume se transforma en un
águila celeste que surca el firmamento estrellado.

Para Heródoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina, esta sagrada ave sólo existía en
Egipto y cada quinientos años aparecía en la ciudad de Heliópolis, llevando sobre sus
hombros el cadáver de su padre, a donde este iba a morir, para depositarlo en la puerta
del templo del Sol.

Para egipcios, griegos y romanos, era considerado un ser mitologico. En el Antiguo
Egipto se denominaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y
al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del
fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Según el mito, poseía varios dones, como la
virtud de que sus lágrimas fueran curativas.

Heródoto (siglo V a. C.), el historiador griego, escribió:

Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en
efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene
al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación
es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en
parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que
aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre
desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo
sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después
de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un
hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y
atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que
cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol
en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.
                                                                                         Heródoto.1
Claudio Claudiano (siglo IV), el último de los grandes poetas romanos, comentaba:

El Fénix es un ave igual a los dioses celestes, que compite con las estrellas en su forma de vida
y en la duración de su existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros.
No sacia su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna.
                                                                                Claudio Claudiano

El Fenghuang de la mitología china, aunque no tiene similitudes con el Fénix, ha sido
denominado el Fénix chino por algunos occidentales, siendo una criatura con cuello de
serpiente, el cuerpo de un pez y la parte trasera de tortuga. Simboliza la unión del yin y
el yang.

El Fénix en la era moderna [editar]
En la iconografía cristiana, el Ave Fénix, como símbolo de resurrección representa a
Jesucristo. También se creía que el Fénix simbolizaba el fuego y los labradores le
pedían, en épocas de frío, que hiciera brillar el Sol, para que sus cosechas renacieran.

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  • 1. En la mitología griega, los Titanes —masculino— y Titánides —femenino— (en griego antiguo Τιτάν, plural Τιτᾶνες) eran una raza de poderosos dioses que gobernaron durante la legendaria edad dorada. Los Titanes fueron doce desde su primera aparición literaria, en la Teogonía de Hesíodo; en su Biblioteca mitológica Apolodoro añade un decimotercero, Dione, una doble de Tea. Estaban relacionados con diversos conceptos primordiales, algunos de los cuales simplemente se extrapolaban de sus nombres: el océano y la fructífera tierra, el sol y la luna, la memoria y la ley natural. Los doce Titanes de la primera generación fueron liderados por el más joven, Crono, quien derrocó a su padre, Urano (‘Cielo’), a instancias de su madre, Gea (‘Tierra’). Posteriormente los Titanes engendraron una segunda generación, notablemente los hijos de Hiperión (Helios, Eos y Selene), las hijas de Ceo (Leto y Asteria) y los hijos de Jápeto (Prometeo, Epimeteo, Atlas y Menecio). Los Titanes precedieron a los doce olímpicos, quienes, guiados por Zeus, terminaron derrocándolos en la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’). La mayoría de ellos fueron entonces encarcelados en el Tártaro, las región más profunda del inframundo En Hesíodo En la Teogonía de Hesíodo los doce Titanes siguen a los Hecatónquiros y los Cíclopes como grupo de hijos menores de Urano y Gea: La caída de los Titanes de Rubens. Más tarde yació con Urano y trajo a Océano el de profundos remolinos, a Ceo y Crío e Hiperión y Jápeto, a Tea y Rea, a Temis y Mnemósine y a Febe la de dorada corona y a la encantadora Tetis. Tras ellos nació el astuto Crono, el benjamín y más terrible de sus hijos, y éste odió a su vigoroso padre. Urano mantuvo a todos los hijos de Gea atrapados en su vientre, y ésta gemía del esfuerzo. Finalmente Crono, el menor de ellos, se ofreció a atacar a su padre, le castró, y liberó así a los hijos de Gea, proclamándose rey de los titanes, con Rea como su esposa y reina. Rea engendró con Crono una nueva generación de dioses, pero éste, temeroso de que algún día le derrocasen, los tragó enteros uno a uno. Sin embargo, ésta logró esconder a su quinto y sexto hijos, Poseidón y Zeus, dándole a tragar en su lugar a Crono un potro y una roca envuelta en pañales, respectivamente, que éste tragó confiado, y escondió a Zeus en Creta, protegido por los Curetes.
  • 2. Cuando Zeus se hizo adulto, sometió a Crono por la astucia más que por la fuerza, usando un emético preparado con la ayuda de Gea, su abuela, que le obligó a vomitar a sus hermanos. Comenzó entonces una guerra entre los dioses más jóvenes y los mayores, en la que Zeus fue ayudado por los Hecatónquiros, los Gigantes y los Cíclopes, quienes una vez más habían sido liberados del Tártaro. Zeus venció tras una larga lucha y encerró a los Titanes que se le habían enfrentado en el Tártaro. A pesar de ello los dioses mayores dejaron su huella en el mundo: Océano siguió circundando el mundo, y el nombre de la ‘brillante’ Febe fue añadido como epíteto a Apolo, «Apolo Febo». Algunos de ellos no habían luchado contra los olímpicos y se convirtieron en piezas clave del nuevo gobierno: Mnemósine como Musa, Rea, Hiperión, Temis (o ‘ley de la naturaleza’) y Metis Otros mitos Hesíodo no tiene sin embargo la última palabra sobre los Titanes. Algunos de los fragmentos que se conservan de la poesía órfica en particular guardan algunas variaciones del mito. En un texto órfico, Zeus no se limitó a atacar a su padre con violencia. En su lugar, Rea preparó un banquete para Crono, y éste se emborrachó con miel fermentada. En lugar de encerrarlo en el Tártaro, Crono fue arrastrado —todavía borracho— a la cueva de Nix, donde siguió durmiendo y vaticinando por toda la eternidad. Otro mito acerca de los Titanes no mencionado por Hesíodo gira en torno a Dioniso. En un momento determinado de su reinado, Zeus decidió ceder el trono en favor del infante Dioniso, que como Zeus a su edad era protegido por los Curetes. Los Titanes decidieron matar al niño y reclamar el trono para ellos: se pintaron las caras de blanco con yeso, distrajeron a Dioniso con juguetes, y entonces lo despedazaron, y cocieron y asaron sus miembros, dándose un festín con ellos, mientras que de la sangre de la víctima nacía un granado. Zeus, enfurecido, castigó a los Titanes fulminándolos con sus rayos. Atenea guardaba el corazón del niño en un muñeco de yeso, a partir del cual Zeus hizo a un nuevo Dioniso. Esta historia es narrada por los poetas Calímaco y Nono, que llaman a este Dioniso «Zagreo», y también en cierto número de textos órficos, en los que no se usa tal nombre. Primera generacion La primera generación de Titanes, hijos de Urano y Gea, está formada por: • Titanes: o Océano, el río que circundaba el mundo. o Ceo, titán de la inteligencia. o Crío, dios de los rebaños y las manadas, esposo de Euribia (hija de Ponto) y padre de Palas. o Hiperión, el fuego astral. o Jápeto, esposo de la oceánide Clímene y padre de Prometeo, ancestro de la raza humana. o Crono, el más joven, que destronó a Urano y fue rey de los dioses.
  • 3. Titánides: o Febe, la de la corona de oro. o Mnemósine, personificación de la memoria y madre de las Musas con Zeus. o Rea, reina de los dioses con Crono. o Temis, encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres, y madre de las Horas y las Moiras con Zeus. o Tetis, diosa del mar. o Tea, diosa de la vista. Algunos autores consideran también parte de esta generación a Dione, si bien otros la consideran una oceánide. El matrimonio entre hermanos era corriente en la mitología griega, y varios Titanes y Titánides se unieron, engendrando una segunda generación de Titanes: • Océano y Tetis engendraron las ninfas Oceánides, los ríos (Oceánidas) y manantiales. • Hiperión y Tea a Helios (el sol), Selene (la luna) y Eos (la aurora). • Ceo y Febe a dos hijas, Lete y Asteria. • Crono y Rea formaron la pareja más importante, pues fueron los reyes de los dioses, y tuvieron seis hijos: o Hestia, diosa del hogar. o Hera, diosa reina del Olimpo. o Hades, dios de los infiernos. o Deméter, diosa de la agricultura. o Poseidón, dios de los océanos. o Zeus, dios supremo, rey de todos los dioses del Olimpo. El ave fénix El Ave Fénix o Phoenicoperus, como lo conocían los griegos, es un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte pico y garras. Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África. Se trataba de un ave fabulosa que volvía a renacer de sus propias cenizas. El mito del Ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el Más Allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Fue citado por los sacerdotes egipcios de Heliópolis, el griego Heródoto, los escritores latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano, o los cristianos Pablo de Tarso, Epifanio de Salamina y San Ambrosio. Según la leyenda cristianizada, el ave Fénix vivía en el Jardín del Paraíso, y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
  • 4. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años. Antiguo dibujo del ave Fénix. Para San Ambrosio, el ave Fénix muere consumido por el Sol, convertido en cenizas de las que renace, después de arder su cuerpo, como un pequeño animal sin miembros, un gusano muy blanco que crece y se aloja dentro de un huevo redondo, como si fuera una oruga que se vuelve mariposa, hasta que dejando de ser implume se transforma en un águila celeste que surca el firmamento estrellado. Para Heródoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina, esta sagrada ave sólo existía en Egipto y cada quinientos años aparecía en la ciudad de Heliópolis, llevando sobre sus hombros el cadáver de su padre, a donde este iba a morir, para depositarlo en la puerta del templo del Sol. Para egipcios, griegos y romanos, era considerado un ser mitologico. En el Antiguo Egipto se denominaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas. Heródoto (siglo V a. C.), el historiador griego, escribió: Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren. Heródoto.1
  • 5. Claudio Claudiano (siglo IV), el último de los grandes poetas romanos, comentaba: El Fénix es un ave igual a los dioses celestes, que compite con las estrellas en su forma de vida y en la duración de su existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros. No sacia su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna. Claudio Claudiano El Fenghuang de la mitología china, aunque no tiene similitudes con el Fénix, ha sido denominado el Fénix chino por algunos occidentales, siendo una criatura con cuello de serpiente, el cuerpo de un pez y la parte trasera de tortuga. Simboliza la unión del yin y el yang. El Fénix en la era moderna [editar] En la iconografía cristiana, el Ave Fénix, como símbolo de resurrección representa a Jesucristo. También se creía que el Fénix simbolizaba el fuego y los labradores le pedían, en épocas de frío, que hiciera brillar el Sol, para que sus cosechas renacieran.